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Notas del capitulo:

Comentario del Autora:
Es mi primer SiHan luego de muchisisismo tiempo, creo que sólo escribí un SiHan/Sichul antes pues nunca había hecho fics con HeeChul como protagonista. Pero me inspiré en la reciente noticia de que HeeChul cierra su Twitter. Llevaba varios deas deseando escribir algo con Hangeng y pensaba hacerlo Sihan pero bueno... HeeChul me inspiró haha. Espero les guste tanto como a mi ♥

d59; P r i v a c i d a d d59;




El mensaje seguía titilando en la pantalla de si Iphone que vibraba anunciándolo, pero HeeChul no tenía muchos ánimos de checarlo, desde la última vez que las fans más locas habían averiguado su número telefónico, había estado recibiendo incesantes mensajes y llamadas a su número privado.

Privado…

Cuanto tiempo hacía que, esa palabra había dejado de tener significado para él. Suspiró dejando caer su cabeza sobre el brazo izquierdo y su cabello antes muy largo ahora sólo alcanzaba a resbalar por una parte de su frente, inclinándose con el ángulo de su cabeza. Soltó un bufido, había tenido que cerrar su cuenta de twitter, algo que nunca esperó que tendría que hacer. Las fans deseaban más contacto con sus ídolos y cuando abría su corazón y expresaba sus opiniones en su twitter, lo único que recibía era problemas.

Su cuenta de Twitter había llegado a ser una de las más leídas en todo Corea y había alcanzado una gran resonancia a nivel internacional, había visto mensajes en todos los idiomas y fans de todos los colores y razas, aquello le había llenado de orgullo y felicidad, sin embargo, esa felicidad había durado poco, pues pronto su twitter se había convertido en un medio por el cual esas fans que se conocían como Sasaeng lograban llegar a su paradero y le perseguían como verdaderas locas, inclusive en su servicio militar no encontraba paz.

El teléfono seguía vibrando insistentemente. ¿Sería una llamada importante? Se cuestionó en medio de su indignación, frunció la nariz y deslizó el brazo derecho hasta agarrar el móvil perezosamente. Los ojos de HeeChul se abrieron de par en par cuando leyeron el mensaje en la pantalla, el remitente era desconocido, de hecho era un número internacional, pero HeeChul supo al instante que era él.

“Lo siento mucho por tu cuenta de twitter Hyung… era mi único medio para saber sobre tu vida - Hangeng”

Se levantó de un salto y se quedó mirando la pantalla, releyendo el mensaje una y otra vez. Llevaban años sin hablarse, su corazón latió muy rápido, como el de un perro que viene corriendo tras de un taxi. Una confusión de felicidad y rabia se mezcló dentro de su pecho apretándose y amenazando con salir en una explosión de maldiciones y palabras incoherentes.

Suspiró y luego de minutos de vacilación, decidió contestar el mensaje.

“¡Tu! ¡Chino tonto deja de espiarme en Twitter!” Le escribió dejando huellas dactilares húmedas sobre la pantalla, estaba a punto de presionar el botón de enviar cuando agregó “… Hay otras formas… de enterarse de mi vida… ¿Sabes?”. Envió el mensaje cy se quedó viendo la pantalla como un tonto. Hangeng le había hablado después de tanto tiempo. No podía creerlo, caminó por la habitación con expresión pensativa, hasta que el móvil volvió a vibrar.

“Estoy en Seoul” Aparecía allí como respuesta y luego ponía “Escapemos”

HeeChul parpadeó y se dejó caer sobre su cama sin soltar el móvil de las manos, las palabras de Hangeng no podían significar otra cosa que , encontrarse en el viejo bosque cercano a la torre de Seoul. Cuando eran más jóvenes y no se imaginaban tan siquiera la fama que obtendrían como ídolos, solían ir ese bosque para descansar y olvidar un poco el estrés ocasionado con las duras prácticas como trainee. Ahora después de tanto tiempo, Hangeng le pedía que acudiera a ese lugar.

Con expresión nerviosa, salió de la habitación, el apartamento estaba vacío, ese fin de semana no había tenido servicio militar así que había regresado a casa para relajarse. Eran casi las 9 de la noche y no tenía ningún plan aparte de dormir. Decidió que, aunque era una locura y aunque no estaba del todo seguro de que Hangeng hubiese querido decir lo que el pensaba que había dicho, no perdía nada con ir a ese lugar.

Media hora después, HeeChul iba conduciendo su auto rojo oscuro, usaba una ropa nada llamativa, de hecho uno podría pensar que no se trataba del estilo de la ‘Diva’ de Super Junior como algunos le habían llamado alguna vez, pero en ese momento lo menos que quería era llamar la atención de alguna fan que decidiera seguirlo y pusiera en peligro su vida con una persecución absurda en las carreteras. A este punto, la cabeza le palpitaba por la cien, como si el corazón se le hubiese subido allí y estuviera a punto de romperle la piel. Las manos le sudaban mientras sostenía el volante y su respiración inclusive se sentía agitada.

Chino tonto – Murmuró llegando al lugar, la torre de Soul se veía fantasmal en la oscuridad de esa noche de verano, el viento afuera era un poco más frío de lo normal para las fechas y la silueta oscura y solitaria de la torre que de día se abarrotaba de turistas, ahora lucía triste y abandonada. HeeChul bajó de su auto, luego de cerciorarse que no había nadie más por el lugar, caminó por la pequeña plazoleta que quedaba frente a la torre y torció a la izquierda para adentrarse en el bosque.

Cruzó la cerca que prevenía a los turistas de entrar en esa zona, ignorando el aviso de ‘Peligro, zona prohibida’ y pronto sus zapatos deportivos negros pisaron hojas secas que crujieron débilmente por la presión. Caminó por lo que pareció una eternidad por un sendero olvidado por el tiempo, retirando ramas que se cruzaban en su camino, guiándose sólo por la presencia de la luna sobre su cabeza. Conocía ese camino de memoria pues había recurrido allí durante muchos años y aún en la oscuridad, le resultaba relativamente sencillo orientarse. A lo lejos una lechuza ululó observándole desde una rama con sus enormes ojos amarillos, un perro ladró a lo lejos y HeeChul sintió un escalofrío recorrerle por la espalda.

¿Qué demonios estoy haciendo?
Saliendo en medio de la noche sin pensar en las consecuencias, exponerse a ser visto y perseguido por un lugar público y peor aún, meterse a un bosque en la noche ignorando los peligros que allí podían haber. ¿Cómo es que había terminado en ese lugar?

Hangeng, más te vale que estés aquí… de lo contrario… - Murmuró en la oscuridad.

¿De lo contrario que harás? – Una voz le contestó desde la oscuridad, HeeChul se quedó muy quieto sin atreverse a girar, ese acento Coreano lo conocía demasiado bien.

Tragó saliva y se giró luego de unos segundos de vacilación y entonces una figura emergió de las sombras, lentamente el cabello rubio casi blanco se vislumbró, bañado tenuemente por la pálida luz de la luna. El rostro de Hangeng emergió de la oscuridad con una sonrisa.

- Viniste… - Murmuró el Chino no muy seguro de que debía hacer a continuación, pero como era costumbre fue HeeChul quien tomó la iniciativa y se abalanzó sobre él, propinándole un buen golpe en la mejilla con su puño cerrado.

Hangeng no tuvo tiempo de reaccionar, el golpe rápido y certero, derribó por el impulso que traía y quedó recostado contra la corteza de un abedul. Se llevó una mano a la mejilla lacerada y volvió a sonreír a pesar del dolor.

- No has cambiado nada – Exclamó palpándose la piel hinchada – Kim HeeChul –

- Y tú… tú… - Iba a responder con algo inteligente, pero se le atragantaron las palabras, calló de rodillas al lado del árbol con las manos empuñadas sobre las rodillas – Tu… siempre me haces enojar –

- También estoy feliz de verde – Agregó Hangeng y paseó una mano cariñosa por el cabello del otro, acariciándolo levemente con los dedos – Gracias por venir –

HeeChul suspiró. No era su estilo ir pidiendo disculpas y pocas veces en la vida lo había hecho, pero la ocasión lo ameritaba, así que relajó los hombros y dejó que una sonrisa invadiera sus labios – Lo siento por el golpe – Hangeng sólo se encogió de hombros dando a entender que no le importaba - ¿Pero que haces aquí? ¿Cómo es que viniste a Corea? ¿Por qué demonios no me habías llamado antes? –

- Son muchas preguntas – Exclamó Hangeng – Quizás debamos dar un paseo… como en los viejos tiempos – Agregó poniéndose de pie y tendiéndole la mano a su compañero para ayudarle. HeeChul se puso de pie y comenzaron a caminar por el bosquecillo oscuro.

- Tardé demasiado en tomar esta decisión… pero, quise hacerlo desde el primer momento en que dejé Corea – Comenzó Hangeng luego de caminar por unos minutos en silencio – Eres mi mejor amigo… no debí haberme marchado en silencio – Explicó.

- Intentaste explicarme pero yo… no quise escucharte – Agregó HeeChul, recordando como había borrado todos los mensajes de texto de Hangeng y había apagado el móvil para que este no pudiera comunicarse – Estaba muy molesto… y triste – Agregó, hasta el día de su partida HeeChul no había querido hablar con el Chino y este tuvo que regresar a su país de origen sin una despedida apropiada.

- Éramos más jóvenes y tontos – Explicó Hangeng – Yo debí intentarlo con más esfuerzo, no debí haberme ido sin lograr que me escucharas, pero ya han pasado casi dos años… no puedo seguir así –

- ¿Seguir cómo? – Increpó HeeChul intrigado. Hangeng desvió su mirada al suelo y sus mejillas se encendieron levemente con un suave rubor.

- Te he extrañado todo este tiempo… hay tantas cosas que quise decirte y no pude - Comentó el Chino – Quería saber cómo estabas y… por eso seguía tu cuenta de twitter – Agregó aún con la mirada en el piso – Espero que... puedas perdonar… -

HeeChul le interrumpió inmediatamente evitando que terminara la palabra.

- No hay nada que perdonar… te fuiste porque buscabas lo mejor para ti – Exclamó el Coreano – No es tu culpa –

- No me refiero a eso… - Continuó Hangeng – Me refiero… a no haber insistido más aquel día y haberme ido sin hablar, sin explicarte –

- Bueno… ahora tenemos mucho tiempo – Comentó HeeChul con una sonrisa – Tenemos toda la noche ¿Sabes? Más te vale tener una buena razón – Agregó en un tono de regaño fingido.

- ¿Y si cocino para ti y te invito a unas cervezas? – Propuso Hangeng pasándole el brazo por el hombro en un abrazo amistoso pero algo incómodo y tímido – Podemos ir al hotel en el que me estoy quedando – HeeChul lo pensó por unos instantes.

- No… quedémonos un rato más aquí, este lugar me trae buenos recuerdos – Explicó y ambos se quedaron en silencio como absortos en tiempos mejores, a este punto HeeChul no pensaba en lo que iba a pasar después en donde dormiría esa noche por ejemplo, esa era la menor de sus preocupaciones, ahora sólo quería compartir ese momento con Hangeng, un amigo que no veía hacía mucho tiempo y que creía haber perdido.

Parecía como si el tiempo se hubiese detenido y estuviese regresando al pasado en un vórtice vertiginoso, los sentimientos de antaño regresaban a él ávidos y tan intensos como lo habían sido, era como si, todo hubiese estado allí guardado en una prisión en su mente, esperando el momento de volver a verle para salir a luz y quedar libres de nuevo.

Había tantas cosas que quería decir, había tanto por escuchar…

Lentamente caminaron por el bosque sin rumbo fijo, uno al lado del otro, como siempre debió ser.

FIN.

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