Era víspera de Año Nuevo y faltaba treinta segundos para recibir el año entrante. Todos en la fiesta esperaban con ansías el conteo regresivo. Dean era uno de ellos. El silencio se hizo presente y Cas que se situaba a su lado, juntó sus manos en el último momento. Se miraron como de costumbre y sus bocas se abrieron al mismo tiempo.
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Algunas personas sonreían, otras ocultaban sus lágrimas y Dean sentía con más firmeza el agarre de su mejor amigo.
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"¡Feliz Año Nuevo!", se escuchó por todos lados y una lluvia de confeti y globos coloreó el lugar. Una recordada melodía se filtró en la celebración y más de uno se unió a su canto:
¿Deberían ser olvidados los viejos amigos y nunca recordados?
¿Deberían ser olvidados los viejos amigos y los viejos tiempos?
Por los viejos tiempos, amigo mío, por los viejos tiempos.
¡Tomaremos una copa de afecto por los viejos tiempos!
Dean se percató del confeti sobre la cabeza de Cas y sus labios se curvaron en una cálida sonrisa.
Levantó la mano y sacó algunos papelitos que aún se aferraban en el pelo suave que poseía Cas.
¿Acaso no era el momento exacto para comenzar con sus resoluciones?
—Oye, Cas... —llamó y el hombre volvió a centrar toda su atención en él.
—¿Sí, Dean?
—Yo... voy a darte un beso—afirmó más que preguntar.
Cas sonrió y un leve rubor cubrió sus pómulos.
—¿Solo uno?
Dean sacudió la cabeza y rió.
—Hombre inteligente. El primero de Año Nuevo.
—El primero de muchos, Dean—le corrigió Cas mientras alzaba su barbilla en una clara invitación.
Sin decir una palabra más, Dean se inclinó hacia delante y lo beso con dulzura.
En esta medianoche, todo es un buen comienzo.