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Yes, I am. por Akira Ono

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-Al demonio le encanta jugar con la creación del todo poderoso. Si el fuego es creación divina, al entrometer la mano del ser humano para crear el propio de manera pagana dando fruto a la burla hacia la creación y al creador mismo, se convierte en una maldición pues los hombres se sienten con poder y superioridad al realizarlo. Lo mismo ocurre si la concepción, gracia divina otorgada exclusivamente para las mujeres, es arrebatada de manera envidiosa y adueñada por los herejes que, durante mucho tiempo, se han desvivido en relaciones carnales con hombres siendo ellos mismos varones.


-¡Hereje!


-¡Sirviente del mal!


-¡Quémenlo y que se pudra en el infierno!


-Tranquilos hermanos. No podemos ceder ciegamente a nuestros deseos de justicia divina. El señor de los cielos lo ha traído al mundo y él será el único que los juzgará a él y a su aberración.


Un pequeño bebé de al menos un mes de edad, lloraba y se movía en los brazos del hombre que lo sujetaba con repudio.


-¡Oh gran Señor! ¡Lord de todo lo que vemos y disponemos! Perdona a esta inocente vida que fue traída a la Tierra por el camino del pecado y del pastor y regente del mal.


-¡Detente! Si vas a matar a alguien, que sea a mí pero deja vivir a mi hijo, es una inocente criatura.


-¡Tonterías! Estuvo condenado a morir desde que nació de ti, un varón. Ahora es momento de enviarlo con el justo juez que todo lo sabe.


-¡Eleathan!


El padre forcejeaba con sus ataduras pues estaba amarrado a un poste de madera, mientras gritaba desgarrándose la garganta al ver que el hombre bañaba al bebé con gasolina y el pequeño, ese diminuto ser que pecaba de pureza y de no poder defenderse, pues un niño nunca tiene la culpa de los hechos en el mundo y familia en la que nace, chillaba desgarradoramente al sentir el fuego que su verdugo le acercó con una antorcha y que comenzaba a quemarle la piel.


El padre, lleno de dolor e impotencia al ver a su pequeño hijo agonizar y no poder hacer nada, lloraba amargamente entre gritos, con furia mezclada en su rostro, dispuesto a asesinar al bastardo que había acabado con la vida de su hijo.


Un niño, de alrededor de ocho años de edad, se acercó al cuerpo del bebé, que ya no lloraba pero aún se movía débilmente, lo tomó en brazos, aún en llamas, y trataba de reanimarlo sin dejar de llorar mientras ignoraba su propio dolor pues también su piel se quemaba. Sólo importaba la vida de aquel inocente bebé.


El asesino pateó al niño y se acercó al padre, que se hallaba hincado mientras lloraba.


-Te encontrarás con tu aberración en el infierno.


-Créeme, ni muerto te dejaré en paz. O mueres conmigo ahora o te cazaré eternamente.


-Buena suerte.


En el momento en que al desdichado padre le rociaron gasolina y le prendieron fuego, sus ataduras de liberaron y, haciendo caso omiso a su agonía física, se lanzó contra el sujeto, provocando que ambos cayeran y rodaran mientras el propio verdugo comenzaba a arder. Ambos cayeron al vacío al llegar al final del balcón de la iglesia abandonada en la que estaban.


-...roshi... ¡Hiroshi! Despierta por favor.


Un joven de cabellos castaños, algo largos y desaliñados, abrió los ojos completamente desorientado debido a la forma abrupta en la que fue despertado. De sus orbes, las cuales eran de un bonito color miel, brotaban lágrimas que lo hacían sollozar con miedo y angustia. Lucía agotado y sus ojos se paseaban furtivamente por cada rincón del rostro del hombre de cabellos oscuros y ojos cafés que lo observaba con preocupación.


-¿K-Keisuke?


-¿Otra vez la pesadilla?


El azabache abrazó con delicadeza al chico mientras este escondía el rostro en su pecho y el otro besaba sus cabellos.


-Tranquilo, ya no tienes ocho años. Lo que les sucedió a tu padre y a tu hermano ya es cosa del pasado. Nada malo podrá pasarte.


Hiroshi sollozaba mientras sentía las cicatrices del pecho y los brazos escocerle. Keisuke acariciaba su cabello para tranquilizarlo y, una hora después, ambos regresaron a dormir.


 


Los rayos de sol se colaban por las ventanas y, al sentirla, un bebé de cabellos castaños se movió y sonrió con suavidad aun estando dormido.


-Parece que alguien está teniendo un buen sueño para variar. Buenos días, Kou-chan.


Hiroshi tomó en brazos a su bebé, de apenas unas semanas de nacido y se acercó a las demás cunas en las que se encontraban más bebés.


Un bebé rubio, de la misma edad que el que Hiroshi cargaba, sonreía suavemente mientras otro bebé, de cabello negro y lunar debajo de su ojo derecho, chupaba su propia manita. Ambos dormían tranquilamente.


-Buenos días Hiroshi.


-Oh, buenos días Keisuke. Niños, digan buenos días a papá.


El chico sonrió con suavidad mientras besaba las frentes de los bebés y de Hiroshi.  Tomó en brazos a un pequeño de tez pálida y cabello celeste. En su cuna se podía leer su nombre, Kuroko Tetsuya. Paseó momentáneamente la mirada por los nombres de las demás cunas en las que se leían los nombres "Kise Ryouta", "Himuro Tatsuya", "Takao Kazunari", "Jumpei Hyuuga", "Izuki Shun" y "Furihata Kouki", que era el bebé que Hiroshi cargaba.


-Siendo niños tan hermosos es una pena que no puedan crecer con sus padres biológicos.


-Por esa razón los sacamos del laboratorio, para protegerlos mientras investigamos más a fondo a los donceles.


Los donceles son hombres que pueden concebir. Desde tiempos remotos se han tenido registros de personas, incluidos famosos, que se pueden embarazar sin ser mujeres.


Nadie sabe cómo surgieron, sin embargo, una hipótesis señala que, con los primeros avances tecnológicos desarrollados durante la Segunda Guerra Mundial, los científicos habían experimentado con químicos y ADN humano. Estos experimentos desencadenaban reacciones cuyos restos terminaban esparcidos en los sembradíos, en el agua e incluso el aire.


Aunque no se sepa la razón exacta del porqué sucedió, algo comenzó a cambiar en el cuerpo de los hombres y con ello, la población mundial incrementó. Sin embargo, así como los hombres se sentían confundidos ante tal acontecimiento, las mujeres se sentían incompletas y perdidas pues, por alguna extraña razón, para las mujeres era casi imposible concebir.


Este hecho atrajo la atención de creyentes religiosos y organismos gubernamentales, desencadenando un holocausto de mayor impacto y más sanguinario que el que Hitler había realizado en contra de los judíos, por lo que, en el 2015, la historia fue marcada por millones de muertes.


Nadie esperaba lo que sucedería cuatro años después. En efecto, debido a que las mujeres experimentaban severas dificultades para embarazarse y a que ya habían acabado con la vida de la mayoría de los donceles, la población de todo el mundo decayó drásticamente hasta estar casi al borde de la extinción. Muy tarde comprendieron el error que habían cometido al acabar con las únicas esperanzas de salvar a la humanidad y, en un acto de desesperación, comenzaron a buscar a donceles o a sus hijos para estudiarlos y encontrar un método para evitar la extinción.


Hiroshi y Keisuke trabajaban en uno de los centros de investigación del gobierno japonés hasta que conocieron a un grupo de personas que, después de congeniar perfectamente, confesaron ser donceles. La pareja ofreció su ayuda y apoyo en toda circunstancia y, cuando sus amigos se aliviaron un año después, prometieron cuidar de sus hijos y de ellos.


Lo que nunca esperaron fue que un fanático religioso llevara a las instalaciones de su trabajo y comenzaron a quemar todo. En un esfuerzo por asegurar la vida de los pequeños, los padres biológicos se sacrificaron para permitir a Keisuke y Hiroshi escapar.


Ambos no podían creer lo que sucedía y, con todo el dolor de su alma, se fueron lejos de ahí.


En un acto desesperado por asegurar sus vidas, ambos huyeron a Sapporo, en donde se escondieron en el bosque para instalar un equipo especial y construir una casa.


Al final terminaron la construcción del laboratorio y continuaron con su investigación, manteniéndose en las sombras.


-No quiero que crezcan jamás. Son mis bebés.


-Algún día lo harán, Keisuke. Recuerda que nunca dejarán de ser nuestros hijos.


-Hmm, se las pondré difícil.


Mientras ambos reían, jamás pasó por su mente que sus amados hijos terminaran por exigir su pase a la universidad en Tokio

Notas finales:

Bueno, aquí les dejo la primera parte de esta historia, espero os guste.


Es más que obvio será M-Preg y poco a poco se irán revelando las ships.


Perdonen los errores ortográficos, es posible que alguno se me escape, más aún con mi carente visión y escasez de buenos anteojos.


Como siempre los créditos van para los autores de las imágenes utilizadas, así como a Tadatoshi Fujimaki, creador de “Kuroko no Basket”. Sólo me pertenece la historia y algunos de los personajes.


Por el momento es todo.


Mata Ashita


Akira Ono˜


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