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Varados por lady_shizu

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Notas del fanfic:

Advertencias(?):

*OoC hasta en las personalidades(?), porque no soy ninguno de los miembros de the GazettE, así que es inevitable. :v

*Carencia de lógica por estar escrito en condiciones de salud insalubres e inhumanas.

*Lenguaje obsceno/procaz y/o escenas que no se quedarán atrás; respetar la clasificación por edad *of course!* o leer bajo su propia responsabilidad(?).

*Si no te gusta la temática del FanFic o la pareja, NO continúes leyendo, que bien aclaré en el summary de qué va la historia. Aceptaré cualquier crítica siempre y cuando sea constructiva.

 

 

 

 

Aclaración: cualquier similitud con otra historia o la vida real es pura coincidencia.

Importante: los personajes de esta historia no me pertenecen, yo sólo los utilizo para escribir, sin ánimo de lucro de por medio. No obstante, el contenido de éste fic es completamente de mi autoría.

 

 

Notas del capitulo:

¡Llego por los pelos! Creo xD

¡Llevo más de media hora intentando subir esto, y la mierda de internet que tengo se caía cada dos por tres!

De todas formas si no llegué a tiempo, lo subo igual.

.

.

Hi, hi~

Advierto que todo lo que aquí leerán tiene muchas posibilidades de carecer de todo sentido lógico porque mientras lo escribía (y en éste preciso instante, desde hace más de una semana) estaba muy enferma, que apenas podía abrir la portátil para escribir sin morir en el intento(?). Sin mencionar que, incluso así, hoy tuve que ir a trabajar (hoy se terminaron mis vacaciones), y al regresar lo único que quería era descansar.

Ya imaginarán que acabo de despertar :’v

Como sea, no alargaré esto.

¡Espero les guste! (Y si no es así, bue, qué se le va a hacer. ¡Já! :v)

Varados

By

LadyShizu

 

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Capítulo Único

.

—¿Cómo vas? —preguntó Yuu sin apartar la mirada de su móvil. Y como respuesta recibió un chasquido seguido de una maldición.

 

Reposando en la puerta del vehículo, con una mano sirviéndole de visera para evitar el sol en sus ojos, Yuu esperaba pacientemente a que su novio terminara de revisar el estado de la rueda del vehículo.

 

—Esto nunca me pasa —renegó Akira, murmurando mientras terminaba de colocar la rueda en su lugar—. Malditos baches, malditas ruedas.

 

—Estás de muy mal humor.

 

—«Estás de muy mal humor» —lo imitó con un tono de voz mucho más agudo de lo que en realidad era el de Yuu. Dio unas vueltas más a la llave, y por fin la rueda estuvo lista para que pudieran continuar con su viaje.

 

Cuando se incorporó, limpiándose las manos con una franela, el flash del móvil de Yuu lo golpeó en la cara como si fuera una bofetada. Se detuvo en seco y con la boca semiabierta observó cómo su novio deshacía la pose que había adquirido para la foto que ahora estaba subiendo a Twitter. Segundos después, su propio móvil vibró dentro del bolsillo de su pantalón.

 

@Aoi_Shiroyama te ha nombrado en una nueva foto.

 

En ella se podía ver el momento exacto en que él terminaba de ajustar la tuerca de la rueda, y Yuu posaba de manera tal que, desde el ángulo alto en el que había sido tomada la foto, se los podía ver a ambos.

 

De vuelta al camino. @Reita_BtG todavía podemos llegar antes de que anochezca xD

 

Levantó la mirada del móvil hacia Yuu, quien entraba al auto con tanta tranquilidad que le provocó palpitaciones en el ojo. Lo maldijo un par de veces. Suspiró.

 

Shiroyama Yuu, su pareja oficial desde hacía ya siete meses, era la razón por la que ambos estaban allí ahora, en medio de una carretera que no era transitada ni siquiera por las famosas plantas rodadoras que aparecían en las películas. ¿La razón? Eran vacaciones de invierno, y, aprovechando las dos semanas que él tendría lejos del trabajo, Shiroyama le había dicho que quería que sus padres lo conocieran al fin.

 

Sí, ese era un salto significativo en su relación, y Akira no negaría que el corazón casi se le escapó por la boca de la emoción que sintió. Pasaría una semana completa en casa de sus suegros, a quienes ya conocía por las constantes llamadas telefónicas y el, en un principio, extraño contacto que tenían por Facebook y Skype.

 

Y sí, al inicio le había aterrorizado la idea de que su suegra lo llamara tan repentinamente por Skype para conocerlo al fin, pero con el pasar de los días y la excelente relación que habían entablado, ahora se sentía ansioso por conocerla en persona. A ambos.

 

Volvió a suspirar y guardó el móvil, ignorando el hecho de que había vibrado unas tres veces más. No quería ni pensar en que Yuu continuaba compartiendo la privacidad de ambos con todo el mundo.

 

—Me dio repelús —le dijo Yuu ni bien terminó de entrar al vehículo—. Mi madre se hizo una cuenta de Twitter. —A continuación, le mostró su móvil, donde un comentario en la foto recién subida tenía la foto de la hermosa mujer de cortos cabellos negros que ambos conocían muy bien.

 

—Bueno, es tu madre, ¿no? —Con una sonrisa burlona, Akira encendió el automóvil.

 

Yuu lo miró con ojos entrecerrados, y cuando estaba por contestar, su teléfono sonó otra vez. Allí se terminaba esa conversación.

.

.

.

Aún faltaban varios kilómetros para llegar al pequeño pueblo donde vivían los padres de Yuu. Akira, quien había conducido al inicio, ahora descansaba en el asiento del copiloto, observando la desolada ruta pasar a través de la ventana. Yuu, mientras conducía, cantaba la canción que en la radio sonaba, siguiendo el ritmo con los dedos sobre el volante.

 

El rugido de un estómago hambriento se escuchó.

 

Sonrojado, Akira se enfocó todavía más en el aburrido paisaje. No tenía intenciones de mirar hacia otro lado, hasta que sintió una mano apretándole el muslo. La sonrisa de su novio y la burla implícita en su mirada le subieron los colores hasta las orejas.

 

—A unos minutos de aquí hay un motel con un excelente servicio de comida abierta. ¿Crees que podrás aguantar?

 

Yuu rió cuando Akira le abofeteó la mano. Y tal y como le había dicho, al cabo de algunos minutos llegaron a un motel junto a la carretera. Afuera de éste había cuatro vehículos, lo que sorprendió a Akira, quien ya había pensado que estaban conduciendo por una ruta fantasma. Pero más sorprendido quedó con la bulla que había dentro del lugar: en una mesa, unos seis jóvenes bebían y carcajeaban; un poco apartados, una pareja charlaba mientras comía, y el niño que los acompañaba, ignorando su comida, estaba sumido en el enorme móvil que apenas le cabía en las pequeñas manos, y que Akira juraba era más grande que el de Yuu y el suyo juntos; y, finalmente, una pareja de tontos enamorados que se daban de comer el uno al otro.

 

Decidieron sentarse lo más apartados que pudieran de todos para tener privacidad. Y, al poco tiempo, el encargado les llevó la sopa de fideos que habían pedido.

 

—¿Ves a ese niño de allá? —preguntó Akira, llamando la atención de Yuu, quien giró la cabeza para enfocar al susodicho—. Tú eres exactamente así.

 

En ese momento, el niño alzó el teléfono para sacar una fotografía a sus padres, quienes rieron como si el plato de comida no estuviera aún intacto frente a su hijo. Yuu levantó una ceja y regresó la mirada hacia Akira, cuya risa burlona pudo escuchar aun cuando la bulla de los jóvenes a unas mesas parecía haberse intensificado.

 

—¿Te refieres por lo joven y atractivo? —contradijo, haciendo que Akira riera un poco más alto.

 

—Más bien, a la obsesión insana por su teléfono y por sacar fotos de todo.

 

Esta vez quien rió fue Yuu, y no conforme, estiró el brazo hacia el plato del otro, tomando un poco de su comida para probarla, a pesar de que ambos habían pedido exactamente lo mismo. Bajo la mesa, el pie de Akira lo golpeó, y ambos rieron.

 

Los bulliciosos jóvenes se levantaron, algunos incluso se tambaleaban. Pero Akira y Yuu no les dieron importancia hasta que una muchacha de largos cabellos castaños se acercó a ellos, sonriente y sonrojada, muy seguramente por el efecto del alcohol; ninguno parecía mayor a veinticinco años.

 

—Disculpa —habló ella con voz aletargada, mirando a Akira; definitivamente, estaba ebria—, mi amiga piensa que eres lindo. Ella quiere que sean amigos.

 

Con una ceja curvada, Akira buscó a su novio con la mirada, y lo vio con ambas levantadas en un claro gesto de sorpresa.

 

—Gracias —dudoso respondió, echando un vistazo hacia el grupo, donde se podía ver a una atractiva muchacha que se escondía tras uno de sus amigos—, pero no me interesa.

 

—Ah, ya tienes novia.

 

Yuu carraspeó incómodo con la conversación. Decidió sacar su teléfono y contestar los mensajes de su madre mientras Akira se deshacía de la muchacha.

 

—Sí, ya tengo pareja.

 

—¿Y ella es tan linda como mi amiga?

 

De refilón miró a Yuu, quien tecleaba velozmente en su móvil. La intensa luz de la pantalla le profería un brillo especial al reflejarse en sus ojos negros. Incluso el mechón rubio que había decidido teñirse meses atrás parecía brillar todavía más entre el océano oscuro de sus hebras naturales.

 

—Mucho más —respondió con seguridad.

 

La muchacha lo miró fijo por algunos segundos, antes de regresar con sus amigos. Y entonces el grupo completo volteó hacia ellos, mirándolos con cierto dejo de duda que provocó en Akira una bien conocida sensación de incomodidad. Mas la situación no pasó de allí.

 

Eso pensaba.

 

Al salir del lugar minutos después, cuando ya estaban descansados y no sentían el peso adicional de la comida recién ingerida, ambos permanecieron estáticos frente al automóvil. Simplemente no podían creerlo. Y porque no podían creerlo, se acercaron, lo rodearon y examinaron para estar seguros de no estar dentro de una alucinación compartida.

 

—¡Hijos de puta! —Akira gruñó furioso. Acto seguido, pisó repetidas veces el suelo junto a las manchas de «agua», imaginando que eran las caras de los imbéciles que habían rayado la puerta de su auto, robado su gasolina y escrito un enorme «putos» en el capó con lápiz labial rojo.

 

Pasándose una mano por el cabello, Yuu se volteó de espaldas al auto, que para infortunio de ambos era blanco. Enojado, por supuesto, pero sabía que haciendo una rabieta no solucionarían nada. Por ahora era más importante solucionar el problema más serio que tenían.

 

—A pocos kilómetros de aquí hay una gasolinera. Si voy ahora, no tardaré más de dos horas en regresar.

 

Akira, quien se encontraba dentro del vehículo revisando el medidor de gasolina para estar por completo seguro de que no les alcanzaría para el viaje, sacó una franela de la guantera y cerró con un portazo. Furioso era poco para describir cómo se sentía. Con movimientos torpes, comenzó a frotar la tela con fuerza sobre el capó. La mancha rojiza extendiéndose por todas partes no hacía más que incrementar su ira.

 

—Dos horas —repitió—. Para cuando regreses ya estará anocheciendo. —Miró la enorme mancha de labial y tiró la franela al suelo, pisándola las veces que creyera necesario para desahogarse. Cuando pareció que había conseguido aminorar un poco el enojo, se volvió hacia su novio—. Iremos los dos.

 

Lo único bueno que les había ocurrido ese día era, sin duda, que estuvieran en invierno. Caminar por horas bajo el sol era indudablemente mejor cuando la temperatura ambiente era tan baja que los rayos solares no significaban la tortura que normalmente serían en otra estación del año. Eso y que, a pesar de que en la gasolinera había un extraño número grande de personas, habían conseguido lo que buscaban relativamente rápido. Cada uno cargaba un bidón de gasolina mientras regresaban a paso tan apresurado como podían. Estaban demasiado cansados, tanto física como mentalmente. Y la piedra que Akira venía pateando desde hace minutos ya no le ayudaba a distraerse.

 

Para cuando llegaron al motel, el carmín ya había desaparecido casi en su totalidad del horizonte. Era invierno, lo que significaba días más cortos.

 

—Pediré una habitación por esta noche. ¿Estás de acuerdo?

 

Akira sólo afirmó, quitándole el bidón para llenar el tanque del automóvil mientras tanto.

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Tendido en la cama, con el cabello todavía húmedo, los brazos extendidos y la mirada fija en el techo, Akira escuchaba el sonido de la lluvia provenir del cuarto de baño. Yuu ya había llamado a sus padres para decirles que llegarían mañana temprano debido a algunos inconvenientes, nada graves, durante el viaje, y ahora estaba tomando una ducha.

 

El sólo pensar en el rostro entristecido de la señora Shiroyama le provocaba un nudo desagradable en el estómago. Ella había estado tan emocionada con la visita, que incluso les prometió una gran cena de bienvenida consistida en la comida favorita del novio de su querido hijo menor. Pero allí estaba la maldita población homofóbica arruinándoles los planes. Ellos ni siquiera habían pasado por algo parecido con sus propias familias, y el pensar que tenían que sufrirlo de mano de gente que nada tenía que ver con ellos lo enfurecía.

 

—Sigues pensando en eso —la voz de Yuu lo sacó de sus pensamientos. Saliendo del baño, ya vestido con un pijama y secándose el cabello con una toalla, se acercó a la cama de Akira.

 

La habitación que habían pedido era para dos personas; no querían tener más problemas, así que decidieron que era mejor evitar averiguar si el dueño o el encargado del lugar eran también homofóbicos.

 

—No había imaginado así el comienzo de nuestras vacaciones —admitió, sintiendo que el enojo se disipaba dando lugar a la tristeza.

 

El peso extra que ganó su cama le fue suficiente para saber que Yuu acababa de acostarse a su lado. A continuación, sintió la caricia de una mano sobre su mejilla, que, acompañada de la forma en la que era observado, provocó que se sonrojara y volteara, dándole la espalda.

 

—Podríamos mejorar la situación —le propuso Yuu, atrapándolo entre sus brazos y comenzando a dejarle besos cortos sobre el cuello y hombro, que se encargaba de dejar visible.

 

—Acabamos de bañarnos.

 

—Siempre podemos bañarnos de nuevo —refutó entre risitas—, pero esta vez lo haríamos juntos.

 

Mientras los dedos de su novio jugaban a escarbar debajo de su ropa, Akira pensó en que una vez que estuvieran en casa de sus suegros, definitivamente no podrían hacer nada indecente. Incluso en ese momento sentía vergüenza previa de sólo imaginar que los señores Shiroyama pudieran leer en sus ojos que habían tenido sexo antes de llegar. Se sonrojó por eso, y porque la hábil mano de Yuu había alcanzado el dobladillo de su pantalón y comenzaba a introducirla dentro, guiándola hacia los terrenos de sensaciones celestiales, mientras pegaba el cuerpo a su espalda con más insistencia.

 

—¿Qué dices, Aki? —le susurró al oído, impaciente—. Hagámoslo aquí, en las narices de estos imbéciles homofóbicos.

 

Akira rió por ese comentario.

 

—¿Cómo sabes que lo son?

 

—¿Cómo sé que no?

 

¿Tenía sentido continuar discutiendo por algo así? No. Definitivamente no. Sentándose a horcajadas sobre el vientre de su pareja, Akira pensó que no podría tener mejor retribución a los dolores de cabeza que había tenido a causa de la incapacidad de las personas por no entrometerse en la vida amorosa y sexual de los demás.

.

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Por fin habían llegado a destino.

 

La casa de la familia Shiroyama era amplia, con un hermoso jardín frontal y unos dueños increíbles que los esperaban en la entrada con enormes sonrisas de alegría. Akira pensó que todo lo que habían pasado en el camino había valido la pena, sin duda alguna. En especial cuando, al bajar del automóvil, unos brazos menudos envolvieron su cuello y una boca sonriente comenzó a dejar tibios besos sobre sus mejillas.

 

—Mamá, yo soy tu hijo, no lo olvides —se quejó Yuu con un mohín, cruzándose de brazos al ser ignorado. Su padre se acercó a él y le puso una mano sobre el hombro, indicándole con una sonrisa que su esposa ni siquiera le había prestado atención.

 

—Eres más alto y guapo de lo que pareces por video —continuaba la mujer, entusiasmada y conmovida por la forma en que las mejillas de Akira acababan de colorearse—. Mi hijo tiene buen gusto, sí, y eso lo sacó de su padre. —Seguidamente, jaló a Akira del brazo para que la siguiera hacia la casa—. Vamos, hay tanto de lo que quiero hablar, y muchos álbumes que quiero mostrarte de cuando mi bebé aún era uno. De paso, me puedes explicar cómo subirlos a Facebook.

 

—¡Mamá!

 

La sola idea hizo carcajear a Akira. Mientras, Yuu los seguía con el rostro rojo hasta las orejas, maquinando la forma de hacer que su madre no lo humillara en redes sociales.

 

Fin

Notas finales:

Y como me quedó bien bobo, ni siquiera tengo que poner explicaciones del fic aquí. xD

Como siempre digo, a llorar por lo perdido(?).

Esta cosa súper rara fue producto de una noche febril. En serio, estuve con fiebre mientras lo escribía… Y vómito, pero eso es otro cuento~

¡Gracias por leer y comentar!

Y gracias de antemano a las juezas del desafío por todo el rollo que tendrán que pasar para decidir enviar esto a la guillotina(?), y, por supuesto, por el tiempazo que gastarán en éste y todos los demás fanfics. Que yo fui jueza en el anterior y por ahora no me dan ganas de ofrecerme de nuevo, y por un laaaargo tiempo no creo que eso vaya a cambiar, lol.

See ya ;D

LadyShizu


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