ROJO Y TURQUESA
By: K.G.Á.É.
AU. Un hilo que no era rojo, y sin embargo… InahoxSlaine.
Advertencia: Formato irregular. Raro X D
Aldnoah Zero no me pertenece.
ROJO Y TURQUESA
Las cosas que necesitaba estaban a su disposición.
Familia, amigos, salud, un hogar, trabajo…
¡Incluso tenía tiempo libre!
Y sin embargo…
Vacío.
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Algo…
Algo faltaba…
Su hermana bromeaba diciendo que podría ser: una persona que lo amara.
Su hermana se equivocaba…
Amor tenía…
Pero…
Él no amaba.
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Inaho había rechazado a varias chicas quienes, juntando coraje, habían ido a él a declararse.
Era una triste escena verlas marcharse con lágrimas en los ojos; sabiendo que con sólo ir tras ellas, esas lágrimas cesarían.
Pero no lo hacía…
Terminaba por verlas perderse en la lejanía.
Ni siquiera se sentía parte del cuadro.
No existía en ese momento.
No estaba conectado.
No a ellas.
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Rojo.
Un día alguien le habló del hilo rojo del destino.
Un día alguien le habló de ese barrio rojo a las afueras de la ciudad.
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Mala suerte.
Casualidad.
Curiosidad.
Fortuna.
Destino.
Turquesa.
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No supo por qué, pero el turquesa de unos ojos salvajes en el oscuro callejón de ese barrio rojo, le atraparon en el instante en que se encontraron.
Su sangre que parecía haber estado dormida se sentía caliente, caliente… hasta llegar a su cabeza…
El ruido de personas haciendo propuestas de forma abierta, el ruido de otros riendo, sobrios o briagos, el ruido de ese barrio no alcazaba a llegarle y mucho menos, el ruido de la persona bajo sus puños, quien se quejaba de dolor al ser víctima de un ataque de furia, cuando apenas instantes atrás había estado a merced del placer…
Y sin embargo…
— ¡Detente en este instante!—
¿Por qué esa voz le había alcanzado?
Sus nudillos tenían sangre ajena, cuando pareció despertar.
Pero el dueño de esa voz no se dirigió de nuevo a él.
Antes de eso:
— ¿Está usted bien?—
Se acercó al hombre herido, su cliente; al hombre que había tenido dentro de sí, a pesar de no ser una más de las tan afamadas mujeres de ese barrio. Pese a usar el mismo tipo de atuendo provocativo. Pese a tener fluidos de ese hombre escurriendo por sus piernas.
— ¡No… toques!—gritó ese hombre, escupiéndole al rostro.
Marchándose con los pantalones a medio poner.
Marchándose sin haber pagado por el servicio recibido.
Aun si hubiera querido perseguirle y ajustar cuentas por su osadía, se quedó en su lugar, paralizado.
Prendado de las turquesas que le llevaron a perder la razón en el instante en que le vio con alguien más…
— ¿Se puede saber quién es usted para meterse en mis asuntos?—
Nunca antes se había sentido tan ofendido con alguien quien pide saber su identidad.
Lástima que, quien estaba en falta era él.
—Francamente no me importa. Sólo, no vuelva a hacerlo—
Sus rubios y desarreglados cabellos se mecieron al darle la espalda, molesto y dispuesto a olvidarle a él junto a su atrevimiento. Como el del otro hombre, de quien limpiaba la saliva en su rostro…
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Olvido.
¿Cómo podría permitir tal cosa?
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Con una fuerza que no era requerida, presionó aquella muñeca que era más delicada de lo que pensó.
Con un rojo que nunca había estado manchado de pasión, sus ojos le observaron.
—Pon el precio—
—Pagaré—
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—Depende…—
La muñeca que era presionada permaneció atrapada en su agarre, voluntaria. Y sintió la otra mano acunar su rostro.
El rostro del otro chico se había aproximado sin cautela, susurrando sus palabras cerca de su oído.
—…de aquello que necesite—
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La piel expuesta de su cuello, era a propósito.
Atrayente, distractora…
Y casi cae en su engaño.
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Le mordió en el cuello y le sintió debilitarse entre sus brazos que le atraparon, mientras le marcaba como suyo.
Con sus dientes, con su lengua…
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Su mano, la había dejado ir.
Su cuerpo, lo había atrapado…
Y pronto, le haría suyo.
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Un hilillo de saliva entre aquel cuello y su boca.
Un hilo que no era rojo, y sin embargo…
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—Aun… No responde… ¿Qué es… lo que necesita?—
Palabras jadeantes, que buscan saber sus demandas para cumplir cada una de ellas, le golpean.
Le despiertan. Y se da cuenta de cuál es su respuesta…
—A ti—
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—Slaine—
Su cuerpo se arquea, tiembla, sus piernas pierden fuerza y es una fortuna que esté siendo sostenido.
—Ina…ho—
Su voz se rompe, y sus turquesas se humedecen.
Y le abraza con fuerza, deseando, no haber tardado tanto en encontrarle…
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El amante que perdió una vez…
Estaba de nuevo en sus brazos.
Estaba de nuevo con él.
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Y no estaba dispuesto a dejarle ir nunca.
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N/A: ¡GRACIAS POR LEER ESTO…!
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¡Espero les haya gustado…!