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Aprendiendo a amar por aisaka-san

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Estaba echado en la cama mirando al techo, ya eran las dos de la mañana y aún no podía conciliar el sueño. Odiaba sentirse así, el corazón se le apretaba al igual que la garganta. La necesidad de salir corriendo era grande pero sabía que eso no serviría de nada para aliviar su dolor.

 

Pensó de nuevo en lo ocurrido, Aiga había sido crudo y cruel y por más que deseara que las palabras de ese mocoso se desvanecieran en su mente no conseguía hacerlo. Todo por la simple razón de que había hablado de Valt y el si que le importaba.

 

Por eso lo odiaba, confiar en la gente no era lo suyo y ahora que decidió arriesgarse de nuevo todo se fue al caño, Valt tenía secretos que le escondió.

 

¿Por qué? No encontraba las razones. ¿Se burlaba de él? Era algo muy importante para Valt, hasta era una leyenda viviente en ello como para olvidar mencionarlo.

 

Silenciosamente espero que le enviará algún mensaje en el transcurso de esa tarde pero no sucedió, ¿Eso quería decir que no le importaba el haberlo visto así de raro?

 

Tenía que dejar de ser un tonto, esperar sus mensajes no servía de nada. Si Valt quisiera aclarar algo ya lo habría hecho, entonces ¿Eso significaba que no era lo suficientemente importante para que Valt le preguntará porque se fue así?

 

"Cállate, no eres el centro del universo. Solo otro tonto más que cree tener problemas más importantes que los demás."

 

"¿Crees que en serio a él le va a importar como te sientes?"

 

"Si de verdad le interesara un poco ya te debió haber llamado hace horas ¿No crees?"

 

"Es más que obvio que eres igual de débil que siempre, te escondes detrás de esa máscara de seriedad pero tú más que nadie lo sabe. ¡No le importas a nadie!"

 

"¡Aléjate! ¡Aléjate de él lo más que puedas antes de que te haga más daño!"

 

"Mírate, eres un desastre y eso que apenas se llevan hablando pocos meses. ¿Qué pasará si te quedas más tiempo a su lado?"

 

"Te va a lastimar, a ninguno de ellos le importas. La vida siempre sigue y nadie te recordará incluso si desapareces mañana"

 

Las palabras de su propia mente eran crueles pero no le parecían falsas. Al final de cuentas era cierto, apenas conocía a Valt, insistió tanto en ser su amigo que le creyó y quizás el chico fue sincero entonces. Pero ahora era diferente, si el moría en ese instante seguramente nadie lo notaría, ni siquiera Valt.

 

Seguro daría por hecho que se enfermo o que se mudó y que por eso dejo de ir a clases, encontraría a alguien más con quien estar y su recuerdo no sería más que el de un amigo loco que casi lo besó.

 

Era seguro que eso sucedería, él no le importaba lo suficiente, nunca le contó algo importante de su vida ¿Acaso lo valoraba como para notar su ausencia?

 

Tenía muchas ganas de llorar pero sus lágrimas no salían, hace mucho tiempo no lo hacían. Ya sabía cómo trabajar con ese dolor para que nadie lo notara, nunca quiso lidiar con esas preguntas estúpidas de las personas que fingían preocuparse por el. Todos eran falsos, a nadie le importaría nunca de verdad, solo era la asquerosa lástima que no necesitaría en ningún instante de su vida.

 

"No quiero… ¡Valt no te acerques más!"

 

Sentía que apuñalaban a su corazón, durmió en lo que él llamaba un absurdo dolor pues al final solo él iba a terminar lastimado. 

 

La mañana siguiente llegó, los pensamientos de ayer ahora parecían sin sentido, demasiado exagerados a decir verdad.

 

Pero su corazón aún lo sentía, seguía atado a sus miedos e inseguridades y por desgracia suya, siempre hablaba más que la razón que intentaba mantener.

 

Camino a la escuela, vigilando inconscientemente no encontrarse con el chico de cabello azul. No parecía venir por ningún lado y camino intentando disimular calma en sus pasos pues su pecho no le dejaba de doler desde que despertó.

 

Por otro lado el mayor de los Aoi caminaba cabizbajo, pensando en lo que Aiga le dijo ayer.

 

"Me gustas… "

 

Y también pensaba con gran pesar en su propia respuesta. Odiaba la cara que las personas ponían cada vez que se negaba, abrían los ojos muy grande y de repente parecían perder todo el brillo de su ser.

 

Incluso alguien tan fuerte como Aiga mostró su faceta más débil enfrente suyo, no tuvo que tocarlo, tampoco lo insultó. Solo tuvo que decir una simple frase.

 

"Lo siento, no te veo de esa manera"

 

Y luego vino esa lamentable reacción. Odiaba admitir que el, Valt Aoi tenía miedo.

 

Le temía a que le sucediera lo mismo, que la persona que él amaba le dijera esa terrible frase que él ya había usado varias veces en el pasado. ¿Y si el destino se desquitaba con el por rechazar a esas personas? ¿Si le imponía la realidad de vivir en sangre propia el rechazo que él mismo cometió con los demás?

 

Casi podía imaginar a Shu enfrente de él, con su expresión seria de siempre y los ojos más rojos que nunca. Pisoteando el amor que le profesaba con palabras.

 

“¿Entonces crees que sea bueno que me le confiese?” 

 

“El ya te besó y después de lo de esta mañana no veo por qué no.”

 

Recordó su conversación con Ken, era cierto, quizás si tenía buenas posibilidades con Shu.

 

Él lo amaba, besó ligeramente su boca y casi vuelven a besarse el otro día.

 

Debía llamarlo, con la repentina confesión de Aiga olvidó hacerlo el día anterior y aún seguía preocupado por él. Miró su teléfono y se odio a sí mismo por nunca asegurarse de que tuviera la carga suficiente antes de salir de casa.

 

"Bueno, de cualquier modo ya casi llego a la escuela" pensó contento acelerando el paso lo más que pudo en menos de dos minutos ya estaba subiendo las escaleras hacia la azotea.

 

Abrió la puerta encontrándose con Ken, Daigo y Wakiya, examinó rápidamente con la mirada y no pudo ver a Shu en ningún lado.

 

—Hola Valt, apenas y llegaste temprano —saludó Daigo feliz, Valt lo miró y tambien sonrio.

 

—¿Qué hay? —regresó el saludo a su amigo, aún continuó examinando el lugar con la mirada— ¿Shu aún no ha llegado?

 

—Él está en el salón, dijo que quería asegurarse de que su tarea estaba bien —respondió Wakiya la pregunta mientras limpiaba el estadio del club con un trapo.

 

—Ah, ya veo —dijo un poco decepcionado, aún muy dentro de él tenía el presentimiento de que algo andaba mal.

 

—Oye ¿estás bien? Pareces preocupado —dijo Ken notando la actitud distraída y seria de Valt, este lo miro sorprendido.

 

—¿En serio? —preguntó sin haber notado su propia actitud. Wakiya quien escuchaba de lejos dejó de lado su tarea y se acercó al menor.

 

—Es verdad, estas raro —dijo después de examinarlo un rato— ¿Algo te molesta?

 

—Yo.. si —dijo decaído— Tengo un mal presentimiento, creo que deberia de ir a ver a Shu.

 

—¿Y esperas una invitación? ¡Ve! —dijo Wakiya alarmado, Valt saltó en su lugar y salió corriendo de ahí.

 

—Wakiya, que intenso —dijo Daigo después de la situación, el rubio se alzó de hombros orgulloso.

 

—Esos dos necesitan hablar —dijo serio acercándose de nuevo al estadio, Ken y Daigo lo miraron intrigados.

 

—¿Acaso sabes algo que nosotros no? —preguntó Daigo al rubio, este suspiro mientras miraba de nuevo el trapo en su mano.

 

—Ayer, después del torneo me quedé un rato con Ranjiro aquí en la azotea y creí ver algo… creí ver a Shu, salió corriendo sin mirar atrás.

 

—¿Estás seguro Wakiya? ¿Crees que se encuentre bien? —preguntó Ken con preocupación.

 

—Honestamente no lo sé, pero algo me dice que si alguno de nosotros puede saber eso es Valt.

 

—¿Y hablaste con Shu sobre eso? Tienes su número ¿no? —preguntó Daigo analizando mejor la situación, Wakiya suspiro derrotado.

 

—Lo habría hecho pero digamos que ayer tuve un “incidente”. Mi teléfono se rompió y ya no puedo hacer llamadas, solo ver mensajes —dijo sacando su celular y enseñandolo a sus amigos.

 

—Wakiya, eres un niño rico, ¿cómo diablos no puedes comprar otro teléfono? —preguntó Daigo irritado.

 

—¡Oye! Ya hice mi pedido, por más envíos express que pague no va a aparecer en cuestión de minutos, me llegará hoy —respondió con un tono irritado pero poco creíble, luego busco el aceite para pulir y lo encontró un tanto más lejos por lo que se levantó con dificultad de su lugar y camino hacia el bajo la mirada de sus amigos.

 

—Entonces hubieras ido a una tienda a comprar otro, no es tan difícil —dijo Daigo aún encontrando huecos en sus excusas, Wakiya rechisto con la boca.

 

—¡Caminas raro! —comentó Ken usando a Keru, Wakiya se alarmó por su observación.

 

—Es verdad —dijo Daigo examinandolo mejor, unió todas las piezas regadas del rubio—  ¿Acaso tú teléfono roto y tú horrible excusa sobre no comprar uno en una tienda física tienen algo que ver con el hecho de que Ranjiro y tú se quedaron aquí en la azotea?...¿Solos?...

Además de que caminas raro, como si te hubieras lastimado.

 

Wakiya se puso rojo, rápidamente comenzó a negar.

 

—¡Claro que no! ¿Qué clase de pervertidos creen que somos? —gritó alarmado. Ninguno de ellos se dio cuenta que por la puerta ya había entrado alguien más desde hace un rato.

 

—Entonces si son unos pervertidos pero no de esa clase —dijo Ken usando a Besu, Wakiya ya hasta sentía un cosquilleo de nerviosismo en todo su ser.

 

—¡N… no! Ustedes son de lo peor —dijo mirando a sus amigos que empezaron a reír, divertidos por fastidiar al orgulloso rubio.

 

Tomó a su bey y caminó muy avergonzado hacia la salida, no notó a Rantaro en medio del camino hasta que chocó con él. Sus miradas se cruzaron, primero la vergüenza de los ojos de Wakiya seguía intacta a pesar del hecho de tener a Audaz en frente, más su mirada cambio a una de confusión y sorpresa después de notar la mirada molesta y decepcionada de Rantaro.

 

El rubio más alto no dijo nada después del choque, solo salió sin saludar a nadie, todos lo miraron sorprendidos pero especialmente Wakiya. Jamás había visto esa mirada de Audaz y por alguna razón se sintió muy mal.

 

No quiso mencionar nada al respecto así que simplemente salió y bajó las escaleras dirigiéndose a su salón. Pronto se distrajo pensando en que quizás Valt ya sabía que tenía Shu, con la intriga entró al salón pasando por los malandrines que se hacían llamar sus compañeros, finalmente llegó donde estaba el par y se encontró con una escena poco alentadora.

 

Shu en su asiento leía las cosas anotadas en su cuaderno, parecía estar normal como siempre pero Valt… el no se veía tan bien. Su amigo de cabello azul miraba hacia la ventana, su cuerpo estaba tenso como una cuerda sosteniendo una tonelada. Dubitativo se acercó al menor.

 

—Valt —Lo llamó una vez pero este no volteo a mirarlo— ¿Cómo está… ?

 

—No me hables.

 

Su voz salió molesta, Wakiya se sorprendió por el tono tan poco característico de su amigo y decidió no insistir más, se fue a su asiento aun con mucha curiosidad por saber qué estaba pasando.

 

“Está muy enojado” pensó mirando a su amigo de años, luego observó a Shu en un vano intento de descifrar qué había ocurrido entre esos dos.

 

Las clases comenzaron y continuaron con aparente normalidad, aunque la tensión era más que notoria para Wakiya, cuando llegó la hora del almuerzo salió lo más rápido que pudo a la azotea. No había nadie así que se sentó al lado del estadio y espero a que Ken o Daigo llegarán para contarles lo que había pasado, cuando la puerta se abrió casi se levanta para platicar pero se quedó congelado al darse cuenta de quién se trataba.

 

Su rostro palideció cuando vió a Rantaro entrar con Kaoru a la azotea pero no lo habían hecho de la manera tradicional pues ambos se estaban besando como si no hubiera un mañana por delante. Prácticamente habían derribado esa puerta con sus cuerpos mientras se abrazaban y besaban sin siquiera tomar un poco de aire, por más que quisiera no podía apartar la mirada, lo habían tomado por sorpresa y siguió la escena completa con la mirada. Rantaro acorraló a la chica contra la pared más cercana, mientras se seguían besando posó una de sus manos en su cuello y la otra la llevó a la pierna debajo de su falda. tomó un poco de impulso y la alzó contra el muro.

 

Sintió náuseas y un terrible mareo, no pudo ver más y salió de ahí lo más rápido que pudo sin importarle un poco si era sigiloso o no. Corrió al baño más cercano y descargó en el único retrete disponible su desayuno a medio digerir, cuando termino intentó no dejar evidencia de sus actos y se lavó las manos y la cara. Aun con el dolor en el pecho salió a toda prisa con rumbo a su salón. Quizás una o dos personas se cruzaron en su camino, no les dio importancia de todas formas y tomó sus cosas para salir de ese lugar.

 

Su casa quedaba lejos de la escuela pero no quería llegar ahí de todas formas, solo quería escapar. Corrió sin ningún rumbo entre las calles.

 

—… oye... Wakiya… ¡Wakiya!

 

Ese grito lo trajo de regreso a la realidad aunque no fue en un buen momento precisamente pues una anomalía en el suelo logró que su pie se atorara, mandandolo directo al pavimento al detenerse tan abruptamente.

 

Su mochila salió volando hacia quien sabe donde, sólo escuchó sus cosas caer de a montón en el suelo.

 

“Diablos, no la cerré” pensó lamentándose del hecho, adolorido pudo sentarse intentando aún asimilar que había sucedido exactamente. Luego recordó que alguien lo había llamado, miro en todas direcciones para ver de quien se trataba.

 

—¿Se te perdió algo? ¿Aparte del orgullo?

 

Escuchó que alguien pregunto detrás suyo, rápidamente volteo a mirarlo sorprendiendose en el acto al ver de quien se trataba.

 

—¿Silas? ¿Q..Qué haces aquí? —preguntó muy confundido, el nombrado le extendió la mano.

 

—Hablemos en un lugar más cómodo ¿te parece? —preguntó esperando a que el chico se levantara, Wakiya tomó su mano y se sacudió lo mejor que pudo la tierra de su ropa y cuerpo.

 

Ambos recogieron las cosas de Murasaki una por una, varias quedaron rotas y otras casi intactas; el rubio rió un poco al notar la similitud de que así se sentía por dentro.

 

Después de terminar decidieron ir a una tienda cercana para ver si tenían curitas para Wakiya ya que se había hecho unos cuantos raspones. Al ver que no tenían miraron en todas direcciones esperando encontrar algún lugar similar más no había nada.

 

—Que desastre —comentó Silas mirando su fracaso, Wakiya suspiro.

 

—Lo sé, no debiste gritarme así —dijo molesto con el de cabello verde, este no hizo mucho caso a su comentario más le extendió una paleta de color rosa.

 

—Toma, te subirá el ánimo 

 

Wakiya miró el dulce, no muy convencido lo tomó y se lo llevó a la boca.

 

—¿Y que te trae por aquí? Mi cumpleaños fue hace semanas ¿sabes? —preguntó Wakiya molesto.

 

—Lo sé y fui, he estado en Japón todo este tiempo —comentó despreocupado, Wakiya lo miró sorprendido.

 

—¡¿Eh?! Si fuiste ¿porque no me saludaste?

 

—Digamos que iba a hacerlo… pero creo que todos estaban muy animados esa noche —dijo remarcando la última parte de su oración, Wakiya lo miró confundido.

 

—¿A qué te refieres?

 

Silas lo miró con un gesto de complicidad, Wakiya pensó por unos momentos y lo recordó. Rantaro y Kaoru bailando y besándose, luego el besó a Ranjiro en medio de la oscuridad sellando su farsa. Lo miró sorprendido y Silas asintió como si hubiera leído sus pensamientos.

 

—Lo que haces esta mal —dijo Silas, él rápidamente tomó sus cosas.

 

—Tengo que irme —dijo apresurado sin mirar al de cabello verde.

 

—Wakiya, ¿a dónde vas? —preguntó mirando las acciones del chico— Tus errores te seguirán sin importar a donde vayas.

 

—¡Cállate! ¿quieres? —gritó retomando su retirada, esta vez iría a casa.

 

—No puedes huir Wakiya, tus problemas están en ti.

 

Corrió sin mirar atrás, la paleta en su boca le sabía amarga y cuando encontró un lugar la desecho. No se detuvo hasta llegar a su destino.

 

La noche lo recibió en su modesto hogar, el chico de cabello azul llegó cansado después de un largo día en la escuela. Saludo sin muchos ánimos a su madre y hermanos y subió a su cuarto sin cenar, entro a su oscura habitación y se echó en la cama sin cambiarse la ropa.

 

Recordó su conversación con Shu.

 

“No somos suficiente… ”

 

Apretó las manos con enojo por milésima vez en el día.

 

—Estúpido Shu.

 


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