Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sí a ti por Destinova

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hala. Al fin puedo estar por acá luego de más de un año, con esta cosilla, a ver que les parece >//<.

Naruto le pertenece a Kishimoto (alias me enoja)

Su rostro se había deformado por la indignación y la creciente ira retenida que se estaba apoderando de él en ese preciso instante, tanto que el encargado de aquella taberna que lo atendía amablemente apenas escasos minutos atrás, no pudo evitar sentir algo de temor, y no era para menos, debido al enorme contraste con su anterior semblante, tan tranquilo e inmutable mientras degustaba apenas un segundo vaso de sake con el fin de relajarse un poco. Se notaba la tímida intención de aquel hombre de preguntarle que le sucedía, sin embargo solo pudo limitarse a observar con expectación la manera en la que apretaba fuertemente su único puño sobre la barra, por lo que también algunos de los otros clientes, específicamente los que estaban más próximos a él, comenzaron a ponerse nerviosos, puesto que sabían muy bien ante quien estaban, motivo por el cual comenzaron a rogar en sus adentros por que no tuviera alguna violenta reacción abrupta.

Aquella tensión permaneció en el aire hasta que hizo su siguiente movimiento, que consistió en posar su vista apenas un par de segundos en el tabernero, estremeciendo al pobre hombre que parecía rondar los cincuenta años en el acto, no obstante éste pudo ver que la serenidad había vuelto a su semblante, por lo que se permitió exhalar aire con alivio, contemplando como tomaba su vaso para seguir bebiendo de su contenido con sorbos pequeños y espaciados hasta que se lo terminó, sacando dinero para pagar la cuenta luego, poniéndose de pie con ese porte y elegancia que lo caracterizaban, saliendo de la taberna, sin reparar ni un segundo en los responsables de su repentino mal humor, que se encontraban en un rincón del referido sitio…

Caminó y caminó sin rumbo fijo por las obscuras y semivacías calles de Konoha, todavía con algunos vestigios de enfado.

No era ninguna novedad que los aldeanos murmuraran a sus espaldas, cosas no muy positivas de hecho. Y no debería haber razón para molestarse por las habladurías de algunos idiotas ebrios, de no ser porque las implicaciones iban más allá de eso…

“Oye, ¿no es ése Sasuke Uchiha?”

“Sí, definitivamente es él”.

“Y pensar que alguna vez fue tan intimidante y peligroso”.

“Sí, pero lo bueno es que ya es cosa del pasado”.

“Pues aún así no me parece que nos podamos fiar del todo en él”.

“Vamos, no hay por qué preocuparse, no cuando es tan evidente que nuestro hokage logró amansarlo, y además de eso, también se puede decir que pudo domesticarlo”.  

“Cierto, indudablemente hizo un gran trabajo, es decir, un perro guardián como ese nunca está de más”.

“Brindemos por eso”.

Aquellos sujetos continuaron hablando entre risas, con bastantes tragos de más como para detenerse a pensar siquiera en que el aludido pudiera escucharlos, o simplemente siendo estúpidos al no tomar en cuenta su permanente estado de vigía, mismo por el que pudo escucharlos a pesar de la lejanía y los ruidos propios de un sitio público como aquel, que de por sí no estaba tan lleno en ese momento.   

Por un instante pensó en hacerlos retractarse por siempre de sus palabras, de una forma no precisamente muy agradable para ellos…  

Y sin embargo sus aseveraciones no hicieron sino terminar de develar aquello que ya intuía al haber escuchado comentarios similares antes, solo que con palabras un tanto más condescendientes.

De principio había creído que la considerable disminución de las habladurías en su contra se debía al hecho de que comenzaban a olvidar viejos rencores, tal y como lo predicaba su líder actual…  

“Me pregunto si es seguro que Sasuke Uchiha ande por ahí libre”.

“No hay por qué preocuparse, está de nuestro lado ahora”.

“Sí, pero es realmente poderoso, no quiero imaginar lo que pasaría si volviera a convertirse en enemigo. Nadie sería capaz de detenerlo”.

“A excepción del Séptimo, y precisamente no hay que olvidar la influencia tan positiva que es para él, lo cual es un alivio para todos nosotros”.

Era así como todo embonaba; esa era la realidad de cómo lo veían en Konoha hoy por hoy.

Algo así como a un maniaco inestable que en cualquier momento podía caer por el “mal camino” de nuevo, y Naruto a su vez era como el bondadoso y gran salvador que podía impedir eso.

O bien, en una más cruda pero muy similar sintonía, quien tenía asida una correa en el cuello de la peligrosa bestia salvaje, lo suficientemente ajustada para que sea obediente y no cause problemas.

                                                                        

                                        *****

Su improvisado deambular nocturno terminó en una gran arboleda cerca de un lago, sentándose en la orilla de éste, donde se dedicó a contemplar vagamente cómo la obscuridad era iluminada por las numerosas estrellas del cielo que se reflejaban en el agua cristalina. El inicio del otoño ya se encontraba muy próximo, lo cual podía constatar con la fresca brisa del viento que sentía golpearle el rostro suavemente.

Se acomodó con una de sus piernas flexionadas y la otra estirada, poniendo su mano en la hierba, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos cansadamente.

Quienes pensaban eso de él tenían motivos para hacerlo en realidad.

Porque luego de años de andar erráticamente, lleno de obscuridad, ahora iba certeramente por un solo camino.

El señalado por Naruto.

Porque se rindió ante él.

Porque se obstinó tanto en salvarlo, en preservar su lazo, que a la postre ya no fue capaz de rechazarlo. 

Siendo así cuando al fin decidió tomar su mano, y con ello dejar atrás todo lo que fue antes. Todo lo que definía quien era.

Y eso se convirtió de alguna manera en una culpa tormentosa que arrastrar.

A pesar de haber escuchado de la propia boca de Itachi, quien lo había dejado sobrevivir como el último Uchiha, aquellas que fueron sus últimas palabras, y de cuya sinceridad ya no fue capaz de dudar.  

Porque no podía evitar del todo los pensamientos –e incluso las pesadillas– que le hacían sentir como si le hubiera dado la espalda al resto de su familia y clan al desistir del camino que se había trazado con sangre para él.

Uno lleno de odio, con el que se alimentaba para ser fuerte. Primero hacia su hermano, luego hacia los verdaderos culpables de exterminar a su clan, extendiéndose cada vez más, al grado de tratar de hacer que todo éste cayera sobre sí mismo.

Pero falló.

Y así se convirtió en un cercano colaborador del séptimo hokage, prácticamente estando a sus órdenes, ejecutando cualquier acción que le designara. Siendo como su sombra. Todo ello fácilmente se podía interpretar como que había olvidado el pasado a conveniencia, y simplemente decidió agachar la cabeza, para ser un arma más de aquella aldea.

Un arma que, a pesar de no ser grata, era muy provechosa dado su gran poder.

                                                              

                                         *****

Finalmente, luego de permanecer en el lago por algunas horas en aquella larga y ciertamente algo ociosa reflexión, estuvo frente a la más que familiar puerta a la que solía acudir una y otra vez en su realidad actual. Desde afuera le llamó la atención el hecho de que la luz estuviera encendida, y aún así giró la perilla con mucho sigilo, no obstante en cuanto puso ambos pies dentro del apartamento, se encontró con la figura de su rubio amigo ahí parado en el medio de la sala, observándolo con gesto serio, todavía vestido con su atuendo habitual, excepto por su capa de hokage, dando a entender que había permanecido en vigilia hasta ahora por estarlo esperando.  

–Al fin, aquí estás –habló Naruto, más que reprochando, con genuino alivio–. Me estaba preguntando que podía ser lo que te mantuviera afuera a estas horas. Pensé que era muy poco probable que fuera algo malo, sin embargo, por más remota que sea, la posibilidad existe a fin de cuentas, nunca se sabe –bajó la mirada con algo de mortificación ante la idea, parpadeando luego como para disiparla, regresando su atención al otro ninja–. Incluso estuve tentado a salir a buscarte dattebayo ¿Ocurre algo?

–No –fue la seca respuesta que obtuvo, que si bien no lo convenció del todo decidió creerla.

–De acuerdo, tal vez solo sean tonterías mías –admitía levemente avergonzado, frotándose el cuello–, pero a pesar de eso, bueno, sabes que no puedo evitar preocuparme por ti.

–Sí, sé que lo haces –le dijo por su parte con voz muy baja, mostrando un semblante ensombrecido, acercándosele con pasos lentos.

En efecto, ahí estaba esa expresión en el Uzumaki que refrendaba sus palabras, denotando aquella sincera preocupación hacia su persona, ahora y sobre todo en el pasado que ya se vislumbraba muy lejano…

Aquel en el que siempre estaba tratando de interferir en sus decisiones…

Nadie más que ese chico frente a él…

El mismo que actualmente lo había ablandado y lo hacía débil…  

Lo primero que Sasuke hizo fue subir sus dedos con un roce suave y muy parsimonioso por el acanelado cuello.

Enseguida tomó a su interlocutor de la mandíbula.

¿Qué pasaría si Naruto… tan solo desapareciera de su vida?

Hizo algo de fuerza en su agarre, ante lo que el rubio no era capaz de parpadear, limitándose a sostener aquella desigual mirada indescifrable…

Y lo siguiente que el hoy hokage sintió fueron los labios del Uchiha estampándose con los propios, de manera un tanto salvaje y demandante, incluso apretando otro poco su mano, dirigiéndolos luego a ambos hacia la pared más cercana, donde acorraló a Naruto para seguir devorando su boca.

La respuesta para Sasuke era una sola. Su mundo se volvería gris, vacío y triste.

Sencillamente su vida dejaría de tener sentido.

Porque a fin de cuentas tenían razón; el Uzumaki innegablemente era una gran influencia para él; tal y como lo había sido siempre, solo que actualmente ya no oponía resistencia alguna, lo que resultaba en algo que no se podía entender del todo por los demás.

Más allá de eso, era como su lado bueno que se negaba a extinguirse.

Una guía, una luz.

Naruto recobraba el aliento una vez que se terminó el prolongado y pasional beso, con la sorpresa en su máximo esplendor dibujada en la cara.

–Wow, wow, wow ¿Qué ha sido eso, así, tan de repente? –cuestionó tras haberse olvidado momentáneamente de cómo hablar–. Por supuesto, no me ha disgustado en lo absoluto… –una mano en su boca, de la que se estaba escapando una sonrisa complacida, dio constancia de lo dicho–, pero eso no quita la cuestión principal aquí… –ahora frunció el ceño, poniéndose analítico–. ¿Estás seguro de que te sientes bien? –le tocó la frente para cerciorarse de que no tuviera fiebre.

–Lo estoy, usuratonkashi –musitó, acercando el rostro al de su amigo, poniendo la mano en su nuca–, simplemente me gusta que te preocupes por mí –el otro joven al escucharlo volvió a sorprenderse un poco, para después elevar ampliamente las comisuras de sus labios.

–Con que robándote mis líneas ¿eh, bastardo? –reprochó en tono juguetón–. Pero bueno –lo tomó de ambas mejillas, manteniendo la gran sonrisa cálida–, como también lo sabes, el que tú estés bien es más que suficiente para que yo lo esté dattebayo.

                                                     

                                        *****

Sin más demora se adentraron a la habitación de Naruto, donde comenzaron a desnudarse mutuamente con cierto matiz de ansia, mientras se besaban. En cuanto hicieron contacto con la cama, el azabache atrajo hacia sí al otro ninja, de manera que quedó recostado con él encima, y le enredó las piernas en la cintura, clavándole los dedos en la parte alta de la espalda, rasguñándola incluso, provocando que el Uzumaki emitiera leves quejidos (en protesta o complacidos, tal vez una mezcla de ambos) que se amortiguaban en su boca mientras ambas permanecían unidas explorándose sin restricción alguna.

Porque eso y más era lo qué hacía ese rubio con él.

Con el frío y solitario Sasuke Uchiha.

Quien tenía motivos propios y admisibles para no querer formar lazos con nadie.

Ahora tan solo yacía ahí, a merced de su amigo, ávido del contacto con esa piel, de esos besos, de esas caricias…

De Naruto. 

Porque se había prendado total e irremediablemente de aquel hiperactivo cabeza hueca.

Y realmente estaba bien con eso. Incluso podía decir que su vida era mucho mejor de lo que alguna vez pudo haber pensado.

Porque Naruto no solo era su debilidad, sino también su fuerza.

Un sentimiento que de un modo u otro siempre estuvo ahí, tomando distintas formas, hasta que se convirtió en esa gran vorágine actual.

Un amor profundamente arraigado en cada fibra de su ser.

Uno que además de no desear no creía volver a tener.

Que sin embargo ya no resultaba doloroso al evocar el vacío de la pérdida. 

Por el contrario, le transmitía algo que también consideró perdido para siempre, que simplemente no parecía ser para él.

Algo a lo que comúnmente se le llamaba felicidad.

El Uzumaki estaba haciendo un camino con su boca por el pálido torso, hasta que llegó a la altura de su rostro, mirándolo con la expresión de quien contempla maravillado la majestuosidad de una pieza de arte.

–¿Te he dicho lo mucho que me gusta cada parte de ti? –un brazo estaba sosteniendo su propio peso en el colchón, mientras que con los dedos de su extremidad restante tomaba un mechón frontal del obscuro cabello y la mejilla contigua, a la vez que le depositaba besos en el mentón, la frente y el resto de la cara.

–Bastantes veces –dijo simplemente, aunque no sin algo de gracia, debido a que aún no se acostumbraba del todo a escuchar esa clase de halagos por parte de su rival de siempre y amigo, cuando al mismo tiempo la habitual escasez de amabilidad en su peculiar interactuar cotidiano permanecía, ya que en realidad no era como si esa parte de su relación de antaño hubiese cambiado mucho. 

Pero la razón por la que Naruto a la vez era capaz de mostrar física y verbalmente tales afectos y adulaciones, al punto de parecer como hechizado, era porque estaba perdido por Sasuke de la misma forma en la que éste lo estaba por él.

De una manera intensa, cuestionada, tal vez incluso algo insana.

Y a pesar de eso, si había algo de lo que no se arrepentía en su vida, era de tener ese sentimiento compartido.

Con el que ambos se apoyaban entre sí y luchaban juntos por sus metas en común, hombro con hombro.

El ojiazul le plantó un último beso antes de bajar de nuevo, esta vez para deshacerse de las prendas inferiores del azabache, y luego de las suyas, volviendo a repartir besos por toda la anatomía, extendiéndose a sus ahora expuestos muslos, acariciándolos y recorriéndolos con devoción, para no mucho después alcanzar en el medio de ellos lugares específicos y muy sensitivos, envolviéndolo así de a poco en un placer que precisamente gracias a Naruto ya le resultaba tan familiar.

Porque solo él podía convertirlo en ese desastre impúdico, que se retorcía tumbado en aquel lecho, sudoroso y agitado, con la cabeza echada hacia atrás y los dedos de todas sus extremidades engarruñados contra las sábanas, emitiendo algunos ruidos bajos conforme las diestras manos y boca ajenas continuaban en su afanosa labor.

Luego de estar en eso por algún rato, el rubio alcanzó un par de almohadas, las cuales acomodó en la espalda baja de Sasuke, a la altura de sus caderas, clara indicación de lo siguiente por venir. Le dedicó una cariñosa mirada y le besó a un lado de la boca, para luego posicionarse entre sus piernas, comenzando así el acto de fusionar sus cuerpos, con empujes suaves, y una vez que completó el cometido le fue inevitable soltar un jadeo placentero. El Uchiha por su parte cerró los párpados con fuerza por un momento ante el sentir de ser llenado de esa manera, y cuando los relajó y abrió lentamente, se encontró de frente con el rostro sonrojado de su amante, teniendo sus azulinas orbes nubladas de deseo, dejando escuchar sus respiraciones agitadas, no obstante permanecía quieto, conservando aquel gesto atento hacia su persona, en el que no haría nada hasta saber que se encontraba bien, y aunque Sasuke quería reñirle un poco por ello, alegando que no era algo frágil que se rompería o algo por el estilo, la verdad era que ese acto del actual hokage no lo hacía sentir así.

Sino más bien como alguien valioso que debía cuidarse sin importar qué.

Unos pocos segundos después en los que ya se había acostumbrado bien a la intromisión, su mano alcanzó una de las mejillas contrarias, asintiendo con la cabeza en una silenciosa indicación.

Fue así como el Uzumaki salió parcialmente para dar un contundente primer embate contra las caderas ajenas, repitiéndolo de nuevo, y de nuevo, primero con cierta lentitud, tomando poco a poco un ritmo más frenético, dando lugar a que la habitación comenzara a llenarse de los gemidos de ambos y del obsceno ruido húmedo proveniente del choque de cuerpos.

Llegó un punto entre los vaivenes en el que el ojiazul alcanzó ciertos lugares recónditos dentro de Sasuke, dejándolo sin aliento, con todos sus sentidos nublados, al borde del éxtasis, con una única cosa que su mente podía registrar en esas instancias; que quería más y más de todos esos deleites que Naruto era capaz de ofrecerle. Sus uñas de nuevo hicieron estragos en cuanta piel contraria tenían a su alcance (lo que en realidad no importaba mucho ya que pronto su capacidad regenerativa no dejaría vestigios de nada), en su desespero y afán de fundirse más con el otro cuerpo a pesar de ya estarlo tan físicamente como era posible, luego su mano se desvió por el hombro izquierdo del rubio, llegando a la mano que sostenía su cadera, apretándola con la propia, gesto que no pasó desapercibido, ya que el Séptimo se le acercó para besar sus labios, siendo enseguida él quien estrechaba la blanca mano, poniéndola sobre la cama, a la altura de su cabeza…     

 

                                       *****

–¿Cuánto tiempo vas a quedarte? –la voz de Naruto se escuchó somnolienta, casi en un último esfuerzo por mantenerse despierto antes de caer rendido en la inconsciencia, encontrándose ya acomodado en el pecho de su amante, recreándose con los latidos aún no regularizados del todo de su corazón.

–No lo sé… –su mirada estaba perdida en algún punto de la obscura habitación, mientras sus dedos acariciaban tiernamente los rubios mechones de cabello.

Sabía de sobra que su hokage querría que esa respuesta vaga significara bastantes días.

Y por supuesto que él también lo deseaba.   

Porque cada vez le era más difícil despedirse del rubio, y cada vez extrañaba más sus constantes quejas sobre su trabajo, su empecinamiento por alimentarse mayoritariamente de ramen, sus discusiones con él, que a veces rondaban lo absurdo, las conductas un tanto infantiles que aún conservaba…

Sus sonrisas y su calidez con las que no se cansaba de reconfortar su corazón.

La gran alegría y emoción genuinas con las que siempre lo recibía cada vez que regresaba.

Y muchas cosas más que le recordaban que gracias a Naruto podía llamar a Konoha nuevamente su hogar.

Por eso mismo llegaría el día en el que finalmente se quedara ahí.

Y llegaría el día en el que todos se enterarían de la verdadera naturaleza de su relación.

Pero por ahora todo seguiría manteniéndose entre ellos dos, así que qué más daba si el resto de los aldeanos y ninjas creían que se había amansado y cosas similares.

Sin embargo una cosa estaba muy clara; aquel chispazo de temor que había infligido sin mucha intención esa tarde en la taberna, se vería como nada si a alguien, sin importar de quien se tratara, se le ocurriera pensar siquiera en intentar algo para dañar de algún modo a Naruto.

Porque entonces sabría lo que es sentir terror total hacia Sasuke Uchiha.  

Su mirada se endureció, fiera y amenazadoramente ante tal pensamiento, solo por breves segundos antes de dirigirla hacia su ya dormido compañero, suavizándola en una radical disparidad de la que solo la obscuridad imperante de la noche fue testigo, para darle un beso en la coronilla antes de acompañarlo al mundo de los sueños.         

Notas finales:

Uf, ese ha sido mi primer "limón", que pena >//<, por eso mismo no he querido hacerlo tan gráfico XP. Y espero que no haya quedado muy cursi jeje. Para finalizar, este one shot surgió como una extensión de un minific en el que estoy trabajando actualmente, que si todo sale bien, empezaré a subir próximamente. Ahí hay mas detalles de este final alterno, sin embargo ambos pueden leerse de manera independiente.

Me despido por ahora, felices fiestas.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).