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Chibi Luffy por Kirah69

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Un día iba caminando hacia los dormitorios del colegio, después de haber comprado un par de mangas en la librería del barrio, cuando de pronto comenzó a llover, aunque no era tan sorprendente ya que llevaba todo el día nublado, y a mí no se me había ni siquiera ocurrido coger un paraguas. Me metí en un descampado donde muchas veces los niños y algunos de mis compañeros jugaban al futbol y me refugié bajo un pequeño techado. La lluvia era demasiado fuerte como para poder continuar mi camino, más aun llevando los mangas que por nada del mundo quería que se mojaran. Me senté en el banco que había y esperé a ver si la lluvia amainaba.

—Pío-pío pío-pío pío-pío—comencé a escuchar aquel sonido parecido al de un pájaro pequeño.

Dejando la bolsa con los mangas sobre el banco me acerqué a unos cuantos árboles que había cerca, de donde procedía el sonido. Curioseé hasta que encontré a quien lo producía. Un pequeño animalito metido en una caja de cartón que se estaba empapando. Lo cogí y me dirigí rápidamente bajo la cubierta. Cuando lo miré bien me di cuenta de que no era un animal, tenía la forma de una persona pero en miniatura, con una cabeza muy grande con cabellos negros y cortos y un cuerpecito chiquito, no mediría más de ocho centímetros en total. Lo cogí con dos dedos de la cabeza y lo observé cuidadosamente. Pensé que era un muñeco de esos que hablan, que tan de moda estaba entre las jóvenes.

—A~chu~s—aquel estornudo me dejó claro que no era un muñeco.

Estaba completamente empapado así que antes de seguir averiguando saqué un pañuelo del bolsillo y lo sequé. Pareció estar muy cómodo envuelto en el pañuelo entre mis manos, tenía una sonrisa muy grande. Lo miré de cerca intentando saber lo que era esa cosita tan pequeña que parecía humano. Él también me miró fijamente y solo pío de nuevo.

— ¿Sabes hablar?—le pregunté sin muchas esperanzas de respuesta.

—Pío-pío—fue lo único que contestó.

— ¿Qué eres?—pregunté de nuevo.

—Pío-pío.

—Tal vez seas un niño que ha crecido entre pájaros, pero en ese caso habrías crecido, tal vez tengas algún problema de crecimiento, pero hasta los bebes son más grandes, ¿un robot? Eso tiene más lógica… De todas formas le preguntaré a Franky, seguro que él sabe algo. Tendré que llevarte conmigo, de todas formas sería incapaz de dejarte aquí solo, seas lo que seas.

—Pío-pío.

Cuando la lluvia dejó de caer me llevé a aquella pequeña cosa a los dormitorios del colegio y me dirigí directamente a la habitación de mi amigo Franky. Se lo puse en frente, encima de aquella mesa en la que siempre estaba trabajando con las herramientas construyendo vete tú a saber que cosa.

— ¿Qué demonios es esto Zorro? No me molestes, estoy muy ocupado—gruñó como siempre hacía cuando se centraba en sus… bueno, lo que sea que estuviera haciendo.

—Deja de quejarte y échale un vistazo, creo que es una especie de robot o algo así—le dije dándole un pequeño capón en su cabeza recubierta de ese extraño pelo azul.

—Argh… está bien, dame un minuto…—tras decirlo y unos cuantos movimientos extraños de sus manos me lo devolvió prácticamente tirándolo—no es un robot, no sé que es pero es de carne y hueso.

— ¿Seguro?—pregunté extrañado.

—Del todo. Ahora largo, déjame seguir con mi trabajo.

Salí de su habitación, si seguía más tiempo molestándole se enfadaría y eso no era bueno para nadie. Fui entonces a mi habitación y tras cambiarme de ropa me quedé largo rato observando al pequeño lo-que-sea.

—Bueno, seas lo que seas supongo que te quedarás aquí un tiempo, hasta que sepa qué hacer contigo.

—Pío-pío gruuuuuuuuh—escuché un fuerte rugido proveniente del pequeño.

— ¿Q-qué ha sido… eso?—pregunté acercando el oído, de nuevo escuche ese extraño sonido, procedía de su estómago— ¡ah! ¿Tienes hambre? Supongo que si eres un animal comerás. Se acerca la hora de la cena así que te traeré algo, espera aquí hasta que vuelva.

Le metí en un cajón y lo dejé entre abierto para que pudiera respirar y no se escapara. Fui al comedor y tras comer rápidamente, casi atragantándome, regresé a la habitación con un bocadillo escondido. Cuando entré en el cuarto pude escuchar unos quejidos, el lo-que-sea estaba piando pero parecía un lamento. Abrí el cajón y vi que estaba llorando muy fuerte. Lo puse entre mis manos envuelto en un pañuelo, como eso le había gustado esperaba que le calmara y poco a poco así fue.

—Lo siento mucho ¿te ha asustado estar ahí metido? Perdona—le puse sobre la mesa aun envuelto en el pañuelo y le enseñé el bocadillo—mira, puedes comer esto.

Lo-que-sea lo miró fijamente y de pronto abrió enormemente la boca y se lo comió de tres mordiscos rápidos.

—Eh…—me quedé blanco, aquello era imposible, no podía caberle ese bocadillo entero, su estomago tan solo se había inflado un poco—bu-bueno, como tú ya de sí eres raro voy a ignorar esto…

—Zo~rro~—aquella voz gritona de siempre sonó a la entrada de mi habitación. No contesté y aun así entró como si fuera su propia casa— ¡Zorro! Franky me ha hablado de eso que has encontrado. ¿Qué es? ¡Enséñamelo!

—Usopp no entres a mi cuarto si yo no te abro ¿Cuántas veces te lo he dicho?—hizo caso omiso de mi regañina.

— ¿Es esto? Que cosa más rara, parece un muñeco pero se mueve—dijo cogiendo a lo-que-sea y observándolo de cerca.

—No sé lo que es, Franky dice que es de carne y hueso. Probablemente sea un animal raro o algo así—le contesté arrebatándoselo de las manos—ya lo has visto así que lárgate narizotas.

— ¡Gruñón! Déjame cogerlo un poquito, quiero examinarlo mejor.

— ¡Me niego! ¡Largo!—le eché fuera de la habitación y cerré con el pestillo—argh, ese narizotas…

—Pío-pío.

—Tranquilo, no voy a dejar que te sobeteen.

Le dejé sobre la mesa y me puse a estudiar un rato antes de dormir mientras él me miraba atento. Digo que estudiaba pero en realidad no me pude concentrar, solo podía pensar en qué demonios sería lo-que-sea. Cuando ya fue tarde saqué un cajón de la mesita de noche y después de vaciarlo lo cubrí con una toalla dejándolo junto a mi cama. Esa sería la cama que tendría lo-que-sea por el momento. Lo puse allí y me eché a dormir. Sin embargo al poco rato comenzó a oírse su piar. Encendí la luz para mirarle, se estaba agarrando de la sábana de mi cama intentando subir a ella inútilmente. Lo cogí y lo tumbé junto a mí.

— ¿Quieres dormir conmigo?—le pregunté pensativo.

—Pío-pío.

—Pero podría aplastarte, bueno, no me suelo mover por la noche, espero que no pase nada.

Le dejé durmiendo junto a mí, no volvió a piar en toda la noche y cuando desperté seguía vivo y sano. Le estuve mirando un rato con la luz de la mañana. Tenía una cara de paz como la de un niño pequeño, en ese momento, a pesar de que su cabeza era tan grande como el resto de su cuerpo, parecía realmente humano y ¿había crecido o era solo mi imaginación? Me vestí y fui rápidamente al comedor, desayuné en un tiempo record y me llevé algo de comida para lo-que-sea. Cuando regresé a la habitación se estaba despertando. Como ya había visto cuan grande era su apetito le di tres bollos y algo de embutido. Y como la vez anterior, en apenas unos segundos la comida había desaparecido.

— ¿Y qué hago hoy contigo?, no te gusta quedarte en el cajón pero no se donde dejarte. Supongo que no me queda otra opción—lo metí en mi cartera y me lo llevé conmigo a clase.

—Pío-pío—comenzó a piar en medio del pasillo.

—Shhhh… si te pillan no sé lo que puede pasar.

— ¿A quién le estás hablando Zorro?—me preguntó la pelirroja Nami mirándome extrañada.

—Na-Nami… esto…

—Parece que estaba hablando a su mochila—contestó Robin en mi lugar.

Aquellas dos siempre estaban juntas. ¿Por qué demonios tenía que estar en un colegio mixto? Con lo molestas que son estas…

— ¿Su mochila? ¿Qué llevas ahí Zorro?—sin que pudiera hacer nada Nami me arrebató la mochila sin siquiera darme cuenta.

—Devuélvemela ladrona, no puedes hacer eso—le dije inútilmente intentado quitársela, pero Robin se ponía en medio bloqueándome.

—Kya~—gritó extremadamente fuerte Nami.

— ¿Qué sucede?—le preguntó Robin observando también el contenido de la cartera— ¿Qué… es esto?

— ¡Dejarlo! Es… es… bueno, no sé lo que es, pero dejarlo—era inútil, no podía quitárselo sin hacerles daño.

—Pero es tan… ¡¡MONO!!—dijeron ambas a la vez.

Nami lo cogió y ambas lo observaron de cerca. Comenzaron a hacer suposiciones sobre lo que era, las mismas que yo había hecho. Tras todo ese traqueteo nos sentamos en nuestras mesas en clase, que por desgracia estaban cercanas, Nami a mi derecha y Robin delante de ella.

— ¿Qué será?—preguntó la pelirroja sin dejar de observarlo ahora en mi mesa—Robin ¿tú lo sabes? Has leído muchos libros ¿has visto algo así?

—Nunca, es realmente nuevo para mí—las mujeres son realmente ruidosas.

—Deberíamos ponerle un nombre ¿no? ¿Ya le has puesto uno?—me preguntó.

—No, lo llamo lo-que-sea—contesté sin ganas.

— ¡Eso no es un nombre! ¿Qué te parece Pitufo?—propuso Nami.

—No es azul—contesté.

— ¿Y Gnomo?—propuso Robin.

—No tiene un gorro de punta—contesté.

— ¿Y Duende?

—No es verde.

— ¿Y Chibi?

—Ridículo.

—Esa excusa no sirve—se quejó la pelirroja.

—Luffy.

— ¿Eh?

—Se llamará Luffy, decidido—dijeran el nombre que dijeran me iba a negar, no quería que fueran ellas las que le pusieran el nombre al fin y al cabo fui yo quien lo encontró.

— ¿Qué nombre es ese? Demasiado raro.

—Me da igual, es mío, yo le pongo el nombre—dije imponiéndome, dejándolas mudas.

El profesor entró en la clase y metí rápidamente a lo-que-sea, perdón, a Luffy, en la mochila indicándole que no hablara. La clase pasó normal, Luffy no habló y durante los descansos las dos chicas intentaban jugar y hacer el tonto con él, suerte que yo le protegía de todo lo que podía.

— ¡Oye tú, marimo!—me gritó el rubio anormal de Sanji— ¿Qué estás haciendo con las chicas? ¿Por qué están a tu alrededor todo el rato?

—No es mi culpa—contesté poniéndome de mal humor.

— ¿Entonces de quién es?

—De Luffy—dije mostrándoselo.

Como todos, el cejas rizadas se quedó boquiabierto observándolo, preguntando qué era y, como a todos, le dije que no lo sabía.

—Oye oye ¿y si me lo prestas un tiempo, solo un poco?—me preguntó enseguida.

— ¿Por qué iba a prestártelo?

—Bueno, es que así la linda Nami y la atractiva Robin estarían conmigo y no alrededor de un marimo como tú—era increíble como podía insultarme con un tono de voz tan amable.

—Me niego, no pienso prestarte a Luffy como si fuera un muñeco—le contesté quitándoselo de las manos y metiéndolo en mi cartera.

Como ya era la hora de la comida fui a la cafetería y compré dos paquetes de comida y luego subí a la azotea, para esconderme de todos. Abrí uno de los paquetes y se lo di a Luffy. Toda la comida que había en él pronto desapareció, a ese paso me iba a gastar todo mi dinero en las comidas de esa miniatura.

— ¿De dónde habrás salido?—le pregunté sin esperar ninguna respuesta.

—Pío-pío.

—Lo sé, lo sé…

Le acaricié con un par de dedos, tenía que admitir que era algo mono. Ahora que lo pensaba, estaba completamente desnudo, si seguía así cogería un resfriado, tenía que conseguirle algo de ropa. De pronto Luffy se metió en la boca uno de mis dedos.

—O-oye, que eso no es comida—le dije con miedo de que también se zampara mi dedo.

Pero por el contrario tan solo se quedó chupándolo como si fuera un chupete. Me quedé algo atontado mirándolo, parecía un indefenso bebé que me miraba con grandes ojos.

Después de las clases y de dar esquinazo a las pesadas chicas, al narizotas y cejas rizadas, fui a la zona de las tiendas en busca de algo de ropa para Luffy. Ya que en las tiendas de ropa no habría nada de su talla fui a una juguetería. Compré una ropa de muñeco que me pareció que le serviría y regresé a la habitación.

—Bueno, espero que esto te siente bien—le puse el chaleco rojo y los pantalones azules, aunque le quedaban un poco grandes, pero por lo que estaba viendo, Luffy crecía cada día—estás muy bien.

—Pío-pío.

Notas finales:

Espero que te guste y que sigas leyendo.

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Arigatou por leerme y espero algún review con tu opinión sea la que sea.

psdt: Te agradecería que me sugirieras un título mejor (este no es muy original pero no se me ocurría otro)


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