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Eraser (¿Necesitas un borrador?) por Sakkura Princess Yaoi

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Notas del fanfic:

Este fanfic lo había prometido desde Julio del año pasado, pero hasta ahora lo pude concretar, espero sea de su agrado! 

 

Notas del capitulo:

Los personajes no son míos, se hace esto sin fines de lucro. Blah, blah! 

 

 

Algunas personas dicen que está allí desde que naces, aunque no logres verlo y sale a la luz cuando conoces a tu alma gemela. Otras que en realidad aparece lentamente, con el tiempo, cuando vas conociendo a esa persona especial, hasta que se forma claro en tu muñeca, y entonces estás seguro de que encontraste a ese “alguien” ideal para ti, porque verás tú propio nombre en la suya, y al tomarse de las manos será… perfecto.

No a todos les agrada el nombre que está escrito en su muñeco, y en escasos casos, los más desafortunados, aunque componen apenas menos del exactamente 0.0000036 por ciento de la población mundial, el nombre que aparece sobre la piel, se encuentra solitario, pues en la muñeca del contrario no aparece nada, o aparece otro nombre. Entonces hay un total de aproximadamente 260 personas, cuyo destino es permanecer solas… Son 260 secretos, callados a voces.

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Tony Stark, el millonario, playboy, filántropo, excéntrico. Con un apellido que se encuentra en; armas, camisetas, escuelas, cientos de productos, e incluso en ese enorme edificio que es la torre Stark, sobra decir que el sueño de muchos, sería ser el afortunado que lleve el nombre Stark impregnado en la muñeca, pero a los 36 años del famoso genio, aún no había nada en ella.

Las sospechas eran grandes, la mayor de las especulaciones, hacía referencia en que ya había un nombre que había aparecido allí, pero el genio lo había ocultado, al no querer atarse a nadie, una práctica bastante regular, sobre todo en casanovas del tipo de Tony, pero la verdad era otra…

 

—Deberías tener tu mi nombre—Decía Tony, mientras Virginia repasaba frente a él su futura agenda. —Te luciría bien.

—Ya tengo un nombre Tony.

—Lo sé, lo sé… pero todo sería más sencillo—El genio miró su muñeca vacía, acariciándola despacio con su pulgar—¿Y si soy de esos que…?

—No, Tony—le dijo la mujer rubia, poniéndose de pie, tomando su mano —Aquí, va a aparecer un nombre, cuando menos lo esperes, va estar escrito allí, y va a ser el de alguien perfecto para ti. ¿Está bien? No te hagas ideas.

—Ya pasé los 35 años Pepper, si llego a los 40 sin uno… Bueno, mira no tiene nada de malo, más diversión para mí. Será algo más de fiestas alocadas—Se puso de pie acomodando su saco, viendo hacía las afueras por enorme ventanal de su oficina—Seré un poco más único de lo que ya soy, y entonces se lo diré al mundo—Se giró para sonreírle a la rubia —Tony Stark, no está atado a nadie… Si, eso me gusta, serán buenos titulares, hagamos una sesión de fotos para eso, ¿Te parece? ¿En dos semanas que tengo?

—La reunión con los…

—Cancélala, programa la sesión. Esto será divertido —Le dijo con una media sonrisa de lado. —Me voy a comer, te veo luego—Salió de la oficina, volviendo sólo para asomar su cabeza—y… felicidades por su compromiso, señorita Potts—Le guiñó un ojo, cerrando de nuevo la puerta.

Virginia sonrió al ver su anillo, y luego el nombre en su muñeca, transformando su sonrisa en un gesto de preocupación al pensar en su solitario jefe. Pocos sabían todo lo que había atrás del afamado millonario, la perdida temprana de sus padres, el acoso de la prensa, todas las habladurías que tenía que soportar a sus espaldas, la culpa, cuando pese a todas sus preocupaciones, su armamento que era usado para fines mucho más sangrientos y terribles de los que el genio imaginó al crearlos, y ahora eso… la soledad, la muñeca sin nombre.

 

—Tony Stark no está atado a nadie… ¿Es así Tony? Eso significa que nadie está atado a ti tampoco—Susurró la mujer en un pequeño suspiro, observando en la tableta electrónica, más notas escandalosas sobre el millonario.

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Tony se merecía un Oscar más que todas la actrices y actores con las que había dormido. La alegría en su rostro, ese gesto de seguridad, y su firmeza ante los medios, fingir estar bien cuando te estás desmoronando por dentro es algo que pocas personas llegan a aparentar de una manera tan increíble como el fabuloso Stark.

Justo esa noche, justo ese día, cuando había decidido dar por sentado que después de tantas personas nunca habría nadie en su muñeca, justo cuando se dio cuenta de lo solitario que estaba en el universo, su sonrisa brillaba en aquella gala de beneficencia, su postura era galante y coqueta, y era imposible que se dieran cuenta de que se caía a pedazos, no había una sola fisura en la máscara… hasta que alguien la quebró.

Tony quedó en el balcón solitario, bebiendo un Whiskey despacio, su sexto de la noche, incluso allí solitario lucía apuesto y nostálgico, pero no herido como en realidad estaba, sin embargo, un hombre que se presentó frente a él nervioso… algo en él, le hizo flaquear ligeramente.

—Señor Stark…—Saludó con una sonrisa dulce el recién llegado, llevaba un traje militar algo anticuado, al igual que su corte, pero era verdaderamente apuesto.

—El mismo—Respondió viéndole interrogante.

—Capitán Rogers. —Se presentó con un gesto torpe de mano, y en cuanto estás se tocaron hubo un choque eléctrico, o al menos así lo sintió Tony, quien parpadeó sorprendido.

—¿Rogers? ¿Cuál es su nombre Capitán?

—Oh, Steve—Sonrió más relajado el otro—Mi nombre es Steve, y yo… en realidad yo solo quería darle las gracias. Se lo que se dice de usted señor Stark, y sólo quiero decirle que no importa, yo vi a muchos de estos hombres sufrir en batalla, Iraq, Afganistán, el sur de África, y todo lo que deseaban era el bienestar de sus familias, usted hace eso realidad. Muchas gracias.

—No es nada Capitán—Su tono sarcástico y de altanerías se había ido, evaporado en el aire ante esos hermosos ojos azules. — son héroes, y yo intento hacer algo por ese heroísmo, su familia también debe estar muy orgullosa de usted… su… esposa ¿Está ella aquí está noche?

—Oh, no, no estoy casado, ni tengo una familia tampoco…

—Pero aun así usted está aquí hoy.

—Amigos, buenos amigos, murieron en batalla, y fue mi trabajo darles el mensaje a las viudas, entregar las cartas a sus hijos y madres. Y al hacerlo, yo sólo pensaba en lo agradecido que estarían mis compañeros de saber que alguien más ayuda a sus seres queridos, por eso tenía que agradecérselo yo mismo, aunque realmente no sé que podría hacer yo para mostrar el…

—Hay algo—Le calló Tony de repente—Me gustan las hamburguesas, las que tienen doble queso.

—No, no entiendo…

—Tú y yo mañana. ¿Está claro?  Te veo en la entrada de la Torre Stark a las… ¿2?

—Pero señor Stark…

—Tienes razón, demasiado temprano, a la 3 entonces—Le guiñó un ojo, antes de pasar a su lado, palmeando el hombro, sintiendo un pequeño ardor en su muñeca, volviendo a la fiesta sólo para despedirse, había sido suficiente contacto humano por esa noche.

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A la mañana siguiente, Tony recordó la invitación, la verdad es que no se esperaba que el otro apareciera por allí, por lo que no le dio la mayor importancia a la cita. Entonces a las 3:30, una chica le llegó con un mensaje, que había un hombre, de apellido Rogers, en el lobby del edificio, argumentado que tenía una cita con él. Tony disimuló un poco su sorpresa, y arreglando su traje, se decidió a bajar.

El peinado anticuado era el mismo, pero esta vez el rubio usaba una chaqueta de cuero en un tono café obscuro, pantalones de mezclilla, y grandes botas. Se encontraba sentado, el sillón en el que estaba se veía pequeño en comparación al hombre, quien jugaba nervioso con sus dedos.

—Rogers…—Llamó y el rubio se levantó en un parpadeo, mirándole fijo, dibujando una sonrisa que Tony califico de: “adorablemente boba”.

—Señor Stark—Asintió—Dijo… dijo que a las 3. —Tony sonrió de lado.

—Sí, eso dije. Sé que es un poco tarde, pero soy un hombre muy ocupado. —De ninguna manera le diría que esperaba que no asistiera—Aunque esa no es excusa.

—Descuide, lo comprendo. —Los ojos del otro, eran maravillosamente azules, y Tony se sentía seriamente tentado a perderse en ellos… y en realidad… lo hizo.

—¿Nos vamos?

—Claro…—Se giraron al mismo tiempo, a lados opuestos.

—¿A dónde vas? —Le preguntó Tony, al ver al rubio dirigirse hacia la salida.

—Mi… mi motocicleta esta. ¿O quiere que…?

—¿Motocicleta? —Steve asintió.

—Vamos…—Sonrió Tony llegando hasta su lado, empujándole despacio de la baja espalda.

Afuera el soldado le ofreció un casco y Tony subió con gusto a la parte trasera de la motocicleta, abrazándose con fuerza a la ancha espalda. El genio estaba tan perdido en las sensaciones, en lo agradable que era abrazar a ese hombre, sentir el viento y la rapidez, que ni siquiera reparó en que no habían acordado un lugar en específico al que ir. Fue hasta que la motocicleta se detuvo, que se dio cuenta de aquel pequeño detalle.

—Llegamos—Anunció Steve.

—¿A dónde llegamos? —Preguntó quintándose el casco, notando entonces a una solitaria, pero pintoresca cafetería a las afueras de la ciudad.

—Dijiste que te gustaban las hamburguesas, con doble queso... ¿No es cierto? —Le preguntó con una sonrisa, haciéndole con la cabeza una seña para que entrarán.

—Eso dije justamente, espero que las de aquí, tengan el tamaño justo—Una sonrisa se formó en el rostro de Tony, pensando en lo mucho que le gustaba ese lugar sólo con verlo.

—Hola Betsy—Saludó el rubio con familiaridad a una robusta mujer que se encontraba al otro lado de la barra, atendiendo con una afable sonrisa.

—Capitán—Le respondió está, antes de indicarle con un gesto de la cabeza, que la mesa que siempre ocupaba estaba vacía. Había pocos comensales en el lugar, por lo que Tony pudo notar; un par de jóvenes viajeros, y unos tres hombres, repartidos por el sitio, con ropa de leñador.

Tomaron asiento en la mesa que la mujer había señalado, y procedieron a leer el menú.

—Entonces, eres cliente frecuente en este… túnel del tiempo a los 50—Comentó, decidiéndose por una enorme hamburguesa con extra queso, tocino, y una malteada.

—Me gusta la comida, y me gusta lo… alejado, que está de la ciudad—Sonrió Steve. —Cuando estás allá, todo lo que anhelas es esto. —Dijo volteando a su alrededor.

—¿Leñadores y una cafetería con olor a tocino?

—La paz, señor Stark—Respondió—La tranquilidad, en la ciudad no se puede encontrar siempre una paz como está, siempre llena de ruido, siempre con gente gritando, discutiendo, tienen su propio campo de batalla en muchos barrios.

—Eso he escuchado. La policía no siempre hace bien su trabajo, supongo que se trabaja en ello. Pero la verdad es que no quiero hablar de política justo ahora.

—Yo no quisiera hablar de ella nunca—Sonrió el rubio.

—¿Tienen lista su orden, Capitán? —Le mujer de cuerpo robusto y afable sonrisa, se paró junto a ellos con una libretilla en la mano.

—Lo de siempre Betsy—Dijo el soldado—¿Y Tony…?

—Vine por las hamburguesas de queso doble, así que una estaría bien, con… una ¿Qué es esto? Una malteada de fresa, me recuerda a Pepper, bien, que sea una malteada de fresa—Le pidió a la señora—sería eso, gracias, cariño—Le guiñó un ojo de manera encantadora, y la mujer soltó una pequeña risa.

—Enseguida traigo sus órdenes caballeros. —Se despidió la pelirroja.

—¿Quién es Pepper? —Preguntó Steve, llamándole al instante la atención que el otro nombrara a una mujer, no era tonto, había escuchado de Tony Stark, había escuchado lo mujeriego que era, su activa “vida amorosa”, y aun sabiendo eso, era un enigma por qué le causaba esa extraña molestia en su pecho.

—Mi asistente personal, guion vicepresidenta de mis industrias, guion madre, guion hermana mayor, guion mejor amiga, guion la persona que se la pasa regañándome todo el tiempo—Dijo a modo de explicación, haciendo que Steve le mirara algo confundido.—Pepper ha sido mi mejor amiga desde hace mucho tiempo, trabajo con ella, se encarga de que mi vida no sea el desastre mediático que podría ser. —Dijo de forma más clara.

—Creo que entiendo—pronunció el soldado. —Debe ser una mujer increíble.

—Lo es, es verdaderamente maravillosa. —Miró abajo jugando un poco con el menú. —La voy a extrañar.

—¿Se va a ir?

—Por un corto tiempo, luna de miel, se casa en dos meses—Explicó—Pero ya sabes, después de eso vienes las licencias por maternidad, los permisos para festivales escolares, y todas esas cosas de las que no creo y nunca tendré la menor idea.

—¿No quiere hijos, señor Stark?

Tony hizo una pequeña mueca, meditando ligeramente la película—No creo, no creo tener hijos, es más algo que no creo que va a pasar, no una decisión como tal. —Se encogió de hombros.

—Lástima—Steve le miró a los ojos—Creo que serías un excelente padre—Le dijo sincero, sorprendiendo visiblemente a Tony.

—Sus órdenes muchachos. —Por suerte la comida llegó, cuando Tony había bajado un poco las barreras en sus ojos, las que protegían su corazón y sus tristezas.

La mujer les sirvió con una sonrisa lo que habían pedido, y ambos le agradecieron, con una pequeña sonrisa, Betsy les miró por unos segundos, mascando chicle, notando como se miraban a los ojos.

—Los nombres no tardarán—murmuró para sí misma, antes de girarse para ir a llenar de café, la taza de alguien más.

—¿Y usted Capitán? —Tony retomó la plática, aunque alejándola de él—¿Quiere hijos?

Steve sonrió, dándole un pequeño sorbo a su expreso americano— Sí, bueno, si es que logro encontrar a la persona adecuada, sería maravilloso tenerla.

—No lo dices muy convencido—Le hizo notar, antes de darle una gran mordida a su hamburguesa.

—Creí que… creí que la había encontrado.

—¿Sus nombres no aparecieron?

—Fue más que eso, lo perdí de otra forma. Murió en medio de la guerra—Explicó—Fue secuestrado por la resistencia de una de las zonas bajas de Sierra Leona. Intentábamos salvar a un grupo de esclavos que trabajaban en las minas de diamantes,

—Pero si fue secuestrado, ¿No existe la posibilidad de que este con vida?}

—Me gustaría pensar en eso, pero ya hace más de dos años que eso ocurrió, ya se entregaron las medallas post mortem a su familia.

—Comprendo. —El genio suspiró, no sabía muy bien cómo tratar esos temas, como consolar a la gente cuando hablaban de ese tipo de cosas. —Aunque no sé qué tan mala suerte, pero no creo que fuera tu alma gemela. Si lo conociste, el nombre debió aparecer, al menos en uno de ustedes, sin importar la muerte. —Declaró. —Es muy curioso, aún se desconocen en su mayoría las probabilidades de ese suceso, pero las reglas son muy claras.

—¿En su mayoría? —No prestó mucha atención a lo que Tony dijo de su viejo amor. —Parece que conocieras más que los demás.

—He destinado muchos de los recursos de Industrias Stark a investigar el fenómeno.

—¿Fenómeno?   No crees que más bien sea el destino. No creo que sea algo biológico Tony, es algo del corazón.

—Eso prefieren creer los románticos, yo me baso más bien en algo más tangible, una perfecta carga de hormonas que se complementan como la de otra persona. Es como cuando un cáncer empieza a hacerse pequeño, si es que la persona tiene la fortuna, de tener el virus adecuado, para que pueda devorar las células cancerígenas, la oportunidad es una en un 6 millones—declaró antes de darle un sorbo a su malteada—Algo parecido a esto del destino, que si lo quieres creer así también pensarías que el destino tiene un margen de error.

—Hablas de esas personas que nunca les aparece un nombre, o les aparece el de alguien que ya tiene el de otra persona.

—Exacto, ¿Cómo explicas eso? —Mordió su hamburguesa, mascando encantado con el sabor—Creo que vendré a este lugar más seguido. —Murmuró con la boca algo llena, sacándole una pequeña risa a Steve.

—Quizá se tienen otros planes para ellos, no lo sé.

—Ese es el problema Capitán, yo no me conformo con no saber, quiero saber porque sucede. —Se limpió la boca con una servilleta, tomando luego una papa frita a la boca.

Steve le analizaba despacio, sus palabras, sus gestos, tener a Tony Stark frente a ti, era un delicioso despliegue de sensaciones y señales. Pero visto de cerca, podía asegurar que incluso lucía… humano. No era esa figura intocable que presentaban los medios, no era el playboy de plástico que los paparazzi querían vender. Era un hombre inteligente y divertido, que le gustaba echarse las papas fritas enteras a la boca.

—Tienes miedo —Le dijo Steve, Tony chupó un par de sus dedos que se habían quedado con grasa de la hamburguesa.

—¿Miedo? ¿De qué habla, Capitán?

—De que no aparezca un nombre, en tu muñeca—Las señaló—No veo ninguno.

—Eso… bueno, eso tiene una explicación lógica. Nadie está a la altura de Tony Stark—Pronunció engreído. —Aunque mira quien lo dice, tus muñecas tampoco tienen nada.

Steve mostró sus muñecas vacías, viéndolas con atención, él también. —Yo si tengo miedo, de que no haya allá afuera alguien con quien compartir mi vida. Todos necesitamos a alguien con quien hacerlo.

—Supongo, pero, de cualquier manera, es mejor no tener un nombre. Es decir, así puedes escoger a quien tú quieras, sin estar forzado por una estúpida marca.  Igual pienso que esos nombres son estupideces, son solo sugerencias. ¿Por qué les hacemos caso al cien por cierto?

—Creo qué en el fondo, todos sabemos que tienen razón. —Sus ojos azules, miraron directo a los avellanas y este emitió un suspiro.

—Eres como un anciano aburrido, ¿Te lo han dicho?

Steve soltó una nueva risa—Algunas veces. Pero dejando de lado ese tema ¿Qué te parecieron las hamburguesas?

—Creo que vendré aquí más seguido.

—Podemos venir aquí más seguido—Asintió Steve, y en ese “podemos” en ese plural, que implicaba más planes a futuros juntos, iba implícito más que eso, y allí estaba de nuevo ese picor en la muñeca de Tony.

 

 

 

 

Notas finales:

Críticas, comentarios, todo es bienvenido. :D 


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