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Lo que no puede ser profanado por ti (ItaDei) por MekhmenehBahnu

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Notas del capitulo:

¡Ya casi se acaba la historia!

Juugo apenas recibió la orden no se despegó de Deidara, y Boruto al notar esto tampoco lo dejó solo. Claro, ambos podían hacer lo que se les diera la gana. El rubio mayor no tenía ningún inconveniente en estar rodeado porque ahora el objetivo era establecerse aún más y para eso bastaba solo con estar presente y que todos se acostumbraran a verlo hasta el punto de que pareciera no haberse ido nunca.


Los dos rubios caminaban siempre al frente y tenían conversaciones algo triviales, solo paseaban de aquí para allá y cuando Boruto debía cumplir con sus deberes Deidara se dedicaba a leer en su biblioteca bajo el escrutinio de Juugo que cual estatua no se movía ni un poco de su lugar.


Sabía que dentro de algunas semanas era preferible no tener a este grandulón detrás y solo podría lograrlo si gradualmente lo convencía de obedecerle a él y no a Sasuke, por supuesto que todo esto debía realizarse sin que lo notara. Esperaba que no fuese tan difícil, desde el principio Juugo le dio la impresión de ser más musculo que cerebro, solo que antes le tenía demasiado miedo como para usar eso a su favor.


 


Apenas llegó la tarde y la oportunidad de reunirse con Boruto, pidió que prepararan la comida al aire libre. Recién pasaba el verano pero los calores seguían intensos.


- Tendré una comida privada con mi hijo, no te preocupes puedes cuidarnos desde aquí. -Antes de que Juugo pudiera decir palabra Deidara le cerró la puerta de herradura y cristal en las narices, no puso la cerradura solo se expresó con firmeza para recalcarle al guerrero quién tenía la posición como Tsuchikage.


- No imaginas lo mal que me resulta ese hombre -se quejó amargamente Boruto.


- No tengo que imaginarlo, debo decir que eres bastante abierto al respecto. -Se rio y tomó asiento. -Está bien hijo, es solo el guardia que asignó tu padre para protegerme.


- Como si Juugo pudiera protegerte de la única persona que te hace daño.


Sabía que se refería al mismo Sasuke y estaba al tanto de que Juugo no permanecía a su lado para ningún bien. A Deidara el rostro ya no le dolía y el Uchiha no lo tocaría de nuevo, no ahora que ya había echado a una de los grandes discordias entre ellos dos.


- Hay que darle un poco de tiempo, Sasuke ha pasado más tiempo al lado de Naruto que mío y era de esperarse que no reaccionara bien con mi presencia. Ya no te preocupes tanto por eso hijo, ahora todo cambiará.


- No es cierto. -Debía advertir a su padre que no fuera tan confiado con esta situación porque estaba lejos de acabar. -Naruto jamás regresaría a su aldea tan fácil.


- ¿A qué te refieres?


- Lo mantiene en una casa a las afueras de la ciudad. Cada primavera me obligaba a ir ahí para estar con él. ¡Te aseguro que ese está solo esperando el momento de engañar a mi padre para volver!


- ¿Ah sí? -no quería mostrarse tan enojado para no comenzar a levantar sospechas. Solo suspiró pensando en que esto resultaba mejor, porque le quedaba un poco de humanidad le dio una salida a Naruto y decidió desaprovecharla. Pronto vería qué hacer con esa pequeña familia. Sin embargo faltaba una labor más importante y Boruto le ayudaría a llevarla a cabo. -Como sea hijo, no quiero hablar de ellos. He pensado seriamente sobre esto -eso captó completamente la atención del joven -quisiera presentarme formalmente ante nuestro ejercito.


- Claro, es lógico y necesario. ¡Vayamos esta misma tarde!


- No, es pronto y no estoy preparado. Sé que soy un doncel pero eso no es razón para presentarme así ante mis hombres, también soy su mayor y quisiera una armadura que lo refleje.


- Está bien, entonces avísame cuándo quieres hacer la presentación y me ocuparé de todo.


Sería difícil ocultar el plan a Juugo teniéndolo como una sombra, de hecho se preguntaba si era realmente necesario ocultarlo porque eso solo lo cansaría y distraería de asuntos más importantes. Tal vez lo mejor sería solo hacer lo necesario, no poner la información en charola de plata pero tampoco esforzarse demasiado en ser discreto.


 


Mandó llamar a la modista al día siguiente para que le tomara todas las medidas. Usaba solo su ropa interior y una fina yukata blanca, decidió no echar a Juugo de la habitación. Seguía sin agradarle ese hombre pero sería muy tonto de su parte ignorar esas asquerosas miradas que le dirigía y no convertirlas en un arma a su favor, era bruto, era tan tonto e impulsivo que si se mostraba solo un poco de la forma que él esperaba que fuese un doncel caería en la tentación.


Juugo intentó ser discreto por la presencia de esa tercera persona y solo se deleitaba de reojo con ese cuerpo exquisito, el Tsuchikage Deidara se le antojaba de una manera que no podía controlar. La excitación brotaba de una fuente desconocida y le parecía una tontería que Sasuke no decantara por semejante adonis y prefiriera a alguien tan simplón como le parecía Naruto. ¡Ese matrimonio era un desperdicio! Deidara se merecía a un hombre que lo hiciera temblar de pasión todas las noches.


- Juugo -esa voz lo sacó de sus pensamientos lascivos -acompaña a la costurera fuera y llama a la doncella para que me ayude a vestir.


Así obedeció el soldado sin cuestionarse la orden. Deidara sonrió, era fácil de tratar ese hombre ahora que conocía más del mundo y la naturaleza humana. Tampoco podía perder todo el tiempo jugando, era hora de ponerse serio y revisar minuciosamente todos los reportes y tratados que se habían hecho en esos años de ausencia.


- Juugo sígueme al archivo necesito de tu ayuda. -Solo le hablaba para acostumbrarlo a su voz y empezaría por cosas sencillas que bien podría hacer él o pedirle a alguien más. Sus actos eran normales y no había nada oculto ni alarmante como para que saliera a buscar a Sasuke. Solo le pedía que cargara documentos de aquí para allá, le invitaba a tomar el té cuando estaba cansado de leer y escribir, lo saludaba y despedía todos los días con familiaridad, sin importar cuanto le molestaba su presencia sería muy amable hasta que se olvidara de su misión.


 


Había llegado una carta interesante de la Arena anunciando su visita para personalmente ver el milagroso regreso del Tsuchikage. Asistiría el esposo del Kazekage y dos de sus hijos, después de leer algunos tratados entendía porque esa urgencia de viajar y todo era por protocolo, al parecer un matrimonio había sido pactado en su ausencia.


- ¿Juugo desde cuándo se ha comprometido mi hijo? Jamás llegó a mencionar algo tan importante.


- Se prometió un matrimonio entre su hijo y la primer mujer o doncel que naciera del Kazekage.


- ¿Pero esto es de verdad solo un tratado de paz o hay algo detrás?


- Con todo respeto su majestad eso no me corresponde responderlo.


No necesitaba respuesta, cualquiera podía imaginar lo que Sasuke esperaba de ese matrimonio, debió amenazarlos con algo muy grande como para que aceptaran que Boruto manejara esas dos aldeas como consecuencia de la unión. Este era un problema más que libraría al margen, le regresaría al menos simbólicamente el favor a Gaara por permitirle durante varios años reunirse con Itachi sin delatarlo ni afirmar los rumores que se esparcían entre ambas aldeas.


 


 


Llegó el día en que las trompetas anunciaron la llegada de las importantes personalidades. La familia entera salió a recibirlos aunque los de la Arena no parecían demasiado contentos de estar ahí. Reconoció de inmediato a Sai, vaya sorpresa fue verlo después de tantos años y naturalmente le salió una sonrisa de bienvenida. Todo el séquito de la Arena los reverenció.


- Tsuchikage es de verdad increíble poder verlo después de tantos años. -Lo saludó casual el pelinegro.


- Le agradezco sus sinceros pensamientos. Estamos honrados de recibir a tan buenos aliados en nuestras tierras. Por favor siéntanse cómodos durante su estancia. -Le ordenó a los sirvientes tomar el equipaje y guiarlos a sus habitaciones.


Sasuke no dijo nada, solo hizo acto de presencia por ser educado pero a los de la Arena los consideraba inferiores y no tenía nada que tratar con ellos, mucho menos si el Kazekage no estaba presente.


- Hijo, por qué no ayudas a tu prometida a seguir el camino. -Lo animó a hacerlo a pesar de adivinar solo con verlos que esos dos no tenían ni un mínimo de simpatía por el otro.


Quería hablar a solas con Sai aunque dudaba que se diera el momento, Juugo todavía le cuidaba la espalda y el tercer hijo era demasiado pequeño como para dejarlo solo. Tal vez más adelante podría darse ese encuentro, había tiempo, no correría.


 


- ¿Juugo esas personas son de confianza?


- ¿A qué se refiere su majestad?


- Solo eso, ¿en tu opinión pudiera confiar ciegamente en ellos como amigos y no solo como aliados? Sé que no me atacarán ¿pero intentarán usar mi buena fe en mi contra?


- Lo dudo, si de alguien debiera cuidarse es del Kazekage pero juró que jamás pondría un pie en la Roca.


- ¿Qué? -eso lo sorprendió. -¿Por qué un aliado diría algo semejante?


- No lo sé, en su última visita habló con Sasuke-san y salió gritando que no regresaría jamás a esta aldea.


Vaya, así que Sasuke se las había arreglado para hacer enojar a Gaara a ese punto. Ahora con más ansias quería reunirse con Sai. Miró a Juugo fijamente y le sonrió, ese hombre era un boca floja para su suerte y tal vez en el futuro para su desgracia.


 


Durante la cena sus invitados revelaron que no planeaban quedarse muchos días y se negaron en cuanto Deidara bajo pretexto del compromiso les insistió. Veía que algo ocultaban pero sería difícil averiguarlo en tan poco tiempo, no tenía el presentimiento de que tuviera relación directamente con su plan y aun así algo le empujaba a saber esa parte de la historia.


Boruto quiso acompañarlo como de costumbre a su habitación pero él prefirió que estuviera más tiempo con su prometida además de tener a Juugo a su lado por lo que nada malo podría sucederle y para su propio cometido necesitaba tenerlo a solas.


- Pasa -le indicó al entrar y dejó la puerta abierta a su espalda. Se le quedó viendo fijamente y en diferentes ángulos torciendo la boca.


- ¿Sucede algo su majestad?


- Resulta que tengo una pregunta que me da vueltas en la cabeza día y noche... -Deidara se detuvo frente al rostro del guerrero y se levantó de puntas para alcanzar a ver sus ojos -es más bien un pensamiento, tal vez un recuerdo. Con todas las acciones de Sasuke me quedó muy claro que nuestro matrimonio fue forzado y una vez que cumplimos nuestra obligación de tener un heredero todo fue a peor porque en la neblina de mi memoria me parece ver a otro hombre. -Le tomó el rostro con ambas manos y le sonrió. -¿Por qué esas noches viniste a buscarme con tanta impaciencia?


- No sé de qué me habla su majestad -esa mirada azul lo ponía nervioso, si continuaba así no se contendría.


- Cuando llegué hace unos meses -bajó de sus puntas y rozó la nariz contra el pecho del guerrero -este olor es imposible de olvidar y esas noches lo reconocí. -Le dio la espalda a Juugo aguantando el nudo en el estómago. -Esa ventana se abrió a mitad de la noche, pero ¿cómo podía quedarme quieto si no sabía cuál era mi pasado? Me oculté bajo la cama cubriéndome de una tela oscura para que no pudieras verme. ¿Eras tú verdad? Aquella noche y también el hombre de mi pasado.


Juugo tragó duro, ¿sería prudente aceptar que era él? Estaba atónito y dudaba entre aceptar esta ventaja para acercarse a su objetivo o negarlo en caso de que fuera una treta de este astuto doncel como bien se lo había advertido su amo. Para mala suerte de Deidara la sensatez llegó a esa cabeza y el pelinaranja guardó silencio.


- Lo recordaré Juugo. Puedes irte. -le alcanzó la mano al mismo tiempo que tomó la puerta para abrirla y le dedicó una mueca traviesa -Dile a la doncella que venga.


Sabía que a pesar de ese rostro tenso deseaba aceptar que era él el hombre de su pasado con tal de tener un acercamiento íntimo. Le sabía mal usar el pasado con Itachi para tergiversar la realidad y engañar a Juugo, pero fue lo único que se le ocurrió para ganarse su confianza.


 


 


 


Listo, con todas las mentiras dulces que le había dicho a Juugo y su habilidad para esconderse estaba seguro de que ahora escabullirse del guerrero y convencerlo de que no había nada que reportar a Sasuke sería mucho más fácil. Aunque no debía ver esto como una excusa para ser descuidado en sus movimientos y bajar la guardia.


 


- ¿Por qué la hija del Kazekage está sola vagando por la torre? -Preguntó al verla a la distancia. -¿Dónde está Boruto?


- Debe estar en su entrenamiento, Sasuke-san no le permite saltarse ni un solo día.


- Pero ya está a punto de terminar ¿cierto? ¿Crees que la pequeña lo esté esperando? -se giró a mirarlo con una sonrisa.


- Lo dudo, nunca se han llevado bien, ni siquiera se han preocupado por fingirlo. -A Juugo comenzaba a gustarle ser esa persona a la que Deidara acudía cuando quería saber sobre este mundo al que ahora pertenecía.


- ¿En serio? -regresó la vista a la chica -Ve a buscar a Boruto y llévalo al jardín del sur. Yo llevaré a la chica.


- Imposible. No me escuchará y menos irá si sabe que es una cita. Será mejor que yo lleve a la señorita y usted a su hijo.


- Necesito hablar con ella primero. Solo dile que quien se reunirá con él soy yo y no se negará. -Le palmeó el hombro cómplice.


Al menos había funcionado su mentira de la noche anterior, ahora el guerrero le miraba con más constancia y no desviaba la mirada en cuanto él lo descubría, guardaba menos distancia entre ambos y lo seguía con más entusiasmo además de obedecer sus órdenes.


 


- La heredera de la Arena, qué sorpresa verla aquí -saludó. La miró detenidamente, era calcada a Gaara.


- Su majestad -Lo reverenció sin ser demasiado efusiva.


- Pareces demasiado inteligente como lo es tu padre doncel así que seré franco contigo. -Eso captó la atención de la chica, en definitiva la actitud de este doncel era muy diferente al que los recibió el día anterior, la miraba duramente. -Me parece un sinsentido que a tu edad estés comprometida con mi hijo. ¿Qué es lo que pretendes arruinando la vida de ambos con premura?


- ¡Lo dice como si yo lo hubiera decidido por mi propia cuenta! -Le respondió furiosa gritando.


- Estupendo, una chica con carácter. Me gusta. -se sentó a su lado. -¿Cuándo tienen planeada la unión?


- No más de la siguiente primavera. -Deidara abrió grandes los ojos, faltaba poco tiempo y sabía que una vez que se llevara a cabo la ceremonia empezaría la guerra ya bien afianzadas sus alianzas.


- Lo pospondremos. No necesitan casarse si prometen fielmente no traicionarnos. Escribiré una carta al Kazekage para salvarlos a ambos de esto.


- ¿Qué? ¿Cómo llevará la contraria a su esposo?


- ¡Porque yo soy el Tsuchikage! Por dios eres tan joven que no sabes los problemas de los que te estoy salvando, sal y conoce el mundo porque si te unes a mi hijo solo te traerá desgracia. Parece poca cosa pero entregarle tu destino a esta familia será una carga eterna que nadie merece soportar. Solo te pido un favor, no menciones nada de esto hasta que regreses con bien a tu aldea y finge aunque sea un poco que no detestas a mi hijo con cada fibra de tu ser.


- ¿Cómo espera que le crea? -Frunció el ceño, todo esto sonaba como una trampa para probar su lealtad.


- Porque de propia piel sé lo que pesa esto en una persona a tan corta edad. -Lo miró enojado pero sincero en partes iguales. -Aunque admitieras que te unes a él por amor no te creería, no sabes lo que eso significa.


- ¡Por supuesto que no lo amo!


- Entonces obedéceme. Es lo único que puedo ofrecerle a Gaara por su amistad en el pasado, la libertad de su descendencia.


Gracias a su astucia también pudo hablar brevemente con Sai, lo cual le dejó con un peor sabor de boca. Él siempre fue una buena persona cuando iba de visita a la Arena, nunca fueron cercanos, sin embargo en toda ocasión le ayudó a verse a solas con Itachi y genuinamente sentía que no lo juzgaba ni para bien ni para mal. A veces era algo raro, jamás entendió si lo hacía por su amistad con Itachi, si lo hacía para chantajearlo en el futuro o simplemente lo hizo porque quiso sin ninguna otra intensión.


- Me alegra verte con bien Deidara, siendo sincero nunca me preocupé demasiado por tu paradero. Siempre supe que donde sea que estuvieras sería mejor que en el lugar donde te encontrabas en esos años.


- ¿Ah sí?


- Claro, claro, perdiste la memoria. ¿Cómo podrías saberlo? -Le sonrió cómplice, eso hizo al rubio molestarse pero no lo quería demostrar. -A todos nos complicó un poco la existencia el que desaparecieras así.


- Es lo que he oído, no eres el primero que me echa en cara mi ausencia. Pero más importante quisiera saber por qué el Kazekage no ha venido en persona.


- Seguro que ya sabes sobre su promesa de no regresar. -Mintió negando lento con la cabeza -Sasuke se encargó de hacer algo que nadie más ha logrado, humilló terriblemente a Gaara y es por eso que no puede ni escuchar su nombre.


- Y aun así aceptó unir en matrimonio a nuestros hijos.


- No diría que lo aceptó. Mi pequeña piensa que nosotros se lo hemos impuesto, la verdad es que también se lo impusieron a Gaara y lo único que podemos hacer es mirar cómo se dan las cosas.


-  Escribiré una carta al Kazekage para romper esa promesa. No sé qué ha pasado pero detesto saber que ella también va a arruinar su vida y que teniendo esta autoridad me quedé de brazos cruzados. Tienen mi palabra.


- Ah -suspiró el pelinegro y se levantó. -Deidara agradezco tus buenas intensiones, pero temo que eso sería peor para nuestra situación.


- Cualquier promesa hecha en nombre de las aldeas se mantendrá aunque esa unión no se lleve a cabo, te lo prometo. -También se levantó y se lo dijo de frente con mucha seguridad.


- Deidara... -lo tomó suave por un brazo. Hizo algo muy extraño, cerró los ojos y al abrirlos lo miró directamente por segundos. -Siempre has sido una excelente persona con un gran corazón, Itachi no se cansaba de repetirlo -sabía que sus pupilas se habían dilatado al escuchar ese nombre por primera vez después de tanto tiempo. -Cuando esto, sea lo que sea que hayan planeado, acabe dile que estaré feliz de reencontrarme con él.


Sai lo soltó sin decir más y se alejó tranquilo a diferencia de él que había quedado inquieto. Jamás le dio una señal por más pequeña que fuera para hacerle pensar que mentía. ¿Tal vez solo lo probaba? Eso debía ser, ellos apenas habían convivido esos días y toda la información de su regreso era reservada solo para los miembros de la Roca y ni siquiera ellos pudieron ligar a Itachi a su aparición con tanta seguridad.


Temía que lo delatara y todo terminara por arruinarse, no lo podía creer, de la variedad de sucesos que pudo creer que afectarían su estadía en la aldea este no lo imaginó ni por error. 


 


No se fiaba ciegamente del esposo de Gaara, prefería tenerlo cerca para estudiarlo y saber si a pesar de la rivalidad entre el Kazekage y Sasuke eran aliados; sin embargo no descubrió nada, le hablaba siguiendo el juego de su mentira y ni una vez insinuó sus sospechas frente a otros. Juugo le hizo saber su comportamiento tan preocupante pues se le miraba distraído y algo irritable; bueno, al menos el que el guerrero le siguiera hablando le daba a entender que Sai no había dicho nada a Sasuke sobre Itachi.


Solo tuvo que resistir la incertidumbre un par de días más y anunciaron su regreso a la Arena.


Entregaría la carta prometida pero primero quería saber de qué lado estaría el Kazekage y aunque prometieran que estaba del suyo la verdad era que en ese momento se sentía traicionado en anticipación. Bien podrían entregarlo ante los Uchiha como consecuencia de alguna negociación en su favor. ¡Dios! Esto le daba dolor de cabeza y le agitaba el corazón con desenfreno, odiaba admitir su vulnerabilidad.


- Sai, aquí tienes. Por favor entrégala al Kazekage, cuento contigo para ello. -Le extendió el sobre pero no lo soltó. -Espero que con esto se convenzan de crear las alianzas correctas.


- Tsuchikage-san si está temeroso de que evidencie mis descubrimientos ante sus enemigos puede estar tranquilo que no pretendo involucrarme de ninguna forma hasta que no nos veamos amenazados y aunque lo intentara, ¿alguien le creería a un simple ex funcionario de la Hoja que no cuenta con alguna prueba mas que su palabra?


- ¿Entonces cómo es que...? -le asustaba la franqueza con la que hablaba el pelinegro.


- ¿Cómo es que me di cuenta? Es ridículo de explicar. Si Itachi mi buen amigo hubiera muerto, porque de otra forma encuentro imposible que se hayan separado, su corazón no dudaría en expresar una tremenda tristeza en sus ojos y se miran igual de radiantes que cuando vagaba por la torre de la Arena buscando pecar en aquellas tierras. -Le sonrió como normalmente y soltó el sobre -Tampoco creo que para Gaara sea placentero recibir este rompimiento después de todo lo que ha sacrificado y si ahora lo hace solo para mantener mi silencio le repito que puede estar tranquilo. -Le reverenció y se despidió formalmente.


No entendía nada. Itachi tenía un buen amigo aquí aunque todo le resultaba extraño y sin sentido. A pesar de esa negativa rompería el compromiso porque esa pequeña heredera de la Arena no se merecía el trato que llevaría al lado de un Uchiha y nadie podía contarle la pesadilla que eso significaba, la seguía experimentando en carne propia.


 


 


Pasaron las semanas y por fin Deidara había recibido la señal que esperaba, una carta de la aldea de Akatsuki. Iba dirigida a Sasuke por lo que no le dejó leerla y así saber exactamente su contenido pero no importaba, su envío era todo lo que necesitaba para saber que pronto visitarían la Roca, por suerte el Uchiha no le dio mayor importancia entre tantos saludos y presentes que habían recibido últimamente.


También apresuró a la costurera para que terminara su encargo lo más pronto posible. Le entregaron el uniforme en un par de días.


- No te preocupes Juugo, puedes ir y contarle a Sasuke que pretendo presentarme ante el ejército de la Roca como su comandante. No quiero que tengas problemas con él, después de todo sigue siendo tu amo.


Deidara lo miró como retándolo a que negara que así era, su engaño esta vez fue que no lo dijo con un toque de burla sino de preocupación. El pelinaranja no podía decir tan a la ligera que su lealtad hacia Sasuke estaba en riesgo. Así que solo agradeció en sus pensamientos el gesto de Deidara de contarle lo que pretendía hacer, sentía que con este permiso le protegía de tener problemas con el pelinegro.


-Esta tarde hablaré con Boruto para acordar el día y te lo diré ¿de acuerdo?


 


Esa misma noche se lo informó a Sasuke, era de esperarse que se enfureciera.


- Yo mismo arreglaré esa dichosa presentación. -Entendía lo que trataba de hacer, quería mostrarse como figura de autoridad ante sus hombres y así ganar más poder ante la aldea. Cada acción del doncel le demostraba que nunca llego con un inocente propósito, todo el tiempo su facha de mustio fue para manipular a los débiles de mente pero él estaba preparado para enfrentar sus trampas.


 


Al menos después del susto que resultó la aguda observación de Sai las piezas ahora se movían en la dirección que él esperaba. Sasuke preparó la reunión a su conveniencia al día siguiente por la tarde, tal vez esperando que fuera demasiado repentino como para sentirse cómodo.


Se ajustó el uniforme con ayuda de las doncellas que estaban algo sorprendidas por ese atuendo, él se miró en el espejo para acomodar los últimos detalles y se ató el pelo en una coleta alta. En el campo de batalla había aprendido a dejar la vanidad a un lado pero jamás olvidar el porte y la dignidad, los sirvientes lo notaban, vestido así incluso lucía más alto y temían mirarle a la cara.


- ¿Juugo dónde está todo el mundo? -Se refería todos los altos mandos que habían hecho llamar.


- Deben estar terminando su entrenamiento matutino, ya que en la tarde no habrá oportunidad han empezado apenas amaneció.


- Estupendo, vamos al campo en este preciso momento.


- Espere ¿adelantará el encuentro?


- Así es. -Miró la tensión en su rostro. -No te necesito para llegar. -Sí, quería que fuese corriendo a avisar a Sasuke.


Deidara ordenó a los hombres reunirse y se tocaron las trompetas para juntar a todo el mundo, eso alertó a Sasuke a la par que llegaba Juugo para hacerle saber el cambio de planes.


Su ejército se reunió rápidamente y Boruto se posicionó a su lado aunque la situación también lo había tomado por sorpresa. Todos se quedaron en silencio observando a su Tsuchikage en lo alto de una tarima, el uniforme escondía todas las curvas de su cuerpo y lo hacían ver más tosco de lo que sabían que en realidad era, mucho más imponente debido a su mirada de seguridad y el rostro que a diferencia de días anteriores no demostraba amabilidad, no usaba ni un poco de maquillaje y todo estaba perfectamente pulido.


Antes de comenzar a hablar miró a los hombres en las primeras filas de cada escuadrón. Reconocía varias caras, no solo de las cenas que habían compartido recientemente sino de cuando todos ellos eran mucho más jóvenes y apenas comenzaban su entrenamiento bajo tutela de Itachi, era increíble en lo que se habían convertido. Eso le provocaba torcer la boca hacía arriba en una media sonrisa astuta, gesto que no pasó desapercibido para los más cercanos.


Miró de reojo y veía venir a Sasuke molesto. Debía empezar a hablar, la decisión de hacer todo así de repentino era simplemente que el Uchiha no se adelantara a presentarlo y tomara la batuta del evento para llevarlo por el camino que se le diera la gana. Porque era muy probable que lo dejara mal parado, lo haría ver como un doncel que quería jugar a ser un guerrero y así los convencería de que no debían ver esta acción como algo más que un mero capricho.


En segundos calentó el ambiente con las llamas de sus ojos y sus palabras acertadas llenas de sentimiento. Deidara no necesitaba mentir sobre esto, él amaba profundamente a la Roca y esperaba que el mensaje les recordara que cada uno de ellos era importante y sería apreciado por su lealtad.


Al final del discurso todos lo reverenciaron, algunos novatos solo siguieron el ejemplo de sus mayores, pero aquellos que conocieron a Deidara desde su juventud noble lo hicieron con todo el honor que les merecía su verdadero Tsuchikage reconociendo el cambio en su actitud. Ellos no olvidaban y varias veces en reuniones informales hablaban de la culpa que sentían al no haber podido proteger a su líder en el pasado, en este momento por fin veían en el doncel el carácter de la sangre que llevaba en las venas y les recordó el pasado glorioso de sus antecesores. Ninguno de esos comandantes dudaba de la completa recuperación del Tsuchikage y así como él le haría justicia a esta aldea que tanto apreciaban, ellos le pagarían con completa lealtad y pobre de aquel que lo despreciara y optara por preferir la sangre del guerrero de la Hoja porque sería acusado de traición y castigado con la muerte.


En el peor de los casos si ambos se enfrentaban al menos los miembros más longevos y experimentados preferían morir por su verdadero Tsuchikage que vivir el resto de su vida en absoluta vergüenza por obedecer a alguien ajeno a sus tierras. Deidara lo entendió en sus miradas, este era un pacto que solo los de la Roca podían comprender.


El doncel sonrió conmovido y le agradeció a todos su presencia. Se retiró sabiendo la discusión que le esperaba con su esposo.


Ambos caminaron con Juugo y Boruto escoltándolos, fingían en los pasillos que no se gritarían a la primera oportunidad aunque no se esforzaban demasiado.


- Retírense -simplemente les ordenó Sasuke antes de cerrar la puerta del salón en sus narices.


Se miró a muerte con Deidara.


- ¿Qué diablos te pasa? ¡Este no es el comportamiento que se espera de alguien con tu posición!


- A esto me haz orillado Sasuke. -Relajó la postura y se acercó hasta quedar a un paso de distancia. -He revisado todos los reportes, cada libro de cuentas en esta torre, hasta el más sencillo de los tratados. Lo leí todo esperando no llegar a la conclusión que llegué. -Sasuke chistó en algo parecido a una risa.


- Y según tú qué es eso que descubriste.


- Estás planeando una guerra.


- ¿Eso era todo? -Lo miró con burla -De haberme preguntado directamente te lo habría dicho yo mismo.


- No es solo la guerra que planeas, ¡nos has dejado en quiebra! -Lo decía en voz baja como evitando que cualquier fisgón pudiera escucharlo, así era, el pelinegro había minimizado su situación económica frente a los demás y coersionando a los que podían hablar. Esperaba que una vez que tuvieran todas las tierras que deseaban se recompusieran, todo lo demás estaba calculado, con el reciente crecimiento de la Arena no tendrían que preocuparte.


- ¿Y qué pretendes hacer o por qué te esfuerzas en dar este tipo de espectáculos? -desvió la discusión a un tema que le incomodara menos.


- Por mucho que me gustaría ordenar que todo este plan se vaya al carajo lo más sensato para la supervivencia de la Roca es seguir tal cual lo tienes pensado. Confío en que funcionará para la aldea, solo quería que también me reconocieran como su comandante para cuando llegue el momento. -Le palmeó el costado del brazo -Sasuke no sé qué te ha metido en la cabeza, tal vez que estoy en tu contra pero no es así. Si descompuse lo que habías construido con Naruto de corazón te pido una disculpa, sin embargo sabes que las apariencias importan.


- ¿Por qué has llegado diciendo mentiras al por mayor? -Ahora él lo tomó por la barbilla con hostilidad rechazando la idea de que ahora quien le ofrecía una tregua era el doncel.


- No es así... no del todo. Es cierto que no recuerdo muchas cosas y si en algo mentí es que no te recordaba a ti y a la aldea. Tú no sabes lo cansado y miserable que es vivir en la pobreza. -Eso último lo dijo recordando las condiciones difíciles que pasaron al ir a la aldea de los Exiliados por primera vez.


Sasuke lo analizó con cuidado, parecía sincero esta vez. Quería creer que estaban del mismo lado y sus palabras eran bastante acertadas, aun así no se confiaría de este doncel. Lo dejaría por la paz en este momento, no solo por esta charla sino porque debía enfocarse en el primer ataque que tenía planeado contra la Hoja junto al clan Uchiha. Lo que menos necesitaba en este momento era que todos sospecharan de él tras la muerte del Tsuchikage, así sería, una vez que su clan fueran más poderosos que todos los Kages ya no necesitaría de Deidara y podría deshacerse abiertamente de él sin el menor problema.


 


 


 


 


 


 


 


¡¿Qué?! ¿Cómo que esta autora tiene unos extras SaiGaa con doble dosis de lemon?


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