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Aprendiendo a amar por aisaka-san

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“—Hola Shu —saludó al albino que sentado no volteo a mirarlo, decidió continuar— ¿Co.. Cómo estás?

 

La voz le salió más temblorosa de lo que esperaba, aun así Shu no volteaba a mirarlo.

 

—¿Porque no me contestas? —decidió preguntar finalmente después de un largo silencio entre ambos, el de ojos rojos cerró el cuaderno que estaba leyendo.

 

—¿Sabes Valt? Lo he estado pensando y no creo que sea buena idea pasar más tiempo juntos —dijo con voz seria mirando al de cabello azul directamente, aparentemente muy seguro de sus palabras.

 

En cambio el menor sintió como si una balde de agua helada le cayera encima, no entendía qué estaba pasando o porque Shu diría algo como eso.

 

—¿P..Por qué? ¿Acaso hice algo que a ti no…?

 

—Solo no entiendo porque siempre estamos juntos, es obvio que no somos tan cercanos —interrumpió el albino, Valt seguía pasmado.

 

—¿De qué estás hablando? Todo este tiempo he intentado demostrarte que somos amigos.

 

—Pues no somos suficiente y ya, es todo —exclamó un poco más alto, Valt sentía la sangre llegarle muy rápido a la cabeza.

 

—No puedo entender lo que dices, tú y yo somos amigos ¿no? Si tienes algún problema puedes…

 

—Si, tengo un problema —Se levantó de su asiento y encaró de cerca al de ojos cafés— El problema es que no puedo estar cerca de una persona que no conozco, de alguien que tampoco me conoce en realidad ¿qué ganamos con esto?

 

—Shu, ¿cómo que no nos conocemos? Eso es algo que debemos descubrir con el tiempo, así es como las relaciones funcionan.

 

—¿Y qué sabes tú de relaciones? —preguntó Shu enfadado, Valt lo sintió como un ataque directo.

 

—Más que tú sí.

 

A estas alturas de la conversación ya ninguno pensaba en realidad lo que estaba diciendo pero esas palabras que Valt soltó descuidadamente lo trajo de golpe a la realidad, miro al albino cuyo rostro parecía aún más sorprendido que el suyo. Rápidamente cambio su expresión a una que intentaba ocultar el dolor que el menor le infringió.

 

—¡Ja!, ya entiendo, así que al final está supuesta “amistad” si era un estúpido trabajo de caridad y ya —La expresión de Valt denotaba arrepentimiento pero a Shu eso ya no le importaba— Déjame dejarte algo claro, no te necesito y mucho menos a amigos como tú, gente como ustedes son de lo peor.

 

Sin más se sentó en su asiento, nuevamente ocultó sus sentimientos bajo la máscara de seriedad a la que ya se había acostumbrado usar.

 

Valt a pesar de que sabía que estuvo mal lo que dijo no sabía muy bien como arreglarlo, así que solo se fue a sentar a su lugar, enfadado consigo mismo y en cierta medida con Shu por lo acontecido. 

 

Después pensó que quizas lo mejor era darle a Shu más espacio hasta que se calmaran las cosas, a pesar de que no entendía del todo en qué momento había fallado.”

 

La mañana siguiente llegó, el penúltimo día de la semana por fin se hacía presente y Valt lo recibia después de una larga noche donde concibió el sueño aun con el uniforme puesto.

 

Se despertó de golpe al darse cuenta de este acontecimiento, rápidamente se revisó y noto que su uniforme estaba completamente arrugado.

 

—Rayos… 

 

Susurró preocupado, miro a todos lados buscando inútilmente algo que pudiera ayudarle a disimular esas arrugas. Luego su mirada se posó en el reloj de pared en el cuarto, era tarde, muy tarde.

 

—Rayos, diablos, ¡champiñones!

 

—¡Valt! ¿qué son esas palabras? —La voz molesta de su madre detrás suyo le heló la sangre, volteó a mirarla muy sorprendido— ¿Qué le pasó a tú uniforme? Y mira la hora, se te hará tarde.

 

Le lanzó su mochila y almuerzo, apresurando al mayor de sus hijos como si fuera un niño pequeño.

 

—Hace mucho que Toko y Nika se fueron a la Academia y tú aún estás aquí, a veces me pregunto si en verdad tienes diecisiete años —exclamó su progenitora dramática, Valt asintió fastidiado, algo le decía que hoy no sería su día.

 

Se puso sus zapatos y salió corriendo de su hogar, pronto llegó a esa cuchilla que dividía la calle, estuvo a punto de acelerar el paso hasta que vio algo que llamó su atención y se detuvo a mirar. Hacerlo fue un error, el error más grande que jamás debió haber cometido pero no había forma de que él supiera eso.

 

—¿Nika? ¿Qué haces aquí?

 

Nadie podría culparlo por tener curiosidad, después de todo se trataba de su hermana menor que estaba sentada en la acera de la calle sola, pues en ningún lado veía a Tokonatsu.

 

—¡Ah, Valt! No te vi pasar —respondió la de cabello rosas para después levantarse.

 

—¿Pasó algo? —preguntó Valt preocupado por su hermana, ella le sonrió y negó.

 

—Te estaba esperando —dijo contenta, luego busco algo en su mochila y de ella sacó un sobre blanco cerrado con una estampa de forma de corazón, luego su cara se tornó ligeramente carmesí— ¿T..tú.. p..p..podrías darla?

 

Valt apenas y la pudo escuchar, antes de que pudiera preguntar para quién era, ella salió corriendo en dirección a su escuela. Sin comprender muy bien lo que había ocurrido miró el sobre con mucha curiosidad.

 

—Nunca pensé que Nika estaria enamorada de alguien —dijo mirando el corazón de color rojo cereza del sobre, sonrió un poco algo contento por su hermana.

 

Le dio la vuelta al sobre y su sonrisa se desvaneció, siendo reemplazada por un pálido color en todo el rostro.

 

Para: Kurenai Shu

 

Sin querer la soltó dejándola caer al suelo, una y mil cosas pasaban por su cabeza pero no podía enfocarse en ninguna en específico. A lo lejos escucho la campana de la escuela lo cual lo sacó de su trance, sin pensarlo mucho recogió la carta y la metió en su mochila para luego retomar su carrera hacia la escuela.

 

“Es un malentendido, no puede tratarse de Shu” pensó mientras veía el suelo que recorría, con el nerviosismo y el corazón latiendole a más no poder.

 

“No, tonto Valt ¡Claro que se trata de mi Shu! Pero ¿porqué?, ¿cuándo fue que a Nika comenzó a gustarle? Ellos ni siquiera se hablan.”

 

Vio la escuela desde lo lejos, aceleró el paso sin saber muy bien en que haría al entrar al salón; ¿le dejaría a Shu la carta en su pupitre? ¿Y si mejor no lo hacía y le decía a Nika que se Shu no la leyó y la tiró?

 

Su mente era un revoltijo, no sabia ahora mismo qué era lo correcto. Se trataba de una carta hecha con todo el amor que su pequeña hermana menor profesaba, debía respetarla y cuidarla como si fuera un tesoro incluso si iba dirigida para la persona que él también amaba.

 

“¿Si me le confieso antes de darle la carta? No, no servirá de nada. Tal vez podría terminar de perjudicarme a mi”

 

Pensó en lo que había ocurrido el día anterior y las palabras tan hirientes que dijo sin pensarlas, el no tenia del todo la culpa pues Shu estaba siendo un desconsiderado por aun dudar de su amistad, o al menos así lo veía. En esos momentos su relación pendía de un hilo y apostaba que si se le ocurría confesarse justo ahora seria un error. Shu por alguna razón estaba molesto con él, sabía que él no solía confiar mucho en las personas; si ahora mismo daba un paso en falso arriesgándose en confesarse, seguro que Shu pensaría que le jugaba una broma de mal gusto o algo por el estilo y bien podría decirle adiós a lo poco que quedaba de su confianza.

 

Asomó su cara en el salón, el profesor aun no llegaba así que no había problema por llegar así de tarde. Luego miró al asiento de Shu y noto que no estaba, solo sus cosas yacían encima del pupitre. Inspeccionó el pasillo para ver si el chico estaba por ahí pero ese no era el caso así que entro a un paso ligeramente acelerado. Colocó sus cosas en su pupitre y al abrir la mochila se encontró frente a frente con la carta.

 

“¿Entonces crees que sea bueno que me le confiese? 

 

Preguntó esperando la respuesta ansioso, Ken asintió.

 

Él ya te besó y después de lo de esta mañana no veo por qué no.”

 

Recordó esa conversación con Ken, le daba algo de seguridad, Shu lo besó o al menos estuvo cerca de hacerlo y estuvieron a poco de besarse de nuevo. Sabía que el chico era honesto en ese aspecto y que a pesar de todo seguro que lo amaba, era imposible que Shu tomara algo como besar a alguien como un juego y mucho menos intentar volver a hacerlo. Si dejaba la carta en su pupitre no tenía nada de qué temer, Shu seguro la ignoraria y la dejaría abandonada por ahí.

 

Suspiro dándose un poco de alivio, con una ligera sonrisa tomó la carta y la dejó discretamente en el asiento de Shu; justo a tiempo pues el chico de ojos rojos entro al salon cuando regresó a su lugar. No se dirigieron la mirada pero Valt lo siguió de reojo, cuando llegó a su asiento tuvo que voltear un poco para contemplar mejor su reacción ante la carta.

 

El albino se detuvo cuando la miro, no podía ver la expresion que tenia ya que estaba de espaldas. Tomó el sobre y lo metió a su mochila, Valt comenzó a sentir algo de miedo.

 

“Solo la tomó, no la ha abierto así que está bien ¿no? Además que Shu es muy amable y el no tiraria una carta así” pensó convenciendose que no debía temer nada.

 

La profesora entró y la clase comenzó, Valt no pudo concentrarse más de lo usual, su mente se mantuvo ocupada siempre pensando en cuál sería el destino de esa carta.

 

La hora del almuerzo llegó, se quedó sentado con las intenciones de esperar a ver que Shu saliera y se “encargará de la carta” pero por más tiempo que pasaba eso no sucedía; volteo a verlo y se encontró con que estaba comiendo tranquilamente.

 

—¿.. entonces qué dices? —escuchó a alguien decir frente suyo, volteo encontrándose con Ken el cual lo miraba esperando una respuesta. Ni siquiera se dio cuenta cuando llegó ahí.

 

—¡Ken! —exclamó sorprendido por su presencia, su amigo azabache lo miro confundido— Perdón, ¿podrías repetir lo que dijiste?

 

—Te dije que traigo pastel de fresa, me sobra una rebanada, si quieres te la doy para que la compartas con…

 

Miró sin mucha discreción en dirección al albino, Valt entendió la indirecta y lo pensó un poco. Luego sin decir nada tomó la mano de Ken y salieron del salón, se ocultaron lo suficientemente cerca para observar a Shu sin que este los notara.

 

—¿Qué haces? ¿Pasa algo malo? —preguntó el más alto preocupado, Valt le indicó que guardara silencio.

 

—Shu recibió una carta de amor… —respondió el de ojos cafés sin dejar de mirar en dirección al albino, Ken al lado suyo se sorprendió por su comentario y volteo a mirar con el mismo interés que su amigo.

 

—¿Y tú cómo sabes eso? —preguntó usando un tono de voz más bajo.

 

—Porque yo se la di.

 

El comentario lo sorprendió aún más, Ken posó su mano en el hombro del menor.

 

—Vaya Valt, estoy feliz por ti. Finalmente vas a confesarte…

 

—No, tú no entiendes Ken —lo interrumpió con la voz seria— Yo le di la carta pero no es mia, es de mi hermana.

 

Ahora la felicidad que sentía por su amigo se convirtió en preocupación, él ya había notado que Nika estaba interesada en Shu pero jamás pensó que ella daría el primer paso antes de que Valt lo hiciera. No sabía muy bien que decir al respecto y aún si supiera no serviría de nada pues en esos momentos Shu ya había terminado su almuerzo y lo guardó en su mochila; poco después sacó el sobre que Valt sabía, era el que dejó en su pupitre en la mañana.

 

Ambos guardaron silencio mientras miraban con especial cuidado las acciones del albino; este contemplaba el sobre con su expresión indiferente de siempre, posó sus dedos índice y pulgar de la mano derecha en la estampa de corazón y la desprendió, dejando ahora expuesto el contenido. Valt sintió su ritmo cardiaco acelerarse cuando Shu sacó la carta del sobre, la leyó y en aparente calma volvió a guardarla en su estado original.

 

“Como si fuera un tesoro” pensó Valt, torturandose a sí mismo por las acciones de Shu. Ken notó que el menor se esforzaba en no demostrar su nerviosismo.

 

—Ven, vamos a comer mi pastel.

 

A duras penas convenció al menor de ir a la azotea y comer juntos como solían hacerlo, aunque ese día Wakiya no había ido a la escuela y Rantaro se la pasaba con su novia, por lo que entre él y Daigo intentaron subir el ánimo del pequeño Valt.

 

El almuerzo se sintió una eternidad para el de cabello azul, apenas escuchó el timbre que anunciaba el regreso a más clases corrió a su salón para ver que estaba sucediendo con Shu. 

 

El de ojos rojos parecía igual de tranquilo que siempre durante las clases, suspiro frustrado pensando en que esta situación lo volvería loco.

 

—Joven Aoi.

 

Fue llamado por la profesora, no se dio cuenta desde cuando lo empezó a llamar pero por su expresión y la de sus compañeros parecía que ya llevaba hablándole desde hace un buen rato. 

 

Se levantó en su lugar esperando que continuara con su pregunta mientras todos los miraban intensamente.

 

—Le vuelvo a preguntar, ¿cómo se resuelve el problema?

 

La profesora apuntó a la pizarra donde una ecuación yacía sin respuesta; sudo frio al darse cuenta que estaban en la clase de álgebra, la peor clase donde podía perderse en sus pensamientos. Miró intentando adivinar o recordar algo de sus anteriores clases.

 

—E..Es una integral… —dijo nervioso, esperaba un regaño pero la profesora siguió haciéndole más preguntas.

 

—¿Y cómo se resuelve?

 

El sudor solo se incremento en su frente, intentó darle un vistazo a su cuaderno pero ni siquiera lo había sacado de la mochila. Después de lo que pareció largos minutos de silencio la profesora finalmente suspiró y llamó a otra persona al pizarrón.

 

—Joven Aoi, estoy consciente de que actualmente la escuela no es su prioridad más importante, pero si piensa asistir a mis clases entonces deberá poner más atención y dejar de rayar su banca.

 

El regaño de la profesora parecía ser de lo más normal; quizás era por lo que había sucedido en la mañana y por su impotencia alrededor de esa maldita carta lo que lo estaba poniendo muy sensible, pero Valt sintió que era humillado frente a todos. Asintió y sin decir más se sentó, mirando el pupitre con unas cuantas marcas de la cuales no supo en qué momento las realizó.

 

Las clases siguieron con normalidad, Valt fue regañado por la profesora y lo castigó haciendo que limpiara sus rayones al finalizar la clases y cuando el momento llegó no estaba de ánimos para hacerlo; pues quería ver hacia donde iría Shu, tenía miedo de que a Nika se le hubiera ocurrido algo para que se encontraran después de la escuela.

 

Miro al albino, esperaba que le dijera algo, respecto a la carta o a su regaño, de verdad no importaba de qué cosa hablara pero solo esperaba que de nuevo le dirigiera la palabra más eso no ocurrió. Pasó a un lado suyo con el mismo rostro indiferente, ni siquiera volteo a mirarlo. 

 

Ahora sí sentía el corazón pequeño y apretado.

 

Trajo del almacén las cosas que necesitaba para limpiar, usó todas sus fuerzas en quitar esos rayones de su pupitre los cuales en poco tiempo después de frotar ya se habían desvanecido. 

 

Tomó sus cosas y salio de ahí lo más rápido posible. Sin darse cuenta que detrás suyo estaba Ken que iba a verificar que Valt estuviera bien, al ver que salió decidió seguirlo de cerca.

 

Valt salió del edificio sin saber muy bien hacia donde ir, miro alrededor encontrándose con nada. 

 

Quizás fue instinto o un simple presentimiento, pero repentinamente su cuerpo le exigía ir hacia la parte posterior del edificio.

 

“Ahí es donde todos se confiesan” pensó recordando las innumerables escenas de parejas unidas y personas rechazadas con las que se topó a lo largo de sus tres años estudiando ahí.

 

Nuevamente corrió hacia el lugar, cuando estuvo a pocos metros de llegar el corazón le palpitó lleno de nerviosismo y mucho miedo, miedo de encontrarse ahí la escena que no quería pero que sabía tenía de ver.

 

Se ocultó detrás del muro lateral del edificio y asomó la cabeza, discreto y con mucha lentitud para no ser notado por si alguien estaba ahí. No podía ver nada desde donde estaba así que avanzó, no fue mucho pero ahora no solo podía ver quién estaba ahí, sino tambien podia escuchar.

 

El que busca encuentra dicen por ahí; y Valt busco a Shu Kurenai y lo encontró, en el peor de los momentos.

 

—.. ya me escuchaste, me gustas —dijo su hermana menor. Nika parecía tan feliz de decir esas palabras mientras él sentía que eran una tortura.

 

Miró a Shu, su cabello le tapaba el rostro así que no podía saber su reacción. Solo notó un suspiro salir de sus labios.

 

—Hay alguien… 

 

Shu decidió la peor ocasión para hablar bajo, Valt no alcanzó a escuchar del todo lo que dijo pero con esas palabras se armó de una esperanza.

 

“Soy yo, ¡Yo soy tu persona especial! Díselo Shu...” pensó desesperado aferrándose lo más que pudo al muro.

 

—Jamás había sentido esto por alguien, pero en verdad estoy segura que…

 

Sin darse cuenta su pie resbaló con algo y cayó contundentemente al suelo. Estaba seguro que hizo un gran escándalo con su caída y que ya había sido descubierto por el par, pero se sorprendió al darse cuenta de que por más tiempo que pasará ahí tendido ninguno de los dos se había acercado a ver como estaba.

 

Alzó la mirada confundido y en ese momento su corazón se quebró.

 

Shu y Nika, ambos unidos por sus labios.

 

Se quedó anonadado, no reaccionó en ese momento a nada. Su mirada se perdió en la escena y como si su alma abandonara su cuerpo quedó en shock.

 

Solo sintió que alguien lo tomó de los hombros y lo levantó llevándoselo lejos de ahí con un paso apresurado.

 

De repente ya estaba en el parque, Ken al lado suyo sin decir nada pero mirándolo con una enorme preocupación.

 

Quien sabe cuanto tiempo había pasado desde entonces, solo miraba el pasar de las nubes en el cielo y a las personas alrededor; todas ellas parecían felices. Las hojas de los árboles caían una tras otra por el viento; era un día bastante hermoso y perfecto, irónicamente así era como Valt recordaría ese dolor; en medio de la felicidad de otros.

 

Ken cerró los ojos y soltó un largo suspiro, sabía que en algún momento le tenía que decir algo a su amigo.

 

—A veces… las cosas no salen como queremos —dijo calmado, Valt no parecía escucharlo, aun tenia la mirada perdida en la nada— Pero tenemos que afrontar la verdad, darnos cuenta que las personas no sienten lo mismo por ti.

 

—Pero yo lo sentía, en verdad creí que él…me quería —contestó Valt después de un largo silencio. 

 

Su expresión parecía apacible sino es que rayaba en la calma total, pero Ken sabía que Valt no era así, el chico sufría y no sabía cómo lidiar con ese dolor.

 

El chico se levantó de la banca, Ken instintivamente lo tomó de la muñeca preocupado de lo que podría llegar a hacer.

 

—Valt, aún hay muchas personas que te queremos.

 

Valt se detuvo pero no volteo a mirarlo, asintió soltándose de su agarre.

 

—Gracias Ken, pero debo irme.

 

Y así como lo dijo se fue, sin mirar atrás un solo momento, Ken estaba preocupado por Valt pues en ningún momento soltó una minúscula lágrima.

 

Camino a paso lento en dirección a su casa, en el transcurso hizo una rápida llamada donde la persona del otro lado parecía preocupada por él. 

 

Sin dar más detalles colgó y en medio de la profunda oscuridad nocturna llegó a su hogar donde una molesta y preocupada mujer lo recibió.

 

—¡¿Tienes la menor idea de que hora es?! Te llamé y no contestaste, solo supe que ya venias hacia acá porque Ken me llamó. Tus hermanos ya están dormidos jovencito así que quiero que tú también vayas a dormir que mañana hay escuela.

 

Valt quien no había dicho nada de repente tiró su mochila, su madre molesta por el comportamiento grosero de su hijo estuvo a punto de continuar con su regaño de no ser porque Valt finalmente se atrevió a mirarla a los ojos.

 

—Yo… lo siento… 

 

Su voz se quebró y los primeros rastros de lágrimas comenzaron a recorrer su rostro. Rápidamente desapareció por las escaleras en dirección a su habitación, entró y sin importarle en cerrar la puerta o no se echó a llorar en su cama como nunca antes lo había hecho.

 

Chiharu llegó con él, preocupada por su primogénito y la inusual manera en la que actuaba. 

 

Valt desde pequeño fue un chico alegre y feliz, solo una vez en su vida había llorado tanto como ahora y en ese entonces apenas era un crío.

 

Se acercó a él cerrando la puerta de la habitación para no molestar a los gemelos y sin decir nada quitó la diadema de su cabello y comenzó a acariciarlo, dándole un pequeño consuelo comparado al ritmo intenso en que las lágrimas salían de los ojos cafés de su hijo.

 

—Y..yo.. no lo entiendo —formuló Valt con mucho esfuerzo sin dejar de hipar— ¿Porque…? ¡¿Porque duele tanto?! 

 

Llevó su mano a su pecho mientras apretujaba con fuerzas su ropa, justo encima del corazón.

 

—Ni.. ni siquiera me rechazó, él.. él solo… 

 

Y de nuevo se echó a llorar, sentía que le desgarraban el corazón, le ardía y se prendia en un intenso dolor indescriptible. No era solo su pecho el que dolía, también sus pulmones se tensaban haciendo difícil la tarea de respirar, su garganta parecía querer asfixiarlo de lo mucho que se comprimía a sí misma.

 

“¿Cómo pasó?... ¿Cuándo me equivoque?… Jugó conmigo, ¡Soy tan estúpido!”

 

Tantos pensamiento corrían por su cabeza, el siguiente cada vez más doloroso que el anterior.

 

“No debí hablarle, ojala y jamás lo hubiera conocido. No estaría aquí llorando como un idiota. Lo hubiera dejado solo como él tanto me pedía, esto es lo que me gano, ¡Lo que merezco!”

 

Chiharu lo entendió todo y lo miraba sin dejar de acariciar su cabeza, en silencio y sintiendo mucho dolor por ver tal estado en su hijo. Pasaron los minutos que se convirtieron en horas, un Valt cansado de tanto llorar cedió ante el sueño y cayó finalmente rendido en más de un sentido.

 

Su madre con mucho cuidado lo tapó con la suave sábana, depositó un pequeño beso en su frente y secó las lágrimas que aún permanecian extendidas en su rostro. Luego lo contempló, triste por su querido hijo.

 

—Pobre de ti mi amado Valt, es la primera vez que te rompen el corazón.

 

Apagó la luz de la lámpara que al parecer, Valt dejo encendida desde la noche anterior y salió de la habitación, dejando al chico en un profundo sueño donde no había más que calma y paz.

 


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