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Striper forzoso por Fullbuster

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Notas del fanfic:

Portada

Actualizaciones: Cuando tenga tiempo por ahora hasta que acabe el resto de las que están en publicación. (No la esperéis entre semana)

Y para los que no lo sepan... HOY ES EL CUMPLEAÑOS DE SASUKE UCHIHA, así que aquí inicio el fic como un regalo para él jeje.

Los teléfonos no dejaban de sonar y los trabajadores no daban abasto para descolgar y contestar en todos ellos. Eso era un día normal en la gran discográfica Namikaze, sin embargo, lo que no era normal era tener durante más de media hora al importante ídolo adolescente del momento sentado en una cómoda silla en un despacho vacío mientras miraba el móvil y su representante el reloj de bolsillo.

 

- ¿Les apetece un té? – preguntaba preocupada la secretaria.

 

- ¿Otro? – preguntó el representante – creo que ya nos han tomado bastante el pelo, vámonos de aquí, estamos perdiendo el tiempo.

 

- No, por favor, el director no tardará en llegar, se lo prometo.

 

- Eso mismo dijo hace veinte minutos y seguimos aquí.

 

La recepcionista trató por todos los medios retener a esas dos personas aunque sin éxito alguno. El adolescente seguía mirando su móvil mientras tecleaba a gran velocidad y seguía los pasos de su trajeado representante, hasta que la puerta del ascensor se abrió dejando ver a Naruto Namikaze intentando arreglarse una mancha en su costosa chaqueta de Armani.

 

Su cabello estaba hecho un desastre, su maletín pintarrajeado y parecía haber vuelto a tener una pataleta de su hijo pequeño. La secretaria elevó la mano hasta su boca y la tapó al verle llegar hecho un desastre.

 

- ¿Y éste es el director? – preguntó el representante – mejor nos vamos a otra discográfica que nos tome en serio – acabó diciendo intentando pasar a través del director, pero Naruto cerró su mano entorno al brazo del representante y le miró con total seguridad.

 

- Regáleme tan sólo un minuto de su tiempo y le prometo que no se arrepentirá, esta discográfica es lo mejor que puede pasarle en su carrera, se lo garantizo – dijo Naruto señalando los premios en la pared con su mirada.

 

El representante le observó un segundo en silencio y entonces, al ver los premios y reconocer nombres famosos que habían sido sin lugar a dudas las mayores estrellas de la música del momento, respiró hondo y se dirigió a él.

 

- Tiene sólo un minuto – le dijo caminando de vuelta a la oficina.

 

Naruto lanzó una mirada de desaprobación hacia la atónita que tenía en ese momento su secretaría. Sabía perfectamente lo que estaba pensando, que no eran formas de llegar a la oficina, con esas pintas y tan tarde, pero su hijo siempre era imprevisible y al final, había tenido que volver a llevarle él al colegio.

 

La secretaria se quedó tras la puerta, observando por los cristales cómo Naruto en un minuto… explicaba todo el plan que tenía para lanzar el álbum de ese ídolo adolescente y llevarle a la fama. Desde el lugar donde estaba, observaba claramente los dedos intranquilos del representante golpeando contra la mesa, mirando su reloj como si esperase a que el minuto prometido pasase lo más rápido posible para poder marcharse.

 

Cuando la puerta se abrió, el representante salió como alma que lleva el diablo, caminando a paso rápido hacia el ascensor, seguido del chiquillo enganchado al móvil. La secretaría miró entonces a su jefe cuando el ascensor se cerró casi recriminándole haber perdido un importante contrato por su tardanza y ese poco arreglo físico con el que venía.

 

- Era importante, Naruto, te mandé cinco mensajes anoche y llevo toda la mañana llamándote para que no le hicieras esperar. Maldita sea – se quejaba Sakura casi tirándose de los pelos – eres un zoquete…

 

- Tengo el contrato – sonrió Naruto.

 

- Y encima vienes con esas pintas… - siguió Sakura hasta que entendió las palabras de Naruto y su sonrisa - ¿Qué has dicho?

 

-  Que tengo el contrato y su firma, vamos a sacar mucho dinero con ese chico, lo llevaremos a la cima de las ventas – sonrió triunfante.

 

- ¡Dios! Cuánto te quiero – dijo Sakura lanzándose a sus brazos – eres todo un tiburón en los negocios, nadie con el aspecto con el que has venido podría convencer a alguien así para que firmase un contrato. ¿Cómo lo has hecho?

 

- Un mago no revela sus trucos – le comentó Naruto con una gran sonrisa.

 

- Aun así… hablando seriamente, necesitas una niñera y urgentemente.

 

- He buscado y entrevistado a cientos de niñeras y mi hijo las desquicia a todas. Ninguna niñera de la ciudad quiere trabajar para mí, ya deben tener un letrero enorme en la oficina diciendo que no trabajen para mí. Mi hijo es…

 

- Un monstruo mimado, ya lo sé, pero… alguna habrá.

 

- Si habláis de niñeras… yo conozco a la mejor – dijo Neji desde su oficina – mi hijo era todo un rebelde también, pero desde que encontré a ese chico, fue mano de santo. Mi hijo cambió inmediatamente y Tenten lo adora.

 

- Dame su número, por favor – le suplicó Naruto – necesito al mejor para mi hijo, con que le aguante sus bromas y sus niñerías estoy conforme con quien sea. Estoy desesperado.

 

- Ni siquiera me has preguntado por sus honorarios – sonrió Neji.

 

- Me da igual, le pagaré lo que sea. Tengo dinero, lo que me falta es alguien que controle a mi hijo.

 

- La verdad es que no cobra mucho, creo que es porque ha tenido problemas con algunos clientes y necesitaba buscar nuevos. Te concertaré una cita con él para mañana por la mañana en tu casa. Le mandaré la dirección.

 

- Gracias, Neji, eres un cielo.

 

***

 

Era mediodía y tan sólo podía leer un libro mientras esperaba a que el esposo llegase del trabajo. Se había encargado de recoger un poco la casa, de dar de comer al pequeño y de contarle un cuento hasta que se quedó completamente dormido. Él… nunca había sido alguien a quien le gustaran los niños precisamente, pero todo en su vida había cambiado, todo dio un vuelco en su vida desde que salió del instituto. Tenía tantos sueños y aspiraciones que se habían quedado en nada. Su mayor sueño de entrar en un conservatorio y poder ser cantante se habían frustrado completamente, hasta había dejado de cantar tras el instituto.

 

De vez en cuando miraba la gran pantalla del ordenador para comprobar que el niño seguía durmiendo. Él jamás podría disponer de esas altas tecnologías y lo sabía, pero en el fondo, casi hasta lo prefería. Por ahora… para su trabajo al menos iba bien, podía leer desde el salón sin estorbar el sueño de aquella dulzura.

 

Sasuke sonrió con sutileza hasta que escuchó las llaves en la cerradura. La esposa no debería llegar hasta casi las siete de la tarde, pero el esposo salía siempre a las tres y venía a casa a comer y cuidar de su hijo. Parecían una buena familia y con todo lo que había vivido los últimos meses… sólo quería encontrar algo estable. Llevaba dos semanas trabajando para ellos y no le había pasado desapercibido algunos gestos que el marido le dedicaba, como cuando le pagaba y agarraba su mano más rato del debido o cómo le miraba cuando cogía en brazos al pequeño y calmaba su llanto.

 

Se levantó enseguida del sillón y cerró el libro dejándolo sobre la mesa, sintiéndose observado por aquel par de ojos. El marido cerró la puerta tras de sí y le dedicó una sonrisa al muchacho a la vez que dejaba el abrigo en la percha de la entrada.

 

- Muchas gracias, Sasuke, por tu ayuda. ¿Se ha portado bien mi pequeña?

 

- Sí, señor, duerme ahora mismo. Lamento haber cogido el libro… ahora mismo lo dejo en la estantería de nuevo.

 

-  Si tanto te gusta, puedes quedártelo. La verdad es que ni mi esposa ni yo tenemos tiempo para leer últimamente.

 

- Es muy amable por su parte pero es mejor que no – sonrió Sasuke – si está aquí, podré leerlo en otro momento.

 

- Por supuesto – sonrió el esposo.

 

- Con su permiso, dejaré el libro en su sitio y me iré a descansar.

 

Sasuke cogió el libro de la mesa donde lo había dejado y se decidió a ir al despacho para dejarlo en la estantería. Una vez allí, se puso de puntillas para poder alcanzar la estantería alta y dejar el libro. Ya estaba a punto de alcanzarlo cuando sintió unas manos rodeando su cintura, lo que hizo que se tensase y el libro resbalase de sus dedos cayendo al suelo.

 

- Pero qué… - intervino Sasuke al sentir cómo aquellas manos le daban la vuelta empotrándolo contra la estantería y el hombre trataba de besarle pese al forcejeo de Sasuke para evitarlo – déjeme.

 

- Vamos… lo estabas deseando desde hacía mucho, no te hagas el duro ahora.

 

- ¿De qué habla? Yo sólo cuido a su hija y usted tiene una esposa, compórtese de una vez.

 

- ¿No me dirás que no te gustaban nuestros roces de manos? He visto cómo me deseabas con esas miradas y las sonrisas que me lanzabas.

 

- Ser amable con usted no quiere decir que quiera algo – amenazó Sasuke al final consiguiendo darle una patada en la entrepierna antes de que consiguiera llegar a sus labios – yo me largo.

 

¿Por qué siempre le pasaba lo mismo con todos los clientes? ¿Por qué a la semana o dos semanas de trabajar para ellos trataban de llevárselo a la cama? No podía entenderlo.

 

- Eso… lárgate, sólo eres un calienta braguetas – le insultó el hombre aún en el suelo.

 

Sasuke ni siquiera miró atrás, estaba acostumbrado a que ocurriera eso con los clientes, tanto aquí como en el bar donde trabajaba. ¿Por qué tenían esa fijación con él? No podía entender nada, lo único que sabía era que tenía que marcharse una vez más.

 

Cogió su chaqueta con rapidez del respaldo del asiento donde lo había dejado esa mañana y salió como alma que llevaba el diablo por la puerta, cerrando casi de un portazo y dirigiéndose a las escaleras. Ni siquiera quería esperar al ascensor por miedo a que ese hombre saliera tras él.

 

Al salir a la calle, se dirigió sin demora a su barrio, quería llegar pronto a casa y poder estar con su familia un momento antes de tener que irse a trabajar al bar. Todas las noches lo mismo… aguantar a esa clientela que sólo querían manosearle, esos tipos a los que debía acercarse y dejar que le metieran los billetes en el tanga, aguantar sus lascivas palabras y sus indiscreciones intentando llevárselo a la cama pese a que siempre se negaba a mantener sexo con los clientes.

 

Su barrio no era precisamente el más seguro de Tokio, el barrio Tachikawa era conocido por todos como un lugar donde los adolescentes solían ir de fiesta, muchos de ellos borrachos que trataban de propasarse, además de tener a algunos miembros de importantes bandas que no residían en el barrio Adachi.

 

Al menos, las calles siempre estaban animadas, había mucha gente, pero Sasuke elevó la capucha y caminó entre la gente intentando pasar desapercibido, caminando con rapidez hacia su apartamento en la zona intermedia de la gran calle principal. Subió por las escaleras encontrándose con alguna pareja joven en pleno apogeo de besos que acabaría en algo más en mitad de las escaleras, pero él no le dio importancia, sólo quería entrar en su apartamento.

 

Buscó las llaves en el bolsillo del pantalón y abrió la puerta escuchando los pasos apresurados de su hijo de cinco años que corría en su dirección y se agarraba a sus piernas con una gran sonrisa.

 

- Papi – dijo Menma consiguiendo que su padre lo cogiera en brazos y sonriera también terminando de cerrar la puerta.

 

- Ey… ¿Cómo está mi pequeño? ¿Te lo has pasado bien en el colegio?

 

- Sí – dijo Menma ganándose un gran beso en la frente por parte de su padre.

 

- Espero que te hayas portado bien.

 

- Sí. He hecho un dibujo.

 

- ¿En serio? ¿Qué has dibujado? – preguntó Sasuke mirando entonces a Ino sentada en el sillón.

 

- Un caballo.

 

- ¿Un caballo? Genial – le dijo Sasuke cogiendo el dibujo para mirarlo, aunque parecía de todo menos un caballo. Ino sonrió al igual que Sasuke.

 

- Yo tengo que irme ya, Sasuke, intenta no llegar tarde al bar, ¿vale? No quiero que Kabuto vuelva a reñirte.

 

- Lo sé – sonrió Sasuke - ¿Tu hermano trabaja hoy?

 

- No – dijo Ino – vendrá luego a ocuparse de Menma. Puedes ir tranquilo a trabajar.

 

- Gracias, de verdad… muchas gracias.

 

- Deja de darle importancia… para algo están los amigos. ¿Qué tienes en el cuello? – preguntó preocupada Ino al ver algo amoratado.

 

- Oh… eso…

 

- ¿Han vuelto a intentar propasarse contigo?

 

- Ya sabes como es la gente…

 

- Deben ser tus hormonas o… no sé… quizá tu sensualidad innata que atrae a todos.

 

- No bromees con eso.

 

- En serio, Sasuke… eres un chico atractivo, vas a tener muchos problemas con eso. Ten cuidado, por favor. Te veo en el bar – le dijo Ino observando la bolsa que siempre llevaba al trabajo reposando en uno de los sillones, sacando de la cremallera abierta un tanga de leopardo y moviéndolo en su dedo mientras sonreía – bonito tanga, vas a volver loco a más de uno.

 

- Mientras suelten los billetes – sonrió Sasuke quitándole el tanga de la mano a la rubia para guardarlo en la bolsa – pero no lo comentes mucho delante de mi hijo, ¿vale? – le susurró.

 

- Tranquilo, tu secreto está a salvo conmigo, al fin y al cabo… trabajo en lo mismo que tú. No es muy buena nuestra reputación.


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