Castiel encontró el articulo casualmente, pasaba el tiempo entre Facebook, revisando las noticias de interés en el portal de New York Times. Cuando leyó el titulo se desconcertó un poco;
“”13 Preguntas para hacerle a tu pareja antes de casarse””.
Creía que el portal del periódico publicaría notas un poco más… serias. Rodo los ojos y movió su dedo hacia la tecla de bloqueo de su móvil, tenía 47 minutos para almorzar antes de su próxima clase y no debería estar perdiendo el tiempo con artículos tan insulsos que… ¿Y si era una señal?
No, por supuesto que no podría ser, porque ese tipo de cosas no existían. Claro que no habría ninguna milagrosa señal del cielo en forma de un artículo en Facebook que le recordara su reciente y más grande duda existencial.
Dean y el han estado en una relación seria durante cuatro años, los cuales han sido los mejores de la vida de Castiel y le gusta pensar que también la de Dean. Esta feliz con su relación, lo está. Pero últimamente, este pensamiento, esta idea de que su relación sea aún más seria, aún más completa, le ronda la cabeza. Castiel lo sabe, él está listo, si Dean entrara en ese mismo momento a su oficina, con flores en mano y… Bueno, quizá no flores, ese no era mucho el estilo de su novio. Pero si Dean entrara en ese momento y se lo propusiera, Castiel aceptaría, amaba la idea de pasar su vida con Dean.
Pero claro, el rubio no lo había hecho, ni siquiera mencionado y a Cas no le molestaba en absoluto ser el quien se propusiera, el problema era; ¿Dean quería casarse? Más concretamente ¿Dean querría casarse con él? El asunto le ponía muy ansioso y a veces le gustaría simplemente preguntárselo directamente, salir de la duda y continuar con su vida. Pero después lo pensaba mejor ¿Y si Dean no quería casarse con él? ¿Estaba el mismo preparado para aceptarlo y seguir con su vida? ¿Querría Dean seguir con él? ¿Querría el mismo?
Se mordió el labio inferior. A pesar de ser criado en la cuna de una familia religiosa, el no creía en señales divinas, y aun así abrió el artículo, solo lo leería un poco, no estaba dándose ideas ni nada por el estilo, por supuesto que no.
““Cuando se trata del matrimonio, lo que no sabes sí puede hacerte daño.””
““ Ya sea por vergüenza, falta de interés o el deseo de conservar el misterio del romance, las parejas no se hacen algunas preguntas difíciles que, según los expertos en relaciones, pueden ayudar a construir la base de un matrimonio estable.””
¿Misterio del romance? No creía que esa fuera exactamente la forma en que el describiría su relación con Dean. Sabían todo el uno del otro, muchas veces ni siquiera tenían que hablar para saber qué era lo que el otro necesitaba.
“Castiel, Meg pregunta si estás listo para salir a almorzar” Castiel alzo los ojos de su móvil, encontrándose con la amigable sonrisa de Anna, profesora en la misma institución. “Claro, lo siento, voy ahora ¿comes con nosotros? “Preguntó, guardando el link del artículo en su móvil y poniendo rápidamente en orden su escritorio. “Seguro, iré por mis cosas” Dijo la pelirroja después de desaparecer por la puerta. Una comida con sus amigas le vendría bien, distraerse de las cosas.
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“¿Bromeas? Es el New York Times, todas sus noticias son ciertas o lo que sea”. Le aseguró Meg, tomando el móvil de las manos de Castiel, sin importarle el rostro fruncido del moreno. “Además, todas estas preguntas me suenan muy lógicas” Aseguró Anna, inclinada sobre el hombro de Meg para tener un mejor vistazo.
Castiel rodo los ojos y pincho su ensalada de mala gana con el tenedor, Dean estaría lanzándole miradas incrédulas y obligándole a comer Comida de verdad, si estuviera ahí ahora. El pensamiento le hizo sonreir.
“Oh, Clarence, basta con tu sonrisa boba de enamorado, me darán celos de la ardilla”. Castiel le lanzo una mirada entre fastidio y diversión mientras Meg le sonreía con descaro. “Hablando del diablo…” Le devolvió el teléfono, el cual mostraba una llamada entrante de Dean. El corazón de Cas se aceleró un poco, como siempre le pasaba cuando Dean le llamaba.
“Hola Dean”
“Hey ángel ¿Estas libre más tarde?” El tono de su novio era alegre y algo ronco, Castiel estaba seguro de que se veía como una adolescente enamorada por primera vez hablando con él.
“Estoy libre ¿vendrás a casa-mi casa?” Se corrijó.
“Hecho, estaré ahí a las ocho, yo llevo la pizza”
“Está bien, hasta entonces” Se mojó los labios, a punto de colgar.
“Hey Cas”
“¿Si?”
“¿Me dejaras dormir en tu cama?” Castiel tuvo que voltear disimuladamente su rostro para que ni Anna o Meg vieran el sonrojo de sus mejillas. Llevaban cuatro años de relación, Dean no debería preguntar cosas asi y Cas no debería sonrojarse como si nunca hubiera dormido en su departamento o como si Dean no lo dijera para molestarlo.
“Si vuelves a llevar pizza con anchoas te sacaré a patadas Winchester” Pudo escuchar claramente como Dean reia estruendosamente antes de colgar.
Se puso derecho, encarando a Meg y Anna, que le miraban con sonrisas cómplices y conocedoras. “Ugh, ustedes dos ya apestan a casados, no sé qué te detiene de pedírselo” Meg rodó los ojos, claramente impaciente a la situación de su amigo. “Estoy de acuerdo” Rectifico la pelirroja “Aunque entiendo que puede ser algo complicado” Dijo con un ademan de manos, como restándole importancia. ¿Algo complicado? Castiel no tenía tanto miedo de hacer algo desde que le confeso a Gabriel sus preferencias sexuales. “¿Por qué no lo intentas? Haz las preguntas muy casualmente y dependiendo de ello decides si preguntarle o no, no hay prisa” Dijo con una leve inclinación de hombros y una sonrisa tranquilizadora. “¿Qué no hay prisa? Te advierto Castiel que no planeare una despedida de soltero para un anciano” Le advirtió Meg señalándolo con un amenazador dedo índice.
“Bien, hare las preguntas ¿Contentas?”
“SI” Respondieron las dos al mismo tiempo. Castiel rodo los ojos y se levantó de su asiento, tenía que dar clases en unos minutos y no le gustaba llegar tarde. Además, ya era demasiada influencia de Anna y Meg por un día.