Se escuchaba el canto de las aves y el sonido de la cascada.
Era lo único que lo entretenía en ese lugar... Su casa. O más bien torre.
Vivía en una torre rodeada de basta vegetación, la cual parecían murallas, grandes murallas, y una cascada con un pequeño lago, a los cuales nunca podía a ir.
Su fiel compañero, Maru, una linda ave color café, lo distrajo.
—¿Qué pasa Ma...? — abrió los ojos asustado —¡No! Te he dicho que no comas eso ¡Es pintura!
Rápidamente alejó a Maru de la pintura.
Amaba pintar. Las paredes de la torre estaban pintadas de sus dibujos. Pero Maru siempre quería probar las pinturas.
—Kōki. Deja caer tu cabello.
—¡Tío!— corrió a la única entrada a la torre, una ventana situada a 40 metros de altura, sujetó su cabello y lo tiró.
Los metros de cabellos llegaron lo suficientemente bajo para que su tío escalará.
—Tío— saludo efusivamente. Era normal. Después de todo estuvo solo por 3 días.
—Ya, Kōki. Vengo cansado.
—Lo siento— rápido le quitó los zapatos y el bolso.
Se quitó el gorro de la lana, y los cabellos negros descendieron como una maraña revuelta —Dame un poco de agua.
—Si— corrió, sirvió el agua y se la entrego.
—Al menos está vez lo hiciste sin tropezar.
—Lo siento— la verdad es que era un persona muy torpe, su tío siempre lo regañaba por eso. Observó a su tío.
Makoto Hanamiya era un doncel de cabello negro, ojos verdes y tez clara. Era la persona más inteligente del mundo... Bueno, no es cómo si conociera a otras personas.
Él se hizo cargo suyo cuando sus sus padres fallecieron en un accidente. No sabía el tipo de accidente o de dónde eran. Solo sabía que murieron dejándolo atrás a él.
—¿Hiciste todo lo que te pedí?
—Sí.
—¿No te faltó nada?
—Nada.
—Bien— se levantó y se dirigió a las escaleras —Ire a descansar. No me molestes. Despiértame al...,— Un chirrido detuvo su andar. Volvió a pisar el escalón — Dijiste hiciste todo.
Un escalofrío recorrió su espalda —N-No sa-sabia...
—¡Qué no tartamudez!
—L-Lo siento-— bajó la mirada y miró sus manos.
—Te he dado techo y comida por 20 años. y no puedes hacer nada bien. Eres un inútil.
Sollozó silenciosamente. A su tío no le gustaba que sollozar.
—Mañana temprano me marcharé de viaje. Cuando regrese quiero que esté lugar parezca un castillo ¿o quieres que te encierre?
—Sí tío.
—Ahora, ve, y prepará mi baño.
—Si— corrió directo al baño. Agradecía que tenía preparadas las piedras calientes. Con la pinza las retiro del fuego y las vertió al agua. Ésta enseguida comenzó a ebullición. Cuando sintió la temperatura correcta las retiro y colocó nuevamente sobre el fuego —Listo.
—Ahora sal de aquí, inútil.
Hizo una reverencia y salió huyendo a la cocina. Tenía que preparar la merienda y el té.
———
—Al menos cocinas bien— dijo mientras disfrutaba de su té.
Recogió los platos, y se retiró silenciosamente.
Llegó a la cocina y comenzó a lavar los platos sucios.
Soltó un suspiro y miró a través de la ventana. Una estrella fugaz cruzó el cielo nocturno.
—Un deseo, ¿eh? Ya he pedido tantos que ya no creo en tí... — cerró los ojos —Deseo libertad. Deseo ser libre...