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One-shots navideños por Yaoi lovers

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Notas del capitulo:

Y curiosamente esta vez he podido publicar diario, una sorpresa incluso para mí...

No los interrumpo más, a leer...

No era su costumbre pasar navidad con alguien además de su madre pero esa era una ocasión especial. Le había tomado muchos meses entender aquel sentimiento que su mejor amigo generaba y ya que lo descubrió decidió que no perdería el tiempo, era ahora o nunca.


Por esa razón es que justo un par de días antes de noche buena había hablado con el moreno para invitarlo a pasear un rato por la ciudad antes que llegara navidad.


La petición había tomado por sorpresa al chico con pecas, pues tampoco acostumbraba pasar ese día con alguien además de su familia, pero tratándose de él no iba a negarse.


Y es que ¿Para qué mentir? Ese chico, aún con su actitud a veces tan egocéntrica, era alguien demasiado especial y no podía rechazar lo que pedía.


Así que, luego de que ambos avisaran en sus hogares que tenían planes con alguien más en esas fechas, acordaron la hora y lugar para su encuentro. Se verían en el centro de la ciudad antes de atardecer y de ahí partirían hacia el centro comercial para visitar un rato las tiendas y luego pasarían al karaoke.


El castaño confiaba plenamente en su estrategia pese a que aún le preocupaba la reacción del pecoso cuando descubriera de que se trataba todo. No podía negar que le ponía nervioso pensar en ser rechazado y no es que dudara de sus capacidades de seducción, pues apostaba que con algo tan sutil y bien preparado conquistaría a cualquiera, sino más bien que entendía lo complejo de su situación.


Él nunca se había cuestionado que ocurriría si alguien de su mismo sexo se le confesaba, pues estaba seguro de ser heterosexual y que nadie dudaba de ello, pero cuando ese cosquilleo en el estómago, que había sentido por la chica inexpresiva de cabello oscuro que siempre estaba pegada a Jaeger, se incrementó exponencialmente al estar con su amigo muchas preguntas comenzaron a surgir.


No es que luego de ese descubrimiento pusiera en duda sus preferencias sexuales, pues se tomó su tiempo para analizar cuantas veces en su vida había sentido algo así por un chico y se cuestionó también si sería capaz de entablar una relación amorosa con alguien de su mismo sexo y la respuesta siempre era la misma: si se trata de Marco no tendría problema.


Por eso es que justo esa noche buena había reservado una sala en el karaoke y se había esforzado por convencer a uno de los empleados del establecimiento para ser su cómplice y alterar un poco uno de los menús de manera que al confesarse un rechazo no fuera tan vergonzoso.


Y con todo listo no hizo más que esperar que el chico llegara a su encuentro.


—Lo siento, Jean, tuve un pequeño problema antes de salir. Disculpa la demora—sonrió ligeramente mientras se posicionaba frente a él.


—Sólo llegué un poco antes, no tienes de que disculparte ¿Nos vamos?


Aunque intentaba mantenerse al margen no podía evitar sentirse un poco nervioso por la compañía del chico y no paraba de preguntarse que reacción tendría en cuanto viera el verdadero motivo de esa salida, más allá de sólo celebrar como amigos.


Para su mala suerte, durante todo el camino hasta el centro comercial, su amigo había hablado de una y mil cosas que él no entendía, pues todo el tiempo concentró sus esfuerzos en ocultar lo nervioso que se sentía.


—¿Te sientes bien, Jean?—su estado no había pasado desapercibido por el moreno y le desconcertaba—Si no tienes ánimos podemos salir en otra ocasión, quizá sea mejor volver a casa...


—No sé de que hablas, estoy perfectamente bien, como siempre. Ven, vamos por aquí...—y fingiendo que todo estaba en orden lo arrastró junto con él al interior de una de las tiendas de ropa.


No hicieron más que revisar las prendas e imaginar las posibles combinaciones más extrañas. Era un juego tonto, y estaba más que consciente de ello, pero ver la sonrisa del chico lo valía.


Siguieron un poco más antes de salir y visitar la tienda de videojuegos, donde el castaño se encargó de presumir lo bueno que era en la mayoría de ellos y las muchas veces que había derrotado a cientos de personas que habían intentado vencerlo.


Pese a sus nervios, había conseguido que el moreno se divirtiera y la sonrisa no se borrara ni por un instante de su rostro. Y tampoco había podido evitar que la alegría se le contagiara y la sonrisa se instalara también en sus labios.


Estaba tan entusiasmado con todo lo que había pasado que casi olvida la reservación que había hecho en el karaoke para ese mismo día y, de no haber sido por la alarma que dejó activada en su celular, habría dejado pasar su oportunidad.


Se sobresaltó un poco al notar el recordatorio, pues sabía de sobra lo que eso significaba, cosa que no pasó desapercibida por su amigo pues de inmediato preguntó que sucedía.


—Casi olvidaba la reservación en el karaoke, la alarma era para eso—volvió a guardar el aparato en su bolsillo antes de seguir caminando.


—Tienes razón, también lo había olvidado—la sorpresa fue evidente en su rostro mientras lo seguía—Me estaba divirtiendo tanto que no recordaba que esa era la principal razón para salir.


No mentía, de verdad se sentía tan cómodo estando así con el castaño que ni siquiera se había detenido a pensar la fecha que era, el tiempo que llevaban juntos o lo extraño que se sentía por tener una cita con su amigo justo ese día.


Por fin habían llegado al lugar y, luego de revisar sus datos, los guiaron hasta la sala que les habían asignado en ese ocasión.


—De verdad hay mucha gente, fue una gran idea que lo reservaras con tiempo.


—Siempre hay mucha gente en estos días, si no lo hubiéramos decidido antes probablemente nuestros planes se habrían arruinado—se estiró ligeramente acomodándose en el asiento antes de seleccionar la canción con la que iniciarían, intentando despejar su mente y no pensar en lo que estaba a punto de hacer.


—Bueno, aunque no hubiéramos podido venir no creo que eso contara como arruinar nuestros planes. De verdad me estoy divirtiendo mucho, Jean, creo que un pequeño fallo en el plan no cambiaría mucho.


—¿Quieres elegir una canción? Puedes iniciar o la cantamos juntos...—prefirió cambiar el tema, para él, justo ese era el momento más importante de toda la cita y que para el pecoso no fuera relevante simplemente había incrementado su nerviosismo.


Aun así, su amigo notó lo tenso que se puso en ese momento y prefirió seguir el nuevo tema eligiendo unas cuantas canciones, algunas que cantaron juntos y otras por separado.


Luego de un par de horas, y viendo que el tiempo durante el que estaba reservada la sala estaba por terminar, el castaño decidió hacer su último movimiento. El momento había llegado y no había marcha atrás.


—¿No quieres comer algo? ¿O algo de beber? Llevamos mucho tiempo cantando ya.


—No realmente, no tengo mucha hambre...—sonrió ligeramente mientras lo miraba—Pero si quieres pedir algo: adelante, no te preocupes por mí.


Eso dificultaba su plan, pues esperaba que el chico accediera sin problema para entregarle el menú modificado y dar por terminado todo ese asunto.


Pero no iba a rendirse a último momento, comenzó a revisarlo intentando mantenerse tranquilo mientras se acercaba a la página especialmente modificada para ese día.


—Mira, esto suena bastante bien ¿Te parece si lo pedimos entre ambos?—e intentando mantener la compostura, y sonar lo más natural posible, le entregó el menú esperando ansiosamente.


El moreno lo tomó con curiosidad buscando aquello que el chico decía. Grande fue su sorpresa al encontrarse con unas cuantas fotos suyas donde debían estar las ilustraciones de los alimentos y, a su lado, unas cuantas frases en las que se reafirmaba lo importante que era para él. Para rematar, al final de la página, todas las frases y los momentos se resumían en el motivo de su salida.


Marco, me gustas ¿Quieres salir conmigo?


Sus ojos se abrieron con sorpresa sintiendo sus mejillas arder a causa de la vergüenza antes de poder mirar al castaño, quien se encontraba aún más avergonzado y sin ser capaz de mirarlo.


—Creo que no necesitas mi respuesta, Jean—entrelazó los dedos de su mano con los del chico, que aún se negaba a mirarlo a los ojos, mientras una de las sonrisas más grandes que pudo mostrar se clavaba en sus labios.


Siempre habían sido todo para el otro, se conocían a la perfección y, aun luchando por no rebasar el límite entre la amistad y el amor, sus sentimientos habían salido a la luz siendo correspondido por el otro.


¿Un milagro de navidad o el destino? Quizá nunca lo sabrían pero si de algo estaban seguros es que no dejarían pasar la oportunidad que tenían frente a sus ojos.

Notas finales:

Bueno, un nuevo día llegó y estamos a la mitad de esta serie de historias de intento navideño, espero estén siendo de su agrado.

Y como les he dicho desde que inicié, nos leeremos mañana con la penúltima de las historia, espero verlos por aquí


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