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Momento equivocado ||Destiel|| por Dark_Ness

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Notas del fanfic:

Porque una vez más, el omegaverse me puede, y mucho más el Omega!Dean 

Publicación original en wattpad: 

www.wattpad.com/story/147133277-momento-equivocado-destiel?utm_source=widget&utm_medium=link_copy

    Dean estaba sentado en una banca del parque, sentía que todos los niños a su alrededor estaban más que feliz, y ese pensamiento lo llenaba de emociones contradictorias.

 

    Por un lado, pensaba que los omegas no siempre servían para tener hijos y para que los alfas los cargaran como accesorios; pero, por otro, el no quería ser parte de esos ingenuos que creían que un vida sin niños era algo antinatural.

 

    Antinatural era que un hombre amamantara sin pechos. Eso si era antinatural.

 

— ¿En que piensas? —una voz lo sacó de su ensoñación— Desde lejos puedo oler como te enojas. ¿Sucedió algo en mi ausencia?

 

    Pero ahí estaba él. Castiel. Con esa sonrisa tímida en su rostro y esos ojos azules tan hermosos que lo llenaban de paz con tan solo mirarlo. No hizo falta siquiera olerlo para suspirar con alegría y verlo como colegiala enamorada.

 

—Nada...

 

— ¿Nada? Eso no responde a mis preguntas, Dean. —dijo un tanto confundido cuando tomó asiento al lado del rubio.

 

—Nada a todo. —dijo una vez olfateó levemente ese olor que lo volvía loco; era fuerte, poderoso y dominante. Tan varonil. Como oler una de las más carísimas colonias que estuvieran en el mercado.

 

    Después de un año de relación con su chico, supo que Castiel olía a muchas cosas. Como a vainilla, manzana, cerezas y a hombre. Pero era tan embriagador, que no podía aspirar más de diez segundos sin sentir como su pantalón le apretaba en las zonas correctas.

 

—Estás rojo... ¿Estás seguro de que no pasa nada? —Castiel tocó la frente de Dean con su palma. No fue sorpresa enterarse de la calentura del chico— Dean ¿no estarás enfermo?

 

    Castiel olfateó disimuladamente el ambiente, y lo que sintió hizo que sus ojos se oscurecieran; Dean olía a excitación. Castiel se acercó lentamente al cuello del rubio y le dejó un tierno beso justo debajo de la oreja, ahí en donde estaría esa mordida que los uniría.

 

    Dean dio un respingo; sentir los suaves labios de Castiel en esa parte de su cuerpo no le ayudaba en nada a calmar los revoltosos y sucios pensamientos del Omega. De repente se le antojó una cerveza fría para bajar la calentura, pero pronto como Castiel le respiró en el cuello, no pudo evitar levantarse y tirar de la manga al Alfa.

 

—Si... si vamos a continuar con esto... no debe ser aquí... —habló Dean a duras penas, estaba esforzándose por no soltar gemidos obsenos en pleno parque— No quiero una demanda por exhibicionismo.

 

    Castiel sonrió de esa manera que reconocía Dean, en donde sabía que las cosas terminaban bien si tenían algo cómodo en donde apoyarse después. Prácticamente corrieron hasta el auto del rubio y una vez entraron en el, Castiel se le echó encima a Dean como si fuera una fiera salvaje a punto de engullir a su víctima.

 

—Cas... ¡Ah! E-Espera... Aquí no... Ahg —Dean apenas si pudo hablar cuando Castiel se subió sobre él y comenzó a comerle el cuello.

 

   El pelinegro se amoldó de tal manera con el cuerpo del rubio, que sus entrepiernas se frotaban unas a otras y sus pechos estaban totalmente pegados. Las manos de Dean pasaron por la espalda de Castiel y se agarraron firmemente a su gabardina, arrugandola entre sus dedos; y las manos de Castiel estaban dentro de la camisa con un estampado de Led Zeppelin de Dean, recorriendo su pecho y tocando esos sensibles pezones.

 

    Los labios atacaba fuertemente el cuello de Dean, mordiendo y jalando la piel blanca, dejándole la zona enrojecida y muy pronto violácea. Los gemidos semi agudos de Dean le daban tirones a la entrepierna de Castiel, haciendo que los dientes apretaran más el cuello. Pronto Dean se desesperó y buscó los labios de su Alfa, quería morderlos y ahogar sus bochornosos gemidos.

 

    Cuando entrelazaron sus bocas, casi sintió como hubo una explosión de sabores y sensaciones en su boca y su interior. Casi pudo haber eyaculado, si no fuera porque Castiel le apretó la entrepierna como una muda advertencia de que aún no era el momento.

 

    Los dientes de Castiel mordían y maltrataban los rosados labios de Dean, incrementando los gemidos y las sensaciones a niveles exorbitantes; las lenguas se entrelazaron, creando batallas de dominio sobre el otro en donde quedaron empatadas. El sonido que producían sus besos llenaba por completo el auto, al igual que los olores de excitación de ambos chicos.

 

    Mientas Dean se agarraba de la espalda de Castiel y lo empujaba más hacia él, Castiel bajaba las manos por el pecho del muchacho hasta llegar a las caderas; les dio una rústica caricia que logró encenderlos más. Dean enredó sus piernas por detrás de la cadera de Castiel y se comenzaron a frotar.

 

—Cas... Cas... Márcame... Por favor —pidió Dean ido por el placer de sentir los labios de Castiel nuevamente en su cuello— Hazlo... estoy más que listo.

 

    Castiel gruñó al olfatear los olores de Dean. Estaba comenzando a humedecerse por ambos lados, y por Dios, él iba a lamer todas y cada unas de las gotas que soltara Dean; él también estaba más que listo para morderlo, quería dejar grabada su mordida en el cuello del chico para que así ningún idiota le mirara de esa forma.

 

   Pero no. No iba a hacerlo ahí, en la parte trasera de su auto como si fuera un vulgar polvo más.

 

   Castiel subió sus manos y tocó los labios de Dean mientras éste apenas si podía respirar. Metió sus dedos dentro de la boca del otro, primero con suavidad y acariciando lo poco que podía tocar de sus labios; después tocó su lengua y la apretó un poco, causando un gemido largo de Dean. Su otra mano la bajó hasta su entrepierna y la masajeó por debajo del pantalón pero por encima de la ropa interior; efectivamente estaba mojado por las dos partes.

 

—Vamos Dean... Chupa —dijo con sus voz cargada de erotismo, mirando directamente a los ojos al Omega, que tenía sus orbes verdes llenos de lágrimas— Quiero ver cómo lo haces.

 

    Dean asintió totalmente sumiso y comenzó a lamer los dedos de Castiel. No hacía falta decir que Castiel se había levantado y ahora estaba arrodillado sobre la cadera de Dean.

 

    Desde ahí podía verlo todo, y sentirlo todo. En especial como la lengua de Dean acariciaba sus dedos de una forma que solamente él podía hacerlo.

 

— ¿Quieres que te meta los dedos? —dijo una vez sintió como ya estaban totalmente humedecidos sus dedos. Dean gemía, sintiendo como si su cuerpo fuera a explotar por lo caliente que estaba.

 

    Quería responder, de verdad que sí, pero ver como Castiel le levantaba la camisa hasta el cuello y comenzaba a lamer su pecho hizo que todas las palabras se fugaran. Nuevamente volvieron a besarse.

 

—Sí, Cas... Hazlo, por favor.

 

    Castiel sonrió sobre los labios de Dean, pero antes de hacer cualquier otro movimiento, un olor agresivo y cargado de tensión los hizo detenerse.

 

    Papá John estaba más que enojado al llegar al auto y ver como su hijo estaba debajo de un Alfa calenturiento. Posiblemente iba a haber un muerto esa noche.

 

—Hola papá —Dean sonrió nerviosamente a su papá— Que raro verte por aquí.

 

—H-Hola señor Winchester...

 

—Se me separan. Ahora.

 

   Castiel acomodó la ropa de Dean antes de salir del auto y ayudar a su Omega a levantarse.

 

    John los miró como si quisiera arrancarle las cabezas a ambos y dárselo de comer a los perros.

 

***

 

— ¡En el auto! ¡EN MI JODIDO AUTO! —gritó una vez llegaron a casa, llamando la atención de Mary que leía una revista en la sala— Dean, ¡¿Qué mierda te pasa?! ¿cómo se te ocurre querer follar en mi auto?

 

— ¿Q-Qué? —dijo Mary una vez estuvo delante de los dos— Dean, ¿eso que dice tu padre es cierto?

 

    Dean estaba ruborizado de pies a cabeza, con la ropa un poco desaliñada y unos moretones en el cuello. No obstante, tenía los pantalones mojados y una semi erección que se iba apagando conforme escuchaba los gritos de sus padres, hasta tenía el cabello revuelto en varias direcciones.

 

—Por supuesto que es cierto, Mary. Tu hijo mayor estaba en la parte trasera de mi baby con el hijo de los Novak; el muy desgraciado estaba aprovechándose de Dean, y él no hizo nada para defenderse.

 

    John podía echar sangre y fuego por la boca, estaba demasiado molesto.

 

— ¿Con Castiel? —preguntó Mary, obteniendo un asentimiento lleno de temor por parte de Dean— ¡Por Dios! ¡Dean! Pensé que esperarías a que fueras un poco mayor.

 

    Los dos alfas contaron hasta diez para calmarse; parecía que la casa se iba a llenar de olores no muy agradables.

 

    Dean quería irse a su habitación para poder echarse una mano y así no quedarse con las ganas, pero John y Mary tenían otros planes.

 

—Hablaré con Chuck. Esto no se va a quedar así. ¡Ese malnacido estaba abusando de mi hijo! —John tomó su chaqueta de cuero y salió con Mary pisándole los talones.

 

   Ahora sí es verdad que se iba a armar una muy grande.

 

***

 

   Cuando llegó a su habitación, se quitó los pantalones y se dio cuenta del olor que emanaba y cuan pegajoso estaba. Se metió al baño privado que tenía la habitación y se dio un largo baño caliente; no tenía ánimos para afrontar el agua fría.

 

    Cuando salió del baño, casi grita como niña al ver a Castiel sentado en su cama. Había vuelto a entrar por la ventana.

 

—Dean... Tu papá está en verdad molesto; acaba de ir a mi casa a hablar con mis padres, y yo apenas y pude escaparme por la ventana —Dean recordó repentinamente que John lo había jalado dentro del auto y aceleraron, dejando atrás a Castiel en el parque— Yo... no quería pasarme contigo. Es que hueles tan bien, y estabas tan rojo que no pude... Lo siento Dean, siento si me aproveché de tí.

 

    Casi podía ver a Castiel con las orejas de perro gachas y la cola entre las piernas.

 

    Dean sonrió al ver que su Alfa sentía remordimiento por algo que no había causado. Así que, agarrando firmemente la toalla que tenía en la cintura, fue hasta donde estaba parado el pelinegro y le dio un beso en la mejilla.

 

—No puedo creer que seas un Alfa tan dulce —dijo al oído de Castiel— Pero no te sientas mal. Yo era quien quería que todo eso pasara.

 

— ¡P-Pero te fallé! No pude controlarme y casi te tomo en la parte trasera de un auto. ¡Por Dios, de un auto! —dijo aflojandose los botones de la camisa y sentándose en la cama; se sentía como un total hijo de perra al no tratar bien a su Omega.

 

    Dean rió y tomó un boxer. Se quitó la toalla sin importarle la mirada lacsiva que le dedicaba el pelinegro (no es como si fuera la primera vez que lo veía desnudo) y se vistió, para luego colocarse una camisa y un pantalón.

 

—Ya no te sientas mal, Cas. No fue tu culpa —dijo mientras se acercaba a donde estaba su chico— Ahora vamos, quiero tomar un par de cervezas contigo ya que no está nadie en casa.

 

    Dean le dio la espalda a Castiel, una muy mala idea, porque en ese momento se levantó el Alfa y lo apresó entre sus brazos. Lo apretó de tal forma, que su entrepierna dura como una roca presionaba el redondo trasero de Dean; le dio un par de besos en a nuca y luego fue lamiendo hasta llegar al cuello del muchacho.

 

    Le mordió un poco en la zona debajo de su oreja. —Aquí es en donde estará mi marca— dijo y luego bajó su mano hasta el vientre del Omega— Y aquí es en donde estarán nuestros hijos.

 

    El aliento que tenía Dean se escapó al escuchar esas roncas palabras, y al sentir esas caricias sintió nuevamente como se mojaba su pantalón.

 

— ¿Con que quieres iniciar primero? —le preguntó una vez olfateó su cuello.

 

—Cas...

 

    Cabe decir que esa tarde, la cama de Dean sonó de tal forma que se rompió. Fue un milagro que sus papás no estuvieran en la casa, porque esos gritos que daba no eran lo que se dice exactamente bajitos.

Notas finales:

No puedo creer que tenía esto en borradores.


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