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La persona correcta por Chaque-chan

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Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroko No Basuke no me pertenecen, son propiedad de su autor Tadatoshi Fujimaki.

Este es un fic hecho por fans y para fans, sin fines de lucro.

Notas del capitulo:

'Un favor.'

A pesar del parloteo incesante de los diferentes comensales en aquel concurrido local —el Maji Burger—, la caída del sorbete de la malteada desde los labios de Kuroko a la mesa fue más que audible para los tres jóvenes que ocupaban dicho lugar.

Esa tarde, Riko había organizado un partido amistoso sorpresa entre Kaijo y Seirin —al cual Hyuuga estuvo en extremo desacuerdo hasta el último momento pero que aceptó luego de las múltiples amenazas por parte de su entrenadora— y luego de eso, el as del primer equipo le propuso al hombre fantasma y su luz una pasada por aquel lugar, para charlar y pasar el rato.

Lo que ambos jugadores de Seirin no anticiparon fue la alocada —y poco apropiada— petición por parte del rubio.

 Y asi como el peliceleste dejó caer su sorbete a causa de la sorpresa, el pelirrojo casi se ahogó al intentar tragar una de las muchas hamburguesas —para ser exactos, la numero once— que había sobre su bandeja.

—Kise… ¿Te das cuenta de la estupidez que estás diciendo? —espetó el número diez cuando logró recomponerse de la impresión. A su lado, su sombra solo fue capaz de asentir mostrando su acuerdo.

Si bien no lo habían hecho oficial, por lo menos los prodigios de la Generación de Milagros —así como sus respectivos equipos— estaban al tanto de la íntima relación que había entre los dos jóvenes que formaban la formidable pareja del equipo de baloncesto de Seirin.

Y por eso mismo fue que Kagami frunció el ceño y formuló aquel interrogante.

¿Cómo se atrevía Kise a pedirle prestado su novio a Kuroko para darle celos a Aomine cuando éste sabía a la perfección que su ex sombra estaba en una relación con su actual luz y principal rival?

No tenía sentido. Aquel plan iba a fracasar estrepitosamente y no había que ser muy inteligente para darse cuenta.

Sin embargo, la mente del rubio trabajaba de manera muy diferente a la de la gente que puede considerarse normal. Y, por mucho que odiara admitirlo, Kuroko era el único que lograba comprenderla casi perfectamente.

Mientras el siete de Kaijo se deshacía en una oleada de suplicas —con sus manos unidas por las palmas, por encima de su cabeza gacha—, Kuroko comenzó a sopesar sobre la irracional propuesta de su ex compañero de Teiko.

No es como si no tuviera problema alguno en entregar a Kagami a cualquier persona —después de lo mucho que le había costado llamar la atención del mismo y confesarse.  Pero tampoco podía negarse cuando era justamente Kise el que le estaba pidiendo un favor.

Si se hubiera tratado de Akashi—algo totalmente inconcebible— o del mismo Aomine en si, tal vez se hubiera tomado el lujo de pensarlo durante un par de días, quizá una semana o dos. Pero si era Kise…

—Está bien. —asintió el más bajo de todos, con su usual tono monocorde y su expresión insondable. Kagami volvió a atragantarse.

— ¡¿En serio, Kurokocchi?! —preguntó el rubio con los ojos iluminados y una enorme sonrisa en su rostro.

A pesar de que él también sabía que lo que estaba pidiendo era mucho más de lo que podía pedir en esta vida o la otra, en su corazón guardaba cierta esperanza.

— ¡Kuroko! —articuló el pelirrojo aun con la carne en su garganta.

—Pero —lo cortó el más bajo, interrumpiendo los futuros improperios que su novio de seguro diría—, nada de besos ni sexo. ¿De acuerdo, Kise-kun?

El de Kaijo se congeló un momento para luego echarse sobre el respaldo de su asiento y romper en risas que llamaron la atención de más de uno en el local.

—Lo siento —hablaba al tiempo que se secaba una pequeña lagrima y movía la mano de arriba hacia abajo. —No es mi intención ofenderte, Kagamicchi. Pero —mirando al más bajo —, no lo tocaría ni con un palo de cien metros, Kurokocchi.

Kagami frunció el ceño y apretó su mano en un puño sobre la mesa, estrujando la hamburguesa que sostenía en ella y ensuciándose.

Aunque, realmente, no le importaba aquello. Estaba muy ocupado en fulminar con la mirada al rubio por haber dicho aquellas palabras.

No se creía un Adonis pero, ¡vamos! Tampoco era tan feo, ¿verdad?

Por lo menos, más atractivo que el estúpido de Ahomine era. De eso estaba seguro.

—De acuerdo, Kise-kun. —dijo la sombra con, apenas, una sonrisa en su rostro.

 

 

 

 

El cielo se hallaba teñido de un cálido anaranjado mientras ambos jugadores de Seirin caminaban a paso lento en dirección a la casa del más bajo, como era costumbre desde hacía un mes.

No era como si le molestara el silencio de su pareja —después de todo, estaba más que acostumbrado. Sin embargo, ese día lo hacía sentir incómodo. Más de lo normal.

¿La causa? Solo Kagami la sabía.

O al menos eso creía él.

— ¿Ocurre algo, Kagami-kun? —habló Kuroko sin desviar su mirada del frente, cortando abruptamente la línea de pensamiento del más alto.

Aunque Kagami no era muy efusivo cuando estaban solos, era realmente extraño que estuviera en silencio por más de dos calles seguidas. Fue por eso que dedujo que algo estaba perturbando la mente de su pareja —algo que no tenía nada que ver con el básquet, considerando el ceño fruncido que el pelirrojo tenía.

El cerebro del diez tardó unos largos segundos en procesar el interrogante.

—Kuroko… —empezó — ¿Tú crees que soy…? Bueno, eso. —completó cómo si se hubiera expresado de forma correcta.

El once, sin dejar de caminar, giró su cabeza y observó detenidamente el rostro de su novio. Como si quisiera ver a través del mismo para terminar de comprender a dónde quería llegar el más alto.

Kagami siempre solía ser muy directo con él, al parecer no le gustaba dar vueltas sobre el mismo asunto una y otra vez. Pero en ese momento, Kuroko pensó que, tal vez, lo que agobiaba a al más alto no era algo tan simple.

No iba a presionarlo si le costaba hablar del tema, él no era asi. Pero, por lo menos, quería comprender una parte del problema para saber en qué medida podía o no serle útil al otro.

—Creo que no estoy comprendiendo. —comentó con cierto tinte dudoso que casi no se percibió. Kagami suspiró.

—Yo soy… —se rascó la nuca antes de volver a hablar —Kuroko, ¿yo soy atractivo? —finalizó, escapando a la mirada de su pareja.

A pesar de que casi se comportaba como un robot, de vez en cuando, el once de Seirin solía demostrar una que otra expresión humana. Y a pesar de que Kagami era su novio, muy pocas veces había tenido el privilegio de presenciarlas.

Y ese día, era una de esas veces.

Aunque el volumen de su voz no era muy alto, el pelirrojo estaba más que seguro que la sutil risa del peliceleste se había oído —por lo menos— hasta la cuadra siguiente.

— ¿Tanto te molestó lo que dijo Kise-kun? —inquirió aun riendo levemente.

Las mejillas del as se sonrojaron levemente y su mirada terminó puesta en el piso, asi como sus manos acabaron guardadas en sus bolsillos —la típica postura que tomaba cuando se sentía apenado.

No es como si le importase lo que el resto pensara de él, sinceramente aquello lo dejaba sin preocupación alguna. Pero entre ser etiquetado como poco atractivo por una chica y por Kise…

Digamos que no lo perturbaba mucho pero si hería parte de su orgullo.

Entonces, algo cálido y suave se metió en el bolsillo izquierdo de su pantalón, tomando con gran fuerza su mano.

—Pues, para mí, no hay nadie más atractivo que tú, Kagami-kun. —fueron las simples palabras que salieron de los labios del más bajo.

Kagami observó la unión de su mano con la ajena —escondida bajo la tela del pantalón de su uniforme de Seirin— y luego miró el perfil de su novio, que caminaba tranquilo a su lado, aun con una casi imperceptible sonrisa en su rostro.

Si, era verdad. Él era más atractivo que nadie.

Y, además, no tenía por qué importarle la opinión de otra persona que no fuera su novio.

Kuroko era al que amaba.

 

 

 

 

No hacía más de un minuto que había llevado su teléfono a su oído —quizá menos— y, para ser sincero, ya quería cortar la comunicación.

La verdad que el partido amistoso con Seirin había sido de todo menos amistoso.

Si bien habían ganado —aunque fuera por unos míseros tres puntos—, el partido había sido mucho más pesado que el pasado en la Winter Cup.

No podía asegurarlo con certeza pero, luego de haberse convertido en campeones, Seirin se había vuelto inusualmente fuerte. Ni hablar de aquella insoportable pareja de primero con su increíble sincronización que…

Senpai, ¿estás escuchándome?—Inquirió la aguda voz del otro lado con un matiz molesto. Kasamatsu hasta podía visualizar el escandaloso puchero que su as estaba montando.

—Si, si… —contestó perezosamente al tiempo que se dejaba caer sobre su cama, aun con los pies sobre la alfombra de su habitación.

Consciente de que muchas veces había demostrado cierto disgusto ante el aura tan vivaracha que rodeaba a Kise en todo momento, Kasamatsu no podía negar de que, en cierto modo, estaba agradecido de que su kouhai tuviera la suficiente confianza en él como para llamarlo en cualquier momento del día para hablar de otra cosa que no fuera el básquet.

A ver, ¿qué dije?—le demandó el rubio del otro lado como una madre cuando sermonea a su hijo y éste no le está prestando atención.

Kasamatsu cerró los ojos —buscando la poca paciencia con la que había nacido— y suspiró de forma molesta antes de volver a hablar:

—Kise, el juego de hoy me dejó hecho trizas y lo sabes. Asi que, termina tu maldita perorata de una vez y ve al maldito grano, joder.

El siete bufó del otro lado y murmuró algo inentendible para el pelinegro, para luego responderle a su senpai.

Te dije que ya encontré una forma de llamar la atención de Aominecchi.—dijo con tono molesto.

Aquella simple frase hizo que el cuatro casi saltara de su lecho, abriendo sus ya enormes ojos hasta que ambos se convirtieron en dos platos.

De forma brusca, se sentó en el borde del colchón y apretó el aparato entre los dedos de su mano derecha.

— ¿A qué te refieres, Kise? —inquirió con tono preocupado.

Pues, ¿viste que luego del partido me fui con Kurokocchi y Kagamicchi? —preguntó el rubio con tono divertido. Kasamatsu solo atinó a tragar con fuerza como respuesta, a sabiendas de que había muy pocas probabilidades de que su kouhai oyera el accionar de su garganta del otro lado —aunque al parecer si lo hizo puesto que continuó hablando como si el otro le hubiera respondido—. Bueno, le propuse a Kurokocchi que me prestara a Kagamicchi para darle celos a Aominecchi.

‘Calma, Yukio. Cometer homicidio es ilegal’, le decía una voz proveniente de la parte posterior de su cabeza —una voz que se parecía extrañamente a la de Kobori.

De todas formas, al oír aquello, parte de su preocupación se fue volando como las palomas cuando se las espanta. La verdad era que esperaba que Kise tomara acciones más drásticas como, por ejemplo, confesarse directamente al cinco de Touou.

No. De igual forma, no dejaría que nada de aquello sucediera: ni lo que él había imaginado ni lo que el rubio estaba planeando junto al diez de Seirin.

Pero la razón de su enojo era otra totalmente diferente a la que había generado su preocupación.

—Kise, ¿tienes idea de lo estúpida que es esa idea? —espetó Kasamatsu apretando los dientes y tomándose el tabique de su nariz con su dedo índice y pulgar, buscando calma.

¿Ah? ¿Por qué, senpai? —habló ofendido el siete del otro lado — ¡Qué cruel!

El cuatro respiró hondo —buscando más paciencia— y volvió a hablar:

— ¿Acaso eres idiota? Sabes perfectamente que todos saben que Kagami y el fantasma están juntos. Nadie creerá que—

—Ah, senpai. Eso no importa. —lo interrumpió con tono despreocupado que hizo que una vena palpitara en la sien del mayor con furia. —Kurokocchi dijo que me ayudaría para que Aominecchi no sospeche, ¿no es genial?

Aquello fue como si le hubieran tirado un enorme ladrillo de plomo en la cabeza que lo hundía hasta el décimo subsuelo de la tierra.

Siempre había apelado al lado racional de la sombra de Seirin, argumentando que alguien como él —que siempre pasaba desapercibido— no querría inmiscuirse en un tonto problema amoroso de Kise. Aunque siempre hubo cierto porcentaje de desconfianza.

Y, al parecer, no se equivocaba.

No sabía muy bien qué tipo de táctica había usado su kouhai para que el tranquilo chico fantasma le prestara atención y accediera a ayudarlo —para Kasamatsu, todos, incluyendo a Kuroko, encontraban insoportable a Kise. Pero al parecer había sido una muy buena, considerando que hasta el tosco de Kagami Taiga había aceptado a participar del plan.

De cualquier forma, eso era lo que menos le preocupaba.

Ahora, su atención estaba centrada en idear un plan para que el rubio no consiguiera lo que estaba buscando.

No era como si fuera una especie de tirano que solo buscaba que los demás fueran infelices, no. La cosa era que Kasamatsu estaba algo asi como… enamorado del estúpido de Kise.

No era que fuera como una muchacha con las hormonas alborotadas: la verdad que se comportaba bastante normal frente a su kouhai. Además, tampoco le había dado muchas vueltas al asunto —en ese momento el ingreso a la universidad ocupaba la mayor parte de su mente y tiempo.

Pero no podía dejar de pensar en aquel sentimiento cuando cosas como esas pasaban.

La sola idea de imaginarlo con alguien más —una chica o un chico—, generaba en su estómago un fuerte nudo que le quitaba hasta el hambre y también, en el interior de su pecho nacía la urgente necesidad de golpear a cualquiera que tocara un solo cabello del rubio.

El día que lo asumió y lo aceptó como algo que, tal vez, era inevitable —teniendo en cuenta el tractivo del siete y su poca capacidad para mantener una simple charla con una muchacha por más de dos minutos—, decidió que no le daría mucha importancia. O, al menos, no más de la que era necesaria.

Sin embargo, el día que Kise le confesó que hacía más de tres años que estaba enamorado del irritante ala pivót de Tōō, toda su calma se había ido al carajo.

Consideró seriamente la idea de confesarse, a sabiendas de que sería inútil por la forma en que el rubio había hablado del moreno. Aunque en su mente conservaba la humilde esperanza de que el siete cambiara de opinión y lo aceptara, aunque sea, como consuelo.

Pero Kise era terco como una mula y si había mantenido intactos sus sentimientos durante tres años, era obvio que iba a estar firme ante la idea de conseguir el corazón del moreno, aunque le costara la vida.

Fue por eso que Kasamatsu decidió callar y encerrar para siempre sus sentimientos para con el moreno.

Hasta ahora.

Si la sombra de Seirin estaba en medio de ese plan, no había ni la más mínima probabilidad de que Kise no saliera ganando.

Kuroko era muy cercano a Aomine —y hasta se atrevía a decir que era una gran influencia—, no le sorprendería que el peliceleste lograra convencerlo para que estuviera junto al rubio.

Y eso era algo que el cuatro no había tenido en cuenta.

Que Kise fuera a pedirle ayuda a Kuroko…

—Senpai, ¿sigues ahí? —preguntó el siete algo preocupado de que su capitán se hubiera quedado en silencio tanto tiempo.

La voz de su as lo sacó de sus cavilaciones y algo confundido contestó:

—S-Sí, aquí estoy. —habló llevándose los dedos a los ojos para masajearlos lentamente: por alguna razón había empezado a dolerle la cabeza. —Kise, estoy muy cansado. Mañana me cuentas todo mejor. No llegues tarde a la práctica. —y sin preocuparse por la respuesta del menor, cortó la llamada.

Colocó el celular en su mesa de noche y apagó las luces antes de desvestirse y quedarse con tan solo una remera y un bóxer puestos. Se acostó, dispuesto a conciliar el sueño, pero sus ojos se vieron clavados en el techo con gran intensidad. Chasqueó la lengua con molestia y se giró, quedando en dirección a la ventana.

No sabía cómo pero debía evitar que Kise consiguiera estar con Aomine, aunque le costara el orgullo.

Notas finales:

Ohaio, Minna-san! Cómo han estado despues de tanto tiempo? Espero que esten teniendo un bello jueves santo!

Como verán, he vuelto con un nuevo fic de KnB que es un fandom muy dificil de abandonar a pesar de que casi esta siendo destruido con sus ultima publicaciones y estrenos! Pero bueno, una fan es una fan y ni el viento la quiebra!

Como se habrán dado cuenta, no especifiqué las parejas que apareceran en esta nueva historia y obviamente no pienso hacerlo hasta el final. La idea es que ustedes se intriguen y no dejen de leer con tal de saber cómo acabará todo!

Espero este capitulo les haya gustado. Se que es corto pero les prometo, no les juro, que los que siguen son muchisimo más largos!

Como siempre, son libres de comentar lo que quieran, todas sus opiniones serán bien recibidas. También, si quieren, pueden pasarse por el resto de mis historias recientes!

Supongo que con una actualización a la semana estaran contentos así que nos leemos la semana que viene! Cuidense y felices pascuas! Matta ne!


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