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Kaleidoscope por CrawlingFiction

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Caleidoscopio


Prólogo


 


La caída estrepitosa del vidrio y la pintura impactar al suelo.


El doloroso gemido del lienzo al ser rasgado.


Aquel grito desconsolado por la soledad abismal implantada hasta las yemas. Dolor, desasosiego e impotencia a carboncillo y óleos. Todo era gris, óxido y ocres, cuando ansiaba obtener luz, rosas y amarillos. En sus manos tenía el arma atemporal para expresar los sentires humanos, y todo acababa siempre en la oscuridad que no sabía contener. No quería convivir con ella, cuan inquilina odiosa incapaz de echar de una vez por todas. Estaba cansado de su pesada y pútrida presencia tragarse los rincones de su cuarto blanco y los sueños febriles propios de la juventud.


—Hágase a un lado, señor TaekWoon —indicó una voz masculina que exudaba profesionalismo y calma. El pelinegro miró a todas partes hasta topar con la presencia de blanco que entraba con pala y escoba en mano— ¿Se hizo daño? —le dedicó una pequeña sonrisa, capaz de tranquilizarle sin tocarle. El hombre cabizbajo miró a sus manos tachonadas con puntitos de escarlata. El castaño contuvo un exhalo de ligera preocupación y revisando los bolsillos de su bata blanca dio con curitas y algodones siempre a la mano.


—No me gusta que me digan señor. Tengo veintiséis —murmuró— Todos lo saben.


—Lo siento, soy nuevo. Esta es nuestra primera vez conociéndonos —excusó rápidamente extendiendo las manos para que le enseñara sus heridas. TaekWoon parpadeó aturdido. Apoyó los dorsos sobre las pequeñas palmas.


—Con razón no sabes… nada —susurró observando atentamente como los pequeños cortes eran limpiados y cubiertos.


—Soy Lee HongBin, tengo veinticuatro y seré su nuevo enfermero —le relataba manteniendo su sonrisa amable. TaekWoon estaba acostumbrado a las sonrisas plásticas y vacías que pretendían no hacerle creer que todos pensaban que estaba loco. Al inicio producían confusiones, pero después, mera indiferencia. Sin embargo, la sonrisa novata de HongBin se sentía genuina, o era además de loquero un buen actor— Espero nos llevemos bien, TaekWoon.


—Mi anterior enfermero no pasaba de la baldosa número seis en línea perpendicular. Temía daño. Debía estirarse para entregarme mi vaso de pastillas. Muy inepto —comentaba inusualmente más platicador de lo normal, dejando brotar oraciones desordenadas y apresuradas. Acostumbraba a dormir, comer y pintar. Su contacto humano se limitaba a ver a los enfermeros intentar hablarle, evaluarle y atenderle sin él emitir palabra alguna. Sólo pestañeaba hasta que cerraban la puerta. En las salidas como parte de su terapia nula era la diferencia. Sentado entre verdaderos lunáticos, de esos que gritan y golpean, parpadeaba sin mirar la nada.


Sus gritos y llantos eran internos, pero tan débiles que a este punto del camino ni él mismo podía escucharlos.


—Descuida, sé que no hay nada que temer —sintió prometerle— Seremos amigos, hasta que se recupere de su crisis.


—¿Y no se podría después? —objetó haciendo reír a HongBin. Inaudito. ¿Le cayó bien a un enfermero?


—Depende de qué tan buenos amigos nos volvamos —una promesa, un poco menos falsa— ¿Qué pintabas? Me comentaron sobre que te gusta mucho pintar. Eras pintor, ¿cierto? —intentó sacarle plática mientras recogía el par de frascos que no quebraron. Deberían reponer pérdidas y comentarle al jefe de planta HakYeon en comprar oleos en botes de plástico para evitar verdaderos accidentes. Al fin y al cabo, se trataba de lo que eran; inestables.


—El psiquiatra me dijo que pintara las emociones que sintiera —murmuró deslizando los dedos contra la delicada textura de las pequeñas curas.


—¿Y qué sentías? —le instó a seguir hablando. Cabizbajo pudo ver de reojo como sacaba una jeringa.


Le pinchó vertiendo el sedante en su organismo.


—Nada.


“No puedo sentir nada”


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