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Lo que no puede ser profanado por ti (ItaDei) por MekhmenehBahnu

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Notas del capitulo:

Capítulos para que reaparezca Itachi: 01


Capítulos para el seggs: 04

Sasuke regresó solo poco antes del amanecer y mandó a su guardia a descansar. Miró a Deidara dormir totalmente laxo, completamente diferente a como lo había dejado la noche anterior. Lo cubrió con la sabana y se recostó a su lado como si hubiese estado ahí todo el tiempo, además necesitaba descansar.

Solo bastaron un par de horas para recuperarse, durmió profundamente como hace mucho no lo hacía y al despertar ya tenía a su esposo abrazado al cuerpo. Se movió para levantarse, quería romper ese contacto.

- Lo siento no quería despertarte –Le dijo al doncel al verlo abrir los ojos. A pesar de estar seguro de que había dormido por varias horas se miraba muy cansado. Deidara hizo su mejor esfuerzo por sonreír.

Ya llevaba un rato consciente, en cuanto despertó buscó el calor del otro cuerpo, lo necesitaba con desesperación. El sentir a Sasuke le calmaba un poco pero aun así tenía miedo, le asustaba no recordar con lucidez nada después de ver salir a la médico. Encontrar a su esposo al despertar al menos le confirmaba que él había estado a su lado.

Deidara podía reconocer en la mirada oscura que él tampoco se encontraba tranquilo, mucho menos alegre. Sin importar ese malestar intentaba componer la atmósfera con atenciones, antes de si quiera pedirlo Sasuke ya se había adelantado a ordenar que prepararan el baño y que les llevaran el desayuno a la cama, también pidió que se retrasaran las reuniones hasta después del mediodía.

Seguido del baño las doncellas ayudaron al Tsuchikage a arreglarse, ambas chicas eran jóvenes y no podían ocultar su vergüenza al haber escuchado los rumores de lo que los hombres habían estado haciendo la noche anterior.

Los guardias habían estado haciendo bastantes comentarios inapropiados sobre la hombría del Uchiha y la sensualidad del doncel hasta que la ama de llaves los había calmado haciéndoles ver que era lo más normal del mundo que lo hiciesen, sobre todo estando tan llenos de vida y queriendo formar una familia por lo que si volvía a escuchar que alguien hablase así de la intimidad de sus gobernantes lo informaría de inmediato al señor feudal para que les diera un castigo ejemplar. Aun así los rumores y bromas siguieron extendiéndose, no obstante todos procuraron ser más discretos al menos hasta que se movieran a otro feudo.

Habían acordado no intentarlo todos los días, en esa región solo ocurrió un par de veces más; las suficientes para que Deidara cayera en cuenta de que algo malo estaba pasando. Debió darse cuenta desde la primera vez pero estaba más centrado en su malestar que no reparó en que ciertas cosas no cuadraban. No se sentía como cuando había tenido sexo con Sasuke en la Roca y podía justificar muchas cosas excepto una. Mientras se desnudaba para tomar un baño y superando el pudor exploró su entrada por el exterior solo para comprobar que, a diferencia de las primeras veces, la esencia del Uchiha no estaba presente, no había rastro alguno.

¿Qué acaso Sasuke ya no lo deseaba?

 

 

El viaje estaba por acabar. Durante uno de los últimos traslados se decidió a hablar con Karin, aunque de verdad hubiese dado lo que fuera por tener a Kurotsuchi a su lado para externar sus pensamientos de una manera más sincera.

- Karin –la llamó interrumpiendo su lectura.

- ¿Sí? –Lo miró aunque en realidad él no la miraba de vuelta, tenía los ojos puestos en el exterior. Podía notar lo pálido de su tez a pesar de que ahora intentaba disimularlo con polvos de color. –Sabe que lo que sea puede decírmelo, ¿verdad? –lo animó tras estar varios minutos en silencio.

- Creo que Sasuke se está arrepintiendo de intentarlo –decirlo era aún más doloroso que pensarlo –Creo que ya no desea tener un hijo.

- ¿Por qué lo dice? –Ahora de verdad prestaba atención a la situación para resolverla antes de que todos sus planes se desbarataran.

- Es que... él no me ha tocado en serio todos estos días –su expresión aunque inocente fue entendida a la perfección por la pelirroja que se sintió frustrada porque un supuesto genio como se hacía llamar Sasuke fuera tan imbécil como para no follarse al rubio al menos para mantener la mentira.

- Majestad, hablaré con él.

- ¡No! –la interrumpió algo enérgico –no es necesario.

- Tranquilo, sé que no es lo que usted piensa. Debe haber una razón detrás de todo esto, en cuanto escuche que está preocupado le dará una explicación y quedará claro qué es lo que pasa. –Podía ver que Deidara seguía dudando –¿Puedo ser franca su majestad? –él asintió –Desde que conozco a Sasuke jamás lo había visto tan al pendiente de alguien, al ser un guerrero y el hermano pequeño que siempre fue dejado a un lado se volvió independiente a muy temprana edad y rara vez reparó en ayudar a alguien, y aun cuando llegó a hacerlo nunca fue comprensivo ni amable, no daba nada sin esperar recibir algo a cambio. Sin embargo, cuando lo conoció a usted lo dio todo, absolutamente todo; en este momento puedo ver que lo único realmente valioso para Sasuke es estar a su lado viviendo todo lo que siempre quiso vivir. Para alguien como él que toda la vida ha tenido que luchar rendirse no es una opción, mucho menos si se trata de algo tan importante como formar una familia.

- ¿Es eso verdad? –Quería aferrarse a algo, no podía resistir por sí mismo; necesitaba el respaldo de alguien que en este caso no parecía ser Sasuke. –¿Entonces hablarías con él en mi lugar?

- ¡Por supuesto! –Si de algo estaba segura Karin era que el Uchiha se había encargado de endulzarle los oídos para que fuera un pilar de este plan. Si lograba que todo saliera de acuerdo a lo que quería, ella obtendría una gran recompensa. ¡Al fin un pago justo por todo lo que ese par le habían hecho pasar!

Deidara sintió un gran alivio en su corazón cuando Sasuke fue a hablar con él, Karin había cumplido su promesa y tenía razón.

Las palabras de su esposo fueron tan sinceras, llenas de amor y preocupación que se sintió como un completo idiota al seguir siendo incapaz de entender cómo funcionaba el razonamiento de Sasuke. Cuántas veces no le había dicho y demostrado que no quería herirlo, que él también temía y que era una gran carga saber que todo el dolor para formar una familia no recaería en sus hombros sino en los suyos.

Se prometieron no tener más secretos y Deidara le hizo saber que entendía y podía soportarlo siempre y cuando no le dejara solo. Admitió que muchas veces la incertidumbre lo superaba y por eso se alarmaba pero confiaba en él más que en cualquier otro, su lealtad estaba más que demostrada por eso le rogaba que lo embarazara de una vez, que ambos se concedieran el honor de ser padres.

Sasuke le sonrió pero lo que de verdad quería hacer era soltar una carcajada, ¡por Dios! ¿De verdad este tonto era Tsuchikage? Tan crédulo, tan idiota.

 

 

Después de esa platica lo intentaron de nuevo.

Esta vez al despertar Deidara sintió todo el cuerpo adolorido, el cuarto olía a sudor y otros fluidos pero lo que le hizo sentir un vacío fue el hecho de encontrarse solo. Quiso devolver el estómago, algo no estaba bien. Se levantó a pesar de las punzadas terribles y abrió la ventana, el frío viento matutino le sentó excelente. Inhaló profundamente todas las veces que fue necesario hasta que las náuseas pasaron. Cuando tomó un baño se dio cuenta de que de verdad habían vuelto a tener sexo.

Luego de unos días ya no sabía si los dolores eran nuevos o era la acumulación de todo, Karin le dijo que no era nada porqué preocuparse; seguramente se debía a que él normalmente no hacía actividades físicas extenuantes y sus músculos no estaban acostumbrados.

Aun así tenía miedo de lo que no podía recordar, todavía lo perseguía esa sensación de que algo no estaba bien. Ya había notado que Sasuke lo estaba haciendo rudo cuando descubría algunos cardenales en su cuerpo, no eran demasiado grandes así que no les daba importancia. Intentaba hacer memoria si así había sido cuando estaban en la torre. No podía hacerlo con claridad, definitivamente había sido doloroso, ¿más que estás veces? Quería recordarlo pero no podía, aunque muy seguro estaba de que sus encuentros no le traían gratos recuerdos.

Lo más peligroso de no conocer otra cosa más que el dolor cuando se trataba de tener relaciones sexuales con su esposo era la ignorancia sobre lo terrible de esa situación. Ya no temía a sentirse exhausto o adolorido, eso era parte de su normalidad hasta que sucedió algo que de verdad le erizó la piel en el peor sentido posible. Sus manos temblaron esa mañana al mirarse en el espejo antes de ponerse la bata de baño, tenía una mordida en su hombro, ¡una mordida! Y temía mirar otras partes de su cuerpo donde también dolía por la incertidumbre de descubrir incluso algo peor.

¿Por qué las cosas no podían ser dulces? Los anhelos de tener un hijo y que todo estuviese envuelto en colores suaves parecía un triste sueño. ¿De dónde había salido esa idea? Nadie hablaba jamás de lo mucho que te hería y destruía tener descendencia. ¿Su madre había sufrido tanto por él? ¿Por eso le quería tanto? No quería odiar a su bebé pero tampoco estaba seguro de amarlo intensamente después de todo lo que le estaba haciendo pasar.

Cada noche tenía miedo de no despertar y cada mañana tenía miedo de hacerlo. Su mente y su cuerpo le eran extraños, ya no quería seguir; le aterraba cada vez que Karin se acercaba a decirle que la hora había llegado. Todo él sabía que algo estaba muy mal, ¿debía rendirse?

- Karin por amor de dios, necesito saber si ya estoy esperando de nuevo. ¡No puedo continuar con esto! –Su tono era tan desesperado que incluso la pelirroja pensó que se habían pasado un poco de la raya y el Tsuchikage ya se había vuelto loco.

- Es pronto para saberlo pero si su cuerpo le dice que debemos parar entonces debemos hacerlo. De cualquier forma ya debió haber funcionado. Solo esperemos unas semanas para comprobarlo.

 

 

Decidieron esperar unos días en el mismo lugar, su viaje se había alargado aunque nadie en la torre les presionaba para regresar porque a pesar de estar lejos no estaban descansando y sus responsabilidades jamás habían sido descuidadas.

- Muy bien, comprobemos si esto ha funcionado. –Karin comenzó por palpar su abdomen, se le miraba muy concentrada. Después puso dos dedos en su muñeca para sentir el pulso. Al retirarlo mostró una sonrisa que alivió a la pareja. –Felicidades a ambos.

Deidara no pudo evitar llorar de alegría, Sasuke tomaba su mano con fuerza y también se le veía contento. Por fin esto había terminado.

- Aunque debe saber Tsuchikage que este embarazo no será fácil y deberá tener reposo al menos el primer trimestre, después veremos. Pero no ponga esa cara, es solo una precaución, ¡todo está muy bien! Los dejaré solos.

La lucha seguía aunque ahora podía ver claramente la meta. Solo nueve meses.

- Deidara partiremos en una semana. Estoy seguro de que estarás más cómodo en nuestro hogar. Te amo tanto. –Le abrazó y besó la frente.

- Yo también, a ambos. –Se tocó el vientre.

Al parecer su esposo estaba en exceso emocionado, tanto que no espero ni un día para decir la noticia a los señores de ese feudo. Por supuesto que todos compartían el mismo sentimiento, estaban felices por la joven pareja y de inmediato se organizó un banquete para celebrar la concepción de quien los gobernaría en el futuro. El rubio mostró su mejor sonrisa toda la noche, no era falsa pues optó por olvidar sus dudas durante el festejo y le encantaba sentirse consentido y que su embarazo llevara tanta alegría a los demás.

¿Era esto no? La felicidad no nacía en uno mismo sino que te la contagiaban los demás, por eso no había sentido dicha antes porque no había compartido la noticia con los otros pero ahora que lo sabían ellos se ocuparían de darle todo el amor a su hijo.

 

 

¡Qué días! Todos le regalaron un montón de cosas para que se cuidara y prometieron enviar más regalos en cuanto fuera el nacimiento e incluso si podían se presentarían en la ciudad, lo cual sería un gran esfuerzo tomando en cuenta que también se lo decían los aldeanos; todo ese afecto significaba muchísimo para Deidara.

Subieron al carruaje para regresar a la torre, estaba seguro de que la noticia ya había llegado hasta allá también. Ya quería ver a Kurotsuchi y hacerle saber de primera mano lo mucho que estaba disfrutando estas muestras de aprecio.

Sin embargo la tragedia no dejaría de acecharle. Se le quedó grabado el rostro de Karin sorprendido. Después algunos gritos. Le llamaban pero todo era confusión, sintió los golpes al girarse su transporte pero nada más.

 

 

 

Lo siguiente de lo que fue consciente Deidara era estar recostado en su cama de toda la vida. No sabía si el sol se movía para ocultarse o para mostrarse, la habitación iluminada en tenue luz natural le permitió distinguir el cuerpo de su esposo reposando a su lado, de nuevo cerró los ojos; estaba seguro de ya llevar en cama varios días pero aun así se sentía cansado, solo movió la mano para hacerle saber a Sasuke que ya estaba despierto.

Este de inmediato reaccionó e hincado sobre la cama lo miró desde lo alto, solo abrió de nuevo los ojos para hacerle saber que no había sido un reflejo inconsciente. Quiso sonreírle pero su ánimo no se lo permitió, mantuvo los labios resecos apretados a pesar de su deseo de comenzar a hablar.

Hubo algo amargo en la condescendencia de Sasuke, su suave caricia al rostro para reconfortarlo solo logró enojarlo. Era esa estúpida mirada de culpa, no necesitaba preguntar para saber que algo de nuevo había salido terriblemente mal. No tenía prisa porque se lo dijeran, con total parsimonia se recargo sobre sus codos y con toda la fuerza que tenía giro su cadera a la par que se enderezaba para sentarse a la orilla de la cama.

Sí, definitivamente no necesitaba escucharlo. Era un castigo divino, eso debía ser, de otra forma no entendía porque el destino se ocupaba de dejarle claro que él no merecía una familia. Cada vez le dolía más o tal vez ahora aguantaba menos los golpes, sentía de nuevo un malestar en el cuerpo y el espíritu; aunque todas las heridas estaban tan frescas que ya no sabía cuál era peor.

No quería mirar nada, no quería sentir nada, no quería escuchar nada, no quería pensar nada. Ya no existía la tristeza, existía el enojo. Sentía la furia correr por sus venas, ¡qué todo se fuera al demonio! Él no era ningún cobarde, lucharía para demostrarle a la vida que se merecía ser feliz más que nadie; ya había sacrificado tanto que se aferraría a la mínima esperanza.

- ¡De nuevo!

- ¿Qué?

- ¡Lo intentaremos de nuevo! Una y mil veces hasta que tengamos a ese vástago, no permitiré que sea de otra forma. Ya sea hoy, en un año, en 20 si hay que esperar pero lo tendremos; tendremos a un heredero de la Roca y el clan Uchiha.

- Tranquilízate Deidara –lo tomó por los hombros al verlo tan alterado, parecía una bestia enjaulada. –Hablemos primero.

- Te lo estoy diciendo Sasuke Uchiha, te daré un hijo cueste lo que cueste. –Ya respiraba agitadamente y comenzaba a marearse, se tomaba el cabello con desesperación.

- Deidara por dios, ¡siéntate! –Era mejor soltar toda la noticia ahora y no después, mejor que se enterara de una vez, además ya no había mucho tiempo. –¡Solo de mirarte me entran unas ganas de morir! –esas palabras hirieron al rubio, ¿por qué su esposo decía eso? Se quedó quieto por fin y centró toda su atención en Sasuke. –No entenderás jamás esta culpa que siento. Veme, soy una vergüenza, un bufón, un mal chiste, ¿por qué tú tienes que sufrir más cuando todo fue mi maldita culpa? Yo no pude protegerlos, mi principal deber era velar por ustedes, cuidarlos como el tesoro que son pero no pude y ahora tú estás aquí gritando que lo quieres intentar de nuevo a pesar de mi mal agüero, sigues aquí luchando por alguien como yo que ni siquiera vale una de tus lágrimas y ahora te he jodido la vida.

Se quedaron en silencio un buen rato, Deidara repetía cada palabra en su mente, al menos ya estaba menos alterado. Él no lo veía así, no creía que Sasuke le hubiese arruinado la vida de ninguna forma.

- Sasuke, Sasuke... no es así. Somos un matrimonio, sé que podemos lograrlo. –el Uchiha se hincó frente a él en un acto que aparentaba sincero arrepentimiento y lo abrazó por la cintura pegando su rostro al vientre aún adolorido para darle la noticia.

- Si al inicio de este viaje me hubiesen dicho el desenlace definitivamente hubiera sido el primero en oponerme y desistir de todo intento. Nada valdría el precio de sentir que estoy a punto de perderte, tú lo eres todo para mí, eres el centro, eres mi guía. –esas palabras lo alagaron y avergonzaron, honestamente él no podría expresar lo mismo por el otro. –Lamento la oposición de la naturaleza al negarnos para siempre la oportunidad de ser padres.

- ¿Qué? –su sorpresa fue genuina, se negaba a creerlo –Se dejó caer de rodillas al suelo y tomó ese rostro que tanto le gustaba entre las manos, por supuesto que no mentiría con algo así pero quería mirarlo a los ojos. Sasuke tragó duro, no creía que Deidara pudiera tener esa clase de expresiones, sus ojos azules parecían querer adentrarse en su psique para que le dijera toda la verdad, por suerte se necesitaba mucho más que eso para romper sus barreras.

- Lo que oíste Deidara –Le apartó las manos, no lo repetiría y no quería seguir viéndolo. –Estamos condenados, tu cuerpo no está hecho para tener hijos y yo no estoy destinado a ser padre. Ya no importa. –se sentó devastado en la cama con la espalda encorvada y el cabello cubriéndole los ojos.

Deidara quedó ahí sobre sus rodillas en el suelo. ¿Amaba a Sasuke con todo su ser? No, no lo hacía realmente, pero lo amaba más de lo que se amaba a sí mismo; tal vez por eso en ese momento solo podía pensar en el bienestar del varón y no en el propio. Pensó en Mikoto y en Fugaku, a la mujer le rompería el corazón saber que por su culpa su pequeño hijo jamás conocería la dicha de ser padre y Fugaku, ese hombre horrible lo tacharía de inútil, lo odiaría aún más; no se podría desquitar con él así que seguramente haría un montón de cosas crueles en contra de Sasuke. También, aunque no quiso, por un breve momento le pasó por la cabeza un Itachi aliviado de no haberse casado con él; para estas fechas Izumi ya debía tener a su hijo fuerte y sano entre los brazos. Y por dios, ¡su pueblo! Todos lucían tan felices y ahora no podría darles a su sucesor.

Jamás había sentido algo así, una aversión terrible hacia su cuerpo. Quería cambiarlo como si de cualquier kimono se tratara, se restregaba los brazos con sus manos, se tallaba el rostro, se jalaba el cabello pero no podía quitarse nada; una sensación terrible.

- ¡Detente Deidara! –parecía un completo loco.

- ¡Es nuestro! Nos lo merecemos –Había una razón ligada a su enojo que le hacía decir incoherencias, ¡quería un hijo! No porque quisiera un hijo sino porque era lo que se le negaba en ese instante. En ese ser inexistente ponía toda su validación como Tsuchikage, como doncel, hasta como ser humano.

Deidara se abalanzó sobre Sasuke, lo tomó del rostro enterrando sus uñas y obligándolo a mirarlo a los ojos.

- Es nuestro, Sasuke Uchiha. Tendremos a ese niño cueste lo que cueste. –En ese momento era incapaz de darse cuenta de lo mal que estaba. Bueno, al menos los planes de alguien habían salido perfectamente; Sasuke ya tenía lo que había trabajado tanto, su esposo había perdido la cordura.

- ¡Es nuestro! ¡Claro que es nuestro! –El pelinegro compartió esa energía y se quitó de encima a Deidara. –¿Quieres un hijo? ¡Tendremos un hijo! –Su seguridad era un tranquilizante para el rubio. Lo miró desde el piso cuando el otro se puso de pie, nunca había dejado de ver a los Uchiha como unos hombres de abrumadora presencia; solo podía rendirse ante sus deseos en especial si parecía ser que luchaban por lo mismo. Ahora estaba seguro de que Sasuke arreglaría sus problemas de alguna forma.

- Tendremos un hijo –se alejó gritando por los pasillos.

 

 

Esa noche se quedó en vela esperando por el retorno de su esposo, cerró los ojos exhausto y dormitó por momentos que seguramente fueron breves. Nadie se apareció en ese lapso, todo parecía irreal, ¿seguiría soñando?

Aún no amanecía, los pájaros no dejaban escuchar su trino, toda la ciudad seguía apaciblemente dormida ignorante a lo que pronto marcaría su destino.

Cerró los ojos de nuevo y se concentró en el sonido de un grillo, era lo único que rompía el silencio de la noche. La iluminación tan tenue de la luna y las velas le aburrían. ¿Sasuke lo habría abandonado? Aunque la mayor parte de él no lo creía posible el solo hecho de pensarlo le mostraba lo frágil de su autoestima, una pequeña parte sí creía que Sasuke no regresaría.

En ese lapso de intimidad  admitió lo mucho que le pesaban todos los errores cometidos. Extrañaba la dicha que le daba ver a Itachi cuando creía en un futuro que le entusiasmaba pero él se había ido arrastrado por responsabilidades irrenunciables. Se arrepentía de no haber hecho algo antes de sufrir su primer aborto y de no haberlo querido, se habría ahorrado tanto sufrimiento, simplemente no se encontraría en esta situación.

Se encogió sobre sí mismo y abrazó sus rodillas sin importarle el dolor de la reciente herida en su vientre. Se tocó la punta de los pies que apenas sí se asomaban de la ropa de noche, también miró detenidamente sus manos, la diestra acarició los anillos de matrimonio y compromiso, le significaba tanto y de una manera tan intensa estar unido a una persona de por vida.

Antes de que amaneciera la espera rindió frutos y vio entrar a su esposo, a diferencia de su retirada ahora venía acompañado. Sus dos invitados usaban unas largas túnicas y la capucha les cubría toda la cabeza apenas dejando a la vista una pequeña parte de su rostro que los dejaba irreconocibles. Se levantó de la cama para ponerse frente a ellos.

Distinguió a una de las personas como Karin en cuanto levantó el rostro.

- ¿Qué pasa Sasuke?

- Tenemos la solución a todos nuestros problemas –Lo tomó por ambos brazos para hablarle de frente. Deidara no dijo nada pero quería una mejor explicación lo cual su esposo entendió a la perfección.

Se hizo a un lado para acercarlo a la persona hasta ese momento desconocida. Ninguno de los dos lo tocó, la pelirroja se encargó de revelar su identidad. Era un chico considerablemente más bajo que el matrimonio aunque eso ya lo había percibido desde antes, tenía el cabello rubio y los ojos semejantes a los suyos en color. Le miró detenidamente el rostro, de primera instancia pensó que era un niño, pero no, sus facciones ya eran maduras, su nariz era algo ancha y redonda, así como la forma de su rostro. La piel era bronceada, al menos unos cuantos tonos más obscura que la propia. Su corte aunque masculino no ocultaba el hecho de su género de doncel. Tragó duro porque entendía la dirección del plan de Sasuke y no le agradaba en absoluto.

- No –dijo tajante y les dio la espalda. Simplemente no lo aceptaría, debía haber otra opción.

- Escucha Deidara –lo tomó por los hombros –Karin, déjennos solos.

La pelirroja llevó al chico a la habitación de Sasuke.

- Dijiste que tendríamos un hijo a cualquier costo, ¿no es así? –Lo obligó a mirarlo a la cara.

- ¡Sí pero no me refería a esto!

- ¿Entonces a qué? Nadie se enterará, ¿crees que no tuve cuidado? Solo escúchame un segundo. Si lo hacemos ahora podemos convencer a todos de que es nuestro hijo legítimo, todo el mundo está preocupado por tu salud pero a nadie se le ha dicho la verdad. Si decidimos esperar todos sabrán que no podemos tener un hijo propio, ¿no es acaso esa opción más vergonzosa? –Deidara se mordió el labio, esas palabras le hirieron; no quería decepcionar a toda su nación.

- Pero Sasuke...

El Uchiha guio con amor a Deidara hasta dejarlo sentado en la cama, le pasó un brazo por los hombros y le hizo mimos hasta sentirlo completamente relajado.

- En nuestro clan al ser todos guerreros es inevitable que haya bajas en las misiones más complicadas, todas son igual de dolorosas porque somos una gran familia; sin embargo sabemos que cuando se trata de un padre, una madre o ambos eso puede llenar de oscuridad el corazón de un niño si no encuentra alguien a quien anclarse. Ese es nuestro trabajo como adultos, cualquier niño Uchiha huérfano será criado por otro miembro del clan. Es por eso que no tememos cumplir con nuestra misión porque sabemos que pase lo que pase estamos luchando por un mundo mejor para los nuestros y que nunca dejaremos solos ni desamparados a los que queremos. Sé que parece que estoy divagando, lo que quiero decirte es que yo he visto crecer a mis hermanos que no son hijos ni de mi padre ni de mi madre a mi lado, he visto a Mikoto darles el mismo amor que me dio a mí y como ese amor más allá de la sangre los nutrió y los hizo crecer como hombres de bien. Deidara tú tienes razón, nosotros nos merecemos ser padres y dar todo el amor que llevamos dentro y pasar todas nuestras enseñanzas a ese sucesor para que lidere con bien a la Roca. ¿Y qué más da si se concibió con otros genes? Al final nosotros lo formaremos y guiaremos. Podemos hacerlo o podemos esperar e intentarlo un millón de veces con toda nuestra fe en que Karin se ha equivocado en su valoración y algún día ocurra. ¿Pero si nunca sucediese entonces cuáles serían nuestras opciones? Y no solo hablo de la decisión que tomaríamos como pareja sino de lo que los otros harían en nuestra contra, sé que siempre vez lo mejor de los otros y que piensas que ellos no actuarán con malicia y a mí también me gustaría ver lo mismo pero me han criado de manera distinta en un mundo donde he visto la verdadera naturaleza humana. Quisiera equivocarme aunque no puedo dejar de pensar que en cuanto se enteren, hoy o mañana, de que no podemos tener un hijo buscarán la forma de apartarte de tu legado y simplemente no puedo ser supino ante este hecho.

¡Claro, no lo había pensado! Nada de lo que dijo Sasuke lo tenía en cuenta. Ahora Deidara estaba mucho más furioso consigo mismo.

Se alejó del pelinegro, deseaba pensar en soledad sus opciones. Salió a su balcón y desde la torre miró el paisaje que se le ofrecía de la Roca. Por más que divagaba no podía llegar a ninguna solución y tampoco se sentía cómodo aceptando el camino que proponía Sasuke. Todavía resentía el accidente y el cansancio de sus pérdidas aunado a la fatiga que ya cargaba del esfuerzo que resultó en vano.

Se adentró de nuevo a la habitación, lo mejor sería descansar y olvidarse de todo por unas horas. Sasuke seguía en la habitación aunque ahora se encontraba sentado frente a su escritorio sin hacer nada. Lo vio reaccionar ante su presencia pero le ignoró y se metió en cama, aunque las mañanas ya no eran frías se cubrió lo mejor que pudo, anhelaba la calidez humana y al mismo tiempo no quería que nadie se la brindase.

Cerró los ojos y se quedó profundamente dormido.

 

 

Estaba seguro al despertar que ya había pasado todo un día. Se supo solo en la gran habitación y lo agradecía. Se enderezó para beber un poco de agua, ya sentía a su cuerpo suplicar al menos por líquido.

Tocaron la puerta y de inmediato dio el acceso. Era Kurotsuchi.

- Su majestad –Corrió a postrarse a su lado y al encontrarse sus miradas ella se tiró al suelo haciendo una reverencia. –Lo siento mucho Tsuchikage-sama –su disculpa era debido a la impotencia de no haberlo protegido como se supone que debió hacerlo.

Como abejas atraídas por la miel todos los miembro de la Hoja se dejaron ver en el marco de la puerta que unía las dos habitaciones. Ahí estaba el guardia Juugo, la médico Karin y al frente su esposo Sasuke.

- Anda Kurotsuchi, levántate que no ha pasado nada. Mírame, es cierto que sufrimos un accidente pero estoy bien y cada día mejor; yo te necesitaba más aquí en la torre, que para cuidarme está mi esposo. –Buscó esos ojos negros para mirarlos brevemente y regresar la vista a la mujer –No hay nada que perdonar así que levántate. –Ella así lo hizo solo para complacer al rubio.

- ¿Entonces es correcto decir que su salud está mejorando? Disculpe mi atrevimiento pero todos en la aldea estamos realmente consternados por lo sucedido, especialmente si tenemos en cuenta su estado. –Sabía que esa pregunta tan difícil sería hecha, no era un secreto para nadie en la Roca su aún supuesto embarazo y por supuesto que todos querrían saber sobre la salud del feto, especialmente alguien tan allegada a él como lo era Kurotsuchi. Se encontró de nuevo a Sasuke a lo lejos, con su mirada expectante le decía que era el momento de tomar un decisión. Con todo el dolor albergado en su corazón debía contestar.

- No te preocupes más Kurotsuchi, ve y dile a todos que dentro de unos meses tendremos un sucesor.

 

 

 

 

 

¿Comienza el cliché?

 

Diosito ya basta, Deidara no es tu mejor guerrero.




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