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Butterfly por Gaara_Uchiha

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Notas del fanfic:

Primer One-shot de la serie titulada "Butterfly" 

Notas del capitulo:

Hola, sí, no he muerto, sigo aquí. Ya casi me dan vacaciones y bueno, tendré tiempo para terminar You're my Sky, my Sun and my Moon. Además, continuaré I Remember. 

Esta vez les traigo un JongKey en el que me he esforzado mucho y espero que sea de su agrado. 

Sin más que decir, espero que lo disfruten. 

 

 

Dicen que si una mariposa muere, ésta vuelve a nacer, reencarnando en el mismo cuerpo. Nada cambia en ella, los mismos ojos, la misma boca, la misma nariz, y sobre todo, los mismos sentimientos. No obstante, tomando en cuenta que dicho ser alado renace tal cual era en un tiempo atrás, hay una cosa que debes saber: su memoria falla y puede que no recuerde algunos sucesos importantes ocurridos en su vida pasada.

 

—Key ¡Detente! —Jonghyun estaba desesperado, su Bummie corría a toda prisa en medio de aquella desierta calle, ignorando por completo lo que el muchacho le decía, tratando de alejarse lo más que podía— ¡Ki Bum, todo es mentira! —Gritaba, importándole poco que estuvieran en una zona pública.

 

— ¡Déjame en paz! —A Key le dolía, se sentía traicionado, humillado y sobre todo, engañado. Tenía una presión en su pecho que no le dejaba respirar con tranquilidad, sus ojos estaban cristalinos, mucho había hecho para retener todas esas gotas saladas que querían escapar de sus oscuros y felinos ojos.

 

— ¡Basta, para ya! —El muchacho de cabello castaño estaba cansado, pero no podía detenerse, no quería perderlo— ¡Todo fue un malentendido! —Seguía diciendo, tratando de convencer al chico de que se detuviera—Key... ¡Por favor! —Ya estaba cerca, el rubio estaba disminuyendo la velocidad con la que corría, por fin podría alcanzarlo.

 

Entonces sucedió. Estaba en medio de la carretera, por la cual no transitaba ningún automóvil, su respiración era irregular y sus piernas temblaban. No se dio cuenta porque sólo tenía una cosa en mente: huir. En menos de una milésima de segundo, sin siquiera darle la oportunidad de pestañear, un vehículo había impactado contra su frágil y cansado cuerpo a gran velocidad, haciéndolo ascender al menos unos dos metros, volviendo nuevamente al piso, estrellándose bruscamente contra el asfalto.

 

Jonghyun lo había presenciado todo, unos cuantos metros atrás, su boca estaba ligeramente entreabierta, sus ojos se hallaban tan abiertos que daban la impresión de que en algún momento se saldrían de sus cuencas.

 

— Ki Bum...—Sus marrones ojos se humedecieron, desbordando gruesas lágrimas, las cuales resbalaron por sus mejillas, descendieron por su cuello y terminaron perdiéndose en el cuello de su camiseta. Pensó que su corazón se había detenido, al igual que sus piernas, puesto que no podía siquiera dar un sólo paso en dirección a él, su diva, su Key, su Ki Bummie.

 

Ese día, a eso de las cuatro de la tarde, con clima soleado y brisa cálida, Kim Ki Bum murió. Y todo aquello había ocurrido por un simple malentendido.

 

Era jueves por la tarde, en aquella sala de estar no se escuchaba nada en lo absoluto, a excepción de las respiraciones de los presentes en ésta, que se hallaban sentados en los sofás que allí se encontraban, hasta que, de un momento a otro, un chico alto y se grandes ojos entró a la habitación, con una expresión alarmada en su rostro.

 

—Minho hyung ¿Qué pasa? —Taemin, un chico cuyos cabellos algo largos y de color rojizo, caían por su frente, fue el que formuló aquella pregunta, al mismo tiempo que miraba con fijeza el rostro agitado y algo sorprendido del aludido.

 

—Ki Bum...—Logró pronunciar apenas el chico de cabellos cortos y negros, puesto que su respiración era irregular. Su piel estaba perlada debido al ajetreo y sus labios entreabiertos, dejando escapar por ellos todo aquel aire que no podía mantener en sus pulmones.

 

Todos los chicos que se encontraban allí, los cuales eran tres, sin contar al que respondía al nombre de "Choi Min Ho", no pudieron evitar abrir sus ojos en demasía, mirándose entre sí con expresiones en sus rostros que denotaban asombro.

 

— ¿Tan... rápido? —Aquel había sido Jin Ki, al que todos solían llamar "Onew", el mayor de todos, quien poseía una cabellera castaña un poco larga.

 

En efecto, la respuesta a su preguntara era un "Sí" Pero ¿A qué se referían? Muy simple, Kim Ki Bum, aquel que había muerto un día como ese, pero seis meses atrás, había vuelto a nacer.

 

Esto ha de hacerse confuso, pero no se preocupen, todo tiene una explicación, una que supera las leyes de la naturaleza, no tiene ni un poco de sentido para cualquier humano promedio y para rematar, se sale de todos los contextos que a fantasía y criaturas mágicas se refiere, pero sin importar nada de lo mencionado anteriormente, sigue siendo una explicación, nada lógica y quizá algo estúpida, pero lo es.

 

Volvamos un tiempo atrás, hace 19 años, cuando Ki Bum vio la luz del día por primera vez, el momento en que nació.

 

Desde su nacimiento, el pequeño rubio fue diferente, no era un niño cualquiera, no, era más frágil,  mucho más delicado que los bebés comunes, él era especial.

 

Al principio no lo comprendía ¿Por qué era tan frágil? ¿Por qué no podía salir a jugar afuera con los demás niños? ¿Qué era lo que hacía que su madre lo protegiera de aquella manera tan exagerada y poco razonable? Ki Bum no lo entendía, siempre se hacía esas mismas preguntas, y fue hasta alcanzar la edad de trece años, que logró asimilar bien las cosas.

 

Trece años, 1.55 metros de estatura, cabellos rubios, hermosos y rasgados ojos cafés, piel nívea y suave, delicada, al igual que su esbelta figura, la cual a simple vista se asemejaba a la de una chica, cosa que le molestaba de sobremanera, le enfurecía que todos lo cunfundieran con una niña, pero aprendió a vivir con eso.

 

Después de su cumpleaños, su madre lo llamó con insistencia, se notaba que estaba emocionada ¿Por qué? No lo sabía, pero sin dudarlo ni un segundo, la siguió, dejando que ésta le tomara de la mano, llevándolo a la parte trasera de su hogar, dónde quedaba ese enorme y precioso jardín que su madre cuidaba tanto.

 

“Sube” Dijo su madre señalando un gran árbol, plantado frente a ellos. El rostro del rubio mostraba confusión, pero era de esperarse, de un momento a otro su mamá le había prácticamente ordenado que subiera a ese árbol, por su mente rondaba una sola pregunta: ¿Por qué?

 

“Madre...” Aquel susurro salió de sus labios suavemente, la mujer lo miró dedicándole una hermosa sonrisa, de aquellas que lograban calmarlo en cualquier situación.

 

“Vamos, pequeño... Confía en mí” Y así lo hizo, como pudo, impulsando su manos y pies sobre el fuerte tronco, logró posarse sobre una gruesa y aparentemente estable rama, sentándose sobre ella.

 

“¿Ahora qué?” Articuló ladeando un poco el rostro, lo que nunca esperó fue que su progenitora se deshiciera de su propia blusa, tapando su desnudez con su brazo izquierdo, los ojos de Ki Bum se abrieron en demasía, ahora sí estaba realmente confundido. No obstante, lo que vino después hizo que su corazón diera un vuelco, del dorso de la fémina comenzaron a brotar un par de grandes y translúcidas alas, las cuales se desplegaron a cada lado de su cuerpo.

 

“Cierra los ojos...” Le dijo suavemente en el momento en el que había llegado a su lado, sus finos dedos acariciaron con delicadeza el rostro del blondo, mientras éste, poco a poco iba cerrando sus párpados, cayendo en un profundo sueño.

 

Poco a poco fue despojado de su vestimenta, quedando así su cuerpo totalmente descubierto; su piel era nívea y a simple vista, se podía deducir que era suave, cuan terciopelo. La mujer pasó su diestra por encima del cuerpo de su pequeño, cubriendo cada parte que su mano recorría, con una fina capa de seda.

 

Luego de unos cuantos minutos, el joven rubio se vio envuelto en lo que parecía un capullo, una crisálida, idéntica a la que las orugas tejen alrededor de sí mismas cuando están lista para convertirse en mariposas.

 

Y así pasaron los meses, unos ocho, para ser más exactos, Ki Bum seguía ahí, sumergido en un profundo sueño, bajo el manto de aquella suave seda sobre su cuerpo, inmóvil e ignorante sobre cualquier suceso que pudiese estar pasando a su alrededor. Pero el tiempo se había acabado. Una mañana como cualquier otra, su progenitora barría el suelo de su humilde hogar, sumida en sus pensamientos, concentrada en su trabajo, hasta que el sonido que provocaban un par de pies, chocando contra el liso piso de madera de la sala, logró captar su atención.

 

“Mamá...” En efecto, el capullo se había roto y el pequeño Bummie ya no era el mismo de antes, había cambiado, se había transformado. Se hallaba apoyado en una de las paredes continuas a la puerta trasera, la cual estaba abierta, sus ojos estaban entreabiertos y su cabello empapado en una extraña sustancia aparentemente viscosa, al igual que su cuerpo, que no era cubierto por nada en lo absoluto, además, se veía frágil y algo adormecido, las traslúcidas y brillantes alas que habían crecido en su espalda, se encontraban caídas.

 

No lo dudó ni por una milésima de segundo, dejó caer su escoba al suelo y corrió hacia donde se encontraba su niño, tomándolo entre sus brazos como si de una delicada criaturita se tratase.

 

Bastó un relajante baño de burbujas y una larga plática con su madre para que Ki Bum comprendiera lo que le había sucedido, y aunque al principio estaba más que confundido, al final fue capaz de comprender por completo toda la situación en la que se veía envuelto.

 

Es extraño ¿Verdad? Pero es real. Y como toda mariposa, luego de una trágica y dolorosa muerte, había vuelto a la vida, había renacido, tal y como era en su vida pasada. Es por eso que justo ahora, bajo la sombra de aquel gran árbol, en aquella soleada tarde, tres jóvenes esperaban ansiosos a que su rubio amigo saliera de su crisálida, la cual tenía algunas grietas.

 

Por fin lo hizo, luego de unos cuantos minutos que realmente parecieron horas, logró salir de su capullo. Su rostro demostraba lo confundido que estaba, se encontraba algo ido, sus ojos entrecerrados y su cuerpo entero cubierto por una especie de baba pegajosa.

 

Con ayuda de Minho, Ki Bum logró bajar de la fuerte rama de aquel árbol que le había sostenido por tanto tiempo y reconociéndolo al instante, se aferró a su cuello, mientras el más alto le sostenía entre sus brazos, como si de una chica se tratara; eso podría haberle disgustado antes, pero en ese momento nada importaba.

 

Una toalla lo cubría ahora, se encontraba en el acogedor baño de su habitación, la puerta estaba cerrada, Tae Min, su primo, le acompañaba y él, él estaba allí parado, frente a la bañera que se encontraba frente a su cuerpo, observándola detalladamente.

 

—Vamos, hyung. Métete—El pelirrojo le sonrió cariñosamente, haciendo un ademán con su mano derecha, indicándole al rubio que podía entrar a la tina, la cual estaba llena de agua hasta la mitad.

 

—Minnie...—Se giró un poco, mirando de reojo al menor, quien al ser llamado de esa forma tan suave y temblorosa, no tardó mucho en clavar su vista en el mayor— ¿Cómo morí? —Cuestionó sin tapujo alguno, causando una impresión de asombro en su primo.

 

—Bummie... ¿Por qué no hablamos de eso después de que te des un baño? —Era obvio que el taheño estaba evitando la pregunta formulada por el mayor, pero éste decidió pasarlo por alto y haciendo caso a sus palabras, asintió levemente con la cabeza y se quitó la toalla que lo cubría, entrando así a la bañera, sentándose en ésta, dejando que el agua cubriera la mitad de su cuerpo.

 

La tíbia agua corría por su nívea piel y por sus blondos cabellos, la espuma del jabón cubría gran parte de su cuerpo, ese baño le estaba sirviendo puesto que se sentía muy relajado, a pesar de que Taemin le miraba con fijeza, como si creyera que algo malo pudiese pasarle mientras se lavaba, pareciendo así una especie de guardián.

 

Al cabo de unos cuantos minutos, el de mirada felina terminó su labor, salió de la tina y con la toalla que tiempo atrás el menor tenía en su regazo, secó su cuerpo, cubriendo después su desnudez de la cintura para abajo.

 

—Ahora dime cómo morí—Una de las cosas que caracterizaba a Kim Ki Bum, era que él solía ser muy insistente y como era de esperarse, hasta que no consiguiera lo que quería, no se rendía.

 

—Hyung...—Era más que obvio que Taemin no sabía qué o cómo responderle, eso el rubio lo notó, por lo que inconscientemente, arqueó una ceja y le dedicó una mirada que le hizo tiritar—Lo que pasó fue que...—Otra vez se quedaba callado sin siquiera terminar la frase y eso a Key le estaba comenzando a disgustar mucho, quizá demasiado.

 

—Lee Tae Min...—El aludido sintió una corriente eléctrica recorrer su espina dorsal, mordió su labio inferior y por inercia, desvió la mirada hacía el blanco suelo de cerámica, dejando escapar de su boca un suspiro que resonó en la habitación debido a la estrechez del lugar—Habla ya—El muchacho de cabellos rojizos entreabrió su boca para decir algo, no obstante, antes de que pudiera pronunciar la primera sílaba de lo que tenía pensado decir, la puerta del cuarto de baño se abrió, haciendo que Lee suspirara de alivio y Kim frunciera levemente el entrecejo, balbuceando unas cuantas palabras inentendibles.

 

—Key, Taemin ¿Por qué tardan tanto?—Minho, quien ahora se encontraba asomado en la abertura que se había entre la pared y la puerta al abrirse, fue el que habló, e igualmente, el que interrumpió aquel incómodo momento para el más joven entre los tres—Si siguen ahí parados, se nos hará tarde—Comentó con una pequeña sonrisa en sus labios.

 

— ¿Tarde? ¿Tarde para qué? —Innegablemente, Ki Bum estaba irritado, él solo quería saber qué era lo que le había pasado, pero justo cuando pensó que contestarían sus dudas, el momento fue interrumpido abruptamente por el pelinegro.

 

—Iremos a una fiesta—Sin quitar esa hermosa sonrisa, Choi terminó por entrar al baño, se acercó al blondo y rodeó sus hombros con uno de sus fuertes brazos, incitándolo a caminar—Ahora, vamos—Luego de decir ese par de palabras, se limitó a pasear sus manos por los húmedos cabellos de Key, este sin poder decir o hacer nada en lo absoluto, fue inducido a caminar hasta su habitación, el más alto solo le sonreía, y antes de salir del cuarto de baño, le dio un vistazo al chico de cabellos cobrizos, indicándole con la mirada que él resolvería el asunto, Tae Min asintió y salió de ahí segundos después.

 

Al llegar a la habitación que el rubio ocupaba anteriormente, la cual estaba en perfectas condiciones gracias a Jinki y Taemin que siempre se ocupaban de limpiarla, lo primero que hizo Min Ho fue obligarlo a sentarse en la orilla de la cama, mientras él se daba la vuelta y se disponía a hurgar en el armario del rubio, buscandole algo que ponerse.

 

—Minho...—Susurró Ki Bum, mas el alto parecía no escucharle, o al menos lo fingía—Minho...—Repitió en un tono de voz un poco más alto, procurando que el otro le hiciera casa— ¡Min Ho! —Exclamó su nombre al mismo tiempo que se levantaba de donde estaba, yendo hacía el de cabello oscuro, a quien giró por los hombros y miró una expresión nada agradable en su rostro— ¿Cómo morí? ¿Cuál fue la causa? ¿Hace cuánto pasó? ¡Quiero respuestas y las quiero ahora! —Estaba molesto y no tenía por qué negarlo, su mirada clavada en los ojos del contrario, su ceño arrugado y su mandíbula apretada lo indicaban.

 

—Key...—Choi no había quitado esa sonrisa de sus labios, aquello comenzaba a perturbar al menor—Arréglate y vayamos todos a esa fiesta que he mencionado antes, te prometo que ahí todas tus dudas serán aclaradas... “Tal vez...” —Lo último lo pensó, más no lo articuló. El rubio estaba algo dudoso, no le convencía del todo lo que su amigo le decía, no obstante, al cabo de unos segundos, aceptó.

 

El lugar en el que habían ido horas después, era totalmente desconocido para el blondo: una especie de mansión, demasiado grande, si pedían su opinión; paredes pintadas de color crema, alfombras rojo pasión, sillones elaborados en teca, grandes y cómodos sofás de cuero de color café. Todo eso sin contar el gran salón, repleto de personas de todas las edades, quienes vestían trajes de etiqueta, conversaban, reían y bailaban, festejando al anfitrión de la fiesta, que ese día cumplía sus veintiún años de edad.  

 

—Hyung ¿Quién es el cumpleañero? —Estaban caminando en medio del gran salón en el que se celebraba la fiesta, acababan de llegar. Efectivamente, Ki Bum no tenía idea de quién era el festejado, y no importaba cuántas veces hubiese preguntado lo mismo, sus amigos no le daban la información que él deseaba.

 

—Se llama Kim Jong Hyun—Fue lo único que dijo Jinki, ganándose un bufido por parte de Key- Y ya no preguntes más, pareces ansioso-Después de decir eso, taheño, pelinegro y castaño dejaron escapar de sus labios una risita burlona, el rubio frunció suavemente el entrecejo y mordió su labio inferior, dedicándole una mirada de reproche a los otros chicos.

 

—Ya, no te pongas así, si tanto quieres saber quién es, espera a que venga a recibirnos—Le dijo Minho mostrandole una sonrisa amplia, tranquilizadora, al mismo tiempo que pasaba uno de sus brazos por los hombros del de mirada felina. Taemin estaba a su lado y tirando de su brazo cuan niño pequeño, llamó su atención— ¿Qué pasa? —Preguntó en un susurro casi inaudible, el menor solo se limitó a mover un poco su cabeza hacia adelante, señalando a un chico de cabellos cortos y castaños que se movía entre la multitud, recibiendo felicitaciones y halagos de parte de los invitados. Minho no esperó ni un segundo y diciendo un suave “Ahora vuelvo”, se alejó de ellos, yendo rápidamente hacia donde se encontraba aquel chico.

 

—Minnie ¿Por qué Minho dijo que el tipo vendría a recibirnos? ¿Acaso es un buen amigo nuestro? ¿Nos conocemos? —Preguntó Ki Bum con notable curiosidad. Taemin dudó unos segundos en responder y se quedó pensando un instante en lo que diría.

 

—Ya lo verás, hyung—Fue lo único que contestó el pelirrojo.

 

Min Ho se había dirigido apresuradamente hacia el anfitrión de la fiesta y de improviso, lo había tomado del brazo, llevándolo consigo a un lugar un poco apartado para así poder hablar tranquilamente con el castaño.

 

— ¿Qué sucede? ¿Sabes qué? La gente normal acostumbra a saludar—Murmuró el cumpleañero frunciendo el entrecejo, el pelinegro negó repetidas veces con la cabeza y soltando un suspiro lento, se dispuso a hablar.

 

—Escucha bien, hyung—Dijo tomando repentinamente un semblante serio, el mayor lo miró con atención—Ki Bum está de vuelta—Musitó como si decir aquello fuese algún delito, los ojos del de mayor edad se abrieron más de lo normal, al igual que su boca, ciertamente estaba asombrado, impactado.

 

— ¿Pero qué estás...? —Se hallaba tan perplejo que no podía siquiera formular completamente una pregunta, sus ojos buscaban con desesperación al rubio antes nombrado, su corazón latía con demasiada fuerza—Eso es imposible... Él... ¡Es muy rápido! —Exclamó alterado, llamando la atención de unos pocos que estaban a su alrededor.

 

—Shhh...—Choi, al mismo tiempo que emitió aquel sonido, posó sus manos sobre los hombros del más bajo, intentando tranquilizarle—Ya sé que ha sucedido demasiado rápido, nosotros también nos ha asombrado—Le explicó, él a diferencia del contrario, hablaba con suma calma.

 

— ¿Cuándo despertó? —Preguntó presa de la curiosidad.

 

—Hace unas horas—Contestó Min Ho.

 

— ¿Dónde está? —Decir que estaba desesperado era poco.

 

—Allá—Señaló al rubio, acompañado de los otros tres chicos. Estaban cerca de los bocadillos—Espera...—Tuvo que sostener nuevamente el brazo del mayor debido a que una vez que le mostró en dónde se encontraba Key, había mostrado intenciones de ir a acercarse sin cuidado alguno—Él no te recuerda—Jonghyun giró un poco el rostro para verle, su expresión era pura y simple estupefacción—Cuando entramos aquí, no parecía recordar el lugar, además, cuando Jin Ki hyung le dijo tu nombre, él ni se inmutó—Explicó el de cabellos negros tratando de no sonar tan tosco al proporcionarle aquella información al más bajo—Pero creo que esto era de esperarse... Tú y él... Bueno, ya sabes—Kim asintió lentamente con la cabeza, al mismo tiempo que tragaba saliva con dificultad y apretaba sus puños con fuerza, cerrando y abriendo sus ojos de vez en cuando, procurando que sus lágrimas no se escaparan de estos.

 

— ¿Siquiera puedo verle? —En respuesta, Min Ho asintió.

 

—Por algo lo hemos traído—Miró al de cabello castaño por uno segundos, sonriéndole cálidamente después, para seguidamente, pasar su brazo por sobre sus hombros— Vamos... ¿No le has extrañado? —Jonghyun asintió y sin más, ambos comenzaron a caminar rumbo a donde se encontraban los demás jóvenes.

 

Bastaron por lo mucho entre tres y cinco minutos para que tanto pelinegro como castaño, llegaran hacia donde estaban los dos Lee y el rubio Kim, quienes les miraron una vez que sintieron sus presencias.

 

—Hyung, él es Kim Jong Hyun—Dijo Min Ho al de mirada felina, que al ver al más bajito, solo se dedicó a examinarle casi con descaro, preguntándose para sus adentros quién era ese muchacho—Lo recuerdas ¿Cierto? —Los presentes observaban con disimulo al rubio, esperando alguna respuesta de su parte.

 

— ¿Debería hacerlo? —Dos simples palabras y Jong Hyun sintió como el mundo se le venía encima, bueno, al menos lo que quedaba de este. Los dos Lee bajaron sus  miradas, centrandolas en el suelo de mármol color crema, Choi intentaba controlar la situación mostrando una de sus carismáticas sonrisas—Lo siento mucho pero... Yo no lo recuerdo—Se disculpó haciendo una pequeña reverencia. A pesar de eso, se había detenido a mirar el rostro del más bajo, sintiéndose más que confuso al percatarse de que aquel individuo le parecía familiar.

 

—No pasa nada...—Intentó sonreír pero sólo consiguió mostrar una mueca algo choreta—De todas formas, ha pasado mucho tiempo...—Odiaba que su voz temblara y se escuchara entrecortada, pero sus palabras no fluían correctamente, no en ese momento.

 

El ambiente se había vuelto incómodo, tenso, tanto así que podría cortarse con un cuchillo. Ninguno decía nada, se miraban los unos a los otros, esperando a que alguno se atreviera a decir algo. De pronto el taheño fijó sus ojos en un muchacha a lo lejos, sintiéndose aliviado puesto que se le había ocurrido algo.

 

—Onew hyung—Llamó el menor entre los cinco tirando suavemente del brazo del de cabellos largos—Mire, allá está Luna—Dijo señalando a una muchacha castaña que lucía un ajustado vestido de color azul coral tipo strapless. Todos los chicos dirigieron su vista a ella.

 

— ¿Y qué? —Jin Ki no terminaba de captar lo que el menor intentaba hacer.

 

—Que te gusta, vamos a saludarla—Estaba improvisando, Onew no entendía nada en lo absoluto, Minho y Jonghyun no pudieron evitar soltar una pequeña risa—Vamos, vamos—Dijo como niño pequeño, tirando de la mano del mayor. Así se perdieron de vista, Taemin jalando a Jin Ki y este sin poder hacer nada.

 

—Yo...—Paseó su vista por su alrededor, buscando la excusa perfecta para retirarse—Sulli me dijo que tenía algo que decirme, es sobre mi tía...—Era la mentira más estúpida que podría habérsele ocurrido, pero Key, en su ensimismamiento, no logró darse cuenta de eso. Min Ho emprendió su búsqueda rápidamente, no sin antes susurrarle algo al oído a Jonghyun—Será mejor que soluciones esto—Fue lo que le dijo en voz muy baja, para que así el blondo no le escuchara.

 

Silencio. Total y absoluto silencio. El ambiente se había vuelto demasiado incómodo para Jong Hyun, quien miraba de reojo a Ki Bum, siendo precavido para que así el rubio no se percatara de que por instantes se quedaba observándolo fijamente, admirando cada uno de los detalles de su rostro. Sin embargo, el blondo no podría darse cuenta de nada puesto que se mantenía absorto, mirando a su alrededor con un aire de confusión.

 

— ¿Quier...? —Pretendía romper aquel silencio, pero fue interrumpido rápidamente.

 

— ¿Hay algún jardín aquí? —De repente su mirada felina se clavó en la oscura del castaño. Una de las cosas que caracterizaban al más alto era su ferviente afán por ir a lugares asociados con la naturaleza, pero era de esperarse ¿No?.

 

—Sí...—Apenas dejó salir aquel monosílabo de su boca e intentó mostrar una sonrisa, la cual se notaba a leguas que era fingida, no obstante, Ki Bum no se percató de eso.

 

Así, tomándose la libertad de sujetar delicadamente su muñeca, Jong Hyun llevó al alto y delgado chico de rubios cabellos,  a las afueras de la mansión, mostrandole el hermoso y extenso jardín que adornaba el exterior de su hogar.

 

El verde césped, las hermosas variedades de flores, tan exóticas y de colores tan vivos, y los enormes árboles y arbustos que ahí habían, sin duda alguna lograron captar la atención del blondo, que estaba más que embelesado en aquel lugar.

 

— Es hermoso— Los ojos del Kim menor tenían un hermoso brillo que denotaba emoción, se paseaban de un lugar a otro, admirando todo con devoción. El castaño solo se limitó a mostrar una sonrisa sincera y a asentir suavemente con la cabeza, mientras por su mente pasaban mil y un recuerdos, recuerdos en los que estaba en ese mismo lugar con el rubio—Jjong...—En ese momento Key se hallaba frente a una enorme fuente de piedra caliza, de espaldas, mirándole fijamente. Su semblante era difícil de descifrar, sus ojos a pesar de estar fijos en el más bajo, parecían no estar viendole, su boca tampoco decía nada, no se podía distinguir si estaba sonriendo, si tenía una mueca de disgusto o si simplemente no estaba expresando nada. Entonces un temblor recorrió el cuerpo de Jong Hyun, y sintió felicidad, alivio, pero igualmente, miedo. No estaba seguro de qué pasaba por la mente del rubio, pero el diminutivo que había escapado de sus labios de aquella forma tan natural, solo le indicaba una cosa: Ki Bum le recordaba... O al menos eso era lo que él quería creer.

 

— ¿Sí...? —Jong Hyun le miraba atento, un poco cohibido, sin saber siquiera qué hacer.

 

El brazo derecho del blondo se levantó a la altura de su hombro con lentitud, tiritando, el índice de su diestra señalaba al contrario, su boca se había entreabierto, mas de ella no salía ni una sola palabra, ni un solo sonido.

 

— ¿Key? —Estaba comenzando a asustarse, el aludido parecía estar fuera de sí mismo. La última palabra articulada por el de cabellos castaños, resonaba en su cabeza una y otra vez, aturdiéndole por completo. Pronto un sin fin de imágenes, que representaban miles de recuerdos rotos, memorias olvidadas, atravesaron su mente como si esta se tratase de una cámara digital defectuosa. Quiso llorar, sus ojos retenían aquel líquido salado y cristalino, pero no por mucho tiempo. Sin poderlo evitar, decenas de lágrimas brotaron de sus hermosos ojos, empapando sus mejillas y parte del cuello de su camisa. Jong Hyun dio un paso al frente, Ki Bum dio uno hacia atrás, chocando contra el borde de la gran fuente a sus espaldas—Key...—Susurró quedamente, el rubio simplemente negó con la cabeza.

 

—N-no te acerques...—Su voz tembló, al igual que todo su cuerpo, podía mantenerse de pie gracias a que con sus manos, se sostenía del borde de la fuente. Sus ojos comenzaron a ponerse rojos debido al llanto, trataba de acallar sus sollozos, pero no podía, la impresión era muy fuerte.

 

La tensión era tanta que podría cortarse con el filo de un cuchillo, Jong Hyun no se atrevía a hacer nada, solo estaba ahí parado, cuan cobarde luego de cometer un delito. Ki Bum por su parte estaba en la misma posición de antes, hasta que llevó su diestra a su boca y se giró, quedando de frente a la fuente, mirando como corría y caía el agua, tan clara y pura, en donde sus lágrimas se perdieron como si jamás hubiesen existido.

 

Estaba absorto en sus confusos pensamientos, impactado, sorprendido, en cuestión de segundos había revivido todo lo sucedido en su otra vida, todo lo que le causó la muerte. Le recordaba a él, a Kim Jong Hyun, su novio, a los adinerados y frívolos padres de éste, y sobre todo a ella, a Se Kyung, quien tan arpía como siempre, se había metido en su relación con el castaño, consiguiendo que los progenitores del muchacho los comprometieran, obviamente sin el consentimiento de Jong Hyun.

 

Sus memorias habían vuelto, y lo que más le dolío sobre todas las cosas, fue haber revivido aquel momento en el que los encontró juntos, bajo las sábanas de la cama del castaño, totalmente desnudos.

 

Sintió unos brazos rodearle por la espalda y suspiró, sin darse cuenta, había extrañado ese tacto, todas las sensaciones y emociones que afloraban en el con tan solo sentir el calor que el cuerpo del mayor emanaba. Luchaba con todas sus fuerzas para negarse a aquello, se recriminaba a sí mismo por no apartarlo, pero todo era en vano. Aún le amaba.

 

—Bummie...—Musitó sobre su oído, haciéndole sentir escalofríos en todo su cuerpo—Escucha, Bummie...—Tenía su mentón apoyado en el hombro del blondo, mientras que uno de sus brazos estaba alrededor de su cintura y el otro acariciaba su espalda, intentando calmarlo de esa forma.  Y Ki Bum sollozaba, hipaba, temblaba, entre los brazos del más bajo—Yo jamás te haría algo así...—Jonghyun lo sabía, sabía lo que su pequeño rubio había visto en su cabeza, sabía el por qué de su estado en ese momento. El rubio negaba con la cabeza repetidas veces, como si con eso conseguiría que todo aquello se desvaneciera—Fue un malentendido—Le decía. Ágilmente logró que el de ojos felinos quedara de frente a él, aún entre sus brazos. La mirada ida y los ojos rojizos y cristalinos hacían que el corazón del castaño diera un vuelco, odiaba verlo de esa forma, lo detestaba, y se odiaba a sí mismo por ser el causante de todo eso, aunque fuese involuntariamente. Sin más, tomó delicadamente el rostro del chico con ambas manos y depositó sobre sus rosados labios un casto beso, tan lento, tan puro, un roce tan sutil que parecía no haber existido jamás. Al separarse, se encontró con la mirada del rubio, esa noche pensaba que el blondo se había vuelto un pergamino cuyas letras no pertenecían a ningún idioma conocido, puesto que le parecía tan difícil de entender. Esperaba que se separara abruptamente de su cuerpo, que le insultara, que se alejara de él pidiéndole que nunca más volviera a ponerle un dedo encima, no obstante, eso nunca ocurrió. Se vió totalmente sorprendido cuando sintió las delicadas manos del más alto rodear su cuello y el rostro de este esconderse en su pecho.

 

—Quiero creerte...—Logró escuchar con dificultad de la boca del rubio puesto que lo había dicho en un susurro. El castaño rodeó su cuerpo con sus brazos, impidiéndole así que pudiera separarse de él—Pero tú...—Antes de que pudiera seguir hablando, el mayor levantó su rostro, tomándolo por el mentón, haciendo que le mirara fijamente—Yo...—Por un instante se perdió en los ojos del castaño, lo que le hizo imposible que siguiera articulando palabras.

 

—Confía en mí... Por favor—Su voz sonó suplicante, sus ojos se veía brillosos, cristalinos, como si las lágrimas estuvieran amenazando con salir de ellos—Te amo—Dijo. esta vez con firmeza—Te amo—Repitió acariciando con suma delicadeza y suavidad una de las sonrosadas mejillas del menor—Solo podría amarte a ti—Confesó, sus labios tenían dibujada una sonrisa nostálgica. Sus ojos no se despegaban de los ojos contrarios, estaban en una especie de hipnosis de la que no tenían la intención de salir.

 

—Jjong...—Sin pensarselo mucho, terminó aferrándose al fornido cuerpo del Kim mayor, que lo recibió con gusto, cambiando su triste sonrisa por una que desbordaba felicidad, alivio—Te creo—Musitó quedamente, embriagándose con el olor de la fina fragancia que el castaño desprendía de su cuerpo—Te amo, te amo—Dijo una y otra vez, sentía sus mejillas arder, sus ojos dejaban escapar finas lágrimas, pero esta vez eran de felicidad—Jjong...—Pronunció de nuevo, separándose un poco del cuerpo contrario, viéndolo fijamente a los ojos— ¿Qué pasará con Se Kyung? —Intentaba verse firme, mas no lo estaba logrando. Jong Hyun le dedicó una de sus hermosas sonrisas y acario su sonrojada piel.

 

—Hace unos cuatro meses logré disolver el compromiso—Informó, sus ojos seguían a los de Ki Bum, el dorso de su mano fotaba con suavidad su mejilla. El rubio sonrió y pronto sintió como las lágrimas volvían a aglomerarse en sus ojos—Yo te amo únicamente a ti, y ten por seguro que siempre será así—Juntó sus labios con los de Key en un roce superfial—Tú eres mi mariposa...—Susurró a escasos centímetros de su boca, los brazos del menor rodearon su cuello y una sonrisa hermosa, brillante, adornó su rostro de porcelana. Poco faltó para que volvieran a unirse en un dulce beso, en el que se trasmitían todos aquellos sentimientos que albergaban sus corazones.

 

Cuando una mariposa muere, pasa por una serie de etapas en las que se prepara para volver a la vida, en el mismo cuerpo, con la misma alma. Pierde sus memorias, pero no sus sentimientos. Esas vivencias olvidadas a veces nunca son encontradas, pero existen excepciones. Cuando la mariposa tiene un lazo especial con ese ser que ha borrado de su mente, puede suceder que, por medio de algún suceso o lugar antes visitado, todas aquellas memorias invadan su mente, haciéndole recordar lo que una vez fue, y lo que antes sintió, pero que aún a pesar de todo, sigue sintiendo en su frágil y delicado corazón.


Fin.

Notas finales:

Gracias a todos aquellos que se tomaron la molestia de leer este one shot. 

 

@ChocoGaaDeLimon

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