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Conocí de forma extraña a mi reina por Ayumi Kuran

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Notas del capitulo:

¡Hola! Pues como ya lo dije en "One Shorts" he decidido hacer los shorts en una pequeña serie, me parece mejor a estas alturas de la vida.

Este pedido es para Littlemermaid8_8, a qien espero que le guste como ha quedado su pedido al igual que al resto de lectores nwn.

Era el año 1800, las calles del reino estaban llenas de pobreza en su mayoría sin embargo el lugar donde comienza nuestra historia no es donde la gente se mataba de hambre, luchando por conseguir un mísero trozo de pan que llevarse a la boca, sino en uno de los lugares más lujosos de todos, justamente en el palacio donde vivía el Rey de este reino e incluso donde a sus alrededores estaban las casas de los nobles y algunas de las mejores iglesias de todas hechas principalmente para la clase alta de la sociedad.


Dentro del hermoso y lujoso castillo se encontraba un pequeño castaño corriendo por los pasillos sintiendo a los perros ladrar tras él mientras los guardias le perseguían, sintiendo su respiración agitada, el miedo recorriendo cada parte de su cuerpo, esquivando lo mejor que podía los obstáculos a su paso.


- ¡Kya! ¡El ladrón está aquí!


Una de las criadas vio con horror y miedo al chico que pasaba por el lugar, apartándose a causa de su miedo mientras una de las sirvientas más ancianas cogía una de las escobas del lugar dispuesta a golpear al intruso que veía alarmado lo que está hacía.


- Señora por favor, déjeme…


- ¡Guardias, guardias deprisa! ¡Está tratando de huir!


Tsuna sintió su corazón removerse con dolor al ver a la pobre mujer, no le quedaba más remedio que atacarla para poder huir antes de que lo atraparán, con un breve “Lo siento”, detuvo la escoba cuando está estaba por impactar contra su cuerpo, empujándola de forma suave para que cayera sobre la más joven que se había dedicado exclusivamente a gritar, para poder seguir su camino, bajando por las escaleras para llegar hasta la cocina y marcharse por la entrada de empleados.


Al llegar al lugar al que se había propuesto a pesar de su agitada respiración se dio prisa en coger uno de los uniformes que había allí, escondiéndose en la despensa para rápidamente ponerse el largo vestido que cubría por completo su cuerpo, dejando la capucha que había ocultado anteriormente su rostro en el suelo, guardando una de las joyas más importantes del rey por la faja del vestido, arreglándose el cabello para salir del lugar, entremezclándose con las empleadas y donceles como si fuera uno de ellos, viendo los guardias atravesar el lugar en busca del ladrón.


- ¿Dónde está? ¡¿Dónde, maldita sea, está?!


La furia e indignación de los guardias se hacía mayor a cada momento, estos acercándose a las salidas para custodiarlas mientras otros se acercaban a tomar declaración a los empleados, tratando de obtener alguna especie de pista de estos.


Tsuna internamente maldijo su suerte, viendo su escapatoria siendo retrasada, tratando de no llamar la atención de la gente pero una de sus manos fue apresada por uno de los guardias, obligándolo a verlos, poniendo un rostro inocente y temeroso, un mal presagio sobre él al ver al guardia fruncir el ceño.


- ¿Quién eres tú? Nunca antes te he visto por aquí.


- S-Soy uno de los nuevos empleados….


- ¿Nombre?


-Y-Yoshi.


- ¿Has visto algo de lo ocurrido?


- No…yo estaba aquí, estaba ayudando a todos a preparar las cosas para el desayuno del rey cuando…un hombre encapuchado paso corriendo por la cocina, saliendo por la entrada. Tuvimos suerte de que no nos mirara si quiera, yo…tuve mucho miedo.


Imitando a los demás se dejo caer al suelo mientras lloraba, unas lágrimas de “pánico” que hicieron al guardia bufar molesto pero dando su testimonio por verdadero, marchándose para dejarlo solo, una sonrisa traviesa escapando de sus labios, definitivamente era uno de los mejores actores existentes. Se limpio las “lágrimas” para ponerse en pie, un golpe suave cayendo al suelo que llamó la atención de una de las empleadas, un grito escapando de sus labios.


- ¡Él es el ladrón!


Todos los guardianes se giraron para verlo, haciendo a Tsuna soltar un gruñido, el collar se le había caído haciendo que este rebotara contra el suelo, llamando la atención de la maldita criada que lo delató. Con rapidez cogió ese objeto entre sus manos, corriendo para salir cuando los guardianes se le tiraron encima, el castaño saltando a un lado antes de que la espada se incrustara en su cuerpo, levantando su pierna para golpearla haciendo caer el filoso objeto de las manos del otro, cogiéndolo entre las propias para posteriormente darle una patada en su abdomen y mandarlo contra la pared. Con agilidad y destreza empezó a luchar contra el resto de guardias pero era difícil, le superaban por bastante en número, sus fuerzas no eran tantas como las suyas. Se tiro hacía un lado, corriendo y derribando a los que custodiaban las puertas para salir corriendo en un intento de huir del lugar pero fue en vano cuando uno de los guardias apareció ante él con su caballo, una fuerte patada en su abdomen que lo hizo caer por unos segundos, lo único que necesitaron el resto para poner sus espadas en el cuello del castaño, una clara muestra de que un movimiento en falso y estaría sin cabeza.


Con un suspiro resignado Tsuna se dejo levantar por los otros, sintiendo como le colocaban las cuerdas en sus muñecas, apretándolas con fuerza para después hacerlo caminar con algunos guardias a sus lados, las espadas cerca de su cuerpo por si intentaba hacer algo para resistirse, directamente masacrándolo mientras otro de los guardias llevaban con sumo cuidado la joya más importante de toda la corana.


Cuando llegaron a la zona del trono, le dieron al oji miel una patada en toda la espalda que le hizo soltar un siseo de dolor, cayendo por completo en el suelo, oyendo tras él las risas de los hijos de…que trataban de humillarlo pero él no les pensaba dar ese gusto, es posible que ahora fuera condenado a muerte pero no por ello iba a dejar que se llevarán lo único que siempre había sido y sería suyo: su dignidad.


- ¡Quiero la cabeza de ese ladrón en la horca pero antes quiero que sea violado de la peor forma posible, torturado de la peor forma imaginable, que lo destruyan por completo de tal forma que suplique por su propia muerte!


Por las grandes puertas de la habitación llegó el rey de la misma, la ira en sus ojos mientras despotricaba contra la persona que había usado robarle a él, ¡al rey! Dicha persona era una de las más importantes de los tres reinos, Dino Cavallone, rey del reino Cavallone en el que justamente se encontraban en ese instante, dictando la sentencia que quería que se cumpliera en ese mismo instante.


- Como deseéis alteza.


Con fuerza hicieron a Tsuna levantarse, los ojos avellana de Dino chocaron contra los mieles del castaño unos segundos antes de que los guardias se llevaran al delincuente a cumplir con el castigo que le había sido impuesto.


- ¡Parad!


A todos les sorprendió la orden del rey pero siendo nadie tan suicida para desobedecerlo acataron la orden, dejando al castaño casi tirado contra el suelo cuando la seriedad en las facciones reales se  hicieron presentes, acercándose a ese chico pero manteniendo cierta distancia con él.


- Déjennos solos.


- ¡Pero alteza…!


- ¡He dicho que os vayáis!


La mirada de Dino fue tal que hizo que todos los guardias y sirvientes se fueran prácticamente corriendo, dejando que el castaño se hiciera cargo de la ira de su rey pero a este no le importaba, no pensaba arrodillarse y mucho menos servirle a alguien como el gobernante del reino Cavallone.


- ¿Sabes? Quizás pueda ser benevolente contigo.


El rubio empezó a dar algunas vueltas alrededor del castaño mientras este a duras penas se controlaba para no saltarle encima y matarlo, algo que sin duda sería bastante satisfactorio antes de recibir su propia muerte.


- Dime algo, ¿eres de este reino?


- Desgraciadamente sí.


Masculló entre dientes pero al otro no pareció importarle que le pareciera la mayor desgraciada posible ser uno de sus súbditos aunque el castaño prefería decir que eran esclavos, después de todo así era como los trataban.


- ¿Noble o plebeyo?


- Si fuera un noble hace mucho tiempo que le hubiera clavado una espada en el estomago para que se desangrara de la forma más dolorosa posible.


El rubio ignoro la promesa de muerte que había dejado explicita en sus palabras, simplemente concentrándose en la primera parte de la misma.


- Así que eres uno de mis plebeyos.


- Dirás que somos tus esclavos.


- Me estás cansando, ¿tantas ganas tienes de pasar por la peor tortura del mundo antes de morir? A pesar de que has robado algo que en tu asquerosa vida deberías haber tocado te estoy dando una oportunidad de vivir…no hagas que me arrepienta y haga que sea tu castigo peor de lo que iba a ser.


Tsuna quería decirle: “¿Realmente puede ser peor?” pero fue sabio y se calló, al fin y al cabo no quería acabar muerto todavía, aún tenía muchos planes que quería lograr, quizás pudiera deshacerse de él para lograrlo.


- ¿Qué es lo que pretende hacer conmigo?


- Te voy a dar una…alternativa. Quiero ver mi reino como es realmente, desde el punto de vista de gente…como tú.


- ¿Gente como yo?


- Plebeyos. Obviamente al ser un rey nadie en su sano juicio me dejaría ver la realidad sin más, es imposible a su vez que me escape del palacio, los guardias solo espantarían a tus iguales y no me serviría de nada sin embargo… contigo las cosas serían distintas, podría verlo todo con total claridad sin levantar sospecha alguna.


Tsuna vio lo que este le pedía, creyendo que estaba loco pero ante el recordatorio que era esto o la muerte se calló, pensando bien su respuesta, los pros y los contras. Por una parte la misión era sencilla, podría hacerle ver que era un asco como gobernante y sin que este se diera cuenta podría volver a robarle, huyendo poco después e incluso tendría una oportunidad mucho más favorecedora para matarlo. Al final no era tan malo esto…


- Esta bien majestad, le ayudaré a ver el reino como sus propios habitantes lo hacen.


- Has tomado una buena elección, solo ten una cosa en mente. En el mismo momento en el que trates de traicionarme…desearás no haberlo hecho jamás.


La mirada de Dino era tan siniestra que Tsuna realmente se replanteo lo que tenía en mente pero no lo hizo, simplemente asintió para darle el gusto a su rey, que asco de palabra, para al poco oír como llamaba a los guardias.


- Soltadlo y llevadlo a una de las alcobas cercanas a las mías.


- ¡¿Qué?! Pero su alteza él es…


- No he pedido tu opinión Levi, te he dado una orden para que la cumplas. Vas a liberar sus ataduras y lo trataremos como uno de los señores del lugar.


- ¡Pe…!


- ¡NO quiero protestas!


Sin más opción, se llevaron al castaño a una de las habitaciones que estaban más cerca de su líder, liberando sus muñecas que al momento fueron masajeadas mientras una de las sirvientas, justamente la que le había delatado y se la tenía jurada le enseñaba su nueva habitación de forma temblorosa para después marcharse prácticamente al momento. Asimilando la situación Tsuna se dio un baño para despejar su mente y pensar bien cada uno de los pasos a seguir a partir de ese momento mientras las sirvientes recogían sus prendas sin su consentimiento para dejarle unas nuevas que a partir de ese momento deberá de usarlas siempre.


Mientras tanto Dino se encontraba en el salón junto a un único sirviente, justamente la persona que lo había criado desde que nació y en el único que confiaba y al que escuchaba.


- Dino, ¿estás seguro de esto?


- No realmente, Romario.


- ¿Entonces por qué haces esto? Podría volver a atacarte.


- Relájate. Sabes que mi deseo es conocer el reino pero ninguno de vosotros quiere mostrármelo, él lo hará a cambio de su vida, incluso le ofrezco una mejor a cambio. Además, debe de tener un buen motivo para hacer todo lo que está haciendo, quiero saber cuál es.


- Todo eso puede costaros la vida más adelante.


- Es posible aunque una persona debe morir en algún momento de algo, esta puede ser la mía pero si esa es su intención no la va a tener tan fácil después de todo no soy tan inocente.


Con elegancia el rubio se levanto de su trono tras tomar la cena, acercándose a la puerta de su reino, viendo de reojo a su sirviente.


- Ve a dormir Romario, mañana será un largo día en el que mi nueva misión comenzara.


- Sí, majestad.


La puerta fue cerrada tras la reverencia del sirviente quien preocupado por su señor rezaba porque nada malo le ocurriera, no soportaría perder a aquel chico al que consideraba como a un hijo.


A la mañana siguiente el rey estaba dormido de forma placida, ni si quiera había amanecido cuando había sido levantado sin nada de delicadeza por el castaño, la ira en sus ojos mientras el otro lo veía con diversión, pensaba divertirse de lo lindo.


- Buenos días.


- Maldito desgraciado, ¿qué piensas que haces?


- Me dijo que le mostrará la vida de un plebeyo y eso es lo que hago. Un plebeyo se levanta antes del amanecer, por cierto, dese prisa, hoy le mostrare todo su reino de una forma que jamás olvidará.


Dino odiaba que le ordenaran y sin embargo la forma en la que le dijo el castaño le hizo llamar la atención, levantándose para coger su ropa cuando no encontró ninguna de sus prendas.


- Por cierto, le he dejado ropa típica de los plebeyos, la necesitará.


Con un gruñido molesto Dino comenzó a vestirse con esas prendas con asco, olían fatal, como si no conocieran la higiene, le revolvía el estomago. Sin más opción salió así de sus aposentos, estaba a punto de reclamar cuando Tsuna le calló la boca, saliendo del palacio avisando solo a Romario a través de una carta para salir de las fronteras.


- Hoy usted será uno de ellos y comprenderá que solo ha cometido errores.


- Te equivocas.


- Jajaja, ¿en serio? Eso veremos ahora.


Al llegar al pueblo Tsuna hizo que Dino viera toda la realidad que se le había sido negada durante toda su vida: la comida en mal estado que estaban obligados a tomar para vivir, el agua contaminada que inundaba el lugar, los trabajos largos y que apenas eran pagados con un trozo de pan rancio, las injusticias que se establecían de forma constante, como sus sirvientes vivían entre escombros y desechos humanos, viendo para su horror como había quienes morían sin que ninguno de los guardias evitaran este hecho, importándoles poco esto.


- Es asqueroso.


- Pues esto es su reino, la sociedad que usted mismo maneja.


- No sabía esto.


- Claro que no porque a ninguno de ustedes les interesa esto, da igual que los nobles y clero sean favorecidos, que no paguen impuestos mientras nosotros, los campesinos, demos todo el dinero de esta economía, muriendo en el camino o siendo explotados solo para que ustedes tengan una vida más cómoda. Por eso odio esta sociedad llena de mierda.


Dino no le pudo discutir nada, sabía que el castaño llevaba razón aunque no quisiera admitirlo, una disculpa no iba a servir de nada por lo que simplemente guardo silencio mientras regresaba a su palacio de forma pensativa, dándose un baño para después irse directamente a la cama.


 


Desde ese mismo momento el rubio empezó a cambiar su sociedad completamente, odiaba lo que esta era y no pensaba permitir que las cosas continuaran de esta forma, cambiando poco a poco toda la oscuridad que reinaba en esta, estando dentro de un año casi completamente cambiada en una más igualitaria llena de luz en la que todos adoraban y amaban a su rey.


Por otro lado Tsuna se encontraba confundido en sus aposentos, había visto como el rey cambiaba su actitud, cambiando la sociedad que estaba sumergida en la putrefacta que realmente era, haciendo que fuera una de las más envidiadas de todos los reinos, confundiendo los sentimientos que el mismo castaño tenía.


- ¿Qué hare ahora?


Tsuna ya no sabía si matar o no al rubio, mentira, no quería matarlo, quería verlo vivir y que llevará a este sitio a su máximo esplendor, tampoco quería robarle solo…quería estar con él. Soltó un grito contra la almohada fastidiado, se había enamorado sin darse cuenta del gobernante del lugar y eso solo le traía problemas, después de todo, ¿cómo alguna vez iba a tener algo con él si este solo podía casarse o estar con alguien de la nobleza? Era imposible en toda regla.


- Debería de olvidarme de esta estúpida idea.


Con un suspiro se levantó de la cama para posteriormente bajar al comedor donde estaba el rubio, de alguna forma se había acostumbrado a comer con él aunque al principio fue solo para que hablaran de su reino, ahora se había transformado en una de placer, hablando de cosas que a ambos les gustaban.


- Buenos días Dino.


-.Buenos días Tsuna.


El castaño aún no entendía como habían acabado llamándose por sus nombres, ese era un misterio que algún día esperaba llegar a resolver.


- ¿Sabes? He estado pensando en algo muy importante.


- ¿En serio? Eso es malo.- Le dijo con burla viéndolo sonreír.- ¿En qué pensaste?


- En que ya es hora de tener una reina a mi lado, alguien a quien amar y que ame, unos hijos correteando por el castillo, compartir mi felicidad.


Tsuna sintió su corazón romperse al escucharlo pero le sonrió como si no le hubiera afectado, después de todo sabía que algo así iba a pasar, ya debería de estar resignado.


- ¿Y ya pensaste en alguien?


- Sí, tengo en mente a la persona que quiero junto a mí, estoy decidido a pedirle que sea mi reina pero no estoy seguro de que me acepte.


- Bueno, no lo sabrás hasta que se lo digas.


- Es cierto, entonces…Tsuna, ¿te casarías conmigo?


El cubierto que tenía el castaño en su mano cayó estrepetitosamente al suelo junto a un grito completamente sorprendido de Tsuna y Romario.


- ¿Q-Qué?


- Por muy extraño que parezca me he enamorado de ti en este tiempo y quiero que seas mi reina.


- ¿P-Por qué?


- Porque eres sensato, mantienes mis pies sobre la tierra y me gustas, me haces sentir bien, me ayudas a tomar las mejores decisiones, eres al único al que soy capaz de escuchar al igual que a Romario, eres al único que quiero en mi vida, solo a ti y a nadie más.


Tsuna estaba sorprendido, sintiendo su corazón latir desbocado contra su pecho, una sonrisa posándose en sus labios mientras asentía satisfecho por sus palabras.


- Entonces supongo que todo está bien ahora.


- ¿A qué te refieres?


- Yo también estoy enamorado de ti, Dino.


No hizo falta nada más para que sus labios fueran devorados con pasión, un beso que fue correspondido por el otro mientras Romario se marchaba para dejarles espacio, comunicándole a todo el castillo la decisión del rubio mientras este creaba en ese momento a su heredero con ansias, siendo correspondido por completo por el puro chico bajo su cuerpo.

Notas finales:

¡Espero que os haya gustado! Lo cierto es que yo tengo algo de debilidad por esta pareja, aunque no mucho, pero no sabía bien cómo hacer algo de ellos ^.^U.

El próximo short podréis verlo el próximo sábado, por cierto, los pedidos aún siguen abiertos.


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