Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lo que no puede ser profanado por ti (ItaDei) por MekhmenehBahnu

[Reviews - 21]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Ahora Deidara se había convertido en uno de los favoritos de Pain, no solo era por su poder destructivo, le encantaba que fuera un hombre que se arriesgaba, ya no tenía miedo a cometer locuras aunque en realidad su mente parecía demasiado clara sobre el objetivo y la forma de conseguirlo en cada misión; tampoco se preocupaba por las personas en lo individual, le daba igual lo que la gente dijera de él siempre y cuando le obedecieran.

Lo había visto gritar y castigar desmedidamente a escuadrones enteros por nimiedades y como líder nunca le ponía un alto por la simple razón de que a muchos les seguía costando aceptar que el rubio no tenía esa posición solo por ser el esposo de Itachi, sino porque todos debían darse cuenta que más allá de ser un doncel había vuelto convertido en un guerrero de primera categoría.

Aún no estaba al nivel de pelea cuerpo a cuerpo de varios miembros de Akatsuki pero por supuesto que superaba a los niveles más altos de su ejercito. Todo era gracias a que desde su llegada no se había saltado ni un solo día de entrenamiento.

No era coincidencia que fuera tan disciplinado, habían acordado que si demostraba sus capacidades más altas Pain consideraría seriamente apoyarlo para recuperar la Roca. En cuanto escuchó su plan supo que estaba demente, que era infantil y que todo se trataba de una burla hacia los Uchiha para vengarse. Por más que intento persuadirlo de que lo más rápido sería una invasión Deidara insistió en que no tenían que correr y que uno de sus objetivos era conseguir echarlos con el mínimo de bajas posibles.

Solo quedaba una de las partes más difíciles, decirle a Itachi.

 

Los escuadrones entrenados por ese matrimonio resultaban destacar siempre por su sobriedad e indiferencia en el exterior pero en los enfrentamientos siempre actuaban intrépidos. Aprendían de ambos extremos, todas las batallas fingidas entre ese par terminaban en un gran espectáculo donde quien no los conociera diría con seguridad que se odiaban, que esto no se trataba de un entrenamiento porque era imposible que esos ataques los hicieran a alguien que no fuera enemigo.

Esta vez corrían entre los árboles, Deidara retaba con la mirada y con las manos, Itachi respondía acorralándolo, pero el doncel era bastante escurridizo. Parecía que el rubio ganaría sin llevarse mas que unos empujones y aprovechando su agilidad en un giro por debajo de los brazos del más alto golpeó la espalda de su esposo con la espada enfundada pero con la misma fuerza que hubiera usado si esto fuera real donde como resultado posiblemente lo hubiera dejado casi partido a la mitad, todos los espectadores reaccionaron sorprendidos. Nadie esperaba que por reflejo y coincidiendo con que el doncel enderezaba el cuerpo Itachi lo golpeara en el cuello dejándolo desorientado por un momento.

El rubio se recompuso casi como si nada hubiera pasado aunque la multitud les miraba atentos y en silencio. Ninguno sabía como reaccionar, ese par nunca demostraba su relación tan cercana, tal vez por regla del líder, pero esto ya iba más allá. Ninguno de los subordinados podía hablar a la ligera, sin embargo la mayoría creía que ese movimiento fue injusto. Hasta Itachi lo creía pero simplemente no podía disculparse ni ofrecerle ayuda a su esposo frente a todos.

- En una situación extrema, incluso si es con su último aliento deben dar lo imposible por acabar con el rival. -Solo dijo eso, dio la media vuelta y se retiró haciendo una seña para que su parte del escuadrón lo siguiera. Deidara sabía que el pelinegro no quería herirlo y no deseaba que sus subordinados le vieran como la victima por eso sin ningún gesto de dolor se paró frente a su porción del escuadrón.

- ¿Qué no vinieron a entrenar? ¿Quiénes son los siguientes? -Los miraba duro, era difícil de creer que un hombre con una cara tan linda pudiera asustar tanto con su voz. Siguieron las órdenes por el resto del entrenamiento sin hacer ningún comentario respecto al accidente y aunque varios lo vigilaron constantemente nunca hizo ni una mueca ni se llevó la mano al cuello para aliviar el golpe. Esos dos les daban miedo, ¿en serio existían seres así de insensibles?

 

 

Durante la cena Deidara miró a su familia, los amaba tanto y era tan feliz en ese momento que dudaba si de verdad quería involucrarse en un enfrentamiento contra los Uchiha. No es que lo esperara como un deseo que le llenara de entusiasmo pero debía; al principio de todo pensó que tal vez solo usaría su conocimiento para proteger a Akatsuki, su nuevo pueblo, pero no era así de fácil olvidar que le falló a la Roca cuando fue su Tsuchikage porque era débil; ahora ya no lo era y si evitaba el enfrentamiento solo sería por cobardía.

Justamente por toda esa confianza que ahora se tenían Deidara no debía postergar mucho más hablar con Itachi sobre su plan de regresar a la Roca. Si bien lo tenía contemplado desde su regreso hace ya unos años lo había dejado de lado esperando encontrar una forma de alejar a Sasuke de su aldea natal sin verse involucrado; no fue así, no habría otra forma y su deseo era cada día más latente desde que los rumores sobre la guerra que planeaban los Uchiha fueron casi tangibles.

Tantas cosas sucedieron y al estar lejos les llegaban las noticias atrasadas o a cuentagotas. Solo podían confiarse de lo que los miembros de Akatsuki atestiguaran y al parecer ahora era muy real que la Roca se estaba moviendo para comenzar sus conquistas. Eso no significaba que antes no hubiesen hecho otros movimientos pero todos ellos fueron sutiles y tan dispersos que al no estar presentes era difícil adivinarlos.

Durante los últimos años había descubierto junto a Itachi lo increíble de ser querido en una forma primitiva y auténtica. Sin falsedades, sin mentiras, todo era tan puro de una manera casi salvaje. Se habían mostrado su verdadera naturaleza sin temor de ser rechazados por el otro sino abrazados y cubiertos por el entendimiento de que no se lastimarían premeditadamente, si llegaba a ocurrir sería por error y lo solucionarían. ¡Quería muchos más años de esto!

 

Deidara se estaba poniendo ropa limpia e Itachi no pudo evitar sentir que se le había pasado la mano con el golpe que seguía marcado en el cuello.

- ¿Me perdonas? -Se acercó a apartar todo el pelo y besarle la herida. Escuchó la risita del rubio y se giró a verle.

- ¿Por qué? No pasó nada. -Deidara sabía que en ese aspecto Itachi nunca cambiaría y estaba bien con ello, en cosas sencillas y sin mayores complicaciones le gustaba ser consentido. -Solamente duele un poco pero pasará.

- De acuerdo -lo abrazó por la cintura y tratando de coordinar sus pasos con los del rubio lo jaló hasta la cama. -Acuéstate. -así lo hizo el doncel -Boca abajo.

Itachi se le subió y comenzó a darle un masaje. A Deidara le encantaba, entrenar siempre le dejaba adolorido pero su cuerpo estaba tan acostumbrado que ya simplemente lo sentía como un estado natural. Cerró los ojos un momento para relajarse más fácil, podía aprovecharse y quedarse así por horas y el pelinegro no se detendría porque no era la primera vez que le quitaba el dolor de esta forma, quería dormir pero este parecía un buen momento para decirle sus futuros planes. Después de un rato buscó las manos de Itachi a su espalda y lo detuvo.

- Es mi turno -cambiaron las posiciones y quedó a la vista el golpe que Deidara le había dado, no era tan fuerte pero seguía rojo y con vasos reventados donde el impacto había sido mayor, seguro para Itachi no significaba nada, el doncel lo tocó y presionó sin recibir ni la más mínima reacción de incomodidad. El doncel pensó en lo extraño que el cuerpo del varón respondía a los estímulos, acarició toda la espalda haciendo toda la presión posible con sus manos en esos músculos bien marcados y duros como una montaña, pero no pasaba nada si lo hacía. Se acomodó hasta quedar sentado sobre los muslos del pelinegro y sin pensarlo demasiado comenzó a besarle la piel herida.

- Mmm Dei -el doncel sintió la tensión en su bajo vientre, cómo es que a un gesto tan delicado el varón se rendía y mostraba sin vergüenza una reacción tan adorable.

Sonrío y siguió repartiendo besos y lamidas por toda la espalda hasta llegar a los pantalones que no dudó en bajar. Itachi tenía un cuerpo envidiable que siempre le provocaba. Se mordió el labio saboreando con la vista ese trasero, lo masajeó disfrutando de ver como las yemas apenas se hundían de tan duros que estaban los músculos. Escupió en sus dedos y humedeció el camino entre el ano y los testículos, lo hacía muy lento y tranquilo para que su esposo no reaccionara mal, ya le había dejado bien claro que la penetración no era de su agrado y Deidara respetaba eso, aunque igualmente le gustaba acariciarlo por el exterior. Mierda, escuchar a Itachi disfrutar ya lo había puesto duro y esa no era su intensión, solo quería relajarlo para explicarle por qué regresaría a la Roca y aunque seguro después de que tuvieran sexo estaría más que relajado no quería que creyera que esta vez uso el placer para aliviar sus dudas ¡pero es que en serio era inevitable resistirse a este hombre!

- Dei hazte a un lado -le pidió para poder darse la vuelta.

Al encontrarse de frente ambos se sonrieron con los ojos ardiendo de deseo. Itachi se acariciaba el pene mientras veía al doncel terminar de quitarle los pantalones y desvestirse él mismo, por dios, jamás se cansaría de admirar esa belleza y estar agradecido por todo lo que le daba.

- Sigue... -lo ayudó a acercarse hasta su boca y lo besó con fuerza, atrapó la lengua entre sus dientes y la apretó cuidando de no lastimarlo hasta sentir la saliva del doncel escurrirse.

Itachi lo liberó para observar la cara de travieso que estaba seguro era el único que la había visto. Deidara se deslizó por su cuerpo besando desde el cuello, pasando por sus pezones, su vientre, su pelvis y siguió bajando hasta llegar a su miembro y sin dejar de mirarlo lo metió en su boca. Itachi se relamió los labios, este rubio se había vuelto un experto en practicarle sexo oral y controlar sus sensaciones como se le diera la gana; sabía reconocer perfectamente cuando estaba apunto de correrse y si quería lo chupaba hasta sacar la última gota o lo dejaba a medias para que mejor terminara en su trasero. Esta vez lo sacó de su boca antes de eyacular así que ya sabía que era su turno de continuar con el juego.

El pelinegro se sentó en la cama y jaló a Deidara con fuerza para dejarlo tirado con la cara contra la almohada. Miró sus nalgas, exquisitas, una verdadera obra de arte. Le separó las piernas y con las manos a cada lado de la cintura lo acomodó para dejar su trasero al aire, lo masturbó un poco hasta que comenzó a lubricar, acercó la cara hasta su entrada y lamió para empezar a prepararlo, introdujo ambos índices para poder acceder mejor al interior del doncel y metió la lengua. Ahora Deidara no se callaba y sentía su cuerpo tensarse y elevar la temperatura. Sabía que con su lengua no lograría hacerlo llegar al orgasmo, mejor metería dos de sus dedos, no fue nada difícil y agregó uno más.

- Nnng Itachi -gimió el doncel al sentir como le lamía los testículos que se balanceaban cada vez que tenía un espasmo por acariciar su próstata. -Mételo ya Itachi.

- Córrete primero -sintió como las paredes de húmedas e impacientes se apretaron con esa orden.

Sacaba los tres dedos y los metía de nuevo hasta el fondo, con la otra mano lo masturbaba y ponía todo de sí para no correrse antes de penetrar a su esposo. Cuando Deidara apretó las manos en las sabanas y ahogó sus gritos mordiendo la almohada supo que estaba cerca. Solo unos cuantos segundos más y liberó todo contra la cama, los músculos de sus piernas se veían bien tensos y no dejaba de temblar y le era muy difícil respirar sin hacer todo un escándalo. Ya era hora, su entrada se contraía a cada bocanada de aire y seguía bien lubricada invitándolo a que entrara de una buena vez.

- Dei tus manos -solo durante el sexo Deidara obedecía ciegamente y echó ambas hacía atrás quedando apoyado solo sobre su torso.

Itachi tomó ambas extremidades y sin decir palabra le dio la instrucción de separar sus nalgas solo colocando las manos del doncel donde las necesitaba. Ya no podía aguantar mucho más con semejante tentación frente a sus ojos. Fue metiendo su pene de a poco pero sin detenerse hasta que cada centímetro estuvo adentro, la sensación seguía siendo inexplicable y no pudo esperar ni un segundo a moverse de atrás hacia adelante.

- ¿Te gusta? -Esa pregunta le encantaba al ojiazul, escuchar la voz de Itachi trabada por los gemidos que intentaba retener lo excitaba hasta el límite y ambos sabían que el significado real era saber si había sentido algún tipo de dolor.

- ¡Sí! -gritó con fuerza, hace años se hubiera asustado de este tipo de arrebato donde su esposo usaba toda la fuerza para meterse en su interior casi como si estuviera furioso pero ahora le enloquecía que fuera así de potente. Su cabello que ahora ya tenía el largo habitual de su juventud fue enredado en una de las manos del guerrero y en un movimiento que ya tenía bien controlado le jaló la cabeza hacia atrás, sentía que se atragantaría al intentar hablar y sin embargo lo hizo -¡Más Itachi! ¡Mmm ah! -Lo jaló más y siguió moviéndose como si el cansancio no existiera, como respuesta Deidara apretó todos los músculos del cuerpo y se corrió de nuevo, las lágrimas de placer se le acumularon en los ojos y sentía que ya no podía más, las rodillas le temblaban y tuvo que quitar las manos del lugar donde estaban para sostener su peso y no caer. El varón empezó a bajar el ritmo para darle oportunidad de recuperarse pero eso no era lo que quería -Sigue Itachi -giró todo lo que pudo para hacerle ver que estaba bien, que la piel sonrojada y los ojos aguados eran de puro placer.

Como haciendo una sentadilla puso ambas manos sobre la cintura de Deidara para tener mayor apoyo y sin darle tregua al doncel comenzó a embestirlo con fuerza, era su culpa por completo, quería continuar más lento y romántico pero se atrevió a mostrarle esa cara transformada por el delirio del orgasmo y ahora no podía resistirse.

- Más fuerte Ita -lo seguía retando.

- Ya casi Dei -era difícil mantenerse adentro cuando su entrada estaba tan resbaladiza por los fluidos que provocaban un montón de sonidos húmedos.

- Ita te amo -el guerrero apretó los dientes, no dudaba de esas palabras sin embargo Deidara sabía el poder que tenían sobre su mente y por eso las decía con esa voz jadeante para provocarlo a correrse pronto.

- Ah Dei -cambió de posición para quedar pegado a su espalda y con una mano le levantó el rostro por la frente para besar su mejilla mientras soltaba todo su semen. -Dilo otra vez -Le rogó para sacar hasta la última gota.

- Te amo Itachi -no podía abrir los ojos, estaba disfrutando sentir todo el desastre en su interior. Buscó con una de sus manos el rostro de Itachi, su piel y cabello estaban tan sudados que le humedecieron los dedos pero no era desagradable, sabía que ambos estaban en la misma condición. Giró el rostro para besarlo y sacó la lengua sin ver donde lamería, era su barbilla porque estaba afilada y un poco rasposa, fue subiendo hasta encontrar sus labios y entre besos se dijeron de nuevo cuanto se amaban y adoraban.

Itachi no salía de su interior y lo seguía manoseando y él ya estaba reaccionando de nuevo. Su mente se borró por un lapso de tiempo donde dejó que su esposo le hiciera el amor una vez más pero ahora más lento, mirándose a los ojos. ¿Algo debía intuir el varón, no? Por eso lo tomaba tan apasionado. Estaba bien, podían disfrutar esta noche y las siguientes hasta que tuviera que partir.

Incluso si al terminar ambos ya se encontraban agotados le había prometido a Itachi que no se guardaría secretos así nunca más, debía hablar ahora que ya habían calmado sentimientos tan fuertes como la pasión. Tomó aire para darse valor.

-Necesito regresar a la Roca.

- Ah... -no estaba realmente sorprendido porque la situación de su aldea natal no le era desconocida y sabía que Deidara por más que quisiera no podría quedarse quieto.

- Bueno estoy un poco decepcionado, esperaba otra reacción de tu parte.

- No sé qué esperabas. No estoy molesto ni nada parecido solo estaba esperando a oír un poco de lo que pretendes hacer antes de actuar.

- No hay ningún plan totalmente definido todavía pero quería que supieras que lo he hablado previamente con Pain y pronto estudiaremos los detalles.

- Bien -se quedaron en silencio.

- Y también necesito que sepas que ya que los Uchiha están involucrados en todo esto tal vez... -no sabía cómo continuar sin ser despreciable.

- ¿Irás contra ellos como uno de los principales objetivos? -no era tan difícil de adivinar y mucho menos para él que tantos años se había dedicado a crear tácticas de ataque. Lo que le causaba mayor sorpresa era que Deidara se mostrara temeroso de contárselo.

- Así es pero sabiendo que no habrá forma de convencerlos y mucho menos de contenerlos una vez que adviertan nuestros planes la cosa se pondrá terrible.

- Tan dulce mi Deidara -Lo atrajo a su cuerpo sonriendo, por más que hubiese cambiado su conducta en realidad unas cosas jamás podrían irse del doncel. Seguía preocupándose por él de una manera ingenua. -¿Por qué crees que eso me preocuparía? O sea, me preocupa lo que pueda pasar de nuestro lado, a nuestros hombres no al Clan Uchiha.

- ¡Pero son tus lazos! -de hecho eso le dolía más, que el rubio siguiera creyendo que por haber nacido en ese nido de víboras él seguía siendo uno de ellos.

- Los únicos lazos que tengo son con mi verdadera familia, tú e Ino. Mi líder, mis camaradas y esta aldea que nos permitió construir lo que tenemos. Esos del pasado solo me traicionaron y me alejaron cuando ya no les fui útil. Lo que sea que hayan sembrado es lo que cosecharán.

- ¿Entonces estás de acuerdo con esto? -Ya su corazón estaba aliviado, todo lo que había dicho Itachi lo sabía pero vivía con esa pequeña incertidumbre de que tal vez muy en el fondo seguía teniendo algún apego hacia su clan.

- No estoy de acuerdo, no tengo ni idea de lo que planeas hacer pero tampoco creo poder detenerte así que supongo que mi única opción para protegerte es apoyarte en lo que sea que decidas. -Veía al rubio sonreír con el rostro iluminado y le acarició el pelo.

Ya hace mucho se había rendido a sus deseos y tal vez esto sería uno de los mayores peligros que correrían en su vida sin embargo era necesario. Quién sabe, Deidara podría terminar recuperando todo lo que le fue arrebatado, eso sería lo mejor, después de todo estaban hablando de su legado y el de Ino por derecho. Tantos años se quedaron de brazos cruzados no porque quisieran, estaba seguro que era porque Deidara veía que a pesar de todo la Roca prosperaba y se reservaba su regreso para alargar esta vida de ensueño.

La guerra latente debía despertar un sentimiento de horror en el doncel y debía evitar que ese acto violento e innecesario se llevara a cabo en su territorio y con su gente. Después de todo, ahora el doncel por fin se sentía cómodo con su verdadera personalidad de un ave rebelde sin miedo a las consecuencias con tal de proteger su nido. Lo quería muchísimo, lo quería más de lo que quería su propia vida y a pesar de ello esta vez no le daría dudas, no lo pondría en encrucijadas para mantenerlo sano y salvo a su lado. Deseaba verlo volar a donde quisiera ir y de la forma que le pidiera lo ayudaría.

 

 

 

 

 

Fin del segundo acto.

Mis bebés de nuevo separados por la vida pero ¡ah que buen revolcón se dieron!, exquisite.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).