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Reminiscenses por LadyAmethyst

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Notas del fanfic:

AU moderno. Bilbo es un estudiante de psicología y Thorin líder de un famoso grupo musical. He jugado un poco con las edades, todos son más jóvenes. Será un quemado lento, con drama y muchas palabrotas jaja.

Notas del capitulo:

 

 

A Bilbo le gustaba ir de compras con su madre. Se escapaban al mercado cada viernes para disfrutar de la tarde y con suerte conseguir algún libro nuevo para su colección. Siempre supo que no era como el resto de niños de su edad, a sus diez años no pensaba en videojuegos o ligar en redes sociales. No, a Bilbo le gustaba leer, cuidar las plantas de su terraza y cocinar. Cosas sencillas y simples que le hacían feliz y compartía con su familia a la cual adoraba.

Caminaba unos pasos atrás de su madre, Belladona, mientras ojeaba el nuevo libro adquirido. Estaba ensimismado admirando la cuidada cubierta cuando tropezó y apartó la vista del libro por un momento. No muy lejos de allí vio a un grupo de jóvenes cargando instrumentos musicales a una furgoneta. Aquello en sí no le llamó demasiado la atención, pero no podía apartar la mirada de uno de ellos.

Su madre siempre le decía que era de mala educación mirar fijamente a la gente, se podrían molestar y sentir insultados. Pero Bilbo no podía apartar la mirada. Se detuvo por un segundo, respiró hondo lanzando una mirada rápida a su madre que no se había percatado de su ausencia, y comenzó a andar hacia el joven que había llamado su atención.

A cada paso pudo observar mejor al llamativo joven. Parecía algo mayor que él, ¿quizás 16? ¿17 años? No lo sabía con certeza, pero tampoco le importó. Era su presencia lo que le llamó la atención. Su cabello era largo, con ondas, y oscuro como la noche. Su vestimenta gótica le sentaba bien, realzando la palidez de su piel y sus ojos claros. No era excesivamente alto, y aunque era delgado se veía fuerte. Entrevió un par de tatuajes en los brazos y llevaba en ambas muñecas pulseras gruesas de cuero. Sonrió internamente, «¿No tendrá calor con eso en pleno verano? Y toda su ropa es negra.»

Bilbo llegó hasta él cuando vio que terminaba de subir todos los instrumentos e iba a subir a la parte trasera de la furgoneta. Se sentía como un idiota, pero Bilbo quería saber quién era y poder hablar con él, aunque fuera un minuto. Se reprendió durante unos segundos por quedarse embobado mirando al joven gótico. «Bilbo, eres un idiota, ¿Qué estás haciendo?» Pero su madre siempre le decía que si en algún momento sentía como su corazón explotaba de calor y emociones incompresibles para él le asaltaban, debía ser valiente y dar el primer paso.

¿Sería aplicable en este caso? Sencillamente Bilbo se sentía así, pero, ¿qué iba a saber? Era simplemente un niño de diez años. Cuando quiso darse cuenta ya estaba hablando.

—¡Hola! —saludó con una sonrisa sincera, levantando la mano ligeramente a modo de saludo.

Con esto llamó la atención del joven. Se giró, mostrando un rostro algo confundido, y posó los ojos azules sobre él sin devolver el saludo. Esto no pasó desapercibido para Bilbo, pero no le molestó y siguió insistiendo.

—¿Tienes un grupo? —hizo un gesto con la cabeza señalando hacia los instrumentos, ya guardados en la furgoneta, y pudo observar que había varios chicos más allí dentro mirándole ahora con curiosidad. Bilbo quería oír su voz, pero parecía algo imposible de conseguir por lo tanto continuó hablando —Me parece algo genial, tener un grupo, yo no sé cantar ni tocar ningún instrumento musical, pero me parece algo extraordinario. Debe ser difícil componer música. No digo que a ti te resulte difícil, sólo que es algo que creo complicado de hacer, si me entiendes lo que quiero decir.

—¿Qué? —alzó una ceja, algo desconcertado por el monólogo del niño a su lado. Ahora su rostro era una mezcla de confusión y asombro.

«¡Ahí está!» Bilbo sonrió aún más al escuchar su voz. Era profunda y grave. «Me gusta.»

—¡Thorin, venga! —uno de sus compañeros gritó desde la furgoneta, llevaba una cresta punk muy pronunciada. Era evidente que tenían prisa por largarse —nos van a cerrar el local a este paso.

«Thorin», repitió internamente. Contento por su pequeño descubrimiento y observando que Thorin seguía a su lado sin moverse, Bilbo se animó a continuar. Además, había algo en su rostro que le causaba pesar, se le veía triste. Quería poder remediar eso. Belladona siempre decía, bueno su madre decía muchas cosas, pero una de ellas era que si alguien se veía triste había que ayudar a hacerle sentir mejor. Tal vez un cumplido, o hacerle reír. Entonces pensó, ¿cómo sería ver ese rostro con una sonrisa?

—Quiero ser como tú, te ves tan genial. Nunca he conocido a nadie tan increíble, de verdad—de nuevo comenzó a divagar, intentando alargar el momento un poco más —aunque no creo que mi madre me deje tener tatuajes, quizás más mayor sí. No lo sé. Supongo que entonces podré hacer lo que quiera. Aunque cuando sea mayor en lugar de tatuajes prefiero tenerte a ti. Si te vuelvo a encontrar me casaré contigo.

Bilbo se quedó en silencio esperando alguna reacción del joven, pero a cambio sólo obtuvo una mirada sorprendida, con los ojos abiertos de par en par como si no hubiese entendido nada. Comenzaba a dudar si hablaba su mismo idioma. ¿Tan raro era? De pronto escuchó un estadillo de risas que provenían de la furgoneta. Bilbo se asomó ligeramente con el ceño fruncido. No era una broma, ni había contado un chiste, que él supiera ¿por qué se reían? Se reprendió internamente, debía socializar más y hacer amigos, como decía su madre. Todavía no entendía mucho el concepto.

—Perdona, tengo que irme —Thorin le dedicó una pequeña sonrisa cortés, pero no dijo nada más, para consternación de Bilbo. Le dirigió de nuevo una rápida mirada con aquellos profundos ojos azules y seguidamente subió al automóvil. No volvió la vista atrás.

—¡Espera! Yo me llamo…—pero no le dio tiempo a decir más. Habían cerrado la puerta y escuchó el sonido del motor arrancar.

—¡Bilbo!

El niño se giró para ver a su madre, se acercaba con cara de pocos amigos. Bilbo rodó los ojos, seguramente le caería una reprimenda por alejarse sin avisar. Pero entonces vio algo en el suelo que llamó su atención. Se agachó y recogió una púa de guitarra del suelo. Era de plata y estaba bellamente enmarcada con el nombre de Thorin en una de sus caras, y por detrás, la palabra Oakenshield.

«¿Oakenshield?» Bilbo la guardó en su bolsillo rápidamente, como si fuese un tesoro secreto. Su madre le alcanzó en ese momento y puso ambas manos sobre la cintura, claramente enfadada. Bilbo suspiró resignado, disculpándose. Aunque sabía que los enfados de su madre se iban tan rápido como venían. En eso ambos se parecían mucho.

Lanzó una última mirada atrás, pero la furgoneta ya no estaba allí. Bilbo no pensó mucho en todo lo que había dicho. Cuando estaba nervioso tendía a divagar, pero realmente deseaba poder verle de nuevo. ¿Algo así sería posible?


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