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Recuerdos perdidos. por VZAlex

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Notas del capitulo:

Sin más preámbulos, el primer capítulo. 

En un principio, era la esperanza quien movía los arcaicos engranajes del mundo. Actuando como una infalible guía, tomaba de la mano a los humanos, como quien sostenía a un niño pequeño para enseñarle a caminar. Aseguraba sus caminos con armonía y, en un momento dado, animaba sus almas hasta que alcanzaban todas sus metas.

 

Recibía entre sus alas a quienes lo deseaban, cubriéndole en las noches lúgubres y, siendo su refugio cuando el frío calaba en los huesos. Días distante de lo idílico, que forjaban el carácter de esos seres. Allí demostraban agradecimiento a eso, que jamás defraudaba y permanecía siempre a un costado. Invisible y a la vez demasiado notorio.

 

No existían guerras, matanzas o destrucción. El porqué de todo yacía bajo el manto de una aparente tranquilidad. Donde colores tremolaban entre cúmulos almidonados, encima de las cabezas de todos, incluso de las planicies oliváceas cubiertas de flores y arbustos de zarzamoras. Todo se repartía con equidad. Gracias a la fuerza incompresible que alimentaba la vida de todos. Magia. Maravilla.

 

Tomó muy poco tiempo. Los hombres apelaron al lado más egoísta y lóbrego de sus mentes. Creyeron que merecían más. Fundamentaban las peleas con la idea de que, finalmente demostraban su superioridad. Eran ellos, quienes con cuerpo, mente, sentimientos y creatividad merecían sostener entre sus manos el poder, para así controlar lo que se atravesase en su camino.

 

Fue así como la primera guerra se erigió en medio de la tierra. Existieron quienes alzaron sus armas para dañar a los suyos. Destruían a favor de un poder que llenaría el vacío que profundizaba en sus corazones. Entes desesperanzados, que no querían creer en la felicidad, o que tenían demasiado miedo para aceptarla. Mataron a quienes aman. Destruyeron lo que amaban. Quedaron confinados a ver un desolado mundo, atado directamente a sus acciones.

 

Pese a todo eso, aún quedaba esperanza en el mundo. Hubo quienes rechazaron las bélicas prácticas de sus hermanos, y buscaron refugio en esas inmensas alas que, en otros días aseguraron sus sueños y custodiaron los dulces pensamientos dentro de sus cabezas. Clamaron misericordia en los más difíciles escenarios y una voz les respondió, extendiéndoles ese preciado regalo.

 

Tan atribulada y temerosa por las vidas de sus pequeños, les otorgó a cada quien dones según su voluntad. Hizo emerger de los árboles, de los ríos y las flores, hermanos y hermanas que les cuidarían en la transición de ser algo más que meros pobladores de la tierra. Albergaron sensaciones únicas, y adoptaron ese lazo único que unía todo.

 

Convertidos en guardianes de lo mágico. Las llamadas criaturas prevalecieron con el paso del tiempo. Emergieron de las sombras para custodiar a quien se mantuvo con ellos, dándoles otra oportunidad.

 

Los bélicos humanos se auto-proclamaron dueños del mundo. Combatieron durante años entre ellos, adaptaron sus medios para sobrevivir sobre la árida tierra que, ahora mostraba un lienzo cubierto de manchas y traiciones. Una inequívoca prisión de las que jamás serían capaces de escapar. Tal vez, si tuviesen algo de compasión, todo sería diferente.

 

Tomaron la magia entre sus dedos. Embriagados con la vibrante sensación de control, abrieron su mente al pleno conocimiento de sus corazones. Temor, odio, ira y celos. Unos que la fuente nunca quiso revelar. Ansiaba la prosperidad de la raza. Y una vez que la venda cayó de sus ojos, estos se ennegrecieron ante la inmensurable culpa que carcomía sus entrañas. Un peso que llevarían a rastras, sin poder dejar detrás, por más férreos que fuesen sus vanos intentos.

 

La varita, ese crudo invento de madera y piezas animales, esclavizó los últimos restos de magia trazados a través del globo terráqueo. Lo que pretendía ser una barrera para todos, protegiéndoles de las fuerzas oscuras que pululaban más allá de lo imaginable, ahora otorgó poder a las desleales criaturas. Algunos contemplaron con maravilla la oscuridad, dejándose caer de rodillas para suplicar más poder.

 

Tuvieron la desfachatez de pensar que la historia no vería la luz. Que permanecería eternamente arraigada a los cuerpos inertes de sus víctimas. Temían de la lástima, el temor o el rechazo de sus descendientes. Mantuvieron el secreto oculto, hasta este momento.

 

El aula sucumbió en silencio durante un par de segundos. Tanto así, que el profesor meditó durante algún tiempo. Empezó a armarse imágenes de alumnos dormidos, babeando sobre sus libros y haciendo trucos baratos con la varita, como si no los viese. Esperaba cualquier cosa, después de todo, el fino arte de la historia no era la cosa más interesante para jóvenes mentes que sólo venían el comienzo de la vida.

 

—   ¿Tenemos que creer que todo el mundo surgió por una tonta guerra ancestral, y que las criaturas mágicas son en realidad humanos convertidos por una fuente mágica? —el tono déspota de un rubio no se hizo esperar, que sin alzar la mano, lanzó dardos envenenados al mayor.

 

—  Y que la magia era una mujer pájaro gigante con un sentido muy estimado de los celos, Draco. —recordó una chica, riéndose. Vestía la misma túnica que el anterior, sólo que con una cabellera castaña y los dientes algo chuecos.

 

—   Malfoy, Parkinson. —llamó la atención el hombre frente al podio, dando golpecitos con la varita contra un andrajoso libro de historias, que mejores tiempos había visto. — Intento enseñarles una nueva perspectiva de lo que ya conocen. No es un hecho, llámenlo una posibilidad. —y una vez acomodó sus enormes gafas de pasta, apuntó a la puerta. — Son libres de retirarse. Ha terminado nuestro tiempo juntos.

 

Nadie puso pega. Montones de libros y plumeros acabaron volcados entre los bolsos de cuero, mientras túnicas negras serpenteaban a través de los suelos adoquinados. Tal cual lo harían una pandilla de hormigas, los alumnos trazaron un camino a la salida. Claro, hasta que la voz del compungido profesor les recordó traer sus deberes para la próxima clase.

 

Tres cuerpos intentaban pasar entre la multitud de estudiantes. Nunca, jamás y bajo ninguna circunstancia, era seguro ir en contra de la corriente de un montón de magos con estómagos vacíos que buscaban la entrada al comedor. Sin más que hacer, incluso el trío de oro se dejó hacer y siguió la corriente.

 

—   ¿De dónde creen que el señor Binns sacó esa leyenda? —preguntó la castaña, apretujando los libros como si no existiese un mañana.

 

—   Ni idea. Siempre habla de cosas aburridas. Al menos hoy ha variado. —respondía Ron, quien vislumbraba en su mente el apetitoso menú de esa tarde. Nunca cambiaba, en su mente la comida era una cosa primordial.

 

—   A mí me pareció extraño. Lo que más me sorprendió es que nadie se quedó dormido. Todo un logro, ¿verdad, Harry?

 

—   Sí, sí… —pero parecía que el león no prestaba mucha atención a las palabras de su amiga. Tenía la mirada clavada en la pared que daba directo al despacho del director. Dumbledore no asistía a las comidas. Y tenía tiempo sin verle recorrer los pasillos con su indescriptible sonrisa.

 

—   Seguramente está ocupado con cosas del Ministerio. Mi padre me ha dicho que estos días todo está muy movido. Parece que transladarán nuevos reclusos a Azkaban. —las palabras del pelirrojo, que intentaba tranquilizarlo, no hicieron más que despertar las ansias que le carcomían cada mañana.

 

—   Volverá antes de que lo notemos. Ya verás como seguramente cruza la puerta, pidiéndole a Snape que sea más…

 

—   “Amable con los alumnos de las demás casas. Slytherin no es una prioridad. Todos son importantes.” —citaron al unísono los tres chicos, imitando la afable voz del anciano. Quien no tenía más que… ¿trecientos años? ¿cuatrocientos, quizás?

 

Las carcajadas sumieron la estancia en lo que tardaban en llegar al comedor. Entre tanto, la mente de Harry aún se debatía sobre si creer las palabras de sus amigos. No es que desconfiase en ello, es que, desde su entrada a Hogwarts, todo había sido menos que normal. Inclusive las cosas que sí deberían hacerlo. Así que, ¿quién le aseguraba que esta no era una de ellas?

Notas finales:

¡Espero muchísimo que les guste este capítulo!

Este es el primer fic que me he atrevido a realizar. Sé que no es una pieza de arte, que no es perfecto, pero creo que nada puede ser realmente perfecto. Y en ello yace lo humano, lo esencial.

Además, que me he divertido mucho escribiéndolo. No duden en dar sus opiniones, críticas y demás cosas. Estoy abierto a escucharlos, después de todo, yo puedo aprender mucho de ustedes.

Sín más nada que decir, se les quiere. ¡Y hasta el próximo capítulo!

 

 


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