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One-shots navideños por Yaoi lovers

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Notas del capitulo:

La "semana" ha llegado a su fin este día, antes que nada ¡Feliz navidad! Espero que se la estén pasando bien y les agradezco por hacer una pausa en sus actividades y detenerse a leer

Navidad, una fecha para convivir con los seres que amas y definitivamente una de las oportunidades perfectas, o al menos desde el punto de vista de Rin, para tener una tranquila cita romántica.


¿Qué más podía pedir? Ni él ni el azabache tenían clases o asuntos académicos o personales, más allá de un par de reuniones con sus amigos, que les impidieran pasar ese día juntos.


Quizá lo único que no estaba considerando era el poco interés que su ahora novio mostraba por aquella celebración que sin duda era adoración del pelirrojo.


Y, aún así, desde una semana antes había comenzado a planear todo lo necesario para su cita. Iba a ser un día perfecto: prepararían la cena juntos, irían a la fiesta organizada por el rubio y compartirían parte del día con sus amigos, saldrían al anochecer a recorrer un poco la ciudad y terminarían en el centro antes de las doce para un romántico beso de navidad; luego volverían a casa del de ojos azules y, tras cenar, pasarían la madrugada hablando de todo y nada hasta que el frío y el cansancio los hiciera dormir acurrucados uno al lado del otro.


Nada podía salir mal, era el plan perfecto y estaba seguro de que sería un día memorable para ambos, algo digno de contar años después. De tan sólo pensar en ello sus ojos se iluminaban y la piel se le erizaba.


Estaba consciente de que Haruka no acostumbraba mostrarse afectuoso pero se esforzaría lo suficiente para crear una atmósfera en la que no pudiera resistirse a seguir sus planes.


Todo estaba listo y justo un día antes de noche buena el pelirrojo llamó a su pareja para contarle sobre sus planes, omitiendo los detalles especiales que mostraran lo importante que era ese día.


—¿Por qué quieres preparar algo tan complicado para la cena? Tengo caballa y arroz en casa, si quieres algo especial puedo ponerle piña.


—Haru, es navidad. Tiene que ser una cena especial, además quiero ayudarte, eso lo hace especial—sabía que convencer al chico no sería fácil pero no esperaba que buscara fallas a su plan tan pronto.


—¿Y por qué quieres ir al centro? Si quieres que estemos juntos sería mejor no ir, a esa hora va a estar repleto de personas.


—Por favor Haru, sólo es un pequeño paseo, quiero que veamos la decoración y la iluminación ¿No te parece romántico?


El azabache no dijo nada pero su pareja estaba seguro de que una pequeña sonrisa se había dibujado en su rostro.


—¿Sigues ahí...?—sólo quería saber el progreso que había logrado y hasta donde pensaba ceder.


—Será algo pequeño, y si hay demasiada gente volveremos ¿Sí?


Sabía a la perfección que el pelirrojo era muy detallista y que siempre hacía todo lo posible por verlo feliz, eso bien valía un pequeño cambio de su parte en lo que tenía pensado para la celebración.


Y así, el día tan ansiado por fin llegó. Estaba entusiasmado y llegó a casa de su pareja con todo lo necesario para preparar la cena, pues el día anterior se había encargado de hacer las compras.


Una vez frente a la puerta dio pequeños golpecitos anunciando su llegada. Apenas pudo identificar la voz de cierto rubio antes de que se lanzara sobre él.


—¡Rin-chan! Que bueno que llegas, Haru-chan no tiene idea de como decorar una fiesta de navidad—hizo un pequeño puchero cruzándose de brazos mientras miraba por el pasillo esperando que el azabache llegara.


—Sólo digo que no es necesario llenar de adornos, nadie va a notarlos al final.


—Eres un aguafiestas Haru-chan. Díselo Rin-chan, explícale lo importante que es la decoración...—dejó que el pelirrojo entrara para poder besar la mejilla del chico como saludo.


—No digo que la decoración no sea importante pero tampoco tiene que preocuparte tanto por eso Nagisa, algo sencillo puede ser—dejó las compras sobre la mesita de centro antes de mirar a su pareja preguntando lo que ocurría.


—Salir con Haru-chan te está afectando... Mira, mira, estaba pensando hacer esto...—y sin dar tiempo a más tomó la muñeca del más alto haciendo que se sentara a su lado para mostrarle los miles de adornos que quería utilizar y la manera en que pensaba acomodarlos.


Pasaron un par de horas hasta que el de ojos rosas quedó satisfecho con la decoración, dejando por fin solos a la pareja.


—No sabía que Nagisa pensaba venir.


—Ni siquiera yo lo sabía, llegó de pronto y ni siquiera me dejó decir algo antes de que entrara.


—Bueno, será mejor comenzar a cocinar o no nos dará tiempo antes de la fiesta.


—¿No compraste demasiada comida? Sólo seremos nosotros dos ¿O pensabas invitar a alguien?


—Por supuesto que no, este día quiero estar sólo contigo. Pero tener un poco de carne de reserva te hará bien...—y tras sonreír y tomar las bolsas comenzó a caminar para dirigirse a la cocina seguido del de ojos azules.


Comenzaron a preparar los ingredientes que necesitaban para cocinar y, una vez que tuvieron todo en orden, se dispusieron a preparar los platillos hasta que volvieron a llamar a la puerta. El azabache se acercó a atender el llamado, y el de ojos rojos tras él.


—¡Haru-chan! ¡Haru-chan! Vamos, necesito ayuda para hacer la decoración.


—Nagisa, no puedes llevarte a Haru así como así...—el más alto intervino al notar que se llevaban al chico, sin embargo, no esperaba la reacción del más bajo.


—¡Que gran idea! Vamos todos, mientras más seamos terminaremos más rápido.


Así fue como el rubio había conseguido arrastrarlos hasta su casa, donde el resto de sus amigos ya se encontraban reunidos, para organizar lo que planeaba.


Pasaron varias horas intentando hacer algo que cumpliera con las expectativas del menor, colocando y quitando, cortando, agregando, pintando, y haciendo mil y un cosas hasta que estuvo satisfecho.


Por fin dejó que partieran y la pareja tuvo que separarse para asearse y arreglarse antes de asistir a la fiesta.


—Pasaré por ti para ir juntos ¿Bien?—el pelirrojo presionó la mano de su novio mientras lo miraba, sintiéndose un poco desanimado porque sus planes no pudiera iniciar como esperaba.


—Está bien, te veré más tarde—y tras despedirse cada uno volvió a su camino para regresar a casa.


Pese a eso, el más alto no iba a rendirse tan fácil y prefirió esmerarse en su arreglo para sorprender al azabache. Amarró su cabello dejando algunos mechones sueltos y su flequillo en su lugar, eligió una camisa y un pantalón de mezclilla sencillos, pero que creaban una combinación perfecta con su cabello y el resto de accesorios.


Totalmente conforme con el resultado, por fin partió nuevamente a casa de su pareja e, intentando disimular lo ansioso que estaba por ver su reacción, espero que atendiera el llamado.


Sin embargo, en cuanto abrió la puerta todos los pensamientos del pelirrojo se nublaron y, el deseo de que los ojos azules no pudiera despegarse de su imagen, se desvanecieron pues entendió que sería al revés.


No es que hubiera un cambio radical en su atuendo pues, salvo su cabello ligeramente desordenado y su vestimenta con un toque ligeramente más formal por el corte de las prendas, el estilo no tenía mayor cambio. Aún así, no podía dejar de contemplarlo en silencio admirando lo atractivo que se veía.


—¿Pasa algo?—el azabache miró a su pareja con atención antes de salir de su hogar y cerrar la puerta.


—Todo en orden, vamos—tomó su mano presionándola ligeramente evadiendo su mirada mientras comenzaba a caminar.


—Sólo nos detendremos un momento en casa de Makoto, va a llevar algunas cosas para la fiesta y me pidió que lo ayudara.


—Seguro, vamos entonces...—contuvo un largo suspiro, esperaba que, ya que no pudieron preparar la cena juntos como había planeado, al menos pudieran realizar el pequeño viaje a solas y quizá aprovechar el tiempo para comportarse de forma melosa.


Sin embargo, ya se encontraban frente a la puerta del castaño ayudándolo a cargar un sin fin de cosas que el rubio había pedido. Ninguno entendía la razón pero el más bajo se aseguró de convencer al de ojos verdes que todo aquello era necesario.


Tantas cosas había pedido, entre algunos bocadillos para empezar la reunión y las bebidas, que los tres llevaban ambas manos ocupadas, impidiendo así que el de ojos rojos pudiera, cuando menos, tomar la mano de su pareja.


Caminaban cerca del otro con el más alto intentando permanecer un poco alejado pues había conseguido leer la atmósfera y no quería incomodar a la pareja. Pese a sus esfuerzos, ninguno de sus amigos se sentía tan tranquilo como para fingir que él no estaba y pudieran tener un intento de cita, así que prefirió iniciar la conversación para relajar el ambiente.


—Te ves muy bien, Rin. Ese peinado luce mucho con tu cabello—sonrió cálidamente como acostumbraba antes de dar un rápido vistazo a su amigo—¿No lo crees así, Haru?—intentaba darle un pequeño empujón para que halagara la apariencia del chico.


—Supongo, generalmente siempre sabe como arreglar su cabello.


Pudo ver la frustración en el rostro del pelirrojo y, apenas intentó animar a su amigo nuevamente, él chico se limitó a agradecer evitando que siguiera.


—¿No crees que lo que eligió para hoy es grandioso, Rin? Haru quería lucir bien para...


—Nagisa acaba de avisar que sólo faltamos nosotros, debemos darnos prisa—el azabache apresuró sus pasos impidiendo que el más alto terminara su frase.


Al llegar a casa del rubio dejaron las cosas donde les indicó e inmediatamente se llevó al de ojos azules insistiendo que lo necesitaba en la cocina antes de que el chico de lentes la incendiara. Con eso, los dos chicos quedaron a solas, ordenando las cosas como su amigo pidió.


—Lo lamento mucho de verdad, Rin. Haru no me dijo que pasarías por él. De haberlo sabido no le hubiera pedido que me ayudara.


—No tienes de qué disculparte, eran demasiadas cosas para que las trajeras solo—sonrió un poco para tranquilizarlo antes de seguir ordenando.


Una vez acabaron regresaron al salón con sus amigos y, tan pronto como se vieron, el de ojos rojos corrió hasta donde se encontraba su amigo. Más tardó el chico en llegar a su lado que él en notar que algo no andaba bien.


—¿Pasó algo con Nanase?—pudo notar el ligero cambio en su rostro al oír la pregunta pero prefirió no ahondar en el tema cuando su mejor amigo comenzó a decir que estaba loco y no entendía a lo que se refería.


Los ojos verdes no se habían despegado del par hasta que el azabache tomó asiento a su lado, una vez logró ordenar todo en la cocina.


—¿Por qué no quisiste que le dijera?—en su rostro se mostraba la confusión y lo mucho que necesitaba una explicación.


—No necesita saberlo.


—Haru, elegiste esto porque querías impresionarlo. Querías que te viera sólo a ti.


—Rin no debe estar enterado y no necesito que se lo digas—desvío su mirada hacia donde estaba su pareja, notando lo animado que se veía al lado del otro castaño.


Por fin el de ojos rosas regresó de la cocina acompañado del de ojos morados y la pelirroja. Luego de un par de palabras habló de sus planes para divertirse.


Siguieron los juegos que había organizado especialmente para esa ocasión entre risas mientras algunos se negaban a cumplir con los caprichos del rubio, terminando por ceder de una manera u otra. Acabaron los bocadillos antes de probar el platillo que entre los más jóvenes de Iwatobi prepararon.


El anochecer se acercaba y poco a poco los invitados comenzaron a salir, dejando únicamente al anfitrión y a la pareja, quienes se ofrecieron a ayudar al menor.


—Haru-chan, Haru-chan—el menor se acercó susurrando hasta él aprovechando que el pelirrojo salió a tirar la basura—Tú y Rin-chan deberían ir a celebrar solos lo que queda de la noche.


—Nagisa...


Estaba a punto de explicarle lo que sucedía hasta darse cuenta de que el más alto había vuelto y miró un poco sorprendido a los otros dos, pues se tensaron de inmediato al verlo llegar.


—¿Tengo algo?—miró su ropa intentando descubrir la reacción del par.


—No, no, Rin-chan. Es sólo que ya terminamos y estoy cansado, será mejor que Haru-chan y tú se vayan...—y sin dar tiempo a que cualquiera de los dos hablara, hizo que la pareja entrelazara los dedos de sus manos y salieran de la casa—Esfuerzate, Haru-chan—fue lo último que dijo antes de cerrar la puerta.


Aún con la confusión la pareja comenzó a caminar. El silencio parecía no querer desaparecer hasta que el más alto desvío su mirada y, sin soltar al de ojos azules, se adelantó ligeramente.


—Será mejor qué regreses a casa a dormir, Nagisa puso muchas cosas a tu cargo, debes estar cansado. Será mejor que duermas—hablaba tan rápido que apenas se entendían sus palabras.


—Rin... Rin... Rin...—intentaba llamar su atención pero el pelirrojo se negaba a detenerse y escucharlo de no ser porque su pareja ejerció mayor presión en su mano mientras frenaba evitando que pudiera continuar—Rin ¿Qué sucede...?


—Esto apesta, lo odio—las lágrimas no tardaron en agolparse en sus ojos mientras el intentaba quitarlas sacudiendo su rostro—Se suponía que este sería un día perfecto y apenas pude estar contigo...


El azabache se acercó intentando limpiar sus lágrimas pero él se lo impidió, cubriendo su rostro con su antebrazo mientras apretaba su mano libre en un puño.


—Se supone que cocinaríamos la cena juntos, nos prepararíamos para la fiesta juntos, incluso llevé entre las cosas algo con lo que pudiera hacer juego con lo que eligieras. Vendríamos, estaríamos con todos nuestros amigos y al final pasaríamos tomados de la mano por el centro hasta que fuera media noche. Nos besaríamos y volveríamos a tu casa para conversar hasta que nos quedáramos dormidos juntos...—su voz se quebró y su pareja intentó acercarse para consolarlo—Y en vez de eso estuviste lejos de mí incluso durante la fiesta. Estuve como un tonto buscando con que ropa luciría mejor, hasta peiné mi cabello de forma diferente para que sólo pudieras mirarme a mí y durante todo el tiempo me ignoraste como si no existiera—las lágrimas volvieron a salir sin detenerse, la frustración era demasiada para contenerse.


El azabache no pudo más y sujetó con fuerza la muñeca de su novio para empezar a caminar. Pese a las protestas del más alto no se detuvo hasta llegar al centro y buscar el lugar más tranquilo desde el que se pudiera observar las decoraciones y la nieve, que hacía unos minutos había comenzado a caer.


El llanto de su pareja se había detenido y, en cambio, lo miraba con sorpresa intentando descifrar lo que sucedía. Sin embargo, él no dijo nada. Simplemente lo abrazó por la espalda mientras hacía que se acercaran al pequeño puente entre las rocas desde el que podían apreciar gran parte de la ciudad.


Se mantuvieron en esa posición en completo silencio, dejando que el calor de su pareja los invadiera. Eran pocos los momentos en que podían estar así de cerca y el más alto no podía negar que aprovechaba al máximo la ocasión.


—Haru...—giró un poco para mirarlo y en cuanto lo hizo el chico tomó sus manos acariciándolas suavemente mientras lo miraba fijamente.


No dijo nada, apenas y pudo mantener su mirada. Estaba demasiado avergonzado, pues las lágrimas que derramó su pareja le habían hecho entender lo mucho que había sufrido a causa suya, pero no podía evitar sentirse tan nervioso al pensar que pasaría el día a solas con el chico a quien amaba.


No podía negar que su atuendo y el arreglo de su cabello lo pensó especialmente para ese día y para impresionar a su novio, pues él siempre se esmeraba en cuidar su apariencia y más cuando tenían una cita. Tampoco podía negar que le ocultó al castaño que el pelirrojo pasaría a recogerlo pero se sentía demasiado nervioso como para emprender un camino tan largo sólo con su pareja.


Desvió su mirada sin dejar de apretar sus manos, entendía todo lo que había pasado y se sentía culpable por ello. Apenas podía creer que su inseguridad lo llevara a actuar tan distante pero no pudo evitarlo. Estaba a punto de hablar cuando el pelirrojo se aferró a su cuerpo, apoyando su rostro en su hombro.


—Lamento esto, es sólo que tenía tantas cosas planeadas y...—se mantuvo pegado a su cuerpo sin querer alejarse—Te quiero, Haru...


El azabache se separó lentamente de él, acarició lentamente sus mejillas mientras las comisuras de sus labios se elevaban ligeramente mostrando una pequeña sonrisa que le fue contagiada al más alto.


Y antes de que el último pudiera hacer o decir algo, su pareja acercó lentamente su rostro al contrario, presionando suavemente sus labios con los propios mientras se aferraba a su cuerpo manteniéndolo cerca.


—También te quiero, Rin—juntó ambas frentes mientras acariciaba suavemente su mejilla con la mano que tenía libre.


Quizá no era bueno con las palabras ni sabía la manera correcta de llegar a los sentimientos del chico. Pero si de algo estaba seguro es de que ese niño ruidoso que conoció cuando eran pequeños creció para convertirse en el hombre a quien amaba y con quien quería pasar los momentos más importantes pues, a su lado, vivía sensaciones nuevas que con nadie más quería experimentar.

Notas finales:

Espero que hayan disfrutado leer tanto como yo lo hice escribiendo y síganla pasando bien ¡Hasta la próxima!

 


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