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No pienses en llorar. por Akiko Hayako

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Notas del fanfic:

Hola! Espero de verdad que les guste esta historia, me gustaría que me dejasen sus opiniones para ir sabiendo si les gusta y todo eso.

 

 

El nombre de los personajes protagonistas unicamente los he tomado prestados, no tienen nada que ver con el anime o la personalidad del personaje original, tampoco lo he tomado como un fanfic del mismo. Tampoco guarda relación alguna con el cantante del mismo nombre.

Le conocí una fría tarde de otoño. Caminaba por calles solitarias como solía hacerlo en ese entonces, amaba salir a esa hora del día y caminar sin encontrarme con nadie. Las personas no pasaban por allí ya que había rumores de que esas calles estaban malditas, rumores que por supuesto yo había iniciado con esa intención.

Primero vi a un gato completamente negro de ojos verdes que me encantó al verlo, tenía un collar blanco con cascabeles, estaba junto a un pequeño bulto y al acercarme a acariciar al gato me di cuenta de que el bulto era una persona sentada que se abrazaba las rodillas, estaba medio cubierto por una chamarra.

-Ey, amigo, te congelarás de frío si te quedas ahí. – él no se movió ni un centímetro. Me acerqué para tocarlo y despertarlo pero antes de poder siquiera estar un poco cerca el gato me saltó encima.

-¡Auch! ¡No! ¡Oye! ¡Qué eso duele! – traté de quitarme al gato que se había prendido de mi brazo desnudo y me lastimaba con sus pequeñas garras.

-¿Qué le haces a mi gato? – el chico se despertó por fin, levantó la cabeza y se incorporó poniéndose la chamarra, no parecía mucho menor que yo, quizá tendría unos 16 o 17 años, su cabello ondulado estaba despeinado y caía sobre su amplia frente, sus ojos se parecían a los del gato pero sin brillo alguno y su complexión era bastante delgada, iba vestido completamente de negro lo que lo asemejaba aún más al gato.

-¿Qué le hago yo? Yo sólo intentaba despertarte para que no murieras de frío y tu gato me atacó.

Él sonrío, algo que claramente había hecho inconscientemente porque al instante borró su sonrisa.

-Me disculpo entonces, es demasiado protector conmigo. Vamos Mika, es hora de irnos. – se dirigió al gato quién me soltó apenas escuchar las palabras de su dueño. Al pasar por mi lado pude ver en su mejilla un moretón enorme que había intentado tapar con maquillaje y que a primera vista no se veía.

-Espera – Lo tomé del brazo haciendo que se volteara hacia mí quedando a pocos centímetros de distancia. – ¿Estas bien? – Si algo había aprendido de un miserable pasado como hijo de familia era que uno no ocultaba los golpes que se daba por accidente o en una pelea con alguien del colegio. Dio un paso hacia atrás deshaciéndose de mi agarre.

-No te interesa – sin decir nada más continuo su camino seguido del gato.

Lo seguí, no quería dejarlo solo, tenía cierta debilidad por las personas como él, personas que a la vista saltaba que estaban tristes, en varias ocasiones tuve problemas por seguir a personas que a mi parecer necesitaban ayuda. Uno de ellos ocurrió con una chica que estaba llorando y por supuesto le hablé para intentar consolarla, ella estaba asustada y comenzó a caminar así que la seguí y de pronto comenzó a gritar “¡Acosador!”. Intenté dejar de hacerlo después de eso pero es que no podía ignorar a ese tipo de personas.

Quizás porque a mí mismo me ignoraron cuando más necesitaba de alguien que me preguntara si estaba bien.

El chico iba tan sólo unos pasos por delante de mí, era un poco más bajo que yo así que no me costaba demasiado mantener su paso. Su gato no dejaba de mirarme cada tanto con ojos amenazantes.

-¿Quieres dejar de seguirme? – se paró en seco y al instante el gato se volteó y se puso a la defensiva.

-No, la verdad es que no – le dije intentando sonar relajado pero la verdad es que ese gato daba miedo, los rasguños en mi brazo comenzaban a arder.

-¿Qué demonios quieres? ¡Déjame en paz! – parecía frustrado. Una sensación bien conocida se apoderó de mí. Sabía que ese chico lo menos que quería era que le dejaran solo.

-Creo que no me he presentado, me llamo Gerard ¿y tú? – quizá podría ayudarlo. Me miró claramente molesto.

-Deja de joder – dio media vuelta y comenzó a correr.

-¡Espérame! – corrí tras él – ¡Deberías compensarme por los rasguños de tu gato! ¡Carajo, que duele y me está sangrando el brazo! – grité. Y por ir corriendo tan desprevenidamente y atento al chico choqué con una caja que había atravesada en el camino. Caí estrepitosamente llamando la atención de todos a mí alrededor incluyendo la de aquel desconocido.

Genial, ahora tenía el brazo rasguñado y la rodilla raspada. ¡Dios, cómo dolía! Ambas extremidades sangraban y ardían. Me quedé ahí sentado recordando lo que acababa de pasar y comencé a reírme y es que, qué clase de idiota era. Jajaja. Intenté ponerme de pie pero un dolor terrible en mi tobillo me lo impidió. Volví a sentarme.

Mientras reía unos converse negros y pantalones también negros, entubados y desgastados aparecieron en mi visión.

-¿No piensas levantarte? Estás haciendo el ridículo – El chico de ojos verdes y mirada triste había regresado y me tendía su mano para ayudarme a levantarme. El gato seguía a la espera de atacarme. Tomé su mano sin decir nada. Y sonreí ampliamente.

-Gracias, sabía que no eras tan mala persona

-No regresé porque quise pero supongo que es mi culpa que hayas terminado así – se excusó. No importaba la razón, había regresado y estaba hablando conmigo, no lo dejaría escapar de nuevo.

- ¿y bien? – Me miró cuestionante - ¿Me dirás tu nombre? – desvió su mirada.

- Brook. Me llamo Brook – dijo después de dudarlo un momento. – Ven, te curaré si prometes desaparecerte después.

-Entonces prefiero desangrarme – estaba exagerando pero no quería dejarle, él necesitaba de alguien, lo presentía.

-Hazlo entonces – dijo fríamente antes de volver a emprender su camino.

-¡No! – él volteó sorprendido por mi grito – digo… no quiero morir, podrías curarme, aunque no te prometo desaparecer.

-No hay trato.

-Vamos, me lo debes, terminé así por querer ayudarte.

-Nadie te lo pidió, así que no es mi problema – parecía indiferente pero no se iba lo que me hacía creer que se sentía culpable. Me limité a mirarlo mientras enfatizaba mis expresiones de dolor. Al final terminó cediendo. – Bien, te ayudaré a llegar a tu casa y será todo, luego te las arreglas como puedas.

Sonreí, al menos eso era algo. Fuimos a mi casa, iba apoyado en él y su gato nos seguía. Debo admitir que olía muy bien y su tacto era muy agradable. Al llegar tenía intención de abandonarme en la puerta.

-¿Qué haces? –pregunté cuando vi que me dejaría allí.

-Te dije que sólo te traería hasta aquí y después me largaría – contestó a la defensiva.

-Sí pero… - intenté pensar en algo, si se iba no volvería a verlo – pero tengo que subir escaleras para llegar siquiera a la sala, no creo que pueda hacerlo solo y no hay nadie que me ayude. –lo miré con ojos de perro a medio morir. Suspiró resignado y volvió a apoyarme en él.

Abrí la puerta principal y efectivamente ante nosotros se extendían al menos un metro y medio de escaleras que llegaban a otra puerta.

Una vez llegamos a la sala me senté buscando otra excusa para que Brook se quedara pero para mi sorpresa no fue necesario.

-¿Dónde está tu botiquín de primeros auxilios? Supongo que tienes uno ¿no? – dijo mientras su mirada recorría la sala y su gato se subía al sillón. 

-¿Disculpa? – estaba sinceramente sorprendido.

-¿Vas a decirme que después de esto ibas a dejarme marchar ya? ¿No ibas a pedirme que te ayudara con algo más? – sentí la cara caliente, me había descubierto.

-El botiquín está en baño, al fondo a la derecha – señalé el pasillo que se encontraba al lado de él.

Caminó hacia donde le indiqué y regreso un poco después. Se hincó frente a mí y comenzó a sacar las cosas del botiquín, retiró mi tenis seguido de mi calcetín con cuidado de no hacerme demasiado daño aunque de todas formas me dolió un poco. Inició su labor rociándome un poco de spray congelante y prosiguió a vendar mi tobillo. Luego limpió la sangre seca de mi brazo y rodilla. Parecía que tenía habilidad en esto.

-¿Lo has hecho muchas veces? – pregunté cuando terminó. Me miró extrañado – Vendajes y esas cosas, parece que tienes experiencia – su mirada se ensombreció.

-Sí, más de lo que me gustaría – articuló solamente eso. Para entonces ya había oscurecido. – Ven Mika, es hora de irnos – Tomó al gato entre sus brazos quién gruñó por el repentino movimiento.

-Gracias, por traerme y curar mis heridas – estábamos en la puerta de la sala, quería acompañarlo hasta la puerta principal pero me dolería mucho para subir las escaleras.

-Como sea – Miró hacia otro lado pero me pareció ver que sus mejillas se enrojecían. Se fue sin decir adiós. 

Notas finales:

Deseo en verdad recibir sus opiniones... 

Gracias por leer 

<3


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