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Sonreír por Yae

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Notas del fanfic:

1499 palabras, pequeño shot creado para el desafío relámpago de la página de Facebook “Es de fanfics” 

Mayo/Junio: El/la prota tiene un hijo

Bonus: refresco, pétalos, caballo, corbata o globo.

 

 

 

 

 

Despertó con una sonrisa, después de meses por fin comenzaba a sentirla más natural ya no una simple expresión fuera de lugar. Fue por ello que cuando estuvo delante del espejo sobre el lavabo se tomó el tiempo de acicalarse a conciencia, como hace tiempo no lo hacía.

—¿Papi?

Respingó ante el llamado, cuando se giró vio al pequeño niño de apenas cinco años que le llamaba desde la puerta. Tenía los cabellos negros demasiado desordenados al despertar, como si algún rumiante los lamiese durante las noches sin dejarse ver. Las pequeñas manos refregaban sus ojos tratando de espabilarse.

—Buenos días, pequeño— no tardó en acercarse y tomarlo entre brazos, —¿dormiste bien?

—Soñé con papá.

Oh, mientras el infante se acomodaba en sus brazos en el camino hacia la cocina no pudo evitar pensar en “papá”, aquellos sueños eran bastante recurrentes y no podía culpar a su hijo. Hace semanas que Naruto no se presentaba para llevarlo de paseo, simples llamadas no eran suficientes para que un niño tan pequeño no resintiese su ausencia.

—Voy a prepararte unos huevos revueltos.

Dejando al niño en una de las sillas se dispuso a preparar el desayuno.

—Quiero ramen— frunciendo su diminuto ceño colocó ambas manos sobre la mesa, — solo ramen.

Convencer a su hijo de que los hábitos de Naruto no eran del todo saludables siempre terminaba en pucheros y alguna rabieta. Debió sentirse afortunado cuando pudo convencerlo de que si terminaba con su desayuno lo llevaría a comer una hamburguesa más tarde.

Los ojitos azules se iluminaron al oír su segunda comida favorita.

—¡Sí! ¡Sí! — emocionado dio palmaditas con inocencia.

E Itachi no pudo evitar sonreír aún más.

 

Después de dejar a su hijo en la escuela se dirigió a su trabajo, enfundado en su impecable traje negro le dio un vistazo a su reloj antes de marcar su tarjeta, aquel día no había llegado tarde.

Indudablemente fue una de sus mejores mañanas, sus informes quedaron impecables, su escritorio es perfecto orden y el café en el punto exacto.

Hasta que su móvil sonó escaso con la notificación de un nuevo mensaje, llevando el vaso con la bebida a su mano derecha usó la otra para ver quien le había escrito.

 

Pasaré por Dan el fin de semana.

 

Era lo único que venía escrito, sin ningún emoticón que pudiese aligerar las siete palabras, levemente irritado quiso responder pero en ese preciso instante la puerta de su oficina se abrió de golpe sobresaltándolo sin querer, provocando que algo del café se derramara sobre las hojas encima del escritorio… tendría que volverlas a imprimir.

—¡Conseguí los boletos! — con exagerada alegría su compañero de trabajo ingresó alardeando del par de papelitos que sujetaba.

—Supongo que eso es bueno, Deidara.

—Por supuesto, solo debo invitarla a salir y tendremos una noche inolvidable— meneando la cabeza ante un ritmo imaginario se acercó tratando de ver la pantalla de su celular, —tiraste el café.

Itachi rodó los ojos.

No debió sorprenderse cuando luego de eso le encargaron trabajo de último momento, cuando la cafetera se estropeó y cuando terminó cortándose el dedo índice con las hojas de papel.

Desde el divorcio Naruto se había convertido en su gato de la mala suerte.

No obstante si debía ser sincero, aun lo extrañaba, pero se le daba mejor mentir.

Tuvieron que mudarse de Japón cuando decidieron casarse y más por sus planes a futuro. Querían un hijo e iban a adoptar, todo fue esplendido durante los primeros dos años, hasta que Naruto perdió su empleo.

Sin poder conseguir una buena vacante tuvo que conformarse con trabajos de medio tiempo que dejaron en Itachi mayores gastos de los que jamás se quejó. Quizá fue debido a las palabras de doble sentido de sus padres arguyendo que Naruto era un bueno para nada, que jamás debieron casarse y que ahora con una criatura solo complicaba las cosas.

El humor de su entonces esposo fue cambiando, siempre estaba irritado y trataba de pelear por cada minúscula diferencia por lo que Itachi trató de poner un alto a su exigente familia. Se supone que las cosas entre ambos mejorarían pero el grito indignado durante su peor pelea de “quiero el divorcio” realmente lo sorprendió.

Quizá debió medir su orgullo y tratar de solucionar el problema, pero su vena Uchiha se activó en aquel instante respondiendo un estoico “está bien”.

Lo demás ya fue mera formalidad, aunque miradas incómodas y frases inconclusas murieron el día que el juez los dio por separados con un simple papel. Al tener mejor estabilidad económica se quedaría con su hijo, la molestia de Naruto fue evidente pero no pudo hacer nada.

El bache en el asfalto lo sacó de su recapitulación, Itachi dio de nuevo un fugaz vistazo al reloj en su muñeca mientras conducía, ya iba demasiado tarde, Dan estaría esperándolo desde hace más de una hora.

La niñera de su hijo acompañaba al pequeño que sentado en el pórtico de la casa llevaba los brazos cruzados sobre su diminuto torso con expresión de pocos amigos, Itachi no tuvo tiempo de cambiarse de ropa, técnicamente solo pudo dejar el portafolio en manos de la mujer antes de dar media vuelta con el enfurruñado niño hasta el automóvil.

Cuando llegaron al establecimiento por un breve instante creyó que podría relajarse al ver las mesas en la planta baja, donde parejas y grupos de amigos comían entre sonrisas acompañados por la suave música de fondo, pero el pequeño tirón en su mano le recordó que aquella ya no era su “zona”, subieron hasta el tercer piso donde los gritos de docenas de infantes no se hicieron esperar. Las mesas y sillas eran de colores, la música indudablemente infantil, hasta los meseros iban vestidos de princesas o algún superhéroe.

Fue casi imposible conseguir una mesa vacía pero hasta entonces Dan ya había corrido para dejar sus zapatos en el mueble dispuesto para eso. Sonrió al percatarse de como su hijo se tomaba el cuidado de acomodar el calzado, muy diferente a otros niños que prácticamente aventaban sus zapatos antes de saltar dentro de los juegos de hulespuma.

—Estaré pidiendo la comida— fue su encargo mientras su hijo se zambullía entre la acolchada edificación llena de pelotas y juegos inocuos junto a los demás infantes. Suspiró tirando de su corbata para aflojar el nudo mientras le echaba un vistazo al menú infantil primero.

—Creí que trabajabas hasta las seis.

A pesar del ruido pudo reconocer perfectamente la voz, elevando su oscura mirada se topó con los azules ojos de Naruto, con libreta en mano el rubio vestía una camiseta de Iron Man.

—¿Trabajas aquí?

—Es solo momentáneo— casi se mordió los labios para no verse enojado. —¿Dónde está Dan?

Itachi no tardó en ver a su hijo en los juegos señalándolo con la mirada, —si quieres nos vamos.

—¿Y eso cómo por qué? ¿Asumes que no quiero ver a mi hijo?

Rodó los ojos ante el tono que Naruto estaba usando, —vamos a querer un par de hamburguesas y unos refrescos.

—Lamento no haber ido a visitarlos últimamente. —La repentina disculpa le hizo negar— tuve que cambiarme de casa y…—Naruto resopló rascándose la nuca—…solo lo lamento dattebayo.

—¡Papá!

Antes de que pudiese responderle la alegre voz de su hijo resonó, corriendo tan rápido como pudo se lanzó a los brazos de su rubio padre siendo levantado bastante alto.

—¡Si has crecido un montón`ttebayo! —de lo más feliz le sonreía a su hijo.

—¿Qué haces aquí papá? ¡Tu camiseta está genial!

—Estoy trabajando, ¿no te gustaría un helado gratis?

Fue una conmovedora escena verlos reunidos, así que cuando Naruto pidió su permiso para llevar al niño por un helado asintió sonriente, le llenaba de alegría ver a su hijo así de feliz, montándose en el camino al pequeño caballo en el diminuto carrusel que había a un lado forzando a su padre a meterle unas monedas al juego para que comenzara a funcionar.

Fue curioso que ningún otro mesero se acercase a pedirle su orden, así que más por aburrimiento quiso llamar a su hermano, hace tiempo que no hablaba con Sasuke y de toda su familia fue el único que apoyó su relación, quizá porque conocía a Naruto desde mucho antes.

“Es un dobe de buen corazón” le dijo el día de su boda.

—¡Papi, mira lo que papá tenía entre sus cosas para ti! — Dan había pegado otra carrera con un globo azul en una mano y una flor desmantelada en la otra, cuando la puso sobre la mesa los pétalos cayeron casi desechos.

—¡Yo no dije eso dattebayo!—nervioso negó con ambas manos.

—También había un chocolate pero me lo comí.

Itachi tomó con cuidado la flor roja antes de mirar a su exesposo y sonreír, — sería bueno que te quedaras a comer con nosotros.

Los azules ojos se dirigieron al reloj de pared antes de devolverle la sonrisa. —Es una suerte que mi turno acabe de terminar´ttebayo.

Al parecer era un buen día para sonreír.

 

 

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