# NUNCA LO OLVIDES. #
Solomon dejó caer su rostro en la mesa mientras miraba atentamente a su amigo.
-Si vas a dormir, ve a la cama- dice Kouen sin mucho interés.
-Te has vuelto muy frío y distante conmigo Kouen -protesta Solomon cual niño pequeño-, ya no me sonríes como lo hacías hace años.
-Solomon eso... -dejó a un lado las hojas con las que estaba trabajando y miró hacia él con intención de querer cortar de tajo la situación, pero al ver el rostro decaído de su amigo cambió de opinión.
-¿Eso...?
Kouen lo contempló como mucha atención. De pronto sintió como si hubiese regresado el tiempo. Recordó el como conoció al chico frente a él. Lo mucho que comparten en gustos y por supuesto, esa linda sonrisa que adorna ese bello rostro, el cual, con el paso de los años, había dejado de contemplar. Si, es verdad que dicen que conforme uno va creciendo deja de maravillarse con cada cosa como cuando se era niño, que ignoras aquello tan increíble que pasó y nunca te diste cuenta por matar a tu niño interior, por solo centrarte en "lo que un adulto debe ser," "como es que un adulto debe actuar."
-¿Kouen? ¿Qué pasa? -la mirada intensa del otro comenzaba a ponerlo nervioso.
-Tienes razón -sonríe dulcemente-. Solomon, hace mucho que no hacemos algo juntos. Hace mucho que me perdí de aquellos pequeños detalles que siempre me hicieron feliz.
-¿De qué hablas?
-De ti.
-¿Eh~? ¿Quieres jugar a incomodarme? -sonríe travieso.
-Quizá sí -rodea la mesa hasta quedar directamente de frente, sin nada de por medio.
-¿Kouen? -los latidos de su corazón eran irregulares, no sabía si los sentía rápidos o lentos y pesados, pero lo que si era seguro era el nerviosismo que sentía de tener a su amigo tan cerca.
-Solomon, todos estos años olvidé que tú para mí... -le toma una de sus manos-, eres muy especial. Y que te amo.
Solomon no podía creer lo que escuchaba. Pero por alguna razón sentía como si hubiese esperado mucho por esas palabras.
-Yo también te amo.
Ren tomó del rostro a su amigo y lamentó haber tardado tanto tiempo en decir eso, pero ahora que lo había hecho, no había vuelta atrás. Deseaba pasar el resto de su vida junto al hombre frente a él. Pero ahora sí, cuidando de no enfriar el sentimiento, porque una vez frío es más fácil que muera a que vuelva a sentirse algo así de intenso y especial.
Ahora entendía que debía de darle un equilibrio a su vida. Si, enfocarse en los deberes y responsabilidades, pero también darse esos gustos de disfrutar y maravillarse con la vida. Con la persona amada, con su querido Solomon, que sin importar cuantas veces cayera, el siempre lograba rescatarlo con su ingenuidad, su cálida sonrisa y su existir. Porque no está mal demostrar debilidad ante la persona que amas y claro, tampoco esta mal relajarse junto a esa persona.
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