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Down on you por VanniaDel

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Down on you

Un par de días atrás había estado escribiendo posibles canciones, su inspiración había surgido de una mera fantasía textual que no abandonaba su mente desde algún tiempo.

Y ahora estaba ahí pensando que responderle a su compañero de clase, a quien encontraba muy atractivo en secreto.

—Emm la verdad es que no voy a casa, quizás otro día—, pudo soltar la frase tras un tartamudeo ligero, era la tercera vez que cruzaban palabras y se seguía sorprendiendo con la voz del otro chico.

Una semana antes habían tenido que hacer un trabajo en conjunto acerca de la música clásica de los años 20’ y mostrar una breve interpretación frente a su clase. Habían estado cerca del puntaje máximo y tras eso habían vuelto a hablar solo para los rutinarios buenos días.

Seguía ahí, lo tenía enfrente con una ligera mueca de decepción en el rostro, cumpliéndole su fantasía textual.

—Claro, no hay problema—, Bill le dio una sonrisa al sentirse comprendido y con un tenue gesto con la cabeza se despidió dejando a su compañero al lado del coche sin moverse.

Retomando su camino a la salida de la universidad se abofeteó mentalmente por desaprovechar la oportunidad con el chico apuesto, ¿A Natalie no le importaría que no llegase a comer pizza por estar con él, verdad? Sin pensarlo más tomó el móvil y llamó a su amiga para cancelar la junta, ya se verían otro día.

Esperaba que Tom siguiera ahí sino se odiaría a si mismo por no haber actuado impulsivamente antes. Caminó un par de metros más y lo divisó en el mismo lugar charlando con uno de sus amigos. La suerte estaba a su favor ese día pues nada más llegar a su lado el otro chico desapareció dejándolos solos.

— ¿Sigue en pie lo de llevarme a casa? — Tom rio en voz baja y no perdió la vista de la sonrisa cálida que le daba el pelinegro. Puso una mano en su espalda baja y lo guio hasta la puerta del copiloto.

—Por supuesto que sí.

 

Algunos meses después se había vuelto frecuente que ambos se fueran juntos, se rumoreaba de todo un poco, pero ellos se declaraban amigos o eso intentaba razonar Bill cuando lo tenía cerca.

Habían empezado a compartir más cosas fuera de la universidad, salían a pequeños conciertos de bandas en parques aledaños, componían temas para proyectos becarios, y en más de alguna ocasión salían a comer.

—Y así fue como me sacaron de la maldita fiesta—, Bill no paraba de reír ante semejante historia, habían llevado detenido al de trenzas por tocar música a altos volúmenes con su banda en una fiesta a sus 16 años. Tomó la servilleta que estaba al lado de su plato y limpió sus labios mientras controlaba su respiración.

—Nunca me ha pasado algo así—, rio por última vez y notó que la mirada de su acompañante se había vuelto penetrante aun sin dejar de sonreír.

—No me digas, ¿tengo algo? — Bill se pasó las manos por el rostro intentando quitar ese supuesto algo. Fue el turno del otro en reír y dejando todo ahí se ponía de pie tomando su abrigo.

—Te invito una copa, habrá karaoke—, fue del lado del rastudo y le ayudó a ponerse el abrigo.

— ¡Eso suena genial!, pero debo llegar temprano a terminar nuestra composición con el violín—, Tom tocó la punta de su nariz y escogió un hombro restándole importancia.

—Aún nos queda tiempo—, sin darle un segundo a que Bill respondiera fue a pagar la cena que habían estado comiendo y se encontraron en la puerta para salir.

—Dame eso—, el mayor tomó la bufanda del otro y la enrolló alrededor del delgado cuello.

— ¿Preparado? —, un asentimiento de Bill y salieron a la lluviosa calle para ir a su noche musical.

 

— ¡Estás loco! Por poco y te estacionas sobre el vagabundo—, con un poco de histeria Bill soltó aquella frase, habían llegado al bar y al parecer hoy era un día de ajetreo porque todo el aparcamiento estaba lleno y al de trenzas no se le ocurrió nada mejor que estacionarse en la acera de peatones.

—Relájate, venimos a pasar un buen rato.

Se bajaron del coche sin mayor preámbulo y Bill iba un poco molesto por el hecho anterior, cosa que no pasó desapercibida por el otro. Le tomó del brazo para que apurara el paso pero se soltó caminando solo. Bill odiaba ser irresponsable.

—Hey, espérame adentro que cambio el coche de lugar.

Se quedó pensando en si lo hacía por él o porque no le sacaran una multa, cualquiera de las dos opciones anteriores estaba bien, no quería ser cómplice de nada estúpidamente ilegal. Se quedó en la entrada con sus manos en los bolsillos para apaciguar el frio esperando a que Tom llegara, pero ya habían pasado quince minutos y este aún no volvía. ¿Y si lo había dejado solo por su berrinche? No alcanzó a responderse cuando un empapado trenzado llegó a su lado.

—Ahora sí, ¡vamos! —, esta vez le tomó de la mano y entraron al bar que estaba lleno de gente pendiente de los que cantaban Panic de The Smith.

—¡Tom esto es fabuloso!, ¿podemos ir nosotros también? —, la sonrisa genuina y los brillantes ojos de Bill le dieron un vuelco en el corazón, ¿Cómo decirle que no?

—A eso vinimos, tomemos algo mientras esperamos un turno, iré a decir que nos pongan en la lista—. Así fue, se fue a charlar con el chico que estaba a cargo del karaoke y luego volvió con una sonrisa de oreja a oreja.

Se tomaron un par de tragos, nada muy fuerte ya que al día siguiente tenían clases y no querían andar con un dolor partiéndoles la cabeza; así pasaron la primera hora coreando las canciones que conocían y que otras personas se subían a cantar, el ambiente era amigable y eso les daba el pase perfecto para interactuar con quien fuera.

El móvil de Tom sonó y el menor pensó que quizás era hora de irse, en eso le tomó de la mano y se fueron al otro extremo del bar justo al lado del karaoke. Ahí estaban los amigos del trenzado.

—Bill, ellos son Geo y Gus— Se presentaron entre ellos y el animador le tocó el hombro a Tom indicándole que ya era su turno, este le pidió un poco más de tiempo juntando su índice y pulgar para verificar que fuera solo un poco. No sabía cómo decirle al pelinegro lo que se les vendría ahora.

—Umm Bill, esto… emm ahora es nuestro turno, no cantaremos un tema del karaoke así que... —, en eso el animador se le adelantó y presentó el show que correspondía.

—Y ahora vienen cuatro universitarios a mostrarnos sus habilidades musicales con una canción propia, Down on you —, el rostro de Bill fue un poema, ¿Acaso era la canción a la que él no le pillaba ritmo?, ¿Era su canción? Tom pasó su mano por el rostro en gesto de desesperación y le indicó a sus amigos que subieran al escenario y ajustaran sus instrumentos.

—Es un pequeño regalo de mi parte, los chicos se han aprendido el ritmo, yo sé mi parte en guitarra, solo falta tu voz para terminar de hacerla perfecta. Tienes una partitura ahí arriba, haz lo que mejor sabes hacer, Bill—. Este le miró consternado y nervioso, ¡cantaría su propia canción! Un poco dudoso se acercó al escenario y miró a toda la gente que estaba a la expectativa, se sentó en el banquito que su amigo había acomodado para él y carraspeando un poco esperó alguna clave para empezar a cantar.

Realmente no sabía que entonación debía darle a la canción, en su mente se seguía recitando a modo de poema, intentando leer la partitura y donde debía hacer más aguda su voz, se concentró en Tom quien le guiaba en ese momento, un asentimiento de cabeza y soltó las primeras palabras.

Can I Drive You Home 
Can I Crash into Your Life 

Bill seguía consternado, sin poder tomar aire entre frases, se sentía tenso y a la vez tan feliz, estaba casi en shock, ahí estaba frente a un numeroso público cantando la canción que más le había complicado musicalizar, dando un pequeño concierto junto al chico que le traía loco.

Can You Fix My Fall 
Can You Break My Heart Tonight 

Dejó fluir todo lo que sentía y se concentró en darle la correcta afinación a su voz para sacar todos sus sentimientos a través de los versos, esto era la jodida gloria. Un poco más enérgico soltó el coro, con desplante luciendo su hermosa voz que calzaba con la música de fondo. Tom por su parte no perdía de vista los pequeños gestos que hacía su compañero, como apretaba los ojos cerrados dándole mayor emoción y énfasis. La canción estaba terminando y sabía que luego de eso tendría que dar las correspondientes explicaciones, pero ahora no quería perder la vista privilegiada que tenía del momento debut del otro.

I Get Down On You, Get Down On You 

Un poco más, y una mirada coqueta de parte del de rastas le hizo estropear los últimos compases, no despegó los ojos del otro par achocolatado y cuando la voz cesó, terminó dejando paso a los aplausos conmocionados de la gente del bar.

 

Afuera la lluvia no menguaba, así que con sus abrigos y bufandas bien puestas salieron corriendo del bar a través de la plaza para llegar al coche que estaba… a unas cuatro cuadras.

— ¡Eres un idiota! Nos dará la gripe, y ahí te quiero ver estresado con los exámenes después—, Tom tironeó de su brazo deteniendo su caminata apresurada.

—Va a valer la pena, no te amargues después de lo bien que la hemos pasado—, Bill le sonrió levantando el rostro dejando que la lluvia cayera sin parar.

—Adoré como lograste hacerla encajar con la música, tus amigos fueron muy nobles por contribuir— el pelinegro paseó su mirada por el rostro contrario notando que sus ojos brillaban de una forma que antes no había visto, o había querido ignorar. ¿Qué hacía?, ¿Se arriesgaba o dejaba todo tal cual?

—Les pedí ayuda y aceptaron de inmediato, hacía mucho que no tocábamos juntos, desde que Charles y su buena voz se fueron, poco y nada hacíamos— con sutileza Tom se fue acercando entrando en mayor contacto con el otro cuerpo, ya le tenía bien cerca cuando Bill se atrevió.

—Con que somos ángeles, ¿eh? — Tom rio bajito abrazándolo por la cintura mientras que el de rastas jugaba con la solapa del abrigo de este.

—Ajám, es solo un punto de vista—, le siguió el juego con otra frase de su canción.

—Y justo ahora estoy entre tus brazos, lo demás se está desvaneciendo—, Bill esperaba que todo eso le resultara para saber si su compañero sentía lo mismo que él. Acercó su rostro con calma esperando alguna reacción, y fue una mano en su nuca la que le hizo acelerar el corazón por segunda vez en la noche.

—Me rindo por ti, Bill— y sin más esperar bajó un poco la bufanda contraria acariciando el labio inferior con su pulgar, al siguiente segundo estrellaba firmemente sus labios en los contrarios, acariciando suavemente.

Era una imagen encantadora considerando la luminosidad del farol, lo verde de la plazoleta, la lluvia… y la pareja de enamorados.

— ¿Puedo coger tu mano mientras caminamos? —, Tom abrió sus ojos y sonriéndole ampliamente, él mismo se encargó de unir sus manos.

—Cuantas veces tú quieras.

 

Una vez fuera de la casa del menor, ambos se quedaron mirando sin decir nada. Seguían todos empapados por la lluvia y consternado por los eventos de esa noche.

—Gracias por todo lo de hoy, yo de verdad…—, ahí era interrumpido con un nuevo beso mucho más intenso que el anterior. Un poco alejados ya, Tom declaró.

—Benditos besos que he esperado.

 

 

 

 

 

 

 


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