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Hasta El Final por lady_shizu

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Notas del fanfic:

Advertencias(?):

*OoC hasta en las fechas(?) porque no soy ninguno de los shinos, así que es inevitable. :v

*Si no te gusta la temática del FanFic o las parejas, NO continúes leyendo, que bien aclaré en el Summary de qué va la historia. Aceptaré cualquier crítica siempre y cuando sea constructiva.

 

 

 

 

Aclaración: cualquier similitud con otra historia o la vida real es pura coincidencia.

Importante: los personajes de esta historia no me pertenecen, yo sólo los utilizo para escribir, sin ánimo de lucro de por medio. No obstante, el contenido de éste fic es completamente de mi autoría.

 

 

Notas del capitulo:

¡Hola, bella gente! Feliz navidad (atrasada) y año nuevo.

Ya, al punto: éste fic fue hecho para la actividad del amigo secreto del grupo ~Por el harem de Kai~ de Facebook.

Para no hacer spoiler, en las notas finales pondré las condiciones de Mafe, mi amiga secreta. Bueno, Mafe, si estás leyendo esto, tú sí sabes tus condiciones(?), así que espero haber cumplido con lo que querías.

 

Hasta El Final

By

LadyShizu

 

En mi mundo sólo existimos tú,

yo y el gran amor que nos une.

 

Anónimo

 

.

Capítulo Único

.

 

El fin había llegado.

 

Tanabe siempre decía que en los ojos de Takanori podía ver miles de imágenes. Las más bellas impresiones se reflejaban en los nada naturales irises azules por los que tan obsesionado estaba Taka.

 

Por eso no entendía. Por eso buscaba con desespero aquellas refulgentes imágenes, ahogadas ahora en un lago de terror y desesperación. Así como el cielo, los irises de Takanori se volvieron oscuros, como siempre habían sido. La magia ya no estaba allí; el velo de la fantasmagórica paz había terminado.

 

Tanabe sujetó con fuerza la mano de Takanori y le sonrió pese al miedo que le provocaba temblores en las piernas, debilidad en las rodillas y opresión en la boca del estómago. Y a pesar del terror latente en su mirada, Takanori le devolvía una sonrisa que terriblemente se fingía irónica, como si incluso así pudiera conseguir reírse de la situación de ambos. Y también le apretó con ahínco la mano, entrelazando sus dedos con los de Tanabe.

 

Aferrados, caminaron con sigilo por el silente corredor hacia la puerta al final. No fue necesario forzarla: ya estaba abierta. Sus habitantes habían huido, como casi todos los hospedadores del edificio. Tanabe soltó la mano de Takanori sólo cuando la puerta estuvo cerrada.

 

—Debemos trancar la puerta con algo.

 

El «algo» se transformó en todo mueble que pudieran mover. Y aunque fuera una ilusión, al menos en el momento de colocar el último banquillo que hallaron en la cocina, se sintieron seguros.

 

La adrenalina previa les cobró factura. Takanori cayó sentado al lado del sofá más grande de la sala y que no pudieron mover. Fatigado, dejó que su cabeza reposara en él y cerró los ojos, respirando agitadamente. Tanabe estaba a punto de desfallecer también. Arrastró los pies y tomó a Takanori de un brazo, jalándolo para que se pusiera en pie.

 

—Aún no, Taka. Busquemos un lugar donde escondernos hasta que amanezca.

 

—Estoy cansado, Yuta…

 

—Arriba, Takanori; yo también estoy agotado.

 

Con pasos lánguidos, llevó a Takanori al lugar más seguro que encontró: el baño. Éste tenía seguro interno, a diferencia de las demás habitaciones, y estaba al final del corredor. Quizá debió seguir el canon de las películas de terror y esconderse en el armario o debajo de la cama, pero sabía que a Takanori no le gustaban los lugares excesivamente estrechos, y él no confiaba en sitios donde estuvieran tan expuestos.

 

—Yuta, ¿adónde vas? —Aunque estaba cansado, la desesperación se oyó claramente en su voz. Tomó a Tanabe de un brazo, arrancándole sin querer la manga raída de su remera.

 

—Calma, iré a la cocina a revisar si hay algo para comer y por un poco de agua.

 

Takanori abrazó el trozo desgastado y sucio de tela cuando Tanabe salió del baño.

 

Cuando llegó a la cocina y la encontró casi intacta, supo que los dueños del departamento salieron apresurados, al igual que ellos mismos cuando aquellas cosas llegaron a la zona donde vivían. De eso había transcurrido casi una semana, que para Tanabe y sus amigos fue tormentosamente eterna. Y contra todo, aun después de lo que habían visto en esos largos cuatro días, consiguieron conservar una pisca de cordura, que los ayudó a mantenerse unidos y vivos.

 

Hasta hace sólo algunos minutos.

 

Encontró agua, que era lo más vital, y algo para que comieran. También agarró el cuchillo más grande que encontró. Los siguientes minutos estuvieron abrazados en la tina, escuchando los lejanos ruidos de la destrucción de la sociedad como la conocían. Takanori recostado sobre el pecho de Tanabe, con el rostro respirando el aroma a sudor y suciedad de su cuello, y ambas manos sujetándole un brazo, acariciándolo. Y Tanabe, con la cabeza sobre la de Takanori, acariciándole el cabello.

 

Los primeros ruidos exponencialmente más potentes comenzaron a oírse de manera repentina, haciéndolos saltar y separarse. Se pusieron de pie, saliendo de la tina y acercándose a la puerta.

 

Cada vez más fuertes, gritos se extendían por las calles cercanas, acompañando al coro como si estuvieran oyendo los efectos de una película de guerra. Tanabe tembló y apretó la quijada para que no se escuchara el tintineo de sus dientes al chocar. Debía ser fuerte por Taka y por él.

 

—Es lejos de aquí —mintió. Por los años de conocerse, debió saber que Takanori no era tan fácil de engañar. Lo había subestimado en el afán por pretender no tener miedo.

 

—¡No quiero morir! —Takanori por fin había caído—. ¡No quiero morir, Yuta!

 

—Cálmate, Taka —le susurró, intentando consolarlo. Con ambas manos sujetó las sonrojadas y húmedas mejillas de Takanori—. No hables tan alto.

 

—¡Se comieron a Akira! Yo los vi, cómo lo devoraban… Los gritos de Akira… Kouyou fue el único que fue a ayudarlo… y él también… Y Yuu…

 

Takanori hipaba, estaba desesperado. El llanto ocasionaba convulsiones en su cuerpo y el terror lo obligaba a perder el poco juicio que todavía tenía intacto. No le importaba ser ruidoso, ya no podía resistir el remolino de emociones que le quemaba el cuerpo. Tanabe lo sabía a la perfección, y con igual desespero intentaba serenarlo.

 

—Tranquilo, Taka. Mírame. —Imprimó más fuerza en su agarre, obligando a que Takanori lo viera fijamente—. Todo estará bien, ¿de acuerdo? ¿De acuerdo? —insistió lo más calmado que pudo, hasta que Takanori afirmó, poniendo todo de sí para apaciguar sus gemidos—. Yo estoy contigo, mi amor. No dejaré que esas cosas te toquen, ¿entiendes? —Takanori afirmó una vez más, sin apartar sus irises oscuros de los de Tanabe—. ¿Confías en mí? —Ambos afirmaron a la vez—. Te amo, ¿entiendes? Te amo más que a mi vida.

 

—Y yo a ti…

 

Un fuerte ruido en las plantas bajas los hizo gemir y saltar del susto. Takanori volvió a llorar y se aferró con fuerza al pecho de Tanabe, estrujándolo entre sus brazos. Tanabe lo envolvió con los suyos de inmediato, al mismo tiempo en que más ruidos estruendosos sonaban en los pisos inferiores, ascendiendo lentamente.

 

Pronto llegarían a ellos. Y Tanabe sabía que nada podían hacer al respecto. La vida no era como la pintaban las películas en las que los protagonistas sobrevivían milagrosamente. La pareja que se juraba amor eterno antes de la conclusión de la pesadilla esta vez no tenía escapatoria. Ellos estaban encerrados en el piso más alto de aquel edificio al que habían entrado por la fuerza, y el único lugar por el que habrían podido salir ilesos era la puerta principal.

 

Más sonidos se escucharon. A pesar de la destrucción casi total de la ciudad, desde allí afuera aún se podían escuchar gritos desgarradores, disparos y grandes explosiones.

 

Tanabe estrechó con más fuerza el menudo cuerpo de Takanori contra su pecho, llorando de impotencia por no poder hacer nada para salvarlos. Esas criaturas subían paulatinamente los pisos y pronto los encontrarían. En su mano derecha agarró el cuchillo que había dejado sobre el lavamanos.

 

Qué iluso fue al creer que con eso podría protegerlos.

 

A su mente regresó la imagen de Yuu corriendo para ayudar a Kouyou, y él cobardemente había tomado la mano de Takanori para huir, dejando atrás el grito atronador de sus tres mejores amigos.

 

—¡Tanabe! —Takanori gimió cuando los ruidos se escuchaban ya en el piso donde estaban—. Tanabe, te amo.

 

—También te amo, Taka.

 

Los ruidos se acrecentaban, y cuando se escuchó el impacto de la puerta del departamento donde estaban ocultos, saliéndose de sus bisagras, con manos temblorosas, Tanabe miró el cuchillo en su mano y lo empuñó con fuerza.

 

—No te harán nada, te lo juro —le susurró a Takanori con suavidad, antes de apuñalarlo continuadas veces, comenzando por la unión del cuello y hombro.

 

Entre sus brazos tuvo que sostenerlo con fuerza mientras él se removía en lo que duraban los primeros segundos. Y continuó así mucho más, para asegurarse de que realmente estaba muerto. La tibia sangre de Takanori le salpicaba el rostro, y de su boca, esa boca que tanto había besado con idolatría, un río nacía hacia su pecho, tiñéndole la remera rasgada y sucia.

 

El departamento estaba siendo invadido. Tanabe dejó caer el cuchillo y se sentó en el suelo, acomodando el cuerpo sin vida de su gran amor. Los ojos de Takanori miraban a la nada, empañados por la cortina del fin. Con el sonido de los muebles volando y estrellándose contra las paredes, seguido de las demás puertas siendo forzadas, Tanabe acarició el rostro de Takanori, acomodándole el cabello para que viajara al más allá tan pulcro como siempre le había gustado estar. Sonrió con melancolía, limpiándole el mentón con el dobladillo gastado de su remera; si Taka estuviera despierto, odiaría ver su imagen en el espejo y descubrir esa enorme línea roja descendiendo desde su boca, ensuciándole la ahora desgastada camisa que tanto dinero le había costado.

 

El primer portazo a la puerta del baño reverberó dentro con potencia, pero Tanabe estaba perdido en el inexpresivo rostro de Taka, su Taka.

 

Recordó a Akira siendo devorado, a Kouyou intentando ir ayudarlo y a Yuu tratando de detenerlo. Al final, ambos terminaron recorriendo el camino de la agonía al que Akira fue sometido al empujar a Kouyou para que las bestias no lo agarraran primero. El sacrificio de un hermano. Y Yuu, condenándose por ayudar a la persona a quien ni siquiera en el final pudo declararle su amor.

 

Morir de la misma forma era lo apropiado para él. Pero se permitiría ser igual de egoísta que cuando decidió huir y dejar a sus amigos atrás, y no dejaría que Takanori se fuera de la misma manera.

 

Aquellas criaturas que llegaron del cielo a colonizar la Tierra jamás verían el rostro de su Takanori deformado por el miedo y la agonía carnal.

 

Tendrían que conformarse sólo con el suyo.

 

 

Fin

Notas finales:

La petición de mi amigo secreto fue:

«KaiRu (porque es vida y amor), que sea de una temática dramática ambientado en un AU fantástico. Como única condición pondría que el drabble culmine con final apoteósico en donde se haga mención del final del mundo alv.»

Bueno…, desde mi punto de vista cumplí con todo. Pero a saber si realmente lo hice o no, y si el resultado le gustó a mi amiga secreta.

Mafe, esto es tuyo, haz con él lo que quieras(?).

¡Gracias por leer y comentar!

See ya!

LadyShizu


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