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La felicidad a través del sol en tus ojos por desileo

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Notas del fanfic:

 

Bienvenidos a un nuevo fic, en donde esta vez la pareja protagonista serán Fenris y Hawke. Como siempre, no soy dueña de ninguno de los personajes, todo el mundo de Dragon Age le pertenece a Bioware.

El fic contiene spoilers del juego Moe Sh(in)e por lo que si estás jugando en este momento el juego, te sugiero que dejes el fic para otro momento. Si no es así (o no te importan los spoilers) bienvenido.

“Es una fría noche de invierno de fin de era. Hay un niño elfo de ropa harapienta, vendiendo fósforos en la calle, solo.


 


No puede regresar a la casa de su amo hasta no haber vendido todos, sin embargo aún le quedan muchos en la caja de sus manos.


 


Todos pasan rápidamente frente a él, ocupados debido a que se termina la era de la Tormenta.


 


Ni una sola de esas personas ve o escucha la voz del elfo…”


 


─No… esta historia es demasiado dolorosa. Tú espera… Yo dibujaré tu felicidad.


 


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Los pájaros cantaban alegremente mientras volaban sobre la casa, el elfo se cubrió un poco más con la sábana. Estaba realmente cómodo en donde se encontraba, además de que el sueño no deseaba abandonarlo, sin luchar contra él, se dispuso a sumergirse un rato en la tierra de Morfeo, apretando un poco más en su mano el objeto que irradiaba calidez.


 


Sin embargo, podía escuchar una voz que le hablaba, pidiendo algo que él no lograba entender del todo, decidió ignorarla, mas en cuanto estuvo por volver a dormir se escuchó un ruido estridente proveniente del lado de él, que lo despertó bruscamente mientras gritaba.


 


─¡Fasta vass!


 


Justo en el lugar de donde provenía el ruido, un hombre de cabello oscuro con ojos marrones-rojizos (los cuales le llamaban la atención sin saber realmente qué)   le veía fijamente, con un extraño aparato en su mano, del cual provenía el ruido. Con una sonrisa traviesa, mientras apagaba el aparato respondió.


 


─Buenos días, dormilón. Ahora que estás despierto, ¿me puedes devolver mi mano? La necesito.


 


Sin comprender nada, el elfo soltó su mano, viendo preocupado todo lo que le rodeaba. Estaba en una habitación finamente decorada y agradable a la vista con juguetes esparcidos, pero nada de ahí le parecía familiar, ni siquiera la persona que estaba a su lado.


 


Cuando intentó recordar cómo había terminado ahí su cabeza se quedó en blanco, por lo que intentó obtener algo de información del hombre, mas éste como si leyera su mente, comentó.


 


─Cuando desperté, estabas durmiendo al lado mío. Además de que tú estás un poco…desnudo.


 


Viendo por primera vez su cuerpo, el elfo pudo comprobar con cierta vergüenza que estaba completamente desnudo, tenía como única cobertura la sábana. Pudo notar que por su piel surcaban marcas blancas que formaban intrincados grabados, cubriendo hasta donde podía ver.


 


Envolviéndose un poco más con la sábana, vio acusatoriamente al hombre y preguntó.


 


─¿Y supongo que estoy en este estado porque cierta persona se aprovechó mientras dormía?


 


Ofendido, el dueño respondió.


 


─Por supuesto que no. Si no lo has notado, yo estoy completamente vestido sumado que, si lo hubiera querido, no podría moverme porque cierto elfo me tenía agarrado muy fuertemente por la mano. Por un momento pensé que la perdería.


 


El intruso solamente le dio la razón muda a su anfitrión, pues su agarre había sido de muerte. Ante la tranquilidad del otro, el dueño preguntó.


 


─Muy bien, ya que hemos dejado claro que soy inocente, comencemos con lo obvio… ¿quién eres y qué haces aquí?


 


El elfo quiso responder, mas su mente se quedó en blanco, sin saber las respuestas ante tale preguntas tan sencillas dejándole preocupado: no sabía quién era, ni siquiera un nombre que dar o el lugar en el que se encontraba, por lo que sincerandose comentó.


 


─No sé quién soy, ni lo que hago aquí. Es más, no sé en dónde estoy.


 


Por unos segundos, el intruso pensó que el dueño de la casa se molestaría y lo echaría, sin embargo, como si fuera cuestión de todos los días y con tono tranquilo, respondió a las interrogantes.


 


─Estás en una mansión de Alta Ciudad, en la ciudad de Kirkwall. La casa perteneció a los Amell pero ahora le pertenece a Helios Hawke que, por si te interesa, soy yo, intruso elfo de cabello blanco.


 


Cambiando su semblante a uno preocupado, continuó.


 


─Si no recuerdas nada de ti, ni siquiera tu nombre, entonces debes de sufrir amnesia, tal vez por un golpe o un evento traumatizante.


 


Pensando en el mejor curso de acción, el elfo decidió.


 


─Haya sido lo que haya sido, es mejor salir de aquí y averiguar quién soy. Lamento mucho las molestias.


 


Antes de que pudiera hacer cualquier movimiento fuera de la cama, Hawke le cerró el paso y regañó.


 


─No puedes salir de aquí sin recordar nada, sería realmente muy peligroso para ti, además de que no tienes ropa y la verdad no creo que sea tan buena idea solo salir con una sábana. Parece que dices la verdad y mi moral no me permite…


 


Antes de que pudiera completar su frase, alguien tocó la puerta de su habitación, causando que el rostro antes pasivo de Hawke palideciera completamente. Viendo directamente hacia el intruso, susurró.


 


─Es mi madrastra. Si te ve en ese estado, ¡estoy muerto! Escóndete en alguna parte.


 


El elfo vio por toda la habitación, en busca de un buen escondite, pero parecía que todos los espacios disponibles eran demasiados pequeños incluso para él. Mientras buscaba, pudo escuchar la voz de una mujer llamar.


 


─Helios, deja de dormir. Ya es tiempo de que vayas a trabajar.


 


Ambos se vieron en pánico, por lo que lo único que Hawke se le ocurrió hacer fue agarrar al intruso por el brazo y jalarlo para sacarlo de la cama, pero tal movimiento solo provocó que ambos cayeran al suelo, quedando en una posición comprometida en la que Helios estaba encima del elfo, sobre todo porque en el camino la sábana resbaló, dejándole completamente expuesto.


 


Impacientándose, la mujer gritó.


 


─¡¿Qué fue ese ruido?! ¡Será mejor que en cuanto entre, no estés haciendo algo…!


 


En cuanto abrió la puerta, la madrastra vio la posición y estado de ambos, por lo que dio un grito sorprendido, mientras que ambos intentaban levantarse sin hacer más melodrama del que ya se había hecho.


 


Mientras que ambos se ponían en una posición menos comprometida y el elfo recuperaba la sábana, la mujer  preguntó.


 


─¿Qué debo de pensar de esto, Helios? Sobre todo con un elfo de su aspecto. ¡Tan solo míralo! Todo su cuerpo tiene tatuajes, ¿es un ladrón o un vulgar prostituto?


 


Al intruso le ardió la sangre en sus venas, completamente enojado por el desprecio de la mujer, por lo que ya tenía una respuesta igualmente ácida cuando Hawke intervino en su defensa.


 


─Meredith, él no es ninguna de las dos, es una persona respetable.


 


Meredith vio a su hijastro con rostro incrédulo, por lo que preguntó.


 


─Si así es, entonces, ¿quién es esta persona?


 


El elfo pensó que con esa pregunta, todo sería revelado, pues él no tenía manera de responder ante tal cuestionamiento, pero para su sorpresa, Helios respondió resueltamente.


 


─Es mi novio.


 


Tanto la mujer como el elfo lo vieron sorprendidos ante la declaración, para acto seguido susurrar al último.


 


─Tan solo sígueme la corriente.


 


Sin más opciones, el intruso no contradijo a Hawke, dejándole que terminara su historia inventada.


 


─Además, planeo casarme con él y no tienes ni voz ni voto en la situación. Simplemente te estoy informando de ello.


 


Con una mirada calculadora haciendo compañía a su sorpresa, Meredith vio con mayor detenimiento al elfo, para preguntar.


 


─Entonces, ¿de dónde provienes? ¿Cómo te llamas?


 


No tuvo que esperar mucho tiempo para que Helios respondiera por él, dándole un nombre fuera de lo común.


 


─Fenris. Su nombre es Fenris.


 


Volviendo su atención hacia el elfo, la mujer comunicó ofensivamente.


 


─Fenris, pues encontrarte en este estado me hace pensar lo vulgar que eres, por lo que no creo que seas el mejor candidato para pertenecer a la familia Hawke, así que será mejor que te largues de esta casa, aunque por supuesto te daré algo de ropa, ¿te parece bien si está usada? Después de todo quedará muy bien contigo.


 


Antes de que pudiera medir sus acciones, el intruso respondió.


 


─Tal vez, pero al menos tengo un poco más de educación de usted que, desde que la conocí, he de decir que su lenguaje y actitud dejan mucho que desear para una mujer que se regodea ser de la alta sociedad.


 


Meredith enrojeció ante el comentario y sin mediar ninguna otra palabra con el elfo, vio hacia su hijastro, esperando a que saliera a su defensa, sin embargo éste firmemente terminó.


 


─Será mejor que salga de mi casa antes de que yo mismo la saque de aquí.


 


Dando una última mirada acusadora hacia el elfo, la mujer salió de la habitación, dando un portazo al salir. Una vez que se fue, Helios comentó.


 


─Bueno, esto salió mejor de lo que esperaba y más porque me dará beneficios extra.


 


Ante la mirada interrogante del intruso, explicó.


 


─En cuanto tuve la edad para casarme, Meredith ha traído innumerables candidatas para ser mi esposa. Pero como ahora estoy “comprometido” contigo, dejará de molestarme y a cambio te quedarás aquí hasta que recuperes  la memoria. Un buen trato si me lo preguntas, a menos de que sea molesto para ti.


 


A pesar de que estaba cometiendo una locura con esto (pues nada le aseguraba que pudiera seguir con la actuación) dentro de él se sintió feliz por las palabras de Hawke; rápidamente respondió.


 


─No me molesta en absoluto, es más, tengo que agradecerte por acogerme de esta manera.


 


Ante su respuesta, Hawke sonrió resplandecientemente, provocando que el corazón del elfo fuera más rápido de lo normal, sobre todo cuando Helios comentó.


 


─En realidad fue al revés. Digamos que esta es mi manera de pagártelo. Y como necesitas un nombre, te daré el nombre de Fenris.


 


Queriendo saber el motivo de ese nombre, el intruso preguntó.


 


─¿Y por qué Fenris?


 


Colocando una sonrisa enigmática, Hawke respondió.


 


─Eso es un secreto.


 


Con esas últimas palabras tan misteriosas, ambos comenzaron su pequeña aventura.


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