INTRODUCCIÓN
Molesto.
No había otra palabra para describir cómo se sentía Ryuichiro en esos momentos.
Con un currículo impresionante, carrera y prácticas realizadas en el extranjero y tres años de experiencia, no había nadie mejor que él para ocupar la vacante de editor en jefe del departamento de literatura de Publicaciones Onodera, la editorial más prestigiosa de Japón. Incluso el dueño le había dejado caer algo sobre eso...
-Isaka, me gusta cómo trabajas. Sigue así y podrías llegar a ser el nuevo editor en jefe de literatura...
El señor Nishimura, el antiguo editor en jefe, estaba a punto de jubilarse en el momento de aquella conversación, y no tardó en hacerlo. Ahora, su plaza estaba libre y Ryuichiro trabajó más duro que nunca para conseguirla...
Y no lo logró. Tanto trabajo y tanto tiempo desperdiciados, para nada.
El señor Onodera había entrado en el departamento seguido de un tipo vestido de traje, sin expresión en su rostro.
-Chicos, os presento al nuevo editor en jefe: Asahina Kaoru.
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CAPÍTULO 1: NO ES LA TÍPICA FAMILIA FELIZ
Ryuichiro llegó a casa del instituto, y como era habitual, no había nadie.
Criado por un padre soltero, Sudou Ryuichiro había tenido que espabilar desde muy joven. La madre de Ryuichiro murió en el parto y su padre tenía apenas 18 años cuando nació y estaba iniciando sus estudios universitarios, así que pasó sus primeros años de vida con sus abuelos. Al terminar sus estudios se preparó para ejercer como profesor universitario, y tan pronto como pudo se llevó a Ryuichiro con él a vivir a otro piso.
Ryuichiro nunca le perdonó eso a su padre. Había crecido feliz al lado de sus abuelos paternos, los Sudou, y a los cinco años, de un día para otro, vino un atractivo desconocido que decía ser su padre, a llevárselo a vivir a otro lado.
Ryuichiro era un niño bastante tierno, que soñaba con tener un papá y una mamá como el resto de niños, aunque sus abuelos lo querían mucho, y cuando se fue a vivir con su padre creyó que su sueño se cumplía... Pero nada más lejos de la realidad.
El señor Sudou era un verdadero adicto al trabajo. Pasaba muchas horas fuera de casa y ganaba bastante dinero, así que no les faltaba de nada en el aspecto material. El único problema era que no tenía mucho tiempo para Ryuichiro, y no solía hacerle mucho caso. Hasta que el joven cumplió diez años, solía contratar a canguros para quedarse con el niño, pero a partir de esa edad, el niño se negó rotundamente. Había aprendido a hacer todas las tareas de la casa y era un niño tímido, buen estudiante y silencioso, que pasaba todas sus horas libres rodeado de libros. El señor Sudou no tenía queja de su hijo, pero seguía sin tenerlo en cuenta... Y entonces fue cuando empezó a llevar gente a su casa.
El señor Sudou era joven, apenas pasaba de los 30 años, y quería disfrutar de la vida. Con sus propios padres, los abuelos de Ryuichiro tenía mala relación...
Años atrás, los señores Sudou se sorprendieron. Era la primera vez que su hijo Kenji llevaba a una chica a casa. Apenas tenían 16 años y parecían ir muy en serio...
-Mamá, papá, está embarazada.
-¿Pero cómo, hijo? Hoy en día la protección está al alcance de cualquiera... Sois muy jóvenes, ¿qué vais a hacer? Ni siquiera habéis acabado el bachillerato...
-Vamos a tenerlo. -Decía el joven Kenji sujetando a su frágil novia. -No voy a dejar a Chiyuki sola en esto.
-El niño ha nacido prematuro, pero está bien. La madre perdió mucha sangre... Murió en el parto. -Chiyuki era demasiado joven, demasiado frágil para soportar un embarazo y parto de alto riesgo.
-Kenji, nosotros te ayudaremos con el niño. Tienes que recuperar tu vida, estudiar, labrarte un futuro...
A medida que el joven Ryuichiro se iba haciendo mayor, sus abuelos estaban más descontentos con el comportamiento de su padre. Creían que, para no hacerle caso al niño, más le valía haberse quedado a vivir con sus abuelos. Ryuichiro los quería y pasaba muchos fines de semana con ellos, pero no era suficiente para calmar su soledad y el vacío que sentía. Y todo fue a peor cuando éstos murieron en un accidente de tráfico.
En ese momento, Ryuichiro había empezado en el instituto. Dejó de ser el niño dulce y silencioso para convertirse en una especie de delincuente juvenil, en el sentido en que se juntaba con malas compañías y empezó a vestir de negro y a coquetear con gente de su mismo sexo... No era de extrañar ya que había visto a su padre acompañado de varios jóvenes atractivos, y ya que nadie le había explicado ciertas cosas a Ryuichiro, éste se hallaba confundido y se cuestionaba ciertas cosas.
Ryuichiro se parecía mucho a su difunta madre. Tenía el mismo cuerpo pequeño y delgado, con el cabello castaño revuelto y unos grandes ojos azules. Era bueno en los estudios, sacaba buenas notas, pero seguía con su ropa negra y su mala actitud. No sabía nada de su familia materna, excepto e nombre de su madre, sus queridos abuelos Sudou ya no estaban y su padre lo trataba más como a un compañero de piso que como a un hijo, y el carácter de Ryuichiro se fue volviendo caprichoso, voluble e inestable...
Así llegamos al año en que Ryuichiro cumplió los 16 años. Ya en la recta final de sus estudios en el instituto, debía esforzarse para poder acceder a una buena universidad, y la verdad era que en ese aspecto no le iba nada mal... Pero en cuanto a su vida personal era un completo desastre.
Tarde, Kenji se había dado cuenta de que había descuidado a su hijo, y había intentado acercarse a él, encontrándose con un muro impenetrable. Ryuichiro había estado solo en aquellas épocas en que se necesita más que nunca una guía, un referente, y no perdonaba a su padre. A Kenji le hubiera gustado cuidar más de su hijo, pero tenía que trabajar y tampoco quería estar todo el día pendiente de los deseos y necesidades de un niño, y todo esto había terminado en discusiones, reproches y padre e hijo más distantes que nunca. Kenji dedicado a sus clases y a sus encuentros nocturnos, y Ryuichiro dedicado a sus estudios y a otras cosas...
Desde muy joven, había descubierto su orientación sexual, también descubrió que su cuerpo atraía a cierta clase de personas, mayoritariamente hombres, y desde sus quince añitos que no tenía reparos en compartir cama con unos u otras... Al fin y al cabo era lo que veía en su casa.
Pero todo cambió aquella tarde de septiembre. Hacía calor, y cuando su padre llegó a casa aún era de día. Algo raro, incluso en septiembre, ya que no solía llegar antes de las diez de la noche, como pronto.
-¿Ryu? Estoy en casa.
-Hola papá, llegas pronto.
-Quiero presentarte a alguien. -Ryuichiro se acercó a su padre y vio que había alguien a su lado. Una persona totalmente diferente a las que estaba acostumbrado a ver... Un joven, casi de su misma edad, alto y fuerte, con unos ojos castaños que parecían atravesarlo...
-Ryu, éste es Asahina Kaoru, un amigo...
CONTINUARÁ