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Der letzte Tag por VanniaDel

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Notas del fanfic:

Es una historia breve dividida en dos partes, espero sus comentarios!

Der letzte tag

Der letzte tag

 

 

¿Cómo había llegado hasta allí?

Su hermana la más entusiasta por razón obvia, había bailado con un cuerpo de maravilla. Ahí en medio de una despedida de solteras, no dejó de beber cerveza, ver como su hermana tocaba completo el esbelto cuerpo marcado de ese chico de trenzas… le daba sed. Literalmente.

 

Se empinó otro vaso y sus oídos ya dejaban de escuchar los griteríos y las fiestas particulares que tenían las invitadas con los camareros del club. Si lo pensaba ahora, se arrepentía de haber aceptado la forzosa invitación por ser el pequeño hermano de la novia… sumándole su condición de homosexual.

 

Perdió la noción del tiempo cuando menos lo esperó. Al voltearse a mirar el escenario, un grupo de rock tocaba en vivo, si es que podía llamársele así. Irritado y atosigado de las invitaciones a bailar de las amigas de Jenny, se cambió de lado en la barra ocultándose con el bar de toda la agrupación.

 

—Hey, ¿Qué están haciendo tan apartados de la diversión? —, el mismo que había estado en el ojo del huracán le estaba hablando a él y al barman que según le había dicho se nombraba Andreas. Era el jodido streatpeace.

—Simplemente eso, apartándonos de la “diversión” —, destacó comillas al aire el aburrido chico de rastas.

—Mierda, y pensar de mí en creerte una chica —, frunció el entrecejo algo dudoso retractándose de haber dicho aquello.

—Ya, que me lo han dicho casi toda la noche y la frase no se borra de mi cabeza —, asintió sin voltear a mirarle.

—Tom, ¿no vas a invitar a tu nuevo amigo a tomar algo? —, el rubio barman secó un par de copas dispuesto a servir algo fresco para sus acompañantes.

—Creo que nos conocimos de una manera poco común, empezamos de cero, ¿De acuerdo? —, estiró su mano de forma gentil.

—Bueno, mi nombre es Bill —dijo educado estrechándole con confianza.

—Ya sabes de antemano mi nombre, soy Tom.

—Un gusto —, sonrió sincero.

—El gusto es todo mío —, el de trenzas no dudó en soltar una pícara sonrisa de lado.

—Vale galán que de noche aun queda y ya estás pensando en coger temprano —, ahí  llegaba el blondo con refrescos en la barra y con sus bromas.

—Andreas —, siseó Tom.

—Los baños están limpios, y no los quiero umm sucios —, terminó la jugarreta haciéndolo gruñir.

—Pero de que mier… —no alcanzó ni a terminar la frase, Bill seguía ahí callado, aguantando la risotada.

—Esta noche no se moja, ¿Entiendes? —, sonrió el bar-tender.

— ¿Me estas tomando el pelo?, Que yo sepa no eres tú el que tiene que soportar mis sensibles hormonas —, un bufido algo ofendido salió de los labios del bailarín.

—Basta, que esto se esta volviendo poco coherente, ¿Es que acaso juntarse con chicas les deja así? —, habló por primera vez Bill, interrumpiendo.

—Jodidas chicas, han sido las más revoltosas con las que me ha tocado trabajar.

—Menudo trabajo eh — le mofó, viéndole sentarse a su lado.

—No es tan fácil como lo creen. ¿Ves a esa de blusa blanca y cabello negro?  

—Si, solo espero que no te hayan dado las ganas con ella —, asintió reconociéndola, dejando bien clara la advertencia.

—No estoy de broma, ella ha intentado besarme aún con el pañuelo en sus ojos —, una carcajada insonora salió de ambos.

— Es así, me ha costado entenderla desde siempre, es un maldito estuche de monerías.

—Pobre del novio —, se lastimó el trenzado.

—¡Hey! Joder que Jenny es mi hermana —, defendió a su genética.

—Andreas, porque no traes a los chicos y tomamos algo más… fuerte —,              propuso bebiendo whisky tras soltar un suspiro enérgico por la información recién conocida.

— ¿Me estás diciendo que destape la botellita que te lleva al paraíso? —, ahí el rubio nuevamente.

—Deja de hablar estupideces, solo trae la maldita bebida —, señaló Tom.

— ¿Puedo unirme también? —, preguntó entusiasmado Bill.

—Esa es la idea pequeño —, mientras dejaba descansar su mano en la rodilla contraria.

—Bestia —, murmuró torciendo el labio.

—Dulzura —, le sonrió coqueto.

—Que te ‘j-o-d-a-n’

—Solo tú —, siseó cerca de sus labios.

— ¿Estás ligándome?, no creo que seas bisexual —, opinó Bill.

—No, pero le doy a ambos bandos.

— ¿Le das, o das y recibes? —, contraatacó burlón.

—Ya calma, Tom ya los conoces, Bill ellos son Gustav y Georg, de la banda —, se presentaron los recién conocidos.

—Demasiados saludos. Sentaos todos con un vaso enfrente —, rugió Tom.

—Vaya novio el tuyo —, susurró Gustav, sentándose igual que Georg.

—No es nada mío —, aclaró Bill neutral.

—Trae el jodido éxtasis que ya puedo sentir el pasmo de placer sobre mí, Andreas—, una vez más la voz de Tom entre molesta y divertida.

 

 

Y así  la pasaron por algunas horas, rompiendo en carcajadas ante cualquier estupidez.

La fiesta estaba siendo dividida, los chicos a un lado, que curiosamente eran los que mas disfrutaban a pesar de no ser su propia fiesta, y en el otro las féminas coqueteando con meseros y cantando al ritmo del karaoke. Entre juego y juego ya había empezado a  hacer efecto la bebida consumida. Que medios ebrios y excitados solo pensaban en tomar a una desprevenida chica y llevarla a los estrechos cubículos del baño.

 

Cuatro de la mañana y las hormonas por las nubes, se mezclaron ambos géneros y la fiesta continuó sin conflictos sobresalientes. De apuestas y juegos con los licores, besos de penitencia, ropa menos, bailar en el caño y cantar  por lo alto, las cosas se volvían alocadas.

 

— ¿Vas a algún lado?, la estamos pasando genial —, preguntó con una sonrisa enorme mientras sorbía el vaso, haciendo correr sus rastas.

—Mañana tengo trabajo —. Bill contrajo el rostro a medida que una O se formaba en sus labios, la cual fue borrada a los segundos por los del striptease que le besaba con ganas.

Separado del beso y tras el guiño de ojo por parte del trenzado para voltear e irse, Bill comprendió, le estaba invitando abiertamente a pasar el resto de madrugada juntos.

 

Sencillamente ese día sería el último de soltería para la novia, la última con virginidad de muchas, la última preciada fiesta para los camareros y la última noche en buen estado del preciado trasero de Bill

Pero ninguno quería saberlo.


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