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A través de tus ojos... por Darkneko

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Notas del fanfic:

bueno... aquí aparezco de nuevo con un fic tan loco como yo ^u^... que espero sea de su agrado ^u^... este fic esta hecho con la cooperación de Misha, creadora de castigo (un fic recomendable para los amantes de RoyxEd) ^u^... muy bien dejenme aclarar algunas cosas... bueno al principio tenía la idea de crear este fic en una historia normal, pero al ir escribiendo el primer capitulo, no se... se me hizo un poco aburrido, y metí cizaña n_n... a que me refiero con esto... bueno... me gusta mucho fantasear con cosas que no existen, cosas que me gustaría hacer, como por ejemplo convertirme en gato o tener alas para volar, poder controlar la magia y etc... pero como para mi eso es imposible (por el mometno ¬_¬ no pierdo las esperanzas ^u^) solo puedo hacerlo a través del fic... a ver que les parece ^u^... espero les guste...

Fullmetal alchemist no me pertenece, todos los derechos de autor son por parte de Hiromu Arakawa a quien le tengo un gran respeto...

Notas del capitulo: aquí empezamos el primer capitulo... la apareición estelar de mi cooperadora estará por alli... aver quien adivina quien es ^u^... tambien aparesco yo ^u^... pero en otro lado... quien puede decirme quien soy? ^-^ será divertido... bueno empezamos con decir que Al y Ed no se conocen, Al es el ayudante de Roy, vive con él por circunstancias que explicaré después, Ed vive con otra persona con la que comparte casa, lo unico que tienen en común ambos es que tienen una mascota muy peculiar... porque? lean y lo sabran ^u^...

     - Ladea un poco el rostro… si así… no te muevas… - murmura el sujeto que porta en sus manos una cámara de estudio, mientras la señorita al frente intenta que no le moleste el sonido de alrededor. 

     - Si… esta me gusta… mmm… pon tu mano ahí… un poco mas arriba… eso… - y da click en a la cámara, el flash que esta desprende anuncia que la fotografía ya se encuentra en el rollo. 

     - Roy-sama… ¿no cree que se esta haciendo muy tarde?… - cuestiona el ayudante que sostiene en sus manos, un trapo seco para el sudor, una botella de agua mineral en una mano y una cámara lista para usarse colgada del cuello, además en el cinturón, el cual contaba con varias bolsas muchos rollos, algunos llenos de las mejores fotografías y otros vacíos listos para usarse. 

     - No importa… la luz del atardecer favorecerá al efecto… - comentaba el mayor sin despegar su mirada de la cámara mientras la chica enfrente de ellos cambiaba de pose. 

     Las luces de las calles comenzaban a iluminar, sin embargo, el gran fotógrafo no se detenía y seguía en la misma actitud, parecía que la inspiración ese día era interminable, no había nada en su camino, aquellas fotografías saldrían en una importante revista, la mas importante en el país. 

     El ambiente era perfecto para Roy quien esperaba encontrar entre todas las fotos por lo menos, una que le llenara los sentidos, pero por alguna extraña razón no conseguía encontrar la pose perfecta, estaba decidido solo había una explicación, o la modelo no servía o ella definitivamente no era la indicada para el trabajo, cualquiera que fuese la razón, no encontraba la fotografía perfecta y eso le empezaba a molestar. 

     No muy lejos de allí, un joven de aproximadamente 18 años de edad caminaba de regreso a su casa después de un agotador día de trabajo, con la mirada en el suelo, se sentía extrañamente deprimido, le había ido mal, ya que varios clientes se molestaron por su servicio, el no tenía la culpa que se tropezara y el café le cayera en el pantalón al cliente. 

     Tan sumido iba en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando iba caminando por el parque donde una sesión de fotos muy importante se llevaba a cabo por el mundialmente reconocido fotógrafo Roy Mustang. 

     Se dio cuenta cuando el sonido característico del flash le sacó de sus cavilaciones, cuando observó donde se encontraba, solo distinguió la luz de la cámara en su rostro, cuando pudo fijar la vista se sintió enormemente apenado, había pasado por delante cámara al momento de tomar la fotografía. 

     Sintió como su mundo se venía abajo cuando reconoció al fotógrafo, había interrumpido en plena sesión de fotos, al fotógrafo más talentoso del planeta, arruinando de seguro la foto de una importante revista, por andar pensando en como los descuidos que tuvo en el trabajo le iban a afectar el bolsillo, puesto que la recompensación de lavandería del cliente además de cierta suma de dinero por molestar y hacer ajetreo. 

     - Lo siento… no era mi intención… iba distraído… lo lamento… - se disculpaba haciendo reverencias, tratando de no complicar las cosas y que el profesional le disculpara, pensó por un momento que le gritaría o le golpearía, pero se sorprendió. 

     - Descuida… eso nos pasa a todos… - respondió con una tierna sonrisa, a lo que el rubio solo atinó a sonrojarse. 

     - De verdad, lo siento… lo siento… lo siento… arruine su fotografía… - se apresuro a decir entre reverencias, de verdad se sentía un tonto, como era posible que no lo haya notado antes. 

     Al mirar alrededor pudo darse cuenta de la gran cantidad de personas que se encontraban en el lugar y el como muy tonto no notó a ninguna de ellas, pero si estaba mas que claro que por esos momentos no podía caminar por allí o la sesión se arruinaría. 

     - ¿Ya me puedo ir?... – rompió el pequeño silencio que se había formado la voz de una joven que era la modelo para de las sesiones, Roy asintió con la cabeza y la muchacha partió siendo escoltada por un hombre grande que desapareció junto con ella, tal vez su padre, su representante o quizás su novio, eso era lo que menos le importaba. 

     - Disculpe… no era mi intención… - repitió nuevamente el rubio mientras daba otra reverencia. 

     - No tienes porque disculparte… ya te lo dije… eso nos puede pasar a cualquiera… - mencionó el mayor con una sonrisa tranquilizadora que causo en el rubio de ojos dorados un gran sonrojo que no paso desapercibido por el ayudante del fotógrafo. 

     - Roy-sama… creo que ya esta oscureciendo… debemos de irnos a casa… - reclamaba una voz perteneciente a un joven más o menos de la edad del rubio, con los ojos color de miel, y un porte sobre todo delicado y amable. 

     - Tienes razón Alphonse-kun… es mejor irnos… tu también debes regresar a casa… quieres que te llevemos… - ofreció el mayor pero el menor negó con la cabeza y comenzó a correr antes de desaparecer de la vista del mayor, se giró y con la mano en el aire hizo ademán de despedirse. 

     - Lo siento… muchas gracias por disculparme… y mucha suerte… - y sin más se perdió del campo visual del mayor. 

     Cuando se marchó, corrió hasta que llegó a su casa, donde su compañera de hogar lo esperaba con una mirada seria, los brazos cruzados y el ceño fruncido. 

     - ¿Qué horas son estás de llegar?... – pregunta la chica un poco más alta que el rubio con unos sorprendentes ojos verdes y unos cabellos de color rosado que le llegaban hasta las rodillas. 

     - Gomen… Ayelén… es que me regañaron en el trabajo… tuve un accidente y… - se disculpaba el rubio mientras una de sus manos se rascaba la nuca en forma de arrepentimiento y sobre todo de vergüenza. 

     - Ay Edward… pues en que estabas pensando… tienes que tener más cuidado… bueno ya no importa… lávate las manos y la cara para poder cenar… - ordeno la pelirrosa. 

     - Hai… ¿qué hay?... – pregunta desde el cuarto de baño, dejando el agua correr mientras sus manos eran llenadas por la espuma del jabón.  

     - Okonomiyaki de res y de pulpo acompañado por gohan y jugo de naranja, si quieres postre preparé patatas al horno, como te gusta… - respondió desde la cocina preparando los platos de arroz y una bandeja sola en un lado. 

     Un gran platón con el okonomiyaki servido esperaba en el centro de la mesa, en frente de un cojín se encontraba un plato extendido con unos palillos de un lado y un pequeño tazón con una salsa agridulce para acompañar tanto al gohan como al okonomiyaki, enfrente del plato y recargado hacía la derecha un vaso grande de jugo de naranja con una pajilla, del lado contrario de la mesa los mismos instrumentos. 

     - Si… esperaba con ansias el día de okonomiyaki… Ayelén-chan eres la mejor… - mencionaba emocionado el rubio mientras salía del cuarto de baño con las manos limpias y secas corriendo como si la comida se fuese a acabar en ese mismo instante. 

     - No es para tanto Ed-chan… sabes que me fascina cocinar… - contestaba la pelirrosa con un ligero sonrojo en sus mejillas, mientras que con una mano se rascaba la cabeza de modo nervioso. 

     - Pero… eres la mejor… no hay comida que supere a la tuya… - halagaba el rubio, con mirada que decía mas que solo agradecimiento. 

      - Edward-kun… - al pronunciar el nombre la mirada de la chica se volvió seria, rara era la vez que le nombraba por su nombre completo, eso solo significaba malas noticias para el ojidorado. 

     - ¿Nani?... – trataba de darse ajeno a lo que ya veía llegar. 

     - Ni creas que con halagos te vas a salvar de ayudarme a recoger el desastre que dejaste en la mañana en el recibidor… - apunto con un dudo en dirección al recibidor donde se podía notar un gran desorden. 

     - Ha… hai… - contestaba el rubio apenado metiendo un poco de gohan a su boca. 

     Se escuchaba cerca suyo un pequeño maullido, al mirar al suelo observaron a un pequeño felino con una mancha que lo caracterizaba en el rostro, un pequeño minino blanco con una pequeña mancha en el lado izquierdo de su faz, la mancha era de color negro, situada justamente arriba de su ojo con la forma de una gota hacía arriba simulando un medio círculo, con un punto del mismo color que el resto del pelaje y ojos dispares, el ojo derecho azul y el izquierdo verde. 

     - Oh lo siento… shiroineko-chan… enseguida te doy tu comida… - menciona mientras se levanta Ayelén, de nueva cuenta a la cocina y saca una lata de alimento, vertiéndolo en un tazón azul marino con un letrero mal puesto con el nombre del animal. 

     - ¿Por qué no le pusiste un nombre más original?... – preguntaba con ironía el rubio, mientras veía como el minino se alimentaba con muchos ánimos de aquel tazón. 

     - Es que no se me ocurrió otro… - decía con una risita nerviosa la pelirrosa. 

     - Además… le queda bastante el nombre, ¿ne? Shiroineko-chan… - como respuesta solo obtiene un maullido en forma de aceptación. 

     - Ves… a él le gusta… - terminando de decir esto regreso a la mesa a terminar su cena. 

     Después de una agradable cena y una amena conversación, antes de irse a bañar para descansar un poco, arreglaron el desastre del rubio, terminando esto, cada uno se ducho, tomando un turno para entrar al baño, decidiendo como siempre, con el juego de piedra, papel y tijeras, el cual el rubio siempre perdía. 

 

     En otra parte de la ciudad un pelinegro famoso y su ayudante se encontraban cenando mientras comentaba como les había en la sesión. 

     - No encontré ninguna pose que me gustara de verdad… - decía decepcionado el ojinegro. 

     - Descuida, se que lo lograrás… ¿ne? Kuroineko-chan… - decía con una gato de color negro con ojos dispares, el ojo derecho verde y el ojo izquierdo azul, con una graciosa mancha blanca que parecía una gota simulando un medio círculo con un punto negro en el centro en los brazos, por respuesta solo se escucho un ronroneo seguido de un leve maullido. 

     - Alphonse-kun… ¿no se te ocurrió un nombre mejor?... – menciono un poco molesto por la falta de imaginación de su compañero. 

     - En lo único que pensé cuando la encontré fue en el color de su pelaje… no se me ocurrió un nombre mejor… gomen… - mencionó un poco desanimado consigo mismo al no tener mucha imaginación. 

     - No te preocupes, no parece importarle… - comento con una sonrisa en los labios que al menor animo mucho. 

     - Hai… - respondió con una sonrisa, su depresión siempre era borrada por aquella sonrisa tan tranquilizadora por parte del mayor. 

     - Bien… vamos a terminar esto para irnos a descansar, mañana tenemos que rebelar todos los rollos y buscar la fotografía para la revista… - inquirió el moreno, su pequeño acompañante dejó a la gatita en el suelo, acercándose al azabache para comenzar con las actividades nocturnas antes de descansar. 

 

     Habían pasado algunas horas desde que se fueron a descansar en el departamento de cierto rubio y cierta pelirrosa, cuando las ganas de ir al baño se hicieron presentes en el rubio, se encaminó rumbo al cuarto de baño para poder sentirse liberado de la presión, el baño estaba por el pasillo del otro lado de los cuartos, en medio de estos, la sala que tenía un gran ventanal que daba hacía un balcón con vista a la calle. 

     Al pasar por la sala escuchó el sonido característico de alguien llorando por lo que se asusto un poco, observó en dirección donde se producían y encontró un pequeño bulto en forma de un niño abrazando sus piernas frente a la ventana de la sala, mirando a las estrellas. 

     Al acercarse el niño se sorprendió un poco, nadie lo había visto en esa forma, y le daba un poco de miedo la reacción del rubio, el cual con cariño casi paternal posó sus manos sobre su cabeza, ante este acto, unas pequeñas orejas de gato en color blanco sobresalieron de su cabello del mismo color. 

     - ¿Qué tienes?... – le pregunto de la forma más suave que pudo, el pequeño se abalanzo hacía sus brazos dejándose llevar por las caricias reconfortantes, mientras que en un llanto desgarrador comento. 

     - Ni siquiera… puedo regresar a mi forma normal… necesito estar a su lado… quiero ser uno de nuevo… - su voz sonaba demasiado triste y de sus ojos emanaban muchas lagrimas.

     El pequeño no aparentaba tener más de 5 años, en un momento en el que el mayor despertó por completo, se dio cuenta de dos cosas… 

     1.- En su casa no vive ningún niño pequeño, solo Ayelén y él y… 

     2.- Ese niño tiene orejas, cola y cabello de color blanco. 

     Lo tomó por los hombros para verlo de cerca, dejando al pequeño confundido, parando en seco su llanto y observándolo a los ojos dorados, el rubio se percato de un extraño tatuaje negro en forma de gota hacia arriba simulando un medio circulo y con un punto blanco en la parte mas anche, observó con detenimiento sus ojos, uno verde y el otro azul, trago saliva, el comer mucho gohan y okonomiyaki le habían afectado el cerebro, ahora estaba alucinando, con miedo abrió la boca para confirmar sus sospechas. 

     - ¿Shiroineko-chan?... – dijo pausadamente, el pequeño con tristeza bajo la cabeza y asintió en forma de respuesta. 

     - Pero… ¿cómo?… ¿cuándo?... ¿Qué demonios pasa aquí?... – pregunto recobrando un poco el sentido que minutos antes había perdido por la sorpresa. 

    - Soy la mitad de uno… y necesito encontrarla… quiero regresar a casa… - murmuro el pequeño, las palabras de chico-gato no cabían en la cabeza del rubio que quedo en estado de shock, intentando en vano entender lo que le dijo el pequeño todo en vano. 

     De repente sintió un escalofrío por toda la espalda, recorriéndole desde la nuca hasta el trasero, poso rápidamente sus manos hacia sus partes nobles y se fue corriendo en dirección al baño antes de que sucediera un accidente por el cual a la mañana siguiente tendría que lavar todas las alfombras de la casa. 

     - Baño, baño, baño, baño… - grito en su camino hacía dicha habitación. 

     - Ahh… - se escucho un momento después acompañado por un chorro de agua, que se escuchaba claro y fuerte, ya que en sus prisas olvido cerrar la puerta del baño, el pequeño no pudo evitar sonreír por el acto.   

     - Tengo que encontrarte pronto… - susurro mirando hacía la luna que colgaba en lo alto. 

     - Que alivio… ya me siento mucho mejor… - decía secándose las manos después de lavarlas y regresar hacía la sala para seguir charlando con el pequeño, grande fue su sorpresa al no encontrar ningún niño en la sala solo el pequeño gato blanco que le miraba extrañado. 

     - ¿Are?... ¿y el niño?... – preguntaba mirando al gato en el lugar donde momentos antes estaba el pequeño. 

     - ¿Me estaré volviendo loco?... – dijo sobándose la cabeza confundido dirigiendo sus pasos a su habitación. 

 

     Por su parte en la gran casa que compartían cierto fotógrafo pelinegro y cierto ayudante castaño, este último se encontraba cargando en brazos a una pequeña de 5 años con los cabellos tan negros como la noche, con una marca en forma de gota hacia abajo simulando un medio circulo de color blanco con un punto negro en la parte más ancha, mientras que el fotógrafo se encontraba descansando de un arduo día de trabajo. 

     La pequeña se encontraba llorando en silencio, para no despertar al azabache, mientras que Al le acariciaba con ternura los cabellos, tratando de calmarla. 

     - ¿Aun no lo has encontrado?... – pregunto en susurro en las orejitas de gato que sobresalían de sus oscuros cabellos. 

     - No… y si no lo encuentro pronto… yo… - cerro con fuerza los ojos, le dolía el pensar en que pasaría si no encontraba pronto a esa persona. 

     Al la aferro a su cuerpo tratando de calmar su dolor y angustia. 

     - Descuida pronto lo encontraremos… lo prometo… te ayudaré… no permitiré que te suceda nada… - poso sus labios en la mejilla de la niña intentando calmarla, para después acomodarla en la cama y rozar su mano por los cabellos de la pequeña hasta que esta se durmió, acto seguido se dirigió a su cama el otro lado de la habitación y se durmió.

     Mañana sería un gran día para ambas casas...

Notas finales: que les parecio?... dudas, preguntas, comentarios... todo es bien recibido... si quieren aparecer en el fic solo pongan su nombre y las caracteristicas que quieren tener al igual que la relación con alguno de los personajes ^u^... que misha y yo las(os) incluiremos en alguno de los capitulos que se darán a continuación ^u^... si se que esta todo muy enredado, pero ya saben como soy... primero enredo las cosas, luego las enredo más y después intento desrenderarlas... aunque no me salga muy bien y las enredo mas u_u... pero hago el intento ^u^... bien aquí queda el primer capitulo.... ustedes deciden si lo sigo o aquí le paro y lo borro... cuidense... matta ne... ^u^

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