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Unicamente EDxAl por Hao Asakura

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Notas del capitulo:

Esta primera historia es simple, linda y contiene lemon.

Gracias por leer.f

-Acero! Deja de andar de aquí para allá! Me pones nervioso!

-Ya casi es la hora.

-Ya casi, sabes que el ejército de Amestris es reconocido por su disciplina y puntualidad marcial, excepto por ti.

-Grrr no me molestes! Ya me disculpé!- Acero no podía dejar de lucir adorable aunque se enfadara, era como un gatito tratando de ser un león, el uniforme azul del ejercito le sentaba de maravilla en contraste con su cabello rubio, atado en una coleta.

-Las disculpas no me van a devolver la imagen seria de führer que tenía en el parlamento antes de tu estupidez!

Ninguno de los ciento cincuenta hombres y mujeres uniformados,  de pie en la gran explanada del cuartel militar de Amestris les ponía atención, charlaban entre ellos acostumbrados a ese tipo de escenas, incluyendo a Hawkeye, Jean Havoc y Kain Fuery , para ellos era día de fiesta.

El sol brillaba intensamente reflejándose en las grandes lozas de piedra, dañándoles un poco la vista. Hacía bastante calor.

Roy observó una gota de sudor bajar lentamente por un costado de la cara de Edward Elric, alquimista estatal con rango de coronel y mano derecha del führer, él mismo.

-Hace tres años que no le veo…- murmuró dejando la pelea y mirando hacia el camino por donde se supone que habían de llegar las tropas comisionadas.

El hermano menor de “Acero” Alphonse Elric, también llamado el “Alquimista de las almas” por fin regresaba a casa luego de una misión especial a la que Roy mismo lo había enviado, por su fuerza,  y excelente capacidad para negociar sin recurrir a la violencia, muchas veces ni siquiera al poder que le daba nombre.

No había podido mandar a Edward ni queriendo, para empezar porque éste sí que amaba usar la fuerza para todo, menos porque específicamente lo necesitaba a su lado, tampoco le hubiera sido posible soportar tres años sabiéndolo en una misión tan peligrosa, solo imaginando las cosas horribles que le podrían ocurrir.

Hubiera querido abrazarlo, tomar su rostro con las manos y decirle “todo está bien” pero eso no sería bien visto en una ceremonia oficial, aunque fuera un secreto a voces que el führer Roy Mustang, tenía una relación con “El alquimista de acero”  y a nadie pareciera molestarle este hecho, cada cosa tenía su tiempo y su lugar.

Roy se limitó a ponerle una mano en el hombro para aquietar al enano, que ya no lo era tanto, también para mostrarle su apoyo.

-No hay porque preocuparse, él te ha dicho que está bien no?

-Como si no lo conocieras, él siempre dirá eso.

Roy asintió en silencio.

-Esos cuatro meses en los que no supimos nada de él, en los que el ejercito lo consideraba desaparecido… algo le ocurrió y nunca me lo ha querido decir, ni por carta ni por teléfono, estoy realmente nervioso… no sé si va a llegar lastimado… no sé si perdió alguna parte de su cuerpo y quedó como…- Edward no terminó su frase, simplemente se limitó a mirar su mano derecha, hecha de metal.

-Aunque así fuera tú no le querrías menos. Es tu hermano menor.

Unos motores ronronearon a lo lejos, los vehículos del ejército aparecieron a la izquierda, en el gigantesco umbral de piedra del cuartel.

-Todos a sus posiciones!- ordenó Mustang.

No tuvieron que moverse mucho, ya que estaban parados en la posición que les tocaba ostentar, solamente se alinearon y tomaron la posición de firmes.

-Si algo malo le pasó a mi hermano en esta misión te mataré Roy- murmuró Edward muy bajo, para que sólo su superior lo escuchara.

Permanecieron así en silencio hasta que los vehículos estuvieron alineados también frente a ellos.

Cuando Vato Falman descendió el vehículo que iba a la cabeza todos los que esperaban hicieron un diestro saludo militar, Falman en seguida los imitó.

-Führer Roy Mustang.

-Coronel Falman. Bienvenido.

-Bienvenido Coronel Falman- corearon después todos los soldados.

-La misión en el sur ha sido un éxito- dijo el coronel.

-Estoy enterado, por favor haga descender a sus tropas.

Falman le hizo una seña a su sargento, quien dio la señal al vehículo de atrás y desde el primero hasta el último todos los soldados bajaron en perfecto orden y se formaron detrás de su Coronel, Edward no veía a su hermano por ningún lado.

Cuando el último de ellos se formó, todos hicieron el saludo militar. Roy les respondió.

-Cadetes, este día les doy la bienvenida, quiero agradecerles y felicitarlos por su desinteresada labor que ha traído la paz una vez más  a nuestro país, ya se han sacrificado demasiado para que yo les torture aún con largos discursos, dentro del cuartel les esperan sus seres queridos, vino y una mesa puesta, las medallas no las otorgaré yo, un miembro de su familia les espera en el lugar mencionado para entregárselas, eso no quiere decir que yo no reconozca su valentía, Amestris y yo, estaremos siempre en deuda con ustedes y con aquellos que murieron en el cumplimento del deber, a ellos les honraremos el próximo domingo en la capilla del cuartel, ahora Descansen! Rompan Filas.

Hubo aplausos y vítores, muchos soldados entre ellos Falman, acudieron a abrazar a Mustang y a estrechar su mano como a un amigo de toda la vida, Edward no se movió del lado de Roy ni abandonó su posición de firmes, sin embargo podía sentir como su corazón latía cada vez más rápido al no encontrar entre la multitud el rostro de su hermano.

-Solicito permiso para estrechar la mano del Führer, señor.

-Permiso concedido soldado.

Un delgado y apuesto joven hacia el saludo militar enfrente de ambos, tenía facciones dignas de un príncipe agraciadas con unas cuantas pecas infantiles, el pelo rubio castaño largo, atado en una coleta, por poco y no le habrían reconocido: Amables ojos plateados.

-Alquimista Estatal Alphonse Elric.- Dijo Roy estrechando fuertemente la mano enguantada de ese muchacho que no parecía tener más de diecisiete.

Alphonse repitió el saludo militar hacia su compañero en rango, el alquimista Edward Elric.

Edward sonrió e imitó el saludo, no lo veía desde que pasados dos años de recuperar su cuerpo, se había marchado a una misión para el ejercito en el cual ambos colaboraban.

Tuvo que respirar hondo para evitar que su voz se quebrara.

-Como has crecido, Alphonse.


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