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Ojos Cerrados por Kuromiyano

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Capitulo 1

Cinco letras, una palabra, veinte segundos de presencia y un aire de abandono. La madera gastada bajo sus pies estancados sin moverse y sus tiesas manos cerrándose, apretando sin conciencia en un puño. Un silencio lánguido. La trepidación de su corazón hacia vibrar su pecho y estremecer su piel, el frio calaba en su cuerpo, con la protesta del grito ahogado en su garganta.

Cinco letras, una palabra, veinte segundos de presencia…

Abrió sus ojos con parsimonia, sus largas pestañas marcaban sus absortos ojos. Un gris oscuro, sin luz, con pasado reflejado en ellos dando paso al tormento, producto de lo que él llamaba inmadurez. Lamio sus labios buscando hidratarlos, trago saliva notando un dolor protestante de su garganta.

Si odiaba dormir, odiaba despertar, odiaba el sentimiento de abulia de su cuerpo que poco a poco despertaba junto a él. Su mente y cuerpo no eran uno al momento de despertar, era incómodo para él, se sentía de alguna manera despojado de su propiedad.

Exhalo con pesadez sentándose lentamente en la pequeña cama designada a él. Sus pies tocaron la fría cerámica del suelo rasposo. También odiaba las mañanas, el sol entraba por los barrotes de la ventana justo al lado de la cama insistiendo en iluminarle el rostro que se arrugaba en desagrado, cerró fuertemente los ojos tratando de acostumbrarse.

Susurraba maldiciones y gruñía irritado.

A veces desearía ser tan ciego como su mejor amigo y compañero, Neil. El tener alguna discapacidad debía de tener algo bueno en la vida, de eso estaba seguro por muy de mal gusto que fuese su pensamiento.

–Mierda. –murmuró buscando fuerzas para levantarse de la cama. Frotaba sus manos sobre su cara de forma brusca. Inhalo lo que podía de aire en su cerrado cuarto agarrando de una silla su camisa negra para colocársela sin abotonar y salir de su habitación.

El sonido del viento le hizo ver detenidamente su alrededor. Un pasillo lúgubre con paredes de piedra perfectamente encajadas unas con otras. Las ventanas campestres le mostraban desde su altura muchas montañas cubiertas por unas espesas nubes dando una idea de la lejanía del lugar.

. –Es muy tarde para decir buenos días Daniel. –

Miró a Neil con irritación bufando sin molestarse en responderle.

. -¿Cómo logras siempre identificarme? – Daniel preguntó, lo miraba intrigado, no entendía como podía ese hombre saber todo lo que estaba a su alrededor. –¡Ni siquiera abres los ojos para aparentar!

Una risa suave y vibrante sin afán de burla de parte de Neil fue toda respuesta que obtuvo. Neil revolvió su cabello empezando a caminar en el pasillo seguido de Daniel unos pasos atrás.

Daniel era un hombre alto, ancho de hombros, un cuerpo ligeramente esbelto, esculpido y trabajado, de piel bronceada, cabello negro corto, y ojos penetrantes, amenazantes, grises, pero brillantes. Pero ante Neil, su altura y su figura contrastaban de manera muy obvia casi de forma cómica. Se veía pequeño a su lado. Daniel era más alto que la mayoría, pero Neil era simplemente demasiado, el 1.80 no rivalizaba con un 1.96. Su cabello era rojo llegando un poco por las orejas ligeramente ondulado, sus parpados cerrados resguardaban sus ojos.

. –Tenemos que partir hoy. –dijo Neil entregándole un folder amarrillo. –E.U Washington. –

Daniel inspeccionó el contenido de la misión, nada fuera de lo normal. Pasaportes falsos, residencia, identidades falsas, lo normal.

–¡Bah! Vamos a un país de idiotas…-devolvió el folder. – ¡Que sorpresa! –Neil rio ante el sarcasmo de su compañero.

. –¿Y? ¿Cuál es la cubierta? –

. –Si no mal entendí… -estaba un poco inseguro de decir sus instrucciones. Bajo el volumen de su voz adelantándose dos pasos. –Servicio…

Los pasos atrás suyo se detuvieron.

. –Tienes que estar bromeando. –dijo Daniel mirando incrédulo al pelirrojo. Buscaba algún rastro de broma en el rostro de Neil sin éxito alguno, tranquilo como siempre con cierto aire de seriedad. - ¡Maldita sea! ¿¡Donde mierda se supone que esta ese viejo!? -

. -¡Increíble!... –Daniel miró atento como de la esquina de la pared salía un hombre claramente en la tercera edad, vestido con un traje negro en su totalidad apoyado en un bastón. Pelo canoso, perspicaces ojos azules, sonrisa afable casi eterna en su rostro. – Tanto tiempo mandando al probé Neil  al recoger lo que te correspondería a ti por lógica y solo cuando quieres venir a protestar es que te dignas a querer verme a mi…tu padre. –sonrió acercándose. Su tono era claramente dramático.

. –¡Ja! ¿Qué tiene de malo mandar a un ciego a revisar datos? Neil es asombroso por ser capaz de hacer eso y más. –

Neil alzo una ceja burlón riendo por las ocurrencias de Daniel, era un idiota.

. –Ya veo…entonces no tiene nada de malo mandarte de amante de la naturaleza. –concluyó. –Me alegro de que seas tan abierto de mente hijo… -

. –Yo…

. –No es como si tuvieras otra opción. –el anciano dio media vuelta. –Les deseo éxitos chicos. –

. –Quiero matarlo. –dijo Daniel conteniendo las ganas de gritar.

. –Mejor en vez de pensar en venganzas suicidas, vayámonos de una vez, el helicóptero está esperando. –sugirió Neil posando la mano en su hombro.

Con toda la voluntad que tenía le hizo caso a Neil. Empacó, se vistió decentemente, y siguió a Neil camino a la pista. El helicóptero los llevaría hasta el aeropuerto de Moscú, de ahí tendrían que tomar el avión directo a los Estados Unidos, aterrizarían en New York, su primera parada antes de llegar a su destino, después tomarían el exprés y finalmente llegar a su destino: Washington.

En ese momento acababan de aterrizar en New York. Daniel revisaba con verdadero enojo sus identidades mientras esperara a Neil con sus maletas.

Nombre: Daniel Mustang

Edad: 28

Sexo: Masculino

Ocupación: Jardinero

Estudios: None

Nacionalidad: Ingles

Origen: Reino Unido.

Le habían cambiado el apellido, la edad y la nacionalidad, nada nuevo para él. Pero su ocupación lo dejo totalmente desencajado, ¿Qué sabia él de jardinería? Lo colocaron en un muy difícil lugar.

 –¿Pasa algo? –preguntó Neil con las maletas a un lado. –Te siento tenso…

 -¡Soy un jodido jardinero! ¿Cómo quieres que no esté tenso? –

 -¿Jardinero? ¿Qué sabes tú de jardinería Daniel? –

¡Por supuesto! La pregunta no tenía nada de extraño, la misma pregunta se hacía Daniel en ese mismo momento. En su currículo salía claramente que era un experto en jardinería con mucha experiencia que trabajo toda su vida en el campo.

. -¿¡Por qué tu eres un jodido bibliotecario y yo un jardinero!? ¡No tienes ojos para leer! ¡No tiene sentido! –

. –No lo sé, tal vez tiene que ver con los contactos del señor Benjamín –explicó.

. –¿Cuándo ha hecho semejante cosa? El viejo está más solo que yo en el sexo –

. –El señor Benjamín, tiene una gran gama de redes, creo que su red de información es lo que le hace estar en la lista negra. –

. –¿El viejo tiene eso?...bueno no importa, ¡Vamos a una librería! – se paró con la intención de salir del aeropuerto siendo jalado por Neil rápidamente para volverlo a sentar en donde estaba.

. –Cuando lleguemos podremos ir. –

Daniel chasqueo la lengua como muestra de una forzada de aceptación de su parte. Neil siempre le hablaba con amabilidad pero con una ligera nota de orden en su voz que no daba cabida a protesta. Con tosquedad tomo sus maletas siguiendo a Neil hasta la zona de revisión de equipaje, no llevaban más de lo necesario y perfectamente normal en dos ciudadanos. Al terminar el chequeo se  dirigieron a la zona de espera para el avión. Daniel miro a su alrededor aburrido de tanto procedimiento, veía a tanta gente perfectamente común, esperando a poder embarcar el vuelo. Neil se encontraba sentado a su lado, en impasible tranquilidad, erguido sin mover un solo musculo, sosteniendo su bastón entre sus piernas mientras él estaba inclinado con el codo sobre  su muslo y apoyando su mentón en su mano, observando cada detalle sobre las personas que estaban en esa misma sala con él por mera costumbre.

Dos hombres vestidos formalmente, en trajes que a simple vista se notaban la calidad de diseñador, zapatos perfectamente lustrados, gabardinas elegantes, daban una imagen pulcra. Uno de ellos llevaba un traje totalmente negro incluyendo la gabardina, su cabello era de un rubio claro brillante y corto, sus ojos azules de forma almendrada con pestañas largas, piel blanca y facciones afiladas, le calculaba arriba de los 30, daba una fuerte impresión de seriedad y estoicismo. El otro tenía una presencia un poco diferente del primero, probablemente por el aire de arrogancia y vanidad que a Daniel no le caía en gracia, igual de rubio que su acompañante, con uno o dos tonos más oscuro, el mismo tono de piel y ojos claros, tal vez verdes, estaba ataviado en un traje de camisa gris, corbata roja, chaleco negro y saco del mismo color al igual que la gabardina.  Eran dos personas que ostensiblemente no pertenecían a la clase media de la mayoría en esa sala. Y a juzgar por la expresión del hombre de notables expresiones de insatisfacción, era probable que estar ahí no era el plan original.

. –Daniel, siento un ligero olor a tabaco. – dijo Neil apuntando su bastón ligeramente en dirección a los hombres rubios. -¿Quién acaba de llegar? –

. –¿Porque preguntas? –curioseó.

. –Hay un ápice de perfume  envuelto con el tabaco, un perfume caro, muy caro y francés –Aun se preguntaba cómo podía identificar esas características  tan fácilmente. –No es algo normal encontrarlo en un lugar como este. –

. –Pues no estas equivocado, hay dos tipos extravagantes con cara de amargados. Tch… - frunció el ceño en disgusto. -así que son asquerosamente ricos. –Neil sonrió por su comentario. Minutos después los llamaron para abordar, no muy grata fue su sorpresa al tener a esos dos hombres sentados muy cerca de ellos en los asientos de al lado. Daniel iba en el asiento de la ventana, Neil a su lado y los rubios en el par de asientos a la derecha.

Neil se quitó sus lentes oscuros guardándolos en una cajita que luego guardo en su chaqueta, aspiro el aroma persistente a narcisos, era agradable a su sensible olfato.

. –Podemos volar, navegar por los mares, internarnos en las más profundas cavernas, descubrir las cuatro fuerzas del planeta…y aun así estar hechos mierda. –comentó Daniel en voz baja sabiendo que sería perfectamente escuchado por su compañero.

 Daniel era alguien empático con su entorno. Desde el punto de vista de Neil, Daniel era uno de los pocos hombres que lograba mantener su humanidad pese a la demasía de las circunstancias tan exotéricas  en su mundo. Un hombre sensible.

Exhalo con parsimonia acariciando con el pulgar el mango de su bastón.

– El hombre es creativo, en un principio es cuestión de visión, pero…entre más se tiene, más cómodo y ciego se es. –

Daniel bufo y no volvió a comentar nada en un par de horas quedando dormido hasta que llegaron a su destino y despertó. Tenía que bajar la mochila que estaba en los cajones arriba de su asiento pero la puertecita no se abría por más que jalara de la manija. No tuvo otra opción que utilizar la fuerza bruta. Pero al corto tiempo descubrió que la fuerza impuesta era innecesaria, pues la puerta abrió con gran facilidad en su quinto intento haciéndolo perder un poco el equilibrio y tambalearse topándose con algo duro en su espalda.

. -¡Jean!... –Daniel volteó al escuchar el grito encontrando a uno de los rubios sosteniendo al otro que estaba apoyado en los brazos de los asientos. El rubio que había llamado al otro “Jean” lo miro con sus ojos verde olivo con molestia, Daniel lo reconoció como el rubio irritante.

 –Disculparse por su torpeza debería de ser mejor que mirarnos como idiota ¿no cree? –siseó mientras ayudaba a su compañero Jean a levantarse debidamente.

. –Albert no causes conmoción. –dijo Jean estando totalmente incorporado.

 Daniel pensaba en lo estresante que era la situación. Era ésa la razón por la que odiaba interactuar con civiles o actuar en sociedad, odiaba las normas de convivencia, pero de igual manera…sabia emplearlas por muy ineficientes que fueran en él.

Sonrió con prepotencia conteniendo una risa en su garganta. –Disculpen las…molestias. –se disculpó, mas su tono se mofaba de ellos y por supuesto lo notaron pero antes de que Albert tratara de decir algo más ante la insolencia de Daniel, Jean lo detuvo empujándolo ligeramente con su brazo como una línea divisora en él y él extraño que tenía enfrente. Su expresión era molesta pero desde su percepción no valía la pena entrar en una beligerante situación con gente insignificante.

. –Acepto sus disculpas, espero que sea más cuidadoso en un futuro. –

Desagradable.

Era el adjetivo que Daniel encajaba en el hombre enfrente de él. Hablaba sin prisas, cortes, con una nota característica de gente de alta sociedad, la clase de hombre que sin necesidad de esfuerzo podía perfectamente denigrar a alguien con pocas palabras sin necesidad de sonar alterado, ofensivo o violento. Un hombre frio y calculador.

No quiso dirigir palabra alguna a Jean, asintió y regreso a su puesto sabiendo que aquel hombre haría lo mismo, Neil a su lado parecía dormido aunque solamente se mantenía alejado de la situación puesto que Daniel era capaz de controlarla por sí mismo, aunque en su opinión hubiera tomado la actitud de Daniel como ofensiva.

El avión aterrizo, Daniel se apresuraba a salir del avión jalando a Neil consigo. No tuvieron problemas en la aduana y se separaron de los rubios justo después de entrar a las instalaciones del aeropuerto para suerte de Daniel.

. –Sera mejor instalarnos cuanto antes. –dijo Neil, se encontraban en las afueras del aeropuerto cerca de los taxis.

. –Bien. –

Daniel fue el que pidió el servicio, se dirigieron hacia un complejo de apartamentos nada ostensible ni fastuoso cerca de sus lugares de trabajo en una zona algo despoblada de zonas comerciales. Tanto Daniel como Neil tendrían sus propios apartamentos en el complejo uno al lado del otro como siempre.

Entraron en un principio al apartamento de Daniel. La entrada era un cuarto amplio con un sillón de doble plaza, dos individuales alrededor de una mesita enfrente de un televisor, con dos ventanas grandes a un lado del este. Una cocina en la esquina del cuarto con solo las encimeras como punto de división entre ella y la sala y una mesa redonda cerca de la ventana como comedor. Habían dos estantes de libros en el extremo derecho de la sala lleno de referencias sobre la jardinería,  y en la pared de al lado la puerta que llevaba al dormitorio. Las paredes eran de un solo tono color crema y el piso de madera.

Neil se paseó por la sala dando pequeños toques con su bastón al suelo acercándose cada vez más hacia la mesa de centro de la sala sobre una alfombra roja que cubría el piso destre el sillón del centro, los dos sillones hasta llegar al mueble del televisor. 

Neil dio dos golpes al suelo con el bastón y luego volteo hacia Daniel que estaba sentado en una de las sillas del comedor.

. –Aquí están. –informó.  Daniel se acercó para quitar la mesa y remover una parte de la alfombra dejando revelada una pequeña puerta secreta con una llave eléctrica de reconocimiento táctil. Daniel coloco el pulgar viendo cómo se proyectaban sus datos en la pantalla para minutos después escuchar el familiar sonido de refrigerador abriendo.

En su interior de forma ordenada estaban varias armas e instrumentos, clasificados en orden alfabético y con escrituras en braille.

Daniel sonrió sacando un folder verde que estaba dentro y cerrando la puerta. Lo leyó y luego se dirigió con molestia a Neil. –Nuestra misión tendrá que esperar, tenemos 6 meses para establecernos y linear nuestro plan. El 3 de abril, Justin Richard debe de morir en la fiesta de cumpleaños de Steve Andersen y debemos recolectar ciertos datos de su compañía antes de eso. –

Neil asintió. –Entonces iré a desempacar. –

Daniel miro a Neil retirarse tranquilo, así era él, inalterable como una roca a diferencia de su persona que fácilmente se crispaba. Suspiró, agarro su maleta y entro a su cuarto en donde solo había una cama y un armario con gavetas y para su sorpresa, había más estantes con diversos libros en ellos. Si había algo que aprendió a lo largo de sus misiones, era que cada libro que le dejaba Benjamín era sinónimo de información que le sería útil y que a fuerza, tendría que leer.

 Su trabajo comenzó desde el momento en que observo la gran pila de libros al entrar a su departamento.

Notas finales:

Me decidi despues de mucho tiempo a publicar este fic junto con los demas ahora que tengo tiempo.

Este fic tiene una tematica un tanto sombria, un tanto cotidana y de mi idea es "dejar mucho debajo de la alfombra" osea que habra demasiado por descubrir, es un fic que va para largo como los demas, y espero no dejar abandonada la pagina tanto tiempo como otras veces.

Bueno si gustan dejen un review diciendo que les parecio, eso ayuda a veces para dirigir ciertas parte.

Gracias por leer!!!!


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