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Nadie te encontrará por Tris

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Notas del fanfic:

Adaptación del libro homónimo de Chevy Stevens 

Sesión uno.          

Quizá se pregunte por qué después de cuatro meses he decidido buscar ayuda profesional, y se lo resumiré en unas cuantas palabras: el armario no es muy cómodo. En realidad, no es la primera psicóloga que visito, pero espero que sí sea la última. El imbécil que me recomendaron después de salir del hospital parecía todo un obsesivo del control, con su escritorio perfecto y sus sillones con olor a nuevo. Tuve suficiente con el animal que me secuestró para soportar a otro. Pero eso a usted no le importa, seguro quiere escuchar mi historia, aunque mantenga su cara indiferente, todo el maldito pueblo quisiera oírla; pero esos jodidos periodistas no obtendrán ni una sola palabra de mí.

Verá, doctora, yo no era tan hijo de puta como ahora, por si lo estaba pensando. De hecho, yo era bastante agradable, excepto con mi madre, tal vez, pero si usted la conociera me entendería.

Antes de comenzar quisiera aclararle que no aceptaré ninguna clase de pregunta, y como se le ocurra decir ¿cómo se sintió cuando…? Me largo. Así tenga que pasar toda la vida durmiendo en mi armario.

Sucedió un día muy agradable, el clima era perfecto y, yo, como siempre, iba retrasado al trabajo…

*-*-*-*

Jonghyun me observa divertido desde la cama, mientras corro por toda la habitación buscando el resto de mi ropa. ¿Por qué nunca puede desnudarme en un solo lugar? Eso me facilitaría muchísimo las cosas.

-¡Deja de reírte, joder!  -grito, pero eso solo parece divertirlo aún más-.  ¿Dónde demonios está mi otro zapato?

Tengo una reunión de padres de familia en media hora, y tal parece que llegaré tarde. Debí negarme anoche, cuando Jonghyun apareció en mi apartamento para tener “una noche loca”, pero es jodidamente sexy, por lo que resulta bastante difícil decirle que no.  Además, merecía un poco de diversión después de estar toda una semana revisando exámenes de inglés; ser profesor no es tan fácil como parece.

Después de buscar mi zapato por diez minutos, lo encontré encima del lavaplatos. Me pregunto cómo llegó hasta allá. Corro de nuevo a la habitación y le doy un último beso a Jonghyun. Intenta recostarme en la cama junto a él, pero yo se lo impido poniendo mis manos en su pecho para alejarlo un poco.

-Tengo que irme ya, no puedo hacer esperar a los padres.-Tomo mi maletín y me dirijo a la puerta. Me giro hacia él antes de irme y le dedico una sonrisa-. Ah, y no olvides alimentar a Comme Des. Te veré más tarde; te amo.

-¡También te amo! – lo escuché gritar antes de salir del apartamento.

Por suerte, la escuela en donde trabajo queda a solo cinco minutos, estaciono mi auto y subo de prisa las escaleras para llegar al salón de clases, aunque solo sea el segundo piso.12:00 pm. ¡Justo a tiempo! Me detengo un segundo en la puerta para recuperar el aliento, después paso una mano sobre mi cabello, y entro.

 

-Bueno, eso es todo. Gracias por venir.

Los padres comienzan a salir despacio mientras charlan entre ellos: algunos se despiden de mí muy alegres, otros no tanto. Sé que  me culpan por las malas notas de sus hijos, pero hago todo lo posible por ayudarlos. Arreglo un poco las hojas de mi escritorio antes de guardarlo todo. Estoy por levantarme cuando alguien se asoma por la puerta. Es un hombre joven, demasiado joven para ser un padre de familia, quizá sólo sea el tutor de algún alumno; es muy alto y apuesto. Tiene ojos grandes y el cabello castaño, lleva un traje bastante elegante, y me regala una sonrisa encantadora en cuanto pone un pie dentro del salón de clases.

Hace una pequeña inclinación antes de dirigirse a mí.

-Lo siento, ¿ya se iba? Sé que es muy tarde. Juro que seré breve.

Su tono de voz es muy cálido, y tiene una de esas sonrisas que te hacen confiar en alguien de inmediato. La verdad es que me muero de hambre, y lo único que deseo es llegar a mi casa y comer junto a Jonghyun -y por qué no, también a Jonghyun-. Veo la puerta con anhelo, pensando en lo cerca que estuve de ser libre, pero unos minutos no me harán daño.

-No importa, puede tomar asiento si gusta. Soy Kim Kibum, el profesor de inglés.

-Choi Minho, un placer conocerlo -dice sonriendo. Recorre todo el salón de clases con la mirada hasta dar con la ventana, a la que se acerca lentamente-.Tiene una vista muy bonita desde aquí.

Levanto una ceja incrédulo, pues lo único que se puede ver desde la ventana es el estacionamiento y un parque pequeño, pero quién soy yo para decidir lo que  considera bello y lo que no.

-Parece que han plantado rosas en el parque- dice sonriendo, muy concentrado en la vista que tiene delante.

Me acerco curioso para comprobar lo que dice y busco las rosas que menciona, pero no logro ver nada.

-No puedo verlas- le digo.

Él me sonríe y señala con su dedo índice mientras murmura justo ahí. Sigo con la mirada hacia donde indica, pero obtengo el mismo resultado. Cuando estoy por girarme para decirle que no hay nada, siento algo presionando mi espalda baja. Intento mirar hacia atrás pero me toma del cabello con fuerza, lo siento acercarse hasta mi oído y comienza a hablar en tono bajo.

-Sí, Kibummie, es un arma, así que escucha con atención. Vamos a salir de aquí, vas a sonreír, vas a portarte muy bien, y entonces yo no tendré que hacerte daño. ¿Entendiste?

Estoy paralizado del miedo, me falta la respiración y mi mente no es capaz de formular una respuesta. Su mano jala más fuerte de mi cabello y tengo que cerrar los ojos por el dolor.

-Te pregunté si entendiste.

-S-sí, entendí-respondo con voz trémula.

-Bien, andando entonces.

Suelta mi cabello, porque supongo que eso luciría demasiado sospechoso; ahora me toma del brazo derecho con su mano izquierda, mientras con la otra sostiene el arma. Miro hacia todos lados intentando encontrarme con alguien, ¡es una escuela, por Dios! pero recuerdo que  mi junta era la última del día, las únicas personas que hay se encuentran en la dirección, que es un piso más arriba, así que mi esperanza es salir a la calle porque, tiene que haber alguien más, ¿o no? , quiero decir, son las dos de la tarde, el sol está en su máximo resplandor y es imposible que... No. El alma se me cae a los pies cuando veo el estacionamiento vacío, trato de avanzar más lento pero él me arrastra para ir más rápido. Llegamos hasta una furgoneta, abre la puerta del copiloto y me obliga a entrar,  en el momento en que cierra la puerta comienzo a jalar la manilla, pero no logro abrirla; me lanzo hacia el otro lado para hacer lo mismo pero él ya ha comenzado a entrar. Su sonrisa encantadora ha sido reemplazada por una cara seria y aterradora. Pone la camioneta en marcha y yo comienzo a temblar de pies a cabeza. Por mi mente pasan miles de ideas escalofriantes sobre lo que puede hacerme, y no puedo evitar el nudo que se forma en mi garganta.

Mis nervios crecen cada vez más conforme nos alejamos de la escuela. Esto no puede estar pasando. Tal vez sólo es una pesadilla, quizá despertaré en un minuto y me daré cuenta que estoy en mi apartamento, con Jonghyun durmiendo a mi lado, a salvo.

Después de avanzar un rato se detiene en una calle vacía, baja del auto y lo veo rodear la furgoneta hasta llegar a mi puerta. Siento mi corazón palpitar muy fuerte cuando comienza a abrirla. Me ofrece una mano para ayudarme a bajar, pero yo la rechazo y comienzo a bajar solo. Eso parece enfurecerlo un poco, pero lo escucho tomar un suspiro profundo y después sonríe.

-El sitio a donde te llevo te gustará mucho-me dice mientras me toma del brazo.

-¿Adónde me llevas? -pregunto, pero él continua sonriendo sin decir nada mientras me arrastra hasta la parte trasera. 

Lo veo guardarse el arma en el pantalón. Deja de sostenerme por un momento y comienza a abrir las  puertas traseras. Me giro para echar a correr, pero al primer paso ya me tiene sujeto del cabello nuevamente, intento patearle en la entrepierna pero me lanza una bofetada tan fuerte que me deja aturdido por unos segundos.

-¿¡Pero cómo se te ocurre hacer semejante tontería!? –exclama, apretando aún más el agarre sobre mi cabello. El dolor era tan insoportable que creí que me arrancaría todo el cuero cabelludo.

Intento rasguñarle la mano con la que me tiene sujeto el cabello, a la vez que  golpeo su pecho, pero él seguía sin inmutarse. Comenzó a soltarme muy lentamente amenazándome con la mirada.

-Bien, Kibum, dejaré pasarlo esta vez. Ahora, vas a entrar ahí, te pondrás boca abajo, guardarás silencio y serás un buen chico, ¿de acuerdo?

- Espera- dije con temor, intentando que mi voz no se quebrara-, ¿podríamos hablar un momento? P-por favor – Eso pareció suavizarlo, sonrió con ternura y me miró como si fuera un cachorrito abandonado en la calle-. ¿Qué… qué es lo que buscas? ¿Quieres dinero? P-puedo darte todo lo que tengo en el banco y ¡puedo conseguir más! S-si eso es lo que quieres, de verdad, no tienes que hacer esto, yo-

-Kibum. ¿Qué te he pedido que hagas? –dijo en tono firme. Podía cambiar el semblante de un segundo a otro.

-Q-que me acueste boca abajo, ¿eso es todo? ¿Qué vas a hacerme cuando lo haga? T-te daré todo mi dinero, no tienes que secuestrarme, sólo dime cuanto quieres y lo tendré, lo juro, sólo-

-¡Basta!

Cierra los ojos un momento y toma un largo suspiro antes de lanzarme esa mirada que me hace estremecer.

-No suelo pedir las cosas dos veces por las buenas, Kibummie. –Su tono se ha vuelto espeluznante; y sus manos han tomado el arma nuevamente- Sube.

Subo lentamente a la furgoneta, aunque el temblor en mi cuerpo me lo dificulta un poco, dudo en colocarme como me lo ha pedido, pero su mirada de advertencia no me deja otra opción. El corazón está a punto de salírseme del pecho, y lo último que siento es un pinchazo en mi brazo. Después todo se volvió negro.

*-*-*-*

Realmente siento mucho que tenga que escuchar toda esta mierda. Aunque se le da muy bien eso de fingir tranquilidad, la felicito. No sé si yo soportaría estar dos horas a la semana conmigo, la verdad es que soy bastante insoportable, y no le pago lo suficiente para el trauma que está recibiendo. Pero seguro que le sirve de experiencia, ¿no? Al menos saldría algo bueno de esto.

Tal vez no lo parezca, pero estoy mucho mejor que cuando volví. Ahora solo reviso las cerraduras de puertas y ventanas tres veces antes de dormir. 


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