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My unknown husband por frizzante gatto

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Londres, 1825


 


 


Llegaba tarde. Naruto apretó el paso y, al mismo tiempo, trató de evitar que su traje se arrastrase por el suelo enlodado mientras protegía su rostro de la persistente y fría llovizna de otoño. Si no llegaba pronto al teatro Capital, sus cabellos y sus ropas quedarían empapados.


 


 


—Mi prueba —murmuró, desesperado, abriéndose paso entre las personas que andaban por la resbaladiza acera.


 


Ese era uno de los días más importantes de su vida. Si todo salía bien, pasaría a formar parte de la compañía de teatro de mayor éxito de Inglaterra. Por el contrario, si no lograba impresionar a Neji Hyuga con su talento, tendría que regresar al sombrío y minúsculo teatro Daly, en el Strand. El administrador de ese lugar, el señor Hidan, consideraba prostitutos a todas los actores extraía ganancias de ellos organizando encuentros con gente rica. Estaba furioso con Naruto porque se negaba a encontrarse con un viejo barón libidinoso que estaba dispuesto a pagar una tarifa exorbitante para tener el privilegio de acostarse con él.


—Seguir mis reglas —le había dicho Hidan— pues, de lo contrario, no seguirás perteneciendo a la compañía. "¡La próxima vez que yo encuentre a un hombre para ti, si no lo aceptas, te irás al demonio!"


Para empeorar las cosas, Hidan tenía problemas con los juegos de azar y, con frecuencia, sucedía que no podía pagar a los actores. Si Naruto no ganaba dinero pronto, no podría pagar el cuarto en el ático que había alquilado. Y no podía recurrir a lo que hacían los otros actores: vender sus favores sexuales para aumentar sus ingresos. Esa alternativa no existía para él, aun cuando se muriese de hambre.


Naruto suspiró y se le erizó la piel ante la idea de volver al Daly. Tenía que hallar un sitio mejor para trabajar. Apretó más el fajo de papeles húmedos que llevaba en sus brazos, bajó la cabeza y aceleré el paso. De súbito, chocó contra un objeto duro que estuvo a punto de hacerle caer hacia atrás. Los papeles cayeron en cascada de sus brazos. Gracias a que un hombre lo sujetó rápidamente por los hombros, él no se cayó al pavimento enlodado.


-¿Está usted bien, jovencito? -preguntó el hombre, ayudándolo a estabilizarse.


Naruto se inclinó para recoger sus papeles mojados. Para su consternación, el dobladillo de su traje se arrastró por un charco de lodo.


—Debería usted mirar por dónde camina.


—Yo podría decir lo mismo de usted.


La voz del individuo era tan seca y suntuosa como una copa de vino tinto. Él le ayudó a recoger los papeles caídos y, mientras tanto, les echó un vistazo.


Naruto se los quitó antes de que el otro tuviese tiempo de leer algo.


—Estoy yendo a una prueba- dijo el rubio con rigidez.-Se me ha hecho muy tarde.


Echó a andar dejando al extraño atrás, pero este lo hizo detenerse tocándole el hombro.


- ¿A qué teatro quiere llegar? -El blondo lo miró parpadeando, pues una ráfaga de viento cargado de lluvia azotaba su cara. El hombre era alto, de buen físico, sus anchos hombros enfundados en un pesado abrigo negro. A través del velo de la lluvia que goteaba desde el ala de su sombrero oscuro, Naruto vio que las facciones del desconocido eran algo toscas pero atractivas y que sus ojos eran muy peculiares de color perla.


—Estoy tratando de hallar el Capital —respondió el rubio.


—Ha llegado a él —dijo el hombre, indicándole una entrada que estaba cerca de ellos—. Por esa puerta se entra en la sala verde, que es la sala de espera y donde, por lo general, se realizan las pruebas.


— ¿Cómo sabe usted eso? —preguntó Naruto, suspicaz.


La expresiva boca del hombre se curvó de un lado, en una sonrisa torcida.


—Soy miembro de la compañía.


—Ah —exclamó Naruto, desconcertado y un tanto envidioso.


Qué sujeto afortunado, que formaba parte de un grupo de tanto prestigio, pensó el ojiazul.


El desconocido siguió sonriendo mientras contemplaba al rubio.


—Si quiere, yo puedo guiarlo.


Naruto asintió y traspuso la puerta delante de él, para entrar en un corredor silencioso y poco iluminado. Aliviado de no estar bajo la lluvia, sacudió sus ropas húmedas y trató de acomodarlas. Su acompañante tuvo la cortesía de esperar a que se hubiese quitado el sombrero que chorreaba y la capa, y los tomó en sus manos.


-Dejaremos estas prendas en un vestidor desocupado para que se sequen- dijo el ojiperla , y procedió a abrir una puerta y colgar las prendas de unos grandes ganchos de bronce fijos a la pared, él también se quitó el sombrero y el abrigo y se pasó los dedos por el largo cabello café intentando ordenarlo.


Naruto alisó también sus cabellos que ahora eran de un rubio oscurecido, deseando contar con un espejo para arreglarse un poco.


—Usted tiene muy buen aspecto —comenté el castaño, como si le hubiese leído los pensamientos.


Naruto le sonrió por primera vez, aunque algo inseguro.


—Esperaba algo más que eso- El contrario se alzó de hombros.


—Su apariencia no tendrá tanta importancia como su talento para actuar. 


—Sí, claro—dijo el ojiazul


El blondo caminó tras su guía por el corredor y pasaron ante vestuarios, oficinas, talleres de carpintería y salas de guardarropa. El teatro Capital era un gran complejo que comprendía un teatro principal y cuatro construcciones anexas. Nunca se lo había considerado en el mismo nivel que el Teatro Real de Drury Lane hasta que Neji Hyuga se había hecho cargo de su administración. Bajo su brillante dirección y al impulso de sus impresionantes actuaciones, el Capital se había convertido en uno de los teatros más respetados de la ciudad.


A pesar de ser un hombre joven, que aún no había llegado a los treinta, ya había alcanzado un nivel legendario en el teatro. Y ante la perspectiva de conocerlo, el estómago de Naruto dio un vuelco violento. Si Hyuga llegaba a la conclusión de que él no tenía talento, su carrera habría acabado.


— ¿Cuánto tiempo hace que está usted con la compañía? —preguntó Naruto, sintiendo que su nerviosismo iba en aumento a medida que se internaban en el edificio.


Pasaron junto a unos trabajadores que circulaban por el pasillo y giraron en una esquina donde se oían las voces de los actores en las salas de ensayo.


—Desde que comenzó, hace cuatro años —contestó su acompañante. —Es usted muy afortunado de trabajar con el señor Hyuga.


— ¿En serio? —preguntó él, en tono seco—. Él tiene un carácter bastante fuerte, ¿sabe?


—Eso puede perdonarse en un artista tan brillante. El señor Hyuga es el más grande actor de Inglaterra. Todos lo llaman el nuevo Ōtsutsuki.


El castaño soltó un resoplido irónico.


—Yo creo que eso es una exageración. Sorprendido, Naruto le lanzó una mirada. —No admira usted al señor Hyuga?


—A veces sí. Pero sucede que no creo que sea comparable con Ōtsutsuki. Al menos por ahora.


Naruto se encogió de hombros.


—Como todavía no lo he visto en el escenario, me reservo mi opinión.


Llegaron a la sala de espera que, en realidad, no era verde como se le llamaba, y Naruto, apretando sus papeles, entró. La gran habitación pintada de color crema estaba llena de sillas y bancos gastados, mesas destartaladas y una bandeja donde se amontonaban pan, fiambres ahumados y queso. Había dos mujeres sentadas en un


Rincón, mientras que una muchacha y un joven repasaban una escena al otro lado de la sala y se interrumpían para reír ante alguna torpeza coreográfica. Un robusto caballero de más edad estaba sentado a un lado, leyendo una obra y recitando las líneas para memorizarlas.


Todos alzaron la vista cuando entraron los recién llegados. Al instante, se acercaron al acompañante de Naruto agolpándose a su alrededor, hasta el punto que lo empujaron, alejándolo. El ojiperla eludió un torrente de preguntas y exigencias con un gesto de sus manos levantadas.


—Después —les contestó—. En este momento tengo que ocuparme de cierto asunto: una audición.


Naruto lo miró con los ojos dilatados. Ahora que se encontraban en la bien iluminada sala de espera, descubrió en el contrario muchos detalles que se le habían escapado antes. Su acompañante iba vestido con ropas caras, de buen corte: pantalones oscuros, un suntuoso chaleco de color verde esmeralda, una corbata de seda negra. Naruto nunca había visto a un hombre con un pelo tan hermoso, de perfectas hebras castañas que despedían bruñidos reflejos caoba. Lo llevaba largo y cepillado hacia atrás; sin embargo, tenía apariencia un poco desordenado y parecía pedir que una mano delicada que lo alisara.


Emanaba del hombre pelicafé un aire de autoridad inconfundible. Sumado a ello, el atractivo timbre de su voz de bajo y, sobre todo, esos fascinantes ojos blancos, confirmaron a Naruto de quién se trataba. Sintió que el corazón se le iba a los pies y supo que había palidecido.


—Usted es Neji Hyuga —murmuró—. Debería habérmelo dicho. Los ojos de él brillaron de malicia y desafío:


—Usted debería haberlo preguntado.


Pesaroso, el rubio asintió admitiéndolo y se preguntó si habría estropeado todas sus posibilidades de producir una impresión favorable.


— ¿Y cuál es su nombre? —preguntó él.


—Soy el señor Menma Uzumaki —respondió Naruto, dando el nombre artístico que el mismo había inventado.


La media docena de personas que había en la habitación le observaron con curiosidad, y él tuvo ganas de arrastrarse hasta un rincón oscuro y ocultarse.


—Muy bien, señor Uzumaki —dijo Neji Hyuga en voz suave—. Veamos de qué es capaz.


Extendió una mano para recibir las piezas que el más bajo había llevado para la prueba y hojeó los papeles mojados.


—Veo que ha preparado una escena de "Matthew". Excelente. La temporada pasada, hicimos esa obra durante bastante tiempo. Utakata está bastante familiarizado con ella—dijo Neji, llamando con un ademán a un joven alto y con cabello marón que estaba a unos pasos de allí


— ¿Te molestaría hacerte cargo de la parte de lord Aversley, Utakata?


El joven obedeció con presteza.


Hyuga se acomodó en la silla y los demás lo imitaron.


—Señor Uzumaki, si no le importa, permitiremos que los otros miembros de la compañía observen su audición.


En realidad, a Naruto sí le molestaba. Era mucho más difícil actuar una escena ante un grupo muy reducido que ante un gran público. Por añadidura, todas esas personas eran actores: el público más crítico de todos. Se burlarían de él por su pretensión de formar parte del Capital... notarían de inmediato que no tenía preparación y que tenía muy escasa experiencia. Naruto se obligó a sonreír y destrabó sus rodillas para reunirse con el joven en el centro de la sala.


Al parecer, Utakata no era el lord Aversley ideal, pues se lo veía demasiado relajado y apuesto para hacer el papel de un villano consumado. Pero, por otra parte, del joven trascendía un aire de seguridad en sí mismo que impresionó a Naruto, no tenía dudas de que Utakata sería capaz de actuar de manera convincente en cualquier personaje que hiciera.


—Matthew es un papel tramposo para una prueba —comentó Neji. No podía discernirse si se lo decía a Naruto o a los demás—. Por lo general, el papel del doncel sufrido causa aburrimiento.


Naruto asintió con aire grave y fijó la mirada en el rostro imperturbable de Neji.


—Procuraré no ser aburrido, señor Hyuga.


Hubo un temblor de risa contenida en las comisuras de la boca del ojiblanco.


—Comience cuando esté listo, señor Uzumaki.


Naruto asintió y clavó su vista en el suelo para concentrarse, preparándose para la escena. La historia de "Matthew" había dado fama a su autor, R. Fielding, hacía sólo dos años, primero bajo la forma de una novela, y luego, como clamoroso éxito en la escena. Al público le fascinó la historia de un ambicioso muchacho del campo, su descenso a la prostitución y su posterior redención. Naruto había elegido una escena crucial, en la que Matthew, todavía virgen, era seducido por el diabólico libertino de lord Aversley.


Naruto levantó su vista hacia Utakata y comenzó a hablar con áspero acento campesino.


El contrario, por su parte, le respondió con el tono aristocrático de Aversley. Naruto sentía que, a cada línea, se sumía más profundamente en el personaje. Adoptó una actitud que era, a medias de coquetería, a medias de temor, avanzando y retrocediendo a medida que Aversley le perseguía por el salón.


Neji se concentró en el pequeño doncel, que había absorbido todos sus sentidos. Era un muchacho menudo, un poco por debajo de la estatura media y, sin embargo, gracias a su esbeltez, parecía más alto. Con su cabello rubio brillante, sus intensos ojos azul turquesa y su rostro de delicados ángulos, era hasta demasiado bonito. Era poco común encontrar a un doncel de tan impecable belleza que fuese, al mismo tiempo, talentoso actor. Por lo general, las mujeres o donceles realmente hermosos no solían tener la profundidad emocional ni el instinto como para hacer ningún otro papel que no fuese el de ingenuo.


Neji no necesitó más que un minuto, desde el comienzo de la escena, para comprender que Menma Uzumaki tenía esa clase de presencia notable que le hacía erizar los cabellos de la nuca. Poseía el don de transformarse en el personaje que representaba. Sin la menor vanidad, sabía que el mismo poseía la misma habilidad y que uno o dos de los actores de la compañía podían lograrlo, de vez en cuando. Pero era un talento raro en un muchacho que no debía de tener más de veinte años.


Menma Uzumaki interpretaba al personaje de Matthew con aparente falta de esfuerzo. Su actuación era extrañamente conmovedora, imbuida de la curiosidad de un niño y la penosa fascinación hacia el hombre que le arruinaría la vida. Por añadidura, había una vera de cálculo en su actitud, una astuta y sutil comprensión de la desviada ambición de Mathew, que la llevaba a tener en su poder a ese hombre rico. Neji sacudió apenas la cabeza, detectando la fluidez de la  actuación del rubio. Echó una mirada a los otros actores y vio que ellos contemplaban embelesados al recién llegado.


Naruto comenzó a relajarse y a disfrutar el trabajo con un actor tan bueno como Utakata.


El castaño tornaba asombrosamente fácil para él creer en ese Aversley que resoplaba con desdén y lo acechaba por todo el salón. Sin embargo, cuando oyó que la voz de Neji Hyuga interrumpía el diálogo, titubeó y se detuvo.


—Yo terminaré la escena con él, Utakata .


Sorprendido, Naruto vio que Neji dejaba su silla y se acercaba a él. Indicó a Utakata que se sentara y tomó su lugar. Por un momento, Naruto quedó azorado al ver el cambio que se produjo en Neji Hyuga, el repentino restallar de la tensión en el ambiente, el chisporroteo de fuego que asomo en sus ojos blancos. Neji le dedicó una leve sonrisa y comenzó a hablar como Aversley. Fue emocionante. Naruto tuvo ganas de sentarse y dedicarse a escuchar el poderío contenido que expresaba esa voz. El castaño confería una cualidad felina al personaje de Aversley, tina ridícula jactancia y un inesperado toque de amargura.


Naruto adaptó su actuación a la del otro, respondiendo como Matthew y por unos instantes, le resultó fácil perderse en su papel, olvidarse de quién era. Aversley jugueteaba con Matthew, se abalanzaba sobre el más prometiéndole placer y tortura con su voz sedosa y sus ardientes ojos blancos. Neji le sujetó los brazos, y Naruto se sorprendió experimentando la auténtica sensación de verse atrapado. Forcejeó para soltarse pero el Hyuga lo retuvo cerca de sí y le habló con su boca próxima a la de él, rozándole los labios con su aliento cálido.


Estaban en la parte de la obra en que Aversley besa a Matthew y se lo lleva del escenario, dejando libre a la imaginación del público el resto de la acción. En brazos de Neji Hyuga, Naruto se puso tenso, sintiéndose presa de su fuerte apretón. Por un instante, pensó que Neji le besaría pero sintió alivio cuando la máscara desapareció del rostro contrario y lo soltó: la escena había concluido.

Notas finales:

Esperó que les este gustando. 

Muchas gracias por leer 

 


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