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Lo que no puede ser profanado por ti (ItaDei) por MekhmenehBahnu

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Notas del capitulo:

Holis, espero disfruten el capítulo.

Cuando le informó a Sai que tendrían sexo de nuevo para concebir otro hijo no le importó su gesto de desagrado y reproche porque con los ojos le recorrió el cuerpo entero y tragó saliva del antojo.

Fue muy evidente para Gaara que en realidad no le molestaba la idea. Y siendo sincero consigo mismo a él tampoco le disgustaba volver a realizar esos actos íntimos con el pelinegro, al final se sentía bien y satisfecho. Eso no significaba que hubiera desarrollado ningún otro sentimiento ni simpatía por la presencia de este hombre, pudo haber sido cualquiera aunque en realidad el único accesible que era de su gusto resultaba ser este hombre de la Hoja.

Sai de verdad no entendía, el adjetivo que mejor describía al Kazekage en este momento era indescifrable. ¿Por qué le pedía algo así de nuevo? Si le fue tan insatisfactorio su primer hijo, cuál era su razón de querer otro y lo que era peor, no estaba seguro de querer escuchar la verdadera motivación porque esta debía ser de origen egoísta y retorcido. Pero dios, deseaba tanto estar con Gaara de una vez más.

Ya se habían visto desnudos otras veces aunque ahora sus cuerpos eran diferentes. Gaara se recostó en la cama y abrió las piernas para que Sai se acomodara entre ellas, el doncel no quería mirar el rostro de esa persona así que de inmediato corrió los ojos a su torso, era notorio que se había vuelto más dedicado a cierto tipo de ejercicio porque tenía mucho más músculo y apeteció de estirar su mano para acariciar ese abdomen con la punta de los dedos, ahora fue el pelirrojo quien tragó saliva, la textura de la piel era suave pero al mismo tiempo sentía la dureza interior y se imagino esa fuerza empujando contra su cuerpo.

Deslizó los dedos un poco más abajo hasta topar casualmente la piel tibia del pene del varón, era difícil creer que alguien reaccionara solo por unas caricias inocentes, siguió bajando sintiendo toda esa extensión calentándose más a cada toque ¿no era raro como antes no había notado el tamaño notable de la virilidad de Sai? Lo había conocido en su interior y sabía que era grande pero ahora que lo razonaba le sorprendía que su cuerpo pudiera albergar algo tan imponente, le hizo incluso dudar si no había crecido en estos años, lo cual en realidad era mucho más estúpido. Tal vez antes solo estaba muy distraído con la presión del chantaje como para notarlo.

- Tócalo más -Sai le tomó la muñeca y le acercó para que la calentura de su cuerpo desapareciera el frío de esos dedos. Gaara lo hacía muy mal, no apretaba lo suficiente y ni siquiera recorría el camino hasta la base, aún así solo porque se trataba del pelirrojo no se quejaba ni un poco, solo tenerlo aquí ya era lo suficiente para excitarlo.

Suponía que los ojos verdes enojados todo el tiempo y esa cara de amargado eran solo una compensación para que la gente lo tomara en serio ya que en realidad el Kazekage no poseía una gran altura ni complexión si se le comparaba con un varón, aunque a decir verdad se notaba el entrenamiento en la formación de su figura. Acercó con facilidad una mano al esternón del doncel y la movió a su pezón izquierdo, ahí donde era más notorio su latir apresurado, lo apretó ganándose un manotazo.

- ¿Qué haces?

- ¿No da igual si lo disfrutas un poco? tampoco tienes que resistirte si al final vas a cumplir lo que quieres.

- Solo hazlo y ya. -Intentó girarse para que solo lo metiera y pudiera irse de ahí.

Sai no se lo permitió. Puso todo su peso sobre el Kazekage, no sabía exactamente qué lograría con esto pero no podía ser como antes. No quería que Gaara disfrutara siendo penetrado, quería que se derritiera por todo el placer que le brindaría.

El pelirrojo sintió la presión, no tuvo miedo, solo fue extraña la imposibilidad de moverse y quería patear pero sus piernas estaban a cada lado del cuerpo de Sai así que no serviría de mucho, mas que para agotarse físicamente. Además, no era desagradable, su miembro comenzaba a despertar aprisionado entre la erección del pelinegro y su propio vientre. El idiota que tenía encima comenzó a moverse y fue satisfactorio, se le aceleró la respiración y levantó la cadera como reflejo.

Sai vio en esa acción una buena señal y continuó haciéndolo, esto para él era un estímulo menor aunque para Gaara parecía demasiado, se preguntó cuál sería la razón de su extrema sensibilidad y si sería así en cada rincón de su piel. Se acercó más y besó la oreja, el doncel le retribuyó con un lindo sonido de placer, bajó al cuello y regresó a la oreja mordiendo un poco el lóbulo, los muslos del pelirrojo se apretaron a su cuerpo y le enterró los dedos en la espalda. Cambió la cabeza de lado y ahora le besó la otra oreja.

- ¿Gaara, quieres que lo meta ya? -Le preguntó con una voz cargada de erotismo y el cuerpo debajo suyo era tan sincero, podía sentir la humedad salir de su rosado miembro y como sus pezones se endurecían. No era sorpresa, le encantaba Gaara y ponía atención en todo lo que hiciera, ya sabía que las palabras un poco sucias y directas le encendían. -Dime lo que quieres. -Metió una mano entre los cuerpos y apretó la punta para masajearla en círculos.

- Mmm sí -Fue su única respuesta.

- ¿Sí qué? -Lo comenzó a masturbar con más ritmo pero ya no respondía, solo gemía. Sai se puso de rodillas y no podía creer esa imagen tan sensual del Kazekage a punto de llegar al orgasmo, lo siguió masturbando con una mano y apretando sus testículos con la otra hasta que lo hizo arquear la espalda y correrse con fuerza. -Qué travieso Gaara aunque seguramente te acuerdas que aquí no es donde mejor se siente. -El doncel abrió los ojos solo porque no entendía a qué se refería. Sai le sonrió y se sintió incomodo por esa acción. -¿Por qué no jugamos un poco aquí? -Metió de un solo movimiento dos dedos, sí estaba lubricado por su reciente orgasmo pero dolió porque esa entrada tan delicada seguía apretada por el placer que acababa de experimentar además de llevar largo tiempo sin ser usada. -No seas tímido Gaara, ¿querías que la metiera no?

- Cállate -No entendía porque de repente Sai se comportaba así y le daba mucha vergüenza que su cuerpo reaccionara, sentía como su interior se apretaba a esos dedos solo con escuchar la voz firme del varón.

- De acuerdo, me callaré si tú también guardas silencio. -Sintió la pequeña masa de textura diferente que sobresalía en el interior del doncel y la acarició lento solo midiendo las reacciones del otro, viendo como se aguantaba las ganas de gritar. Puso ambos dedos en ese punto y lo apretó.

- Basta -Gaara se sentía mareado, todo el cuerpo le ardía. Esto no fue así antes ¿o sí? No lo creía, si así hubiera sido definitivamente ya sería adicto.

- Shh -con la mano libre le hizo la seña de que guardara silencio. Lo tocó de nuevo y el doncel cerró los ojos. Dios, sus reacciones eran memorables, no esperaba que tan de buenas el pelirrojo le siguiera su juego. Sacó los dedos y los volvió a meter prestando especial atención al lugar indicado. -No te toques. -Le dijo al ver que dirigía sus manos hacia abajo para darse placer. Por supuesto el Kazekage no le obedecería y no quedó de otra más que agarrarlo por las muñecas.

- Sai -Le llamó con una voz extrañamente dulce -Entonces sigue tocando -Los nervios del varón no podían ser indiferentes a esa petición y aunque al principio no sintió gran placer al darse cuenta su pene ya goteaba necesitado de una calidez que le abrazara. Soltó a Gaara para darle un respiro y él también aliviarse un poco, tomó aire y levantó los muslos del pelirrojo para acomodarlo. Por fin lo vería, vería ese rostro hermoso mientras se unían. Se fue metiendo de a poco, se masturbó muchas veces intentando recordar este placer pero no se comparaba en nada, quería más, siguió hasta que todo su cuerpo estuvo lleno de esa sensación hirviente.

- Ah ¿ya es todo? -Gaara no lo decía con la intención de desmeritar, ¡al contrario! Le gustaba pero también temía no poder soportarlo esta vez, no creía aguantar algo más grande en su interior.

Sai se tomó un respiro de disfrute para contemplar al doncel. Tan irreal, apretaba sus labios para inhalar y los soltaba acompañado de un gimoteo. Solo se movió unos centímetros hacia atrás y esa primera estocada bastó para hacer que Gaara se retorciera y el doncel hubiera manchando todo su vientre pero el pelinegro lo detuvo de expulsar su esencia bloqueando la punta del lindo pene rosado. Quería que momentos como este fueran eternos, no había satisfacción más grande que ver al pelirrojo perdido, solo disfrutando el momento sin ninguna presión de su cargo.

Sai no le dio más tregua y siguió arremetiendo con tanto ánimo y puntería que el doncel no podía creer que hubiera sensación así en su cuerpo. De nuevo se preguntaba ¿fue así la vez pasada? O en estos años de alguna forma Sai se había vuelto mucho más hábil.

El pelinegro estaba extasiado, Gaara le bañaba con la más honesta muestra de su disfrute. Los sonidos húmedos y vulgares llenaban sus oídos. Las piernas delgadas pero fuertes se enredaban a su cuerpo rogándole por continuar unidos. Quería todo de esta persona.

Puso uno de los brazos al lado del bonito rostro sonrojado y se acercó hasta estar en una posición adecuada para besarlo, también quería probar su boca por primera vez. Juntó sus labios y ese tacto le estremeció, su gusto no duró mucho puesto que el doncel apenas fue consciente escondió sus labios con desagrado y giró el rostro aunque no dijo nada en forma de reclamo y siguió moviendo las caderas para continuar. Esto claramente hirió a Sai, nunca perdía la ilusión de que esto fuera más que un trato, esta vez al menos le recordó algo.

- Gaara, cumplirás con tu palabra.

- ¿Ah? -en ese momento tenía la mente en blanco. ¿Cómo podría responder algo así?

- ¿Me darás a nuestro hijo? – bajó el ritmó volviéndose más preciso sobre el punto que acariciaba en el interior de Gaara y le apretó el pene con maldad haciéndole abrir los ojos llorosos de desesperación por continuar. – si no lo haces no me vendré adentro.

- ¿Qué? -comenzaba a entender las palabras. Por supuesto que no planeaba darle al niño, frunció el ceño y Sai entendió. Gaara cambió de opinión súbitamente al sentir que el varón hablaba en serio y se deslizaba hacia afuera dejándolo con las piernas temblorosas. Se aferró con toda la fuerza de sus pantorrillas para no dejarlo salir por completo, no podía creer que un acto tan mundano le hacía cometer locuras. – Sí, está bien.

Sai no estaba satisfecho con esa respuesta, sin embargo continuó con su labor de manera intensa por un rato más y permitió que Gaara que viniera, solo entonces dejó correr su esencia dentro del doncel.

 

 

Unas semanas más tarde se corroboró la noticia de que el Kazekage estaba embarazado por segunda vez. Aunque esta ocasión sus hermanos no fueron tan permisivos sobre mantener en secreto su vida personal e insistieron bastante en revelar con quién se estaba viendo. Gaara rodó los ojos, no era la gran cosa y aceptó que se trataba de Sai.

Lo hicieron llamar.

Frente a ambos Kankuro tocó el tema de un casamiento. El hombre de la Hoja pensó que esas ya eran palabras mayores, una cosa era tener hijos por las razones egoístas y equivocadas pero obligar a unir sus vidas como si de verdad tuvieran una relación era algo totalmente diferente; y no quería que se malinterpretara, él deseaba con todo el corazón estar unido a Gaara el tiempo que se le permitiera pero no negaba su realidad que era cruel, el pelirrojo estaba en la frontera entre aborrecerlo y soportarlo ¿no sería esto unir sus vidas en un eterno martirio?

Por suerte el doncel que poseía más autoridad que nadie en esa aldea se negó a aceptarlo; sin embargo, ya tampoco negaría quién era el padre si se le preguntaba directamente. Agregó con simpleza que si se unía a alguien con un estatus tan bajo desperdiciaría la oportunidad de estar con alguien que le ofreciera mejores perspectivas en el futuro. Incluso teniendo hijos de otro hombre ser esposo de un Kage no era poca cosa. Los hermanos mayores miraron intrigados lo que el varón tuviera que responder después de esa declaración pero este no dijo nada, solo se mantuvo de pie fingiendo que nada de esa conversación le hizo doler el estómago y el pecho.

 

A partir de ese día se le permitió a Sai estar públicamente cerca de su hijo que le parecía de verdad encantador. Aunque ya no era tan pequeño y al principio dudaba en si confiar en él comenzaron a llevarse bien, jugaban y se divertían por la torre.

Mismo fue el caso cuando por fin nació su segunda hija, una hermosa niña pelirroja de ojos negros. Si de por sí el pelinegro amaba a sus hijos desde antes de conocerlos ahora viendo a esta bebé el alma se le enternecía y tocaba a la recién nacida con una caricia suave como si estuviera hecha de algodón. Miró por el rabillo del ojo a Gaara que solo estaba cansado y distante.

- Gaara, ¿quieres que me lleve a la niña? -Le acarició la cabeza y se ganó un manotazo débil.

- Sí -No quería ver esa relación, mucho menos esa mirada de adoración a la pequeña, la misma que le daba a su primer hijo. Se sentía ajeno en ese cuadro e inmerecido de participar en el intercambio de emociones, le enojaba tanto esa dulzura. Odiaba todo.

Sai sonrió y así lo hizo, en su fantasía que nunca moriría siempre existía la posibilidad de que el pelirrojo de repente se compadeciera de sus anhelos, que mostrara una pizca de agrado por lo que crearon juntos. Cada vez se hacía más fácil no sentir dolor por este rechazo, porque así era Gaara. No se trataba de algo que solo le hiciera a ellos tres, así era con todos, con sus hermanos, con sus colegas y ni hablar de sus súbditos. Creyó que a todos los miraba igual y que nadie era capaz de romper esa gruesa capa de hielo en su interior.

 

Se acostumbró a rondar por la torre cuidando a sus pequeños, lo que resultaba de verdad extraño para el resto de funcionarios y que le hacía reclamar a los que venían de la Hoja porque Sai ya no aportaba ni siquiera su presencia en las reuniones. Cuando el Hokage hizo un reclamo el Kage de la Arena este respondió con la verdad sin darle mayor importancia, después de todo seguía teniendo de su lado la palabra de Sasuke y ahora que tenía una niña solo faltaba formalizar el compromiso. Él, que sabía de esta futura alianza, predecía que la Hoja no se atrevería a intimidarlo incluso si tomaba este acto de defender a Sai como una ofensa.

Las cosas aún pendían de un hilo porque la niña seguía siendo pequeña y si quería que su plan funcionara debía fingir frente a Sasuke que seguía ofendido por haber aceptado el trato. Ya no podía retirar su promesa de no volver jamás a la Roca, eso no significaba que les negaría la entrada a sus aliados, especialmente si se le avisaba que quien vendría de visita para un primer encuentro entre los niños se trataba de Naruto Uzumaki.

Su hija apenas hablaba y cosas sin sentido, solo corría a esconderse tras Sai cuando alguien más quería acercarse; Boruto por su parte aunque no se escondía tampoco dejaba que Naruto le tocara y se la pasó todo el tiempo corriendo para alejarse. Un desastre en su totalidad para los herederos.

Pero Sai lo notó a la perfección, Gaara no le prestaría ni un pestañeo de atención a su hija porque sus ojos estaban clavados en otra persona. No era que los donceles solo se llevaran bien, porque el pelirrojo no se llevaba bien con nadie, miraba distinto y parecía rogar la atención de ese rubio, ¡juraba que incluso lo veía mover sus labios en una sonrisa!

- Kazekage, ¿por qué no van a arreglar sus asuntos? Yo cuidaré a los niños.

El único que dudó en alejarse fue Naruto hasta que se le prometió que estarían bien ellos cuatro; la familia de Gaara y el huérfano del Tsuchikage. Sai los vio alejarse mientras platicaban amistosos y a él le temblaban las piernas de la impresión de saber que en realidad el pelirrojo sí tenía un corazón muy pequeñito, era exclusivo pero seguramente cálido y donde solo podía mantener a una persona.

Respiró doloroso, no sabía que así se sentía de verdad el desamor. La garganta se le cerraba exigiendo que ya no ingresara más aire porque esta persona solo sufría al existir en el mundo real.

 

- ¿No es un poco emocionante Gaa? Vamos a ser familia en el futuro, nuestros hijos se casarán y-

- ¿Nuestros? -lo interrumpió.

- Ehhh -Naruto supo que había metido la pata -Porque a Boruto lo quiero como si fuera mi hijo.

- ¡No es cierto! -Le miró intenso reclamando la verdad. -Dime la verdad Naruto ¿es tu hijo de sangre, no es así?

- Es que era la mejor opción...

- ¿Cuántas veces no te dije que vinieras aquí? Pudiste haber hablado conmigo y te habría ayudado

- ¡Pero no es lo que quería! -lo miró dolido y Gaara no quería que se enojara con él -Lo haría de nuevo si me lo pidiera. No lo puedes entender Gaara, tú no podrías entender lo que significa sacrificarse por amor.

Eso le dolió al doncel de la Arena, era triste y cierto.

Cada vez que Gaara se preguntaba si de verdad él era capaz de amar a alguien no podía evitar recordar a su madre. ¿Cómo sabría si algo de lo que sentía era amor? Esas cosas sentimentales no existían en su interior porque ella siempre le dejó bien claro que pensar en otra persona antes que en sí mismo aunque fuera por un instante solo lo volvería vulnerable y estúpido.

¿Su madre lo amaba? No podía decir que sí, tampoco podía decir que no, esa era una pregunta que solo ella podría responder y ya no estaba aquí para hacerlo.

Lo único que podía decir es que él, por su madre, no tenía un gran afecto ni siquiera en sus recuerdos. De su infancia no tenía muchas memorias, ni físicas ni emocionales. No recordaba ser apegado a su padre o a su madre y a sus hermanos solo comenzó a ser apegado después de que quedaron solos. Fue muy difícil y se tuvo que aguantar cualquier expresión porque a él siempre le prohibieron hasta la más mínima muestra de debilidad.

Antes de estar solo con ellos lo único que sabía, por boca de su madre, es que con Temari y con Kankuro no debía ser cercano. Cuando se lo dijo de niño no lo entendió, luego hizo sus propias teorías. Sus hermanos no eran completamente sus hermanos, aunque su madre era la esposa oficial tardó años en darle un hijo al Kazekage y este tuvo hijos con otras mujeres. Esos dos niños nunca podrían gobernar la Arena, aun así ese hombre la obligó a criar a dos hijos que no eran suyos ¿podría culparla por no quererlos?

Y luego nació él, pero nació doncel y ese sentimiento de rechazo ahora lo comprendía un poco. Para Gaara era un infortunio su propio hijo varón, así como él fue un fracaso para sus padres, pero era un hecho que nadie podía cambiar; así nacieron y no había más.

Por eso aunque su padre definitivamente le hizo saber todo el tiempo que lo despreciaba y su madre nunca le dijo nada amable no los culpaba. Él, con el simple hecho de existir, llegó a incrementar el dolor de sus padres en este mundo y cuando se fueron no quedo de otra mas que nombrarlo a él como Kazekage. Esta aldea tampoco le quería, nadie lo quería. Tampoco es que creyera que merecía cariño, sabía que su temperamento era horrible. Estaba bien si nadie lo amaba porque él tampoco podía amar como creía que las personas normales amaban.

Al pelirrojo le dolía mucho en el fondo, porque Sasuke era una mierda de persona, en una escala moral ese Uchiha estaba un millón de lugares más abajo y aún así ese idiota pudo conseguir a alguien tan opuesto y que le amaba mientras él en la Arena solo tenía a una persona cercana y era Sai. Sai no era lo mismo, él estaba a su lado porque lo chantajeaba, tal vez porque tenían buen sexo pero principalmente solo permanecía por esos dos niños.

 

Tal vez nadie a excepción del varón de la Hoja lo notó, pero de repente la pequeña luz que irradió Gaara se apagó de nuevo. Ya no parecía existir la pequeña fuente de calor que significaba su amigo rubio y solo lo veía de nuevo pasear enojado de una reunión a otra. Intentó sacar alguna pista de lo sucedido de Naruto pero este solo hablaba de Boruto y de su futura boda con el viudo de Tsuchikage.

No lo demostró frente al ojiazul pero le molestaba esa soltura desconsiderada, si así habló con el pelirrojo del mismo tema por eso debía haberse molestado. ¿Este doncel Uzumaki se hacía el tonto o por qué fingiría que no se daba cuenta de lo mucho que significaba para Gaara? Al final no obtuvo nada de información y en su posición únicamente le quedaba esperar.

Gaara se tardó un poco de tiempo más en regresar a buscarlo por las noches, intentó actuar igual aunque algo raro había despertado en su interior ahora que estaba enterado de lo que el pelirrojo en verdad anhelaba en la vida. No lo avergonzaría ni incomodaría preguntando por ese asunto.

Al terminar su encuentro parecía más dócil y le acarició el rostro esperando que no se alejara.

- Gaara ¿cómo debo decirle que se casará con el futuro Tsuchikage? -Intentó sacarle tema de conversación para retenerlo al menos un poco.

- De la manera que quieras. En cuanto crezca un poco más yo me ocuparé de educarla así que también asegúrate de que ya no llore en mi presencia.

- No lo hace apropósito.

- No importa.

- Gaara ¿de verdad no los quieres ni un poco? -pero aunque la pregunta era dura Sai usó un tono casual en el que no pedía nada, lo preguntaba como cualquier asunto sin importancia.

- ¿Y a ellos de que les serviría que alguien como yo los quiera? -Esa respuesta le estrujó más el corazón a Sai que al propio Gaara que parecía muy acostumbrado a ese pensamiento.

- Espera aquí -se paró y buscó entre sus cosas.

- ¿Qué haces?

- Cierra los ojos un instante.

Solo porque era el único momento en que no debía pensar en nada más y estaba seguro de que Sai no le haría nada que le dañara accedió de mala gana. Lo sintió sentarse de nuevo frente a él y fue reconocible el tacto frío del pincel húmedo en su rostro.

- Te juro que si haces una tontería como pintarme cejas te mataré. -Sai ahogó una risa.

- ¡No me atrevería! -siguió moviendo su brazo con precisión y rapidez por unos segundos y después sopló hasta dejar la tinta seca. -Listo, ya puedes abrir los ojos. -Le sonrió, no eran esas sonrisas de siempre porque le miraba con tanto sentimiento y con protección que hacía sentir incomodo al doncel. Le puso un espejo de frente y leyó claramente el kanji de Amor con tinta roja en su frente, parecía una obra de arte de tan perfecto que estaba pintado. Apretó los dientes con un sentimiento extraño naciéndole de las entrañas.

- Mmm -gruñó algo molesto -Ahora tu cierra tus estúpidos ojos -Tomó el pincel pensando qué escribir pero también aprovechó ese momento para calmarse y controlar las lagrimas que amenazaban con salir cada que recordaba su imagen en el espejo y saber que este idiota que tenía enfrente le hacía sentir como nadie más lo hacía. Terminó de escribir y se puso su yukata para salir.

- ¿No te quedarás a dormir? -no recibió respuesta más allá del acto de azotar la puerta a su espalda. Suspiró derrotado, tal vez esta vez se había pasado un poco. Tomó el espejo y se rio, IDIOTA le había escrito bien grande por toda la frente.

Esa noche Gaara lloró como nunca apenas estuvo solo. Con cuidado para no borrar el símbolo se tocó la frente con la punta de los dedos. Se preguntó muchas cosas ¿por qué Sai actuaba como si le importara? ¿por qué era así con él cuando no se lo merecía? Lo trataba mal y aun así ahí seguía. Estaba como el primer día en que lo vio, cuando lo buscaba a solas leía en todo su rostro la pasión pero mezclado con ese sentimiento siempre le veía con un profundo respeto. Nunca le descubrió mirándole como los otros que en el fondo o le temían o le despreciaban. Sai no era así y no lo fingía, admiraba su posición y también le tenía en un lugar más alto entre los demás.

Le costó admitirlo pero sabía que si alguien le había demostrado algo parecido o que podría llamar amor, ese era Sai. Pero ahora temía ¿y si solo lo mantenía a su lado para llenar ese vacío en su ego? Le dolía el estómago de pensarlo, no era tan monstruoso, preferiría que Sai encontrara a alguien que le correspondiera así de grande sus sentimiento y, en un acto contradictorio, al mismo tiempo encontraba esa idea insoportable y asfixiante. Odiaba todo, todo, todo, principalmente a sí mismo.

 

Al siguiente día antes de lavarse la cara se miró al espejo por un buen rato. ¡No era la gran cosa! ¿Entonces por qué no podía simplemente borrarlo? Aventó la tela desconociéndose. Mandó llamar a su sirviente.

Por la tarde, bajo las miradas que ya estaba acostumbrado a recibir juzgándolo, lució la palabra tatuada, no lo hacía orgulloso pero tampoco le avergonzaba. Vio a Sai a lo lejos cuidando a los niños y platicando con Naruto.

El pelinegro no era de los que escondía sus emociones y le dedicó una sonrisa de adoración apenas vio el kanji.

- Jajaja, ¿qué es eso Gaara? -Interrumpió Naruto señalando con burla el tatuaje-Quiero decir, te ves extraño pero si a ti te gusta en ese caso se ve bien. -Intentó arreglar su primera impresión. El pelirrojo encontró la mirada oscura para ver su reacción.

- Me llevaré a los niños para que puedan platicar -Sai se levantó y seguía sonriendo aunque ahora para el doncel eran muy claros sus micro gestos y ya no sonreía como hace unos segundos. Por primera vez no le parecieron agradables las palabras de Naruto, aun así no podía negar que le afectaba y se llevó la mano al rostro un poco arrepentido.

Los días que siguieron Sai siempre buscó una excusa para no estar a solas con él, no le hablaba diferente ni le sonreía diferente, pero sus ojos, sus ojos le veían rendidos. Tal vez solo su mente lo estaba exagerando, no podía darle más importancia. Pronto se iría Naruto y los de la Roca y ellos seguirían con su vida normal.

- Lo siento Gaara, sigue teniendo pesadillas. -Vio su cara de molestia. -Ven mañana, la dormiré temprano en su habitación ¿de acuerdo?

Eso le hacía ver como un padre egoísta. No dijo nada, solo se marchó aceptando esa opción.

Nada cambió, Sai tuvo sexo con él como siempre. Lo trató como lo hacía todos los días, lo acarició de la misma forma. Todo era exactamente igual aunque algo se sentía diferente. Incluso lo abrazó como siempre lo hacía, pero esta vez Gaara se quedó quieto y no lo empujó.

- ¿Gaara estás cansado? ¿quieres dormir aquí esta noche? -el pelirrojo asintió -de acuerdo. Quédate tranquilo, dormiré con los niños. -El doncel lo sintió acercarse a su nuca y esperó algún mimo pero después de unos segundos nada pasó y Sai se levantó para vestirse.

Gaara lo alcanzó por la muñeca. Sai ya sabía que al doncel no le gustaba que acostumbrara a los niños a estar acompañados en la noche y esperó su reclamo; debió haber cambiado de opinión y ahora le diría que mejor se iría a su habitación a dormir. Pero no dijo nada, se quedó en silencio y Sai pensó que tal vez no era cansancio, solo estaba muy triste y desolado porque Naruto tenía poco tiempo de haberse marchado, quizá solo necesitaba un tiempo a solas.

- Espera entonces Gaara, te pasaré tu ropa. -Se levantó y buscó en el piso. -Aquí tienes.

- Idiota -le dijo tomándola y se fue.

El pelirrojo detestaba tener en la mente el sentimiento de que Sai podía irse, que podía simplemente dejar de adorarlo. Cada vez era más claro que no podría mantenerlo para siempre y de la misma forma. Un día sus hijos crecerían y ese día Sai podía partir con ellos. Esto podía pasar incluso antes, pasaría el día que Sai se diera cuenta que a su lado ninguna persona podría tener ni un poco de dicha.

Actuaría mal, no le importaba, él no necesitaba el permiso de nadie. Tenía el poder suficiente como para hacer lo que quisiera en su aldea aunque fuera otro acto mezquino.

 

Sumó a un ministro y a sus hermanos, cuando todo estuvo listo en unos días mandó llamar a Sai.

- Usa el cuarto de al lado para cambiarte.

El pelinegro se extrañó, no dijo nada y solo obedeció. Fue a donde le indicaron y miró a las mujeres que le ayudarían a arreglarse preguntándoles si ellas sabían de dónde venía este arrebato del Kazekage.

Cuando estuvo listo con su obvia vestimenta de casamiento les pidió que salieran y se sentó a pensar ¿qué quería Gaara de él? Ya le había dado todo lo que podía incluso sin estar unidos, literalmente no era dueño ningún bien que el Kazekage no poseyera ya.

Tocaron la puerta con fuerza, ya se había tardado bastante.

- Idiota, ábreme. -No lo dudó, le cedió el paso a Gaara que también vestía de rojo y llevaba su velo puesto. Le estremeció de pies a cabeza, se veía deslumbrante aunque descifraba entre sombras su mirada molesta. -¿Por qué no sales?

- Lo siento Gaara, es que todo fue tan repentino. ¿Seguro que quieres esto? Porque perderás la oportunidad de casarte con alguien que lo merezca. Si te están presionando puedes decirme y te ayudaré a buscar una solución.

- ¿Lo harás o no? -El pecho de Gaara dolió, Sai ya le había dado negativas antes y nada lo detenía de hacerlo ahora.

A pesar de que en el pasado este era uno de sus más grandes sueños ya era de su conocimiento que el pelirrojo sentía amor o lo más parecido por otro doncel. Estaba bien, no lo juzgaba y le hubiera gustado decirle que lo apoyaría pero ese otro estaba a punto de casarse y no parecía corresponder a Gaara. Si le incitaba a seguir su corazón, seguramente el pelirrojo terminaría más herido. Eso pensaba, que esta persona que tenía de frente estaba confundida y en realidad no quería casarse, al menos no con él, no sabía como preguntarle sin ofenderlo porque era claro que esta acción no aliviaría para nada los sentimientos del Kazekage y cuando se diera cuenta quién sabe de qué manera cruel le botaría.

Y es que a Sai por supuesto que le gustaría casarse con Gaara, lo anhelaba en secreto desde el primer día, pero si lo hacía ahora ¿no sería aprovecharse? Realmente ya no aspiraba a tener el amor del doncel, si podía mantenerse a su lado para complacerlo, solo con eso ya estaba bien y no pediría más. Sin embargo, ¿qué sería lo peor que podría pasar si se aprovechaba solo por esta ocasión para brindarse una falsa alegría por un tiempo incierto?

- Gaara, por ti haría cualquier cosa. -Lo abrazó e increíblemente el pelirrojo le correspondió.

Tuvieron una ceremonia sin nada fuera de lo usual, los declararon esposos y presentaron sus respetos ante la familia de Gaara, sus hermanos y en el templo donde descansaban sus padres; él no tenía a nadie así que no debían preocuparse por nada. Se suponía que sería una gran celebración pero las calles no parecían demasiado festivas y tampoco dentro de la torre y el Kazekage solo declaró para sí mismo medio día de descanso. Eso solo reforzó el pensamiento general de que esta unión carecía de verdaderos sentimientos.

Después del banquete por fin se dirigieron a la habitación que compartirían por el resto de sus vidas, al menos es lo que esperaba Sai. Todavía dudaba de las motivaciones del doncel y sin querer soltó un suspiro profundo, ¿le duraría mucho o poco este capricho al pelirrojo?

- ¿Qué pasa? -se sentó en la cama y el velo todavía impedía que se notara bien su expresión de enojo. -Si quieres puedes ir a tu vieja habitación.

- No, no. -Se hincó frente a Gaara y tomó la orilla del velo, ya se conocían desde hace mucho pero igual se sentía nervioso. Lo levantó y se encontró con la clásica cara molesta. Le sonrió y se acercó a su rostro, le tomó por las mejillas y puso sus labios sobre el tatuaje de su frente. -Te quitaré tu traje. -Se tomó su tiempo para dejar al doncel con la túnica simple y roja. -Recuéstate -Se quitó el traje ceremonial él solo.

Se metió en la cama y quedó estático a junto al doncel. No sabía cómo actuar, quería tocarlo y ser tierno pero esas acciones siempre habían molestado a Gaara y justo ahora no le gustaría empezar este matrimonio con una pelea. De nuevo suspiró ¿y ahora cómo debía referirse al pelirrojo? ¿Amor, cariño? No, eso sería demasiado. ¿Esposo? Sonrió, sonaba lindo, seguro Gaara jamás se referiría a él de esa forma.

- ¿Qué te pasa? -El doncel lo miró extrañado. ¿Por qué no había empezado a tocarlo? En cambio solo se quedó inmerso en sus pensamientos. ¿Justo ahora le entraban dudas por haber aceptado? El pecho se le llenó de incertidumbre.

- Nada, nada. ¿Está bien si te abrazo? -Gaara se sonrojó pero asintió. El pelinegro lo tomó por la cintura y lo apretó contra su cuerpo para que recostara la cabeza sobre su pecho -Si en la noche te sientes asfixiado puedes empujarme. -Se acomodó mejor y le dio un beso en la coronilla. Cerró los ojos para descansar.

- ¿No haremos nada? -posó sus labios en la poca piel descubierta del pecho del varón, siguió besando hacia el cuello y aprovechando la posición apretó sus muslos contra los otros logrando un roce placentero entre sus zonas más sensibles.

¿Gaara de verdad quería hacerlo hoy? No se negaría, no podría. Su pene ya comenzaba a endurecerse. El pelirrojo seguía dando señales confusas y con todo este tiempo conviviendo le costaba descifrar esos pensamientos. Pensó que como solo había dado medio día de descanso también era un aviso para hacerle saber que esta noche nada pasaría. El doncel nunca había tenido problemas en asistir al día siguiente a sus labores pero Sai se conocía, este nuevo juramento de unir sus vidas le llenaba de energía y querría tomar a su nuevo esposo en repetidas ocasiones sin medir las consecuencias.

- Mmm Gaara -le gimió al oído y le apretó el trasero. -¿Qué le harás a tu esposo esta noche? -Obviamente le provocaba, el doncel nunca había hecho nada para complacerlo.

Gaara juntó su orgullo y lo puso a un lado. Terminó de desvestir al varón y acercó los dedos a acariciar la piel ardiente de pasiones que quería despertar, siguió repartiendo besos por el pecho de piel clara y lamió uno de esos pezones de un lindo color durazno. Sai le respondía con sonidos de placer y su miembro ya se estaba humedeciendo. Gaara mismo también ya se sentía mojado mientras el pelinegro solo le masajeaba las nalgas, quería que las separara y le metiera un par de dedos hasta el fondo. Solo pensar eso le hizo gemir.

Ese sonido terminó por despertar a Sai.

- Gaara por qué tienes que provocarme así. -Se le subió encima y tomó la cinta que ataba la ropa del doncel para amarrar sus manos a la cama. El doncel no parecía asustado, sus ojos se cristalizaron de excitación.

- ¿Qué harás ahora? -le preguntó con trabas, su garganta estaba seca.

- Un regalo de bodas. Te haré sentir bien. -esas palabras le erizaron todo el cuerpo al pelirrojo. -Lámelos -le acercó los dedos para que comenzara -déjalos bien mojados para que no duela. -Gaara le miró a los ojos mientras seguía sus órdenes.

El corazón de Sai se apretó, esta imagen era muy provocadora y se imaginó que un día en el futuro y con mucha suerte esa boca estaría engullendo su pene. A él, en cambio, le encantaba practicarle sexo oral al doncel, era delicioso. Alejó la mano de esa boca traviesa y descendió repartiendo besos, no pensó dos veces en besar ese miembro. Sonrió y miró hacia arriba, el pelirrojo cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás. Dudó por un momento, estaba un poquito temeroso pero nada con Gaara podía ser demasiado malo. Se tomó su tiempo para prepararse y cuando sentía que el doncel estaba a punto de correrse detuvo todo movimiento.

- ¿Qué haces?

- Tranquilo Gaara.

Pero esas palabras y esa sonrisa no le calmaron, se estremecía y creía estar más asustado que el propio Sai. Puso las piernas de músculos bien formados a cada lado de las caderas del doncel, respiró casi con resignación sabiendo que nada de esto le habían pedido y que si Gaara lo podía soportar tan fácil él también podría a pesar de sus diferencias.

Fue introduciendo de a poco el pene del doncel en su interior. Era tan extraño, cerró los ojos aguantando el ardor inicial. Se había atrevido porque el tamaño del pelirrojo no desmerecía pero tampoco le intimidaba, creyó que sería más sencillo, sin embargo a medio camino ya se sentía incómodo, ¡más le valía a Gaara estar disfrutándolo!

- Sai, no sigas. Se siente muy raro. -Era verdad, esa sensación no la conocía con anterioridad. ¿Esto es lo que sentía Sai cada vez? No era malo, le aprisionaba un lugar ardiente y apretado.

Sai lo entendía, él también se sentía raro, aunque raro no significaba doloroso. Una vez que estuvo todo dentro ya no era tan punzante; además, parecía que aquí Gaara era el más confundido por la experiencia. Apretaba los dientes y respiraba agitado.

- Sácalo Sai -Le suplicó, el pelinegro se quiso reír ¿qué no debería ser él quién pidiera eso? Recargó las manos en el vientre del doncel y comenzó a moverse.

- Mmm -gimió soportando la sensación en su interior, no había hecho mucho pero ya estaba bañado en sudor ¿cómo podían los donceles y mujeres soportar algo así? Bueno, porque su cuerpo estaba hecho para recibir pero seguro también debía ser incómodo, ahora quería consentir mil veces más a su esposo. -Ahh Gaara.

- ¡Basta Sai! -el varón conocía esa carita, estaba a punto de correrse, o sea que sí le estaba gustando. Se movió más rápido y apretó los pezones del doncel, uno con cada mano mientras seguía saltando y complaciendo el pene de Gaara.

El pelirrojo estaba muy mareado. Sentía que pronto llegaría al orgasmo, dejar su esencia dentro de Sai le aterraba, tenía la sensación de que esa acción lo marcaría como suyo y los dejaría unidos de por vida a un nivel muy profundo. Quiso llorar, no sabía si soportaría ser amado cada día por el resto de su vida cuando todavía no se atrevía a aceptar que él también era capaz de amar a alguien.

- Está bien Gaara, suéltalo todo. Quiero ser tuyo. -Como si leyera sus pensamientos Sai le animó a hacerlo ya que lo sentía aguantar para venirse.

Y solo con esas palabras el doncel se rindió y dejó salir su semen dentro de su esposo. Fue lo más inusual del mundo, Sai creyó que sentiría un alivio y placer al sentir los fluidos de Gaara en su interior pero no fue solo eso, se sintió como si por fin tuviera un lugar al cual pertenecer. Sacó el miembro de su interior y desató las manos antes de tirarse sobre el pequeño cuerpo para abrazarlo y besar su cuello. No podía mostrar esa intensidad frente a Gaara porque lo asustaría, así que sin decir ni una palabra le prometió que lo amaría toda la vida sin importar lo que pasara.

Los dos estaban muy afectados, ambos desconocían que sus sentimientos podían llegar a ser así de fuertes. El primero en recomponerse fue Sai, levantó el rostro y besó la barbilla del pelirrojo, este lo empujó para quitarlo de encima y poder verle el rostro.

Pensó que si Sai le había dado un regalo así, tal vez él debería corresponderle de la misma forma. Por suerte el pelinegro era mucho más fácil de complacer y lo conocía un poco, estaba seguro que le haría feliz de alguna forma.

- Sai -solo dijo su nombre y le tocó la mejilla. Se acercó y a centímetros de esos labios se detuvo dudando un poco, el otro no se movió para terminar de unirse lo que le daba la seguridad de que este hombre nunca tomaría nada que él en serio no quisiera ofrecerle.

Sai se sentía en el paraíso, esto era tan simple pero sabía que era un gesto que Gaara se había guardado por largo tiempo. Lo lamentaba muchísimo, seguro que quería guardar todas esas primeras veces para alguien especial en su corazón, sin embargo quien lo estaba disfrutando era él. Hizo más presión contra esos suaves labios y sacó la lengua para humedecerlos, quiso entrar pero ese era un nivel que el pelirrojo no le permitiría alcanzar por ahora, no pasaba nada. Siguió chupando esa boca hermosa donde un insulto como idiota se sentía dulce, le tomó de nuevo por la cintura y apretó la tierna piel blanca hasta hacerlo gemir. Gaara no soportó y se separó sonrojado de la vergüenza por hacer algo tan atrevido -a su parecer- y miró hacía abajo concentrándose en algo que le era más familiar, la erección de Sai.

- ¿Todavía quieres ponerla dentro?

¿Por qué diablos Gaara se avergonzaba con unas cosas y de repente decía otras así de desvergonzadas?

Sai sabía que este deseo incontrolable de ser uno con su esposo le duraría toda la vida pero solo podría demostrárselo hasta que el cielo diera señas de aclararse.

 

 

 

 

 

 

Naaambree si soy experta en hacerme llorar solita.

Les juro que yo recordaba esta historia menos tristilla jdshashj

Al final dudé en poner la boda así porque la sentí medio extraña pero estoy segura de que cuando lo escribí andaba más obsessed con los dramas chinos.


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