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Why me? por SPatt

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Notas del fanfic:

Aquí estoy de nuevo con mi humor ácido y estúpido :'v

Espero les guste este nuevo fic ^^" 

Gracias por leer :3

 

*Aclaración:

Esta historia es completamente mía, como todas las que he publicado, no será muy extensa y los capítulos no serán tan largos.



Esta soy yo, llorando como Magdalena... otra vez.



No es que sea una dramática, simplemente el amor no es para mí.



Acaban de rechazarme, como siempre me pasa, ya no sé ni porque hago el intento; incluso he perdido la cuenta de todas las veces que me han enviado a la friendzone.



Suspiro y limpio mis lágrimas de cocodrilo.

 

-Estoy bien así, no necesito una novia.- Dije en voz alta con la intención de convencerme pero, en lugar de eso, un aura negativa me acechó y volví a mi faceta depresiva.

 

Soy un completo fracaso en el amor.



Un zumbido interrumpió mis pensamientos pesimistas. Visualice una mosca posada en la orilla de mi ventana.

 

¡Que asco!

 

Tomé lo primero que encontré a la mano y la aplasté.

 

-¡Estúpida!

 

-¿Quién dijo eso?- Pregunté nerviosa mientras observaba toda mi habitación.

 

Estaba sola en casa y mi madre llegaría hasta la noche.



-¿Podrías retirar la revista? Ya me canse de contemplar a Paluma.



Oh no.

 

No puede ser cierto.

 

Es imposible.



Lentamente retiré la revista juvenil que me había comprado mi madre.



La mosca seguía intacta, esperaba verla destripada pero no tenía "rasguño" alguno.



-Creo que me estoy volviendo loca, debí haber tomado la terapia que mi mamá me consiguió hace tiempo.-Murmuré preocupada.



-No necesitas eso.

 

-¡Oh demonios! Estoy peor de lo que pensaba, ahora hasta escucho lo que dicen las moscas.- Agarre mi cabeza algo desesperada.

 

Cuando le cuente a mi mamá seguramente mandará hacerme un exorcismo.

 

Ella no se toma este tipo de cosas a la ligera, es probable que ya no vuelva a ver la luz del Sol.

 

-Tranquila, no estás loca, y no escuchas hablar a las moscas. Yo soy tu hada madrina.

 

-¿Cómo podría eso tranquilizarme?- Pregunté irónica y algo alterada.

 

Esto era absurdo.

 

-¿Si cambio de forma te calmaras?

 

Asentí mientras no dejaba de mecerme estando en posición fetal.



Un destello de luz me deslumbró ocasionando que cerrara los ojos, cuando los volví a abrir no podía creer lo que veía.

 

-Oh por Dios.- Gesticule demasiado al pronunciar aquellas palabras. No cabía en mi asombro. -¡Ally!- Exclamé eufórica.



Sin pensarlo me lancé a sus brazos y la apreté de más aferrándome a ella.

 

No la quería soltar jamás, era mi hermoso solecito.

 

-Es el mejor sueño que he tenido.- Mencioné cerrando los ojos y disfrutando del momento.

 

-No estás soñando Paola y tampoco soy la verdadera Allyson Brooke.



Me aleje de ella con lentitud y la observé a detalle.

 

Era idéntica a mi rayito de sol: la misma estatura, los mismos ojos, la misma figura perfecta.

 

-¿Qué?- Articulé perdida.

 

Comencé a pellizcarme repetidas veces pero no funcionaba, no conseguía despertar.

 

-Ya te dije, soy tu hada madrina, no tengo un cuerpo humano, ni forma física; pensé que te agradaría verme exactamente igual a como luce tu ídola, por eso tomé esta imagen.- Explicó.



Yo seguía atónita, no estaba entendiendo nada.

 

-Veo confusión en tu rostro.- Comentó. -He venido para que tu vida deje de ser infeliz.- Me miró con algo de lástima.

 

-¿Infeliz?

 

-Sé que duele aceptarlo pero no temas.- Colocó mi cabeza en su pecho y empezó a darme palmaditas en la espalda. -Te han rechazado todas las chicas que te gustaban, sin embargo, a partir de ahora las cosas cambiarán.- Sonrió de una manera que no supe descifrar.

 

-¿A qué te refieres con "cambiarán"?- Pregunté confundida.

 

-Ya lo descubrirás.- Fue lo último que dijo antes de desaparecer.



Todo esto era completamente loco.



El timbre sonó y baje a abrir con desconfianza.

 

-¿Vanesa? ¿Qué haces aquí?

 

-¿Es así como recibes a tu mejor amiga?- Respondió de vuelta fingiendo estar ofendida.

 

-Claro que no, sólo me tomaste por sorpresa, pasa.- Me hice a un lado para que entrara. -¿No estabas en la escuela?- Cuestioné extrañada.

 

Según recordaba, ella tenía clase hasta las 5 de la tarde.

 

-El profesor nos sacó temprano.- Mencionó sin darle mucho importancia al asunto. -¿Estás sola en casa verdad?- Me miró fijamente.

 

-Sí, ya sabes que mi mamá llega en la noche.- Confirmé.

 

-Eso es perfecto.- Susurró pero la alcance a oír. -Mira lo que traje.- Habló emocionada mientras sacaba una botella de vodka de su mochila.

 

-¿Estás loca? Mamá me matará si nos descubre.

 

-Eso no pasará si somos cuidadosas y escondemos bien el "crimen".- Movió sus cejas graciosamente de arriba abajo. -Vamos quiero tomar contigo, no seas aguafiestas.- Hizo un puchero.



Estaba logrando convencerme además, ¿a quién voy a engañar si me niego? Es evidente que a mí me gusta tomar.

 

El timbre sonó de manera insistente.

 

-¿Esperas a alguien?- Interrogó recelosa mientras me miraba molesta.

 

Su gesto me desconcertó.

 

-No, no tengo idea de quién sea.- Musité dirigiéndome hacia la puerta.

 

Cuando la abrí desee al instante no haberlo hecho.

 

-Fátima...

 

-Hola.- Saludó como si nada.

 

Me quede estática.

 

Oh no.

 

Esto no es bueno.

 

-¿Quién es, Pao?

 

Se asomó mi amiga curiosa, su expresión se deformó en una mueca, Fátima rodó los ojos con fastidio.

 

-¿Qué hace ella aquí?- Preguntaron al unísono.

 

Vanesa chasqueó la lengua molesta. -¿No le dirás que se vaya?- Me cuestionó en un tono enojado.



Ambas eran mis amigas, pero entre ellas existía una gran hostilidad; por alguna razón, que yo desconocía, se llevaban mal.

 

No sabía qué hacer.

 

Correr a Fátima sería grosero, lo correcto es ofrecerle que pase, sin embargo, tengo claro que juntarlas es una mala idea.

 

-Veo que estás ocupada, supongo que vendré otro día.- Dijo algo desanimada, aunque percibí un poco de celos en su voz.

 

-Nos vemos...- Mi frase quedó incompleta pues ella ya no estaba.

 

Mi amiga sonrió triunfal.

-Ya era hora de que se fuera.- Comentó mirando sus uñas.

 

-Creo que es mejor que te vayas.- Murmuré.



Este día había sido extraño y cansado, necesitaba estar sola y dormir por lo que restaba del día.

 

-¿Me estás corriendo?- Espetó indignada.

 

-No, no lo tomes a mal, sólo quiero estar sola.



No me contestó, simplemente se fue sin decir nada y azotando la puerta.



Era obvio que estaba enojada, aunque no sabía porqué.


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