Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El día en que conocí mi héroe. (ONESHOT) por CosmosLycoris

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Gracias por darle una oportunidad, disfuta de la lalectura.

Odio recordar el pasado y el futuro me tienes sin cuidado, pero siempre doy lo mejor de mí en el presente, es el lema que ha regido mi vida. Solía ser demasiado despreocupado, aislado. Consciente de muchas cosas desde mi corta edad. <<El mundo está lleno de cosas horribles o mejor dicho, está lleno de gente horrible. >> No es algo que un niño de doce deba pensar pero por desgracia a causa de eso, me has sucedido infortunios. Pienso en todas esa personas que has sido dañadas por alguien. A pesar de mi negación hacía sacar a luz memorias del pasado, hoy, estoy recordando a la perfección ese día, aquel día que cambió la visualización que tenía de mi vida. La que me hizo ser la persona que soy. Es sorprendente como mantienes una vida monótona para que en cuestión de segundos cambie sin previo aviso. Sin duda ese acontecimiento me marcó, pero si no fuera por eso, yo no lo hubiera conocido a él, a mi héroe. Por el cual decidí ser alguien que pudiera hacer todo lo posible para evitar que salieran más victimas. Igual como me pasó a mí. En un día normal, con un clima normal, en un parque normal, los recuerdos se extraían desde lo más profundo de mi y todo corría como una película, una de esas que solo quieres ver una vez nada más. Dejé fluir mis memorias escondidas.

Aquí es donde un yo, de escasos doce años venía a jugar muy seguido; es un parque cercano a mi anterior casa. No solía formar lazos de amistad desde que era un niño por eso salía solo, no le tomaba importancia a la compañía. Aunque ahora, en el presente intento mejorar esa parte de mi; pero acostumbraba a pensar en cosas como: <<más espacio para mi>>. En ese día todo marchaba como de costumbre, lleno de niños que no se conocen entre sí pero se reúnen para divertirse. Sus padres viéndolos desde lejos, velando por ellos. Luego de un tiempo, el sol estaba en proceso de desaparecer para dar lugar a la noche. Justo ese día estaba más distraído de lo normal, ya que me había encontrado un balón abandonado, que después de pensarlo mucho, tomé para jugar. No medí mi tiempo, lo tenía bien establecido para ir y regresar a casa. Probablemente mi familia se encontraba esperándome y seguro me regañarían por mi impuntualidad, así que corrí. Después de varios metros empecé a sentir el agotamiento, mis ojos se empañaron por el sudor y eso evitó que viera bien mi camino, en consecuencia tropecé con una roca. No me dio ni el tiempo de amortiguar la caída poniendo mis brazos al frente, pero como mecanismo de defensa me moví de tal manera que mi rostro no golpeara directo en el concreto. Quedé ligeramente aturdido y el dolor no tardó en llegar a todo mi cuerpo. Cada pequeño movimiento venía acompañado de una mueca de disgusto. A poca distancia vi una banca, me pareció un buen lugar para reponerme el accidente. Legué y me acomodé, al sentarme mis piernas se mantenían suspendidas, aun me faltaban crecer unos pocos centímetros para poder tocar el suelo. <<Descansaré un poco y vuelvo a correr para llegar pronto>> me dije a mí mismo mientras examinaba mis piernas adoloridas, allí noté que en mi rodilla izquierda se había formado una herida, corría sangre sin parar. Una herida superficial sin mucho riesgo, la piel alrededor se puso de un tenue color rojizo y aunque sí se sentían punzadas, es una de esas que resultan verse más dolorosas de lo que son. <<Ahora voy a llegar súper tarde a casa>> pesaba preocupado. La luz del día había desaparecido y los postes en la calles se iban encendiendo uno a uno para sustituir los rayos del sol. Ya empezaba a desesperarme, no había estado solo a estas horas y a pesar de que conocía estos lugares muy bien, de noche se tornó diferente, con un aura fría. Cuando el ser humano desconoce las cosas empieza a hacerse ideas raras y eso pasa con la oscuridad, más si eres un niño solo, en medio de un territorio desolado. La herida no mejoraba y mi cabeza empezaba a formar pensamientos desagradables, al dirigirme a mi casa, cada pequeño ruido fuera de lugar me ponía en advertencia y no paraba de mirar en todas las direcciones. <<No pasa nada, estás a salvo, solo apresúrate>> me repetía para tranquilizar la tensión del momento.

 De un momento a otro, sin previo aviso, me sentí sofocado por una mano que envolvía mi boca y parte de mi nariz. Las alarmas implantadas en mi cuerpo se encendieron al unísono: lanzaba patadas, movía mis brazos de forma descontrolada, intenté gritar pero la extremidad grande y áspera apretaba demasiado fuerte. Al sentir algo filoso y congelado en mi cuello, todo en mí fue pánico, lo primero que piensas en un momento así es que estás acabado. Nadie te prepara por una situación de este estilo. Me empezó a apretar cada vez más y me respiración iba desapareciendo al igual que mis energías de lucha, hasta que mi cuerpo se rindió quedando sin una gota de fuerza. El sujeto se acercó a mi oído y pronunció unas palabras:

-Compórtate como un buen niño y no te pasará nada malo. Ahora vendrás conmigo.

Solo salieron lágrimas de terror. No querer resignarte pero eres incapaz de hacer nada, es una sensación aterradora. Mi presión iba disminuyendo cada vez más, el atacante empezó a arrastrarme, aprovechaba algunos momentos para tocarme por el cuerpo de forma descarada. Se iba alejando cada vez más de la zona rural, y con eso mis esperanzas de que alguien me rescatara se iban disipando. Quería desaparecer, estaba rendido.

-¡Alto allí, manos en alto!

La voz me alarmó, con la poca vitalidad en mí, abrí los ojos a pesar de que estaba a punto de desvanecerme, logré ver a lo lejos un muchacho. Su rostro era muy joven pero portaba un uniforme de policía, apuntaba hacía mi dirección con un arma. Ya estaba demasiado cansado para hacer algún gesto. El perpetrador me lanzó a un lado, intentó darse a la fuga e inició una persecución.

-¡Necesito refuerzos, hombre altamente sospechoso cerca del parque en la zona rural! ¡También necesito paramédicos, hay un niño herido!

Me quedé allí en el suelo por un par de minutos, tan aliviado de que ese hombre me soltara. Recuperé el aliento y mis esperanzas. Oí algunos disparos, seguidamente volvió a aparecer el joven policía que me levantó cuidadosamente:

-Pequeño, soy el policía Rin Matsuoka. Estás a salvo, pronto vendrán para curarte las heridas.

Alrededor se llenó de patrullas y llegó una ambulancia. Todo daba vueltas, los recientes acontecimientos me dejaron aturdido y ni siquiera sabía lo que decía:

-¿Porqué tienes el cabello tan rojo? Gracias por salvarme…

Me cargó y me dejó al cuidado de los paramédicos.

 

Fue en ese momento que mi vida cambió, estuve unos cuantos días en el hospital. Mis padres nunca dejaron de agradecerle al policía por rescatarme pero él solo repetía: “es mi trabajo”. Me mandó una cesto con un manto de floreces de cerezo y con chocolates encima. Aquel gesto quedó marcado en mí, esos pétalos… En las noticias escuchaba sobre el hecho: “Joven policía atrapa a un secuestrador y salva a un niño”. Fue todo un suceso pero para mí, fue más que eso. Fue el impulso en mi vida, fue mi motor. Me recuperé y decidí volverme policía.

Ya con la suficiente edad me enlisté para el entrenamiento policiaco. Llevaba clases de leyes y entrenamientos arduos cada día. Mi meta era ser con Rin, aunque con el tiempo mis ideales iban cambiando. Todos mis compañeros aprendices, no paraban de adular al joven que se volvió en pocos años el mejor en su área, y tenían motivos para hacerlo, iba subiendo de nivel cada vez más. Yo no me lo podía quitar de la cabeza, recortaba de los periódicos noticias sobre él y los recolectaba en un pequeño álbum. Después de todo fue mi salvador, lo que me movía en ese momento era el poder verlo de nuevo, trabajar a su lado, estar con él.

A mis diecinueve años, logré ser el mejor de mi generación y se comentaba que si seguía así, mi ascenso sería más temprano. Mis padres estaban más que orgullosos y yo estaba ansioso por al fin tener la oportunidad de estar con el ya maduro jefe de policía: Rin Matsuoka.

Unos meses después mi ceremonia se estaba llevando a cabo: “Nanase Haruka, graduado con altos honores”. Estaba tan emocionado, y con altas expectativas. Por ahora iba a conseguir pequeños casos y resguardar las calles de la ciudad. Pero iba a llegar lejos, estaba seguro. Nunca antes en mi vida estuve tan convencido de algo. Debía encontrarme con Rin en algún momento para así poder expresar mis pensamientos por él.

Pero heme aquí, al final del día, uno de mis compañero al felicitarme me pasó un recorte de un periódico, de ese mismo día, ¿el encabezado? “Jefe de la policía y héroe de la ciudad pierde la vida ante un ataque provocado por delincuentes que robaban un banco”.

-El último recorte amigo. Lo lamento mucho.

 Dijo mientras me daba palmadas en el hombro, él era una de las pocas personas que sabía sobre mi colección de recortes periodísticos.

Aquel joven que se auto superó, que fue mi ejemplo a seguir, que fue mi salvador, al final fue un encuentro de una sola vez... Nunca se lo declaré a nadie pero mi héroe también fue mi primer amor. Con los años me había dado cuenta de mis propios sentimientos y de mis intenciones al querer conocerlo. Probablemente todo inició cuando recibí ese cesto lleno de pétalos de cerezos y paquetes de chocolates o simplemente se dio con el tiempo. Ahora estoy sentado en esta banca, donde por primera vez conocí a Rin. Justo al lado, creció un árbol de de cerezo, de la cual caían flores rosadas, parecía una señal. Es como si él me acompañara después de todo. Me senté y disfruté de la plácida brisa y dejé que cayeran sobre mí las pequeñas flores, al mismo tiempo que mi rostro se llenaba de lágrimas. Nunca sabré si solo fue mi imaginación pero su presencia estaba allí, cálida:

-Gracias de nuevo… No te defraudaré. Espero verte algún día.

Notas finales:

Es una historia que escribí hace mucho tiempo y la retomé apenas, espero que haya sido de su agrado.
De nuevo, gracias por leerlo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).