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Detrás de ti por Yais

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Notas del fanfic:

¡Hey! me disculpo de antemano por la cantidad de anglicismos que seguramente usaré. Tengo una idea muy vaga de cómo se deben traducir algunas cosas y otras no las quiero traducir, así que… ¿saben qué? whatevs defensores del idioma ¯_(ツ)_/¯.

Este es el primer Spideypool que publico. Jamás me habría atrevido a escribir sobre mi héroe de la infancia Spidey, si no fuera por el “Spideypool” de Joe Kelly.

Ya que estoy en esto, pronto le levantaré el veto a Dragon Ball

En fin, esto es un universo alterno con relaciones A/B/O. All Media Types.

Capítulo 1

 


Cuando Peter salió del Daily Bugle metió ambas manos en los bolsillos de su chaqueta y se encogió de hombros. Era mediados de septiembre, por lo que el clima en la gran manzana era perfecto, sin embargo él sentía que se estaba congelando como si fuera enero.


El día anterior Hydro-Man había intentado ahogarlo en el Río Este y aunque, evidentemente, no logró asesinarlo, sí lo obligó a balancearse hasta su departamento empapado y tiritando. Probablemente el frío que sentía significaba que cogería un resfriado.


“Al menos logré tomar unas buenas fotos” se dijo mentalmente mientras acariciaba el cheque que Betty le entregó al salir de la oficina de Jameson.


Actualmente ya no estaba obligado a escuchar los gritos del director, pues tenía un mes trabajando como interno en Stark Industries y, como Vengador y agente de S.H.I.E.L.D. ocasional, tenía acceso a toda la tecnología que requería sin necesidad de invertir mucho dinero. Sin embargo, era incapaz de decirle que no a unos dólares extra o a la sensación de calma que le causaba saber que, pasara lo que pasara, siempre podría contar con el odio de J. J.


Sacó la mano de su chaqueta para revisar su reloj y sonrió al darse cuenta que aún era temprano y, además, ¡tenía dinero extra para gastar ese mes! Contaba con tiempo suficiente para ir a alguna joyería y comprarle un par de aretes a su tía antes de que iniciara su turno en Stark Industries. Nada ostentoso porque Jameson era y siempre sería un tacaño.


Mientras caminaba a la joyería se tocó la nariz un par de veces, molesto por la sensación de un estornudo que no lograba dar. Si quería convertir su internado en un contrato y no perderse las noches de patrullaje, también necesitaba mantenerse saludable. Debía comprar un antigripal antes de que lo síntomas del resfriado fueran serios.


Hizo su primera parada en una tienda de conveniencia y mientras hacía su recorrido por los pasillos en búsqueda de la sección de medicamentos no pudo ignorar que alguien lo estaba mirando fijamente. No se trataba de una amenaza, su sentido arácnido no era el que se había activado, sino su instinto omega. Un alfa lo veía como pareja potencial y él más que intimidado o alagado, estaba impactado porque lo hubiera notado.


Estaba seguro de que en ese momento desprendía una cantidad de feromonas tan poco atractivas que serían suficientes como para disminuir la líbido a un alfa adolescente que olía por primera vez a un omega.


El alfa que lo miraba parecía ser un joven sin ninguna habilidad, pero Peter, más que nadie, sabía que no era sabio dejarse llevar por las apariencias. Tenía que estar muy alerta.


Cuando mutó, entre los muchos poderes que consiguió estaban las capacidades de controlar sus feromonas y su celo. Podía suprimir su aroma hasta el punto de que el alfa con el sentido del olfato más desarrollado lo podía confundir con un beta, o modificar la forma en que desprendía hormonas para oler como un omega infértil de 80 años.


Esas habilidades lo habían ayudado tanto para mantener alejados a todos los alfa que no le interesaban, como para hacer que su identidad secreta se mantuviera así. Para todos el famosísimo Spider-Man era un beta, mientras que Peter Parker era un omega nada atractivo.


Por otro lado, su habilidad para suprimir su celo le había permitido ahorrar una fortuna al no tener que comprar inhibidores. Una bendición considerando que por muchos años su situación financiera fue bastante precaria.


Peter se enderezó un poco y trató de actuar natural, pero cuando percibió que el alfa se había armado de valor para acercársele, pasó su mano derecha por sus cabellos castaños, en un gesto de nerviosismo, y prefirió tomar el antigripal que buscaba para huir a la sección de cajas.


En el mejor de los casos huía de una conversación casual, en el peor, se alejaba de una tienda repleta de civiles que podrían resultar heridos si comenzaba una batalla contra algún súper villano que conocía su identidad secreta.


Cuando Peter vio que el joven se retiró, desincentivado por su notorio rechazo a ser cortejado, suspiró. A decir verdad siempre estaba abierto a las posibilidades y en ese momento no tenía pareja –o, tal vez tenía una, no estable–, pero entre sus preferencias no estaba un alfa.


Y no tenía nada en contra de los alfas. De hecho, la mayoría de sus amigos lo eran. Sin embargo, cuando se trataba de relaciones románticas, a pesar de ser un omega, prefería a los betas. Un beta era mucho menos problemático, no era posesivo y jamás cometía el error de creer que podría tener una relación seria con un omega.


En resumen, su vida amorosa siempre había sido algo complicada, más cuando un alfa estaba involucrado y lo que menos quería ahora era complicado.


–¿Eso sería todo? –le preguntó la cajera y él asintió con una sonrisa antes de pagar el importe correspondiente y salir de la tienda.


Después de recorrer tres cuadras notó que en lugar de comprar la versión en emulsión del antigripal, pagó por un frasco con cápsulas. Para él resultaba imposible tragarse el medicamento sin agua, no estaba entre sus súper habilidades hacerlo sin vomitar, así que se resignó a tomar el medicamento hasta que estuviera en el trabajo.


Mientras seguía su camino notó que las calles tenían un aroma diferente, pero no pudo calificarlo como agradable o desagradable. Lo que sí pudo percibir fue que los omegas a su alrededor desprendían una vibra dócil y los betas sonreían, aunque ninguno de ellos reparaba en él. Quienes sí se daban cuenta de su presencia eran los alfa, más de uno le había lanzado una mirada evaluativa.


Extraño.


En una actitud poco adulta e inteligente se llevó la muñeca a la nariz. Sabía de sobra que era imposible que percibiera su propio aroma, pero no perdía nada intentándolo.


Entonces, a pesar de que estaba a una cuadra de su destino, pensó que sería mejor ir a la joyería otro día y llegar temprano a Stark Industries para hacerse un chequeo rápido.


Sin embargo, su sentido arácnido se activó y ya no pudo decidir. No sólo sería incapaz de hacer su compra sino que también llegaría tarde al trabajo.


Miró a su alrededor, intentando predecir el lugar exacto por donde se aproximaría el peligro y justo en ese momento la pared del edificio que estaba a diez metros de él explotó. Sólo tuvo dos segundos de advertencia.


Generalmente aprovechaba la confusión para escabullirse y ponerse la máscara sin que nadie lo viera, pero la reciente explosión lo dejó más aturdido que de costumbre. Nunca había experimentado eso antes, fue como si el peligro hubiera nublado todos sus sentidos en lugar de agudizarlos.


Poco a poco fue capaz de escuchar los gritos de los transeúntes y cuando por fin pudo ver a su alrededor, lo primero que notó fue como uno de los enormes espectaculares sobre el edificio recién explotado, estaba por caer sobre una niña.


Peter consideró la idea de salvarla con su telaraña, aún sin traer puesta la máscara. Pero, cuando alzó el brazo se dio cuenta que estaba temblando y era incapaz de apuntar correctamente. Prefirió correr hacia la pequeña.


Rodó con la niña por el pavimento, lejos del espectacular y los escombros. Ambos estuvieron a un metro de distancia de ser aplastados.


–¿Estás bien? –preguntó mientras miraba hacia todas las direcciones para asegurarse de que no hubiera algún otro civil en riesgo. Aparentemente el resto de las personas estaban a salvo y algunas, intuyendo que el peligro había pasado, se acercaban a la escena, deseosas por saber qué había originado la explosión.


–Sí –contestó la pequeña. Entonces el sentido arácnido de Peter se activó al mismo tiempo que una bala de lanza granadas pasaba frente a él.


–¡Abajo! –gritó lo más fuerte que pudo para que todos los civiles que aún estaban en la zona lo escucharan y se hizo un ovillo junto con la cría, esperando que su cuerpo fuera suficiente para cubrirla de la nueva explosión.


El proyectil impactó contra el aparador de una tienda y mientras la onda expansiva le abrazó la espalda, Peter no tuvo duda que ya estaba resfriado. No había otra explicación para que su sentido arácnido estuviera actuando con ese nivel de retraso.


El cuerpo le dolía horrores, pero aun así hizo un esfuerzo para pararse y llevar consigo a la niña quien estaba en shock y temblaba bajo su cuerpo. No necesitaba la ayuda de sus súper sentidos para darse cuenta que ambos seguían muy cerca del peligro.


Entonces lo escuchó. La conocida e inconfundible voz de Deadpool. -¡¿Qué pasa contigo?!


Peter elevó la cabeza para poder mirar como al antihéroe salía de entre los escombros de la última tienda que había explotado, con unos billetes quemados en la mano derecha y lo que parecía el maniquí chamuscado de una mujer bajo el brazo izquierdo. Le estaba gritando a alguien al otro lado de la calle.


–Acababa de convencer al dependiente que me vendiera este modelo – Deadpool levantó al maniquí –el que tenía puesto era el único de mi talla y ¿sabes por qué en las tiendas no quieren vender lo que está en exhibición? Creo que es por algo del escaparate y el horrible pecado de tener a un maniquí sin ropa al frente por cinco segundos y tú ¡acabas de volarlo en pedazos! Además, ¡¿dos disparos?, la tienda tiene un frente de cuatro metros! – abrió los brazos como si midieran esa extensión.


Peter arrugó el entrecejo, no escuchaba los lamentos de algún sobreviviente a la explosión dentro de la tienda. Sin embargo no podía decir que en realidad no hubiera heridos. Su sentido del oído y vista estaban nublados.


Estaba seguro de que, al igual que Deadpool, él también hubiera soltado algún tipo de comentario irritado a quien fuera que le lanzara dos granadas, él se hubiera preocupado por salvar a los civiles, en lugar de a un maniquí y, definitivamente, no uno que traía puesto lo que antes de ser chamuscado parecía ser un traje de baño de dos piezas, rojo con motas negras.


–…eso sería como doce, no, trece pies, para que me entiendas.


El hombre del lanzagranadas parecía confundido y aterrorizado, aunque no por no comprender el sistema métrico, sino por la presencia del mercenario. Dio dos pasos para atrás, pero, aparentemente, se lo pensó mejor y remplazó el lanzagranadas por la metralleta que cargaba en su espalda y comenzó a disparar.


Deadpool esquivó las balas mientras comentaba el gran daño que los desórdenes alimenticios le hacían a los individuos y a la sociedad.


La gente volvió a correr y Peter prefirió no intentar adivinar lo qué ocurría y continuó la retirada, por ahora el espectacular en el piso era lo único que los “protegía” a la pequeña y a él de otra granada o un balazo. Debía aprovechar que su mareo momentáneo por fin había pasado y sus sentidos vuelto a la normalidad, para ir a algún rincón oculto y ponerse la máscara.


–¡Kara! –gritó un hombre entre la multitud y la niña respondió dando un salto. El sentido arácnido de Peter zumbó.


-Papá –la pequeña susurró primero y después gritó –¡papá!


Debía de haber una lección en la escuela llamada “aspectos básicos para no atraer la atención del villano”. Eso, definitivamente le hubiera ahorrado muchos problemas a Peter porque en ese momento el hombre del lanzagranadas, decidió que ellos serían una buena opción de escudo humano.


Peter intentó ser lo más cuidadoso posible cuando empujó a la niña. –Corre –le ordenó, mientras se resignaba a ser tomado por el cuello y convertirse en rehén.


Era bastante dolorosa e innecesaria la forma en que su sentido arácnido no dejaba de alertarlo, más porque era evidente que tenía el cañón de una pistola en su cabeza y que su captor estaba desesperado, su sangre ya estaba ensuciando la ropa de Peter.


En realidad no le sorprendía que el hombre con el lanzagranadas, la metralleta y la automática fuera incapaz de vencer a Deadpool, quien, aparentemente, había logrado herirlo lanzándole un dedo del maniquí. No lo culpaba por querer tener un rehén, pero ¿por qué tenía que pegarse a él de esa manera?, le estaba causando escalofríos.


-Aléjate, o le vuelo la cabeza –el hombre presionó la pistola sobre la sien de Peter con más fuerza en un intento por disuadir a Deadpool. En su voz se podía notar su sensación de triunfo ahora que se escondía detrás de un escudo humano. Pero sólo logró que Peter hiciera una mueca de disgusto porque el mercenario no se movió ni un milímetro.


Pasaron tensos segundos en silencio.


-¿Y? –preguntó Deadpool, mientras sacaba una pistola de su bolsa trasera. Después comprobó su peso y finalmente le apuntó al hombre y a Peter en el proceso.


-¿Qué? – la voz del tipo dejó entrever su confusión.


–¿No ibas a dispararle? Ya perdí mucho tiempo –miró su reloj de muñeca– aunque no lo creas tengo cosas más importantes que hacer que mirar como intentas ocultarte detrás de ese nerd.


Evidentemente el hombre estaba muy confundido.


Peter cerró los ojos en un intento por olvidarse te todo lo que percibía a su alrededor. Debía pensar en una forma de liberarse sin tener que utilizar sus habilidades. Salir de aquella situación siendo únicamente Peter Parker sería muy difícil, pero, sin duda, era mucho más probable que lograra rescatarse a sí mismo a que los otros dos bajaran sus armas.


-Verás – continuó Deadpool –estoy tratando de disminuir la cantidad de... er bajas de gente inocente de las que soy responsable. Así que no te puedo disparar sin dispararle a él, pero si tú le disparas, entonces podré dispararte unas cuantas veces para que me digas quién te mandó. Si, ya sé que... es como mirar Animal Planet y claro que tengo el tipo. De cualquier forma lo hizo él.


Nadie que no estuviera acostumbrado al balbuceo de Deadpool entendería qué pasaba, pero Peter, quien ya había tenido que escucharlo una cantidad incontable de veces durante las misiones que habían realizado juntos, tomó la oportunidad y usó su mano derecha para golpear la pistola apuntando a su cabeza y la izquierda para zafarse del agarre de su captor.


Tal vez utilizó un poco de su súper fuerza para lograr la acción y sus sentidos para asegurarse de que Deadpool tuviera el tiempo suficiente y la apertura necesaria para incapacitar al hombre del lanzagranadas, pero, de verdad, la sensación del tipo restregándose contra él era asquerosa y necesitaba llegar temprano al trabajo. Ser rehén no estaba en su agenda.


Se escucharon dos balazos. Peter se arrastró un poco hacia al frente antes de darse la vuelta y ver como el hombre del lanzagranadas había sido obligado a soltar la pistola con el primer balazo y con el segundo a no poder sostenerse con su pierna izquierda.


Peter escuchó a Deadpool acercarse y lo vio pasar a su lado sin siquiera dedicarle una mirada. Toda la atención de su compañero de misiones ocasional estaba fija en el tipo que lo había atacado.


El castaño no pudo evitar fruncir el entrecejo, evidentemente sus sentidos ya funcionaban correctamente, pero la forma en como percibía el aroma de los civiles asustados y la adrenalina del hombre desangrándose frente a él era diferente a lo que siempre sentía cuando se encontraba en una situación similar.


Incluso el mercenario olía diferente. El típico rastro de sangre seca o pútrida que solía dejar a su paso, había sido sustituido por una fragancia agradable que nunca había olido antes.


–Entonces –Deadpool se agachó para quedar a la altura del hombre del lanzagranadas, quién intentaba alejarse de él arrastrándose por el piso mientras entre dientes rogaba por su vida. El mercenario sacó su arma y le apuntó a la cabeza. –¿A quién le debo el honor de este patético intento? –con aquel tiro directo esparciría sus pedazos por toda la calle.


El hombre cerró los ojos y apretó los labios. Cualquiera que fuera el motivo por el cual había atacado se iría a la tumba con él.


–En fin –el mercenario movió el dedo para jalar el gatillo cuando Peter, incapacitado para permitir que alguien fuera asesinado en su presencia, gateó lo más rápido que pudo hacia Deadpool.


–¡No lo hagas! – le pidió e iba a intentar tomarlo del hombro para detenerlo pero el mercenario sacó otra arma y le apuntó a Peter, directamente a la frente.


El tiempo se detuvo. No había ruido, no había advertencia de su sentido arácnido, no había nada a parte del olor de Deadpool. Se preguntó ¿cómo era posible que no sintiera miedo? Sus súper poderes se habían vuelto a apagar, otra vez tenía un arma pegada a su frente y lo único que podía hacer era embeberse en aquel aroma.


A pesar de que traía puesta la máscara, Peter sabía que el mercenario lo estaba mirando como si fuera una especie de demente. Algo verdaderamente perturbador si tomaba en cuenta quién era quien lo estaba juzgando.


–¿Cómo quieres que sepa qué hace? –susurró Deadpool y justo después se dirigió a él –¿qué haces?


–Amm… –Peter sintió la boca inusualmente seca –no lo mates –pidió.


La burbuja en la que estaba se volvió a romper cuando escuchó las sirenas de la ambulancia y la policía acercarse. Sobre ellos estaba el helicóptero del Daily Bugle grabando. ¿Cuánto tiempo tenía ahí?


Otra vez todo volvía a la normalidad, incluso el aroma del mercenario desapareció y su sentido arácnido comenzó a taladrarle la cabeza. Se echó para atrás con cuidado. Asustado. No por el arma, sino por la imprudencia de sus acciones.


Deadpool bajó lentamente ambas pistolas antes de inclinarse al hombre del lanzagranadas para susurrarle algo y salir de la escena. Él no era bueno para tratar con las autoridades.


Peter lo miró insistentemente mientras se perdía entre la gente y después en un callejón. Pero el mercenario no volteó a verlo ni una sola vez.

Notas finales:

Don't ask why I'm doing this just bear it with me ;D.


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