La desesperación de ver a su compañero inconsciente y no ser capaz de hacer nada, lo desquiciaba sobremanera. Sasuke sabía que, de no actuar a la brevedad, serían víctimas de aquellos hombres de la Aldea de la Niebla (Kirigakure). La banda que portaban con orgullo, los delataba como ninjas renegados, quizás siguiendo los ideales de Yagura, la sed de sangre y la ambición de obtener el poder de las bestias con cola que ahora Naruto porta en su interior. Definitivamente Uchiha no accedería a sus peticiones, incluso si la única vía segura es sacrificarse por su pareja.
Con la restricción de chakra jugándole en contra, el portador del Rinnegan, debía emplear su astucia a velocidad. La primera alternativa, liberarse del jutsu de sellado, que tanto él como el rubio sufrían; y el segundo paso, dirigir los ataques de los ninjas hacia su persona, para volver a utilizar su poder ocular. Sin embargo, todo trastabilló en un instante, los ninjas enmascarados salieron disparados hacia las resquebrajadas paredes de la guarida. El sonido de los huesos al fracturase con el impacto, fue brutal. Naruto no era el mismo, sus ojos azules mostraban una tonalidad oscura, y el manto rojizo que cubría su cuerpo lo convertía en una entidad terrorífica.
El resonar de los pasos hacía eco en los pasillos, Naruto se acercaba al cuerpo entumecido del moreno con ansias de matar. La respiración pesada y el vapor burbujeante que emanaba de sí, lograba exasperar a Sasuke, incapaz de ver su alrededor. Acto seguido, tragó saliva con nerviosismo, alerta ante la menor acción de Uzumaki, que caminaba parsimoniosamente, estudiando el más ligero de los movimientos que Uchiha pudiese hacer. El ardor lacerante de sus muñecas amarradas y los bramidos que el blondo soltaba cerca de su oído con intensión de provocar miedo, le produjo una extraña sensación de inquietud. La risa contenida que anunciaba una presunta victoria se escuchó de fondo.
Sasuke lo había entendido todo, un complot que garantizaba acabar con ambos.
—Siendo el par temido del mundo ninja, qué mejor forma de terminar con el problema de raíz, si ustedes mismos se aniquilan —la ronca voz habló con saña—. Es una pena ser testigo de la muerte trágica de dos amantes, Uchiha.
—¡¿Quién demonios eres?! —Sasuke preguntó enfurecido.
—No tengo interés de revelar mi identidad —el hombre fingió pesar—, después de todo el final no cambiará, chico.
Un rugido escandaloso resonó con fuerza, callando en el acto al misterioso tipo, mientras que Sasuke encontró la oportunidad para liberarse de las ataduras. Con sumo cuidado, consiguió sacar un filoso shuriken, cortando en el proceso las cuerdas, sin levantar sospecha alguna en la figura de Naruto y el tipo, respectivamente.
—Nunca hubo una misión de escolta, todo fue un plan para capturarnos —el moreno susurró con cautela, manteniéndose quieto en su posición—. Desconozco las artimañas que empleaste para controlar a Naruto, pero no debiste enfrentarte a mí.
En un veloz saltó, Sasuke se abalanzó sobre el sujeto, apuntando hacia el pecho con una kunai, sin imaginar que su novio lo atacaría sin misericordia.
El olor a sangre inundó el lugar, los borbotones de líquido escurría en el suelo sin detenerse. La mano con filosas garras atravesó el abdomen de Sasuke, resumiendo el caótico suceso en el estado estupefacto de Naruto y el cuerpo inerte del hombre que ama.
—¡¿Qué he hecho?! —el rubio divagó a la nada—. ¡Sasuke no, por favor!
—Ese es el sabor amargo de la perdida, Naruto —canturreó con burla el hombre llamado Shizuma Hoshigaki—. Conoce el sufrimiento de la desesperanza.
El dolor caló en su ser sin voluntad, él lloraba por su amado y las continuas carcajadas de aquel individuo, fue la vorágine de locura en Naruto.