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Sobreviviendo al miedo por desileo

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Notas del fanfic:

Continuación de sobreviviendo a mi suegra, específicamente en el DLC, "intruso"

Dacio corría detrás de una desesperada Morrigan, la bruja enviada de la corte de Orlais, a través del Velo físicamente (de nuevo) lo seguía muy de cerca su madre, el cual veía todo con recelo, ya que era la primera vez que se encontraba en ese lugar.

Todo ese lío había comenzado con ellos dos paseando por el jardín de la Inquisición, cuando su madre lo amonestó por beber del pozo de las penas en el templo de Mythal, ya que supuestamente había quedado a merced de la voluntad de esa diosa élfica, cuando escucharon el grito de Leliana pidiendo ayuda, pues el hijo de Morrigan, Kieran, de alguna manera había activado y atravesado el Eluvian, su madre lo siguió desesperada.

Comprendiendo la urgencia de la bruja, ninguno de los dos dudó y aceptaron ayudarle, por lo que ambos cruzaron el espejo sin mayor palabra.

Después de un largo recorrido, pudieron ver al niño junto a una mujer anciana, la cual estaba de rodillas, mientras Kieran pareciera hacer magia hacia ella. En cuanto se acercaron a tal desconcertante escena, el niño paró de hacerlo y con una sonrisa, vio hacia Morrigan y saludó.

─Madre.

Viendo hacia la vieja mujer, la bruja comentó con un tono lleno de ira contenida.

─Madre.

Ignorando completamente la hostilidad de su hija, respondió tranquilamente hacia los recién llegados.

─Ahora, esto es una sorpresa.

Comprendiendo un poco la escena, comentó curioso.

─Entonces esto es una especie de reunión familiar.

La anciana pareciera tomarlo con gracia, mientras que Morrigan lo tomó como una afrenta personal, tanto así que estuvo a punto de atacar a la mujer, sin embargo, con un ligero movimiento de mano, el cuerpo del Inquisidor se movió hacia la bruja, deteniendo su ataque.

Molesta por la intromisión del Inquisidor, gritó.

─¡¿Qué estás haciendo?!

Perdido y asustado por lo que acababa de pasar, respondió.

─No lo sé.

Metiéndose en la conversación, la anciana respondió.

─Por supuesto que lo sabes. Bebiste del pozo, después de todo.

Completamente anonadado, dejó que Morrigan dijera lo que estaba pasando por su mente.

─Tú eres Mythal.

Gracias a las enseñanzas de su pueblo, sintió un gran respeto por la mujer, por lo que, inclinando lentamente la cabeza, comentó.

─Es un placer conocerla.

A modo de burla, Mythal comentó.

─¿Lo ves, niña? Esos son modales. Debo felicitarte jovencito… le has educado correctamente. Seguiste mi consejo al pie de la letra.

Dacio se perdió con esas palabras, no logrando entender lo que quería decir, hasta que su madre respondió con tono resentido.

─Sí. Todo salió tal y como lo deseaste, incluido, al parecer, que fuera tu esclavo por el resto de su vida.

Sorprendido por esa declaración, el Inquisidor preguntó, intentando indagar un poco más en el asunto.

─¿Ustedes dos se conocen? ¿Dónde? ¿Y a que se refiere con “salió tal y como lo deseaste”?

La vieja diosa élfica respondió de manera críptica.

─Un chico tan curioso, al igual que su progenitor. Sin embargo, hay algunas cosas que es mejor dejar así, de momento. Lo que tu madre y yo hicimos aquel día no le concierne a nadie más que a nosotros dos. Tenemos asuntos más importantes que el pasado.

Fenris desvió la mirada llena de angustia en cuanto su hijo centró su atención en él para repetir las mismas preguntas, hacía que dentro del elfo naciera un mal presentimiento acerca de ese encuentro.

Dejando ir al niño con su madre, el cual se disculpó con éste ya que siguió el llamado de la bruja, sin embargo, advirtió que no podía quedarse con Morrigan: que debía partir junto con su abuela.

La anciana explicó de dónde provenía el espíritu de Mythal, fusionó sus almas para convertirlas en una sola y vivió con ella a lo largo de los años, poniendo a prueba su nueva capacidad de escuchar los susurros de los elfos que habían depositado sus recuerdos y conocimientos en el pozo, confirmaba la historia de la bruja.

Después de esa larga introducción, la anciana reveló su nombre, tan familiar para Dacio como el de Mythal; Flemeth la “Asha`bellanar” de la que su pueblo hablaba constantemente, además de encontrarse entre varias historias de los humanos.

Incluyendo la de su padre Garret Hawke.

Pero lo que carcomía su mente en ese momento era una duda nacida a raíz de sus historias, por lo que preguntó.

─Si estuviste aquí todo este tiempo, ¿por qué no nos ayudaste? Te llamamos, te rezamos para pedir tu ayuda.

Negando levemente con la cabeza, respondió.

─Lo que fue no puede ser cambiado.

Insistiendo en el tema, cuestionó.

─¿Y qué tal ahora? Sabes muchas cosas.

Interviniendo en la respuesta de Flemeth, su madre respondió.

─Créeme, es mejor que se quede así. Esa bruja solamente significa problemas y malos augurios. Además de saber demasiado, incluyendo las cosas que deseas olvidar.

Riendo ante las palabras tan serias del guerrero, la bruja sin remordimiento alguno le recordó.

─Deberías de sentirte afortunado de recibir mi ayuda, si no no creo que pudiéramos sostener esta conversación con tu hijo aquí contigo.

Molesto, Fenris respondió conteniendo apenas las ganas de golpearla.

─¡Me prometiste que era la mejor opción!

Con un tono de burla, Flemeth respondió.

─Te advertí que no importaba cuánto corrieras, al final el destino le alcanzaría. Y fue porque sucedieron cosas que nunca debieron suceder. Mythal fue traicionada, igual que yo lo fui y el mundo también lo fue. ¡Ella arañó su camino a lo largo de los años hasta mí! ¡Y yo veré su venganza realizada! Pero al final, mientras la música siga sonando nosotros bailaremos.

Sin más argumentos por debatir, Fenris simplemente suspiró, comprendiendo lo que su hijo intentaba entender.

Pronto fueron interrumpidos por Kieran, comentando que era momento de partir. Como era de esperarse, Morrigan se opuso ante las palabras de su hijo, sin embargo, Flemeth le recordó el motivo por el que fue concebido, hizo ver la misma cruel realidad que al guerrero.

Pero ella se opuso sin importar si era en vano hacerlo, cayendo de rodillas suplicando que no se lo llevaran.

Con un plan en mente, la bruja le hizo un trato: dejar ir a Kieran con la condición de tomar su libertad o darle a su hijo y no saber nunca más de ella. Para sorpresa de la mujer que portaba el alma de Mythal, su hija aceptó renunciar a su libertad a cambio de estar con su hijo.

Requiriendo una explicación, Morrigan explicó su deseo de ver a Kieran libre de las maquinaciones de la bruja, pues ella podría ser cualquier cosa menos la madre que Flemeth fue para ella.

Finalmente, la anciana tomó la esencia del dios antiguo y liberó al niño con las crípticas palabras de “no más pesadillas”.

Dirigiéndose nuevamente al Inquisidor, comentó.

─En cuanto a ti, Inquisidor, hay un viejo altar dentro de la Espesura Arbórea. Ve a través de él, derrota al dragón que protege el lugar. Contrólalo en combate y te ayudará en la pelea contra Coryfeus. Falla y muere.

Viendo hacia el otro elfo, advirtió.

─Espero que tomaras mi consejo de conservar mi regalo. Pronto lo necesitarás.

Sin esperar la respuesta de ninguno de los presentes, dio media vuelta y se fue sin voltear hacia atrás, ni siquiera cuando su hija le llamó.

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En cuanto salieron del Velo, (y tener una pequeña conversación con Morrigan) Dacio fue detrás de su madre, preguntando por la escena que acababa de pasar.

─¿Cómo fue que ustedes dos se conocieron?

Soltando un suspiro irritado, Fenris respondió.

─Fue hace muchos años, antes incluso de que nacieras. Ahora no tiene importancia.

Insistiendo en el tema, el Inquisidor corrigió.

─Pero ella ha ayudado a todas las personas que cambiarían el curso de la historia. Por no decir que también ayudó a mi padre. Así que obviamente te ayudó en algo.

Moderando su voz, el guerrero respondió.

─Por favor Dacio, deja el maldito tema en paz. Eso pasó hace mucho tiempo, ya no tiene importancia. Sobre todo, ahora que debes enfocarte en encontrar la manera de localizar ese templo.

Antes de que pudiera insistir más en el tema, su madre aumentó la velocidad de sus pasos para dejarle atrás, ignoraba a su hijo y a Hawke, que en ese momento regresaba de una reunión con los Guardas grises.

Sin entender el comportamiento de su pareja, fue hasta su hijo, el cual tenía la misma cara de incertidumbre para preguntar.

─¿Qué pasó para molestarlo? No es que sea muy difícil hacerlo, pero aun así creo que necesito saberlo.

Viendo hacia el camino por el que Fenris se fue, respondió.

─Hace unos momentos estuvimos en el Velo físicamente junto a Morrigan y encontramos ahí a Flemeth. Al parecer, madre la conoció en algún momento, antes de que yo naciera.

Viendo sorprendido a su hijo, el Campeón de Kirkwall comentó.

─No me esperaba que la conociera, ya que ella no tiende a ayudar a las personas, a menos que ella tenga una ganancia de ello.

Coincidiendo con la opinión de su padre, Dacio agregó.

─Sin embargo, lo que sea que haya pasado ese día se niega a decirme. No es como si fuera muy abierto en contarme su pasado, después de todo guardó celosamente que eras mi padre.

Sonriendo de lado, respondió.

─Y que lo digas. También supo cómo esconderse de mí.

Después de un silencio reflexivo, Hawke declaró.

─Tal vez esté dispuesto a hablarme sobre el tema. Antes de que incluso fuéramos amigos, siempre lograba sacar pequeños retazos de su pasado. Solo necesito encontrarlo en el lugar adecuado para hablar, si es que ustedes dos mantienen su nariz lejos de nuestra conversación.

Sabiendo a quién se refería, con tono bromista, comentó.

─No hay nada de qué preocuparse en este momento. Dorian está demasiado ocupado empacando sus cosas para largarse a Tevinter una vez que acabe con esto.

Conociendo que detrás de esa declaración, Dacio estaba molesto, por lo que amablemente recordó.

─No creo que te deje atrás tan fácilmente. Te ama demasiado para eso. Si llega a irse, volverá a ti. Tan solo tienes que esperar.

Con un tono un poco más serio, comentó.

─Buen consejo del hombre que estuvo buscando a la persona que amaba por años sin importarle lo malo que parecían las cosas.

El mago soltó una pequeña risa, sabiendo que había valido la pena la espera. Finalmente comentó.

─Ahora, si me disculpas, iré a averiguar lo que le pasa a Fenris. Hace años que no lo hago, así que deséame suerte.

Dio un simple asentimiento de cabeza, esperando que una charla con Hawke le calmara un poco. Pero por el momento, necesitaba dejar ese pensamiento de lado y comenzar a buscar al dragón que Flemeth había dicho.

Muy pronto, la paz llegaría nuevamente a Thedas.

 


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