Versión MIC (Hizashi Yamada):
Cuando mi madre me entrego la carta y vi aquel sello de esa prestigiosa academia de Héroes, la emoción fue tan inmensa que el grito que solté rompió todo lo que era de cristal, cerámica o porcelana en la casa; desde las ventanas, hasta la vajilla más cara, puedo asegurar que hasta los vidrios de la ventana de los vecinos se quebraron un poco. Recuerdo con especial cariño ese momento, pero no tanto el castigo que me echaron por mi euforia; aunque, eso nunca me detuvo.
-¡Dios! No puedo creerlo... ¡Me aceptaron en la UA! - Comenté emocionado al estar en mi habitación, dando un salto hacia la cama quede sentado encima de este, dispuesto para abrir el sobre, mis manos temblaban y contuve la respiración cuando saque el papel.
Otro grito se iba a hacer presente tras leer el escrito, de no ser porque del mas allá sale una almohada lanzada por mi padre, cuyo Quirk hacia que cualquier objeto inanimado que lanzara traspasara materiales sólidos (paredes, muros, personas, etc.) hasta alcanzar el objetivo que él quisiera; en este caso, mi cabezota. Fue un buen medio para recordarme que no debo hacer tanto escándalo, eso si quería que la casa siguiera en pie.
Digamos que me admitieron porque logre los puntos necesarios en ambas pruebas, aunque no eran notas muy sobresalientes como otros, de igual forma estaba satisfecho por entrar, no muchos tienen ese privilegio. El entusiasmo no me dejo dormir bien, por mi mente me pasaban un millón de escenas que podían pasarme el primer día, desde cómo sería mi clase, hasta mi profesor, rogaba a gritos que me tocara compañeras y una profesora que estuviera buena.
Las horas se me hicieron eternas, pero finalmente llego el momento de levantarme y alistarme, corriendo como un rayo hice todo, desde bañarme hasta asegurarme que me coloque bien el uniforme para verme lo mejor posible, decidí que con mi nuevo estilo de chico de preparatoria para verme mas cool llevaría unas gafas de sol con cristales naranja para resaltar mis ojos verdes , este detalle me haría ver interesante y el toque final peinar mi melena rubia en punta porque este año decidí que estaba harto del peinado hacia abajo que tenia. Me veía demasiado genial y listo para cautivarlas a todas.
Un buen desayuno, el beso de mi madre en la frente y las palmadas en el hombro de buena suerte de mi padre al momento de irme, fueron suficientes para darme más ánimos de ir a la academia, no podía decepcionarlos, mucho menos a mí.
El viaje no fue tan lento, el tren lo hacía todo más rápido, llegue temprano que hasta me dio tiempo de admirar lo imponente que se veía la edificación ante mí, llene mis pulmones de aire, enorgullecido de pisar el mismo suelo que muchos grandes Héroes lo hicieron al momento de su formación. Me di el lujo de pasear por los pasillos para encontrar mi salón, de hecho fue tanto lujo que me perdí de verdad y ya se me hacia tarde para entrar al aula. Desesperado me movía rápido por los pasillos ya que intente correr pero un desgraciado de 3er año me regaño y ni siquiera me ayudo a buscar mi salón; por estar apresurado tropecé con alguien cuyo cuerpo fornido hizo que rebotara.
-Tsk... Maldición – se me escapo mientras sacudía mi cabeza, intentando ver con que muro me había chocado.
-En serio lo siento – Menciona la otra persona con una voz grave, pero llena de gentileza, al levantar mi mirada observo aquel joven frente a mí, por lo mucho que tuve que mirar hacia arriba se notaba que era un enano frente a él, probablemente era de 2do o tal vez 3ro, se notaba que era bastante musculoso y tenía un cabello rubio corto y despuntado con dos mechones a cada lado de su rostro.
-No te preocupes- habló con una sonrisa confiada, aunque no negaba que la mirada fija de sus ojos azules era tan penetrante que me incomodaba, sin embargo, su sonrisa amable no me hacía sentir tan intimidado; si tuviera expresión de pocos amigos estaría temblando cual gelatina. Noté que se reia por mi cara, no lo culparía si se burla de mi gesto, tropezar con una mole y tener poco tiempo para encontrar mi salón no es una buena combinación, no hay que ser un genio para saberlo.
- Por tu expresión, no cabe duda que eres de primer año. Déjame ayudarte a buscar tu salón, ustedes no deberían llegar tarde el primer día.-
Sus palabras fueron música para mis oídos, al decirle que buscaba el salón 1-B muy cordialmente me acompaño, no hablamos nada durante el trayecto, ni siquiera le pregunte su nombre, él tampoco se molestó en preguntar el mío, cuando me dejo frente a la puerta lo miré fijamente y carraspeé un poco mi garganta para hablarle lo mas varonil posible.
- Gracias.- dije con un tono grueso claramente forzado.
- De nada pequeño, suerte en tu primer día. – vuelve a sonreírme y se retira. Al desaparecer suelto un bufido.
*Con chicos tan perfectos como este la veré ruda con las chicas * pensé al girarme frente a la puerta, con un movimiento de mi mano la deslice e ingrese al salón, por suerte no había llegado el profe, pero si la gran mayoría de mis compañeros estaban, quitándome los puestos que eran idóneos para mi; terminé tomando asiento en el último puesto de la segunda columna cercano a la ventana.
A mi lado izquierdo en la fila, quedando en la columna de la ventaba se encontraba, creo que una chica, estaba durmiendo y no podía verle su cara ya que su rostro daba a la pared, tan solo su cabello azabache me era visible, me intrigo la razón por la cual dormía.
*Si es como la bella durmiente, entonces si la despierto conoceré una hermosura* fue lo que se me vino a la mente en el momento, acerque mi mano a su espalda y la sacudí procurando no ser muy brusco.
-Oye, despierta...- Susurre con suavidad, pero mi compañera no despertaba, seguí intentándolo, esta vez, subiendo un poco más la voz – Despierta... No puedes dormir en clase.- Aun no respondía y ni siquiera veía movimiento alguno de su parte, ni podía ver si respiraba.
*Y si se desmayo, o en plan ya se murió* en ese preciso instante, puedo jurar que la idea me logro poner del color de una hoja de papel, apenas era mi primer día y probablemente alguien había muerto. Aterrado miro a mis compañeros, iba a gritar pero, por alguna razón me contuve. *Yamada, contrólate... No puedes causar revuelo, si en verdad no estás seguro que estiro la pata* Mi mente podía centrarme en la realidad, pero eso no evitaba de que, no estuviera asustado porque si podía caber la posibilidad que estuviera muerta.
- ¡EY, EY DESPIERTA! – del desespero comencé a moverla con más fuerza y a subir mi voz pero sin llegar a activar mi Quirk, con mi voz logre una reacción por su parte, aunque no era lo que esperaba.
- Tskk... Eres ruidoso.- comentó levemente y en tono irritado, sentí un escalofrió debido a que su voz era un poco ronca para ser una chica, va moviéndose lentamente, despegando su cabeza del escritorio hasta sentarse correctamente en su silla, gira su cabeza para intercambiar mirada conmigo, al verle su cara me di cuenta que fue un grave error despertarle, en sus ojos negros podía notarse una mirada severa, sin embargo eso no era lo peor, sino que...
-¡ERES UN CHICO!- Vociferé asombrado lo cual generó más enojo al pelinegro y esta vez fue tan alto que todos los estudiantes se nos quedaron viendo a nosotros dos, pero no nos prestaron mucha atención al centrarse mejor en lo que ocurría.
-Vaya, acaba de descubrir lo obvio, genio. – dice con sarcasmo mientras se remueve un poco su cabello negro semi ondulado
Este primer día no podía ser más penoso a decir verdad, para mi fortuna llego el profesor aunque dicha suerte no duro mucho, lamentablemente su presencia me bajo todo el humor, yo que contaba con una profesora bien sexy, de pronunciadas curvas y grandes atributos, según tenía entendido habían maestras así. Pero debido al día que estaba pasando, no era de sorprenderse que el docente que me ha tocado para este año sea uno tan alto como una montaña, debía medir 2 metros, tenía el cabello corto de un color azul grisáceo y una barba frondosa, pero no muy larga, del mismo color de su cabello llevaba su traje de Héroe que era muy similar a un traje común de lucha libre, teniendo al descubierto todo su torso, denotando el abdomen y brazos llenos de músculos tan exagerados como un fisicoculturista, un pantalón negro ceñido a sus fuertes piernas y unas botas parecían de montañero pero con la suela, punta y algunas partes de acero; definitivamente este hombre emanaba testosterona a millón.
Al ponerse frente a la clase, da un manotazo fuerte al pizarron para llamar la atención y asustar a cualquier desprevenido, la gran mayoría se sobresalto o tembló ligeramente por lo intimidante que se veía, su grave voz retumba por todo el salón en una sonora risa.
-JAJAJA... ¡Bienvenidos a la U.A niños! Yo soy Seppyō Hyōga, pero quizás algunos me conozcan como, el luchador glaciar Freezing Storm. Seré su profesor durante este año escolar, así que tenemos tiempo de sobra para conocernos. Ustedes están aquí para aspirar a convertirse en los mejores héroes profesionales que el mundo haya visto y haremos pulir ese talento en bruto que poseen. Eso es lo que yo considero un ¡PLUS ULTRA! – da un aplauso motivador y se acerca a la puerta – Ahora, cámbiense sus uniformes, ya que necesitaran los deportivos; es momento de su primera prueba.-
Al escuchar la palabra prueba quería morirme de una vez, tenía que ser otra broma de mal gusto, que el primer día tengamos que presentar una prueba. Sin reparo me puse de pie y fuimos a unos de los gimnasios de la academia; era un lugar amplio, aunque este lugar era un gimnasio exclusivo de combate, se hacía relucir por el gran tatami de cerámica en el medio típico en torneos, fuimos a nuestros respectivos vestidores para colocarnos nuestros uniformes deportivos.
Ya listos nos fuimos al medio del tatami donde nos esperaba Freezing Storm con una gran sonrisota. -Bien pequeños cachorros árticos, por lo general el primer día de clases su profesor les evalúa con una prueba diagnóstica, pero como cada cabeza es un mundo, no seguiré el protocolo correspondiente; haré esta prueba más dinámica, una especie de mini torneo, así veré como es su condición física, coordinación, manipulación y control de sus Quirks. Las reglas son simples, solo deben hacer que su oponente salga fuera del tatami ó inmovilizarlos, ya que noquearlos sugiere la ayuda de Recovery Girl y no quiero molestar a esa señora a cada rato. - Toma un momento de pausa y silba con fuerza haciendo que otra persona, supongo que algún otro profesor llegara empujando un carrito donde había una pizarra y una caja transparente llena de papeles. – Bien, lo haremos especie de sorteo, dentro están todos sus nombres harán una fila y comenzando por el primero de la izquierda, uno a uno se van acercar frente a la caja de cristal y tomara uno de los papelitos, cuando vea el nombre del rival lo dirá fuerte y claro para proseguir con anotarlo junto a su nombre en la pizarra. ¿Quedo claro?-
-¡Si profesor!- gritamos al unisonó con vigor
En la formación quede de undécimo, tardaría bastante para llegar mi turno de agarrar el papel, a menos que alguien agarrará mi nombre primero. Observo al amargado durmiente del salón que fue el 3ro en pasar y este dice con su antipática y desganada voz.
-Mi rival soy yo mismo.
-Ay muchacho, no puedes pelear contigo mismo... Al menos no literalmente. JAJAJA. – Se podía ver una gran gota de sudor pasar por la frente del profesor en el momento que lanzo esa risa – Bien, mantén tu papel en mano y agarra otro para ver quién será tu rival, cuando lo saques simplemente destrúyelos ambos, tras anotarlos.
El joven de ojos fríos azabaches tan solo se limita a sentir volviendo a meter la mano en la caja, entre sus manos toma otro papelito al desplegarlo menciona.
- Hizashi Yamada. -
Que dijera mi nombre no fue algo que me horrorizara, estaba confiado de mis habilidades, casi nadie podía aguantar mis gritos y no creo que él tuviera algo que hacerme; pero su expresión, esa maldita expresión me decía que tenía algo que podía joderme.
-Mierda...- Solo murmure al ver su rostro hacia mí que sin decirme nada claramente me decía: "Te hare pagar por lo que hiciste". Esto era el inicio de una guerra y lo supe en el momento que vi nuestros nombres en la pizarra.