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El vecino de al lado por Korone Lobstar

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Notas del fanfic:

Eiichiro Oda es el todopoderoso creador de One piece y sus personajes. No me lucro para nada escribiendo fics.

Notas del capitulo:

Poco que decir, soy mas de que lo leáis y no os moleste. Disfrutad ^^

-¿Lo has cogido todo?

-Sí, lo tengo todo en las maletas.

-¿Estás seguro? ¿Has metido el cepillo de dientes?

-Sí.

-¿Y tu cartilla del médico?

-Sí.

-¿Y has cogido…

-Joder Makino, ya te he dicho a todo que sí.

Eustass Kid era realmente una persona con muy malas pulgas. La mayoría de las personas del orfanato le tenían un miedo terrible. Pero Makino no era el caso. Ella le adoraba, porque prácticamente le había criado ella.

Por fin, después de haber estado ahorrando todos estos años, podría empezar a estudiar en la facultad de ingeniería mecánica de la universidad de Sabaody. Cuando acabó el instituto no tuvo más remedio que ponerse a trabajar para ahorrar. Las matrículas de la universidad no eran precisamente baratas.

Después de todo ese tiempo, a sus 22 años, iba a empezar una nueva vida. Había alquilado un apartamento a unos 15 minutos andando del campus. La verdad es que eso poco le importaba, porque podía ir en moto cuando quisiera. Fue lo primero que se auto regaló cuando cumplió 20 con su sueldo. Estaba muy orgulloso de ella, era como un símbolo de su esfuerzo después de tantas horas trabajadas en la ferretería. A parte, se había encargado personalmente de retocarla y darle ciertos detalles que advirtiera a la gente que el dueño no era alguien con quien querer meterse.

El taxi estaba esperando a las puertas del edificio que le había visto crecer. Se limitaba a pensar que había sido un paso más en su vida, restándole peso, pero en alguna parte muy profunda de su ser, no podía negar que iba a echar de menos a ciertas personas. Como Makino, la chica encargada de su planta del orfanato, o la directora, Curly Dadan. Era como una madre para todos los huérfanos, pero se empeñaba en fingir que les importaba una mierda. A pesar de tener 22, desde los 18 se le permitió vivir en el hospicio a cambio de un alquiler, que pagaba gustoso. No le hacía mucha gracia tener que ponerse a buscar un piso antes de la facultad, y menos un compañero con el que repartir el alquiler. 

Era Septiembre, Kid llevaba una camiseta de manga corta, dado que aún hacía calor, que marcaba sus más que definidos músculos. Mañana era su primer día como universitario y tenía que llegar antes de la hora de comer para poder acomodarse en su nueva vivienda, y así tener todo los preparativos listos. El taxista pitó con la bocina repetidas veces, indicando que se diera prisa.

Makino y Kid se miraron. La chica de pelo verdoso, aguantando las lágrimas, miraba fijamente a ese tornado de furia pelirrojo que conoció cuando aún tenía tres años.

-No me mires así, Makino, es bochornoso.

-No vas a cambiar, ¿verdad?- una sonrisa tenue se dibujó en sus labios.

El taxista volvió a pitar. Suspirando, metió todas sus pertenencias en el maletero del vehículo.

-Me cago en la puta ostia, he dicho que ya voy.

La chica sonrió, y sin dejar que a Kid le diera tiempo a reaccionar, lo abrazó cariñosamente.

-Ten mucho cuidado, Kid, y disfruta. Ahora eres universitario.

El chico se sonrojó levemente,  abochornado.

-Bueno, ya está, suéltame de una vez- Fingió molestia y la separó de su torso con suavidad.

-E intenta no meterte en muchos líos, ¿sí?

Kid le dedicó una sonrisa de autosuficiencia. Makino sabía que estaba pidiendo peras al olmo  y no pudo evitar reírse. Con un gesto de cabeza, a modo de despedida, el pelirrojo se metió en el asiento del copiloto del taxi. El conductor arrancó y se dirigió a la dirección que la chica le había dado.

La pobre no podía esta vez evitar las lágrimas, viendo cómo se alejaba el coche. Con mucha pena, se metió de nuevo dentro del gran hall del orfanato. Sentada sobre las escaleras, Dadan se fumaba un cigarrillo leyendo unas cartas que acababan de llegar; la mayoría eran facturas del agua, de la luz…

-Ya se ha ido, Dadan.

-¿Huh? ¡Y a mí que me cuentas! ¡Díselo a alguien que le importe!-miraba distraída las cartas.

Makino la dio la espalda sonriendo, dirigiéndose hacia el patio donde los huérfanos más pequeños disfrutaban de la arena y los columpios.

-Por cierto, antes de irse, me dijo que te diera un mensaje.

Dadan dejó de ojear el correo para mirar a la chica. Esta se volteó y la regaló uno de sus característicos guiños cariñosos.

-“Dile a Dadan que gracias por no haberme echado a la calle después de todos los líos en los que la metí”.

Dicho esto, prosiguió su camino y Dadan comenzó a llorar desconsoladamente.

-¡Y a mí qué! ¡Ese chico es idiota! ¡Si fuera por mí ya le habría mandado a la calle antes! ¡Maldito sea ese criajo! -  gritaba entre sollozos.

.     .     .     .     .

El taxi aparcó frente a un gran bloque de pisos. La fachada estaba bastante nueva, así que el edificio no podía ser muy viejo. El conductor le ayudó a bajar algunas maletas y, acto seguido, se marchó perdiéndose entre las calles de la ciudad. Arrastró su exagerada cantidad de  pertenencias cerca de la escalera que daba al bloque. Aburrido, sacó su móvil como distracción. Pero no le duró mucho. El ruido de una moto le hizo alzar la vista. Sonrió. Conocía perfectamente ese ruido. Música para sus oídos.

Killer aparcó muy cerca de su amigo y se quitó el casco, lanzándole las llaves al pelirrojo.

-Como le hayas hecho un solo rasguño voy a partirte la cara.

-Si la hubiera hecho un rasguño no te la habría traído-el rubio sonrió-Qué, ¿Entretenido?

Kid guardó el móvil en el bolsillo de su pantalón negro. Se levantó y cogió la mitad de sus cosas, mientras el rubio llamaba al ascensor y cogía el resto. Una vez todo colocado dentro como si fuera el tetris, presionaron el 1 y subieron a la primera planta.

Caminaron por los pasillos hasta llegar, finalmente, a una puerta que tenía un letrero que ponía “1º G”.

El pelirrojo sacó como pudo de sus bolsillos las llaves y abrió la puerta. Ambos entraron dentro, dejando todo en mitad del salón.

-Vaya, no está mal – El rubio se paseó por la sala y se metió por el pasillo ojeando las habitaciones que tenía – Nada mal.

No era la gran cosa, para qué engañarse. Era un piso la mar de sencillo, bastante pequeño, pero lo suficiente para un estudiante. El salón era la primera habitación de todas, donde podía verse en una esquina una cocina americana. A su lado salía un pasillo que llevaba a dos dormitorios, un baño y una habitación que parecía que hacía de trastero. Al final del pasillo, una gran ventana que daba al patio común del bloque.

Ambos amigos se tiraron sobre el sofá, suspirando al unísono. Pero Kid no tardó en tirarse al suelo y abrir todas las maletas y mochilas que traía.

-¿Te vas a poner ya a colocar?

-Cuanto antes acabe, antes puedo tocarme los cojones.

Killer se levantó del sofá y cogió una de las bolsas que había sobre la alfombra. Estaba llena de comida, y sobre todo de cerveza. Se dirigió a la nevera de la cocina y comenzó a meterlo todo con un debido orden.

-Es una lástima, no podrás tomarte una cerveza fría hasta dentro de un buen rato – rió su amigo – Están ardiendo.

A modo de contestación lo único que recibió fue un gruñido. Sin mediar palabra, el mayor se sentó a su lado y le ayudó a sacar todas sus cosas. No pudo evitar reírse cuando abrió una de las bolsas de aseo y se encontró con un lápiz de ojos negros y un pintalabios de color granate.

-Que te jodan – se los quitó de la mano y los volvió a guardar en su sitio, aguantando la sonrisa burlona de su amigo.

El pelirrojo miró el reloj que había colgado en la pared de la cocina. Era horrible, ya se encargaría de comprar uno nuevo.

-Será mejor que comamos algo, son las 3 de la tarde.

Killer asintió, y se levantaron de la alfombra para dirigirse a la cocina. Unos buenos bocatas  y tendrían más que suficiente. Se pasaron toda la hora que estuvieron comiendo hablando sobre la universidad y sobre la ferretería donde ambos trabajaban.

-Me ha dicho el jefe que hoy no hace falta que te pases a trabajar, que te tomes un descanso para tener las pilas cargadas para mañana.

-¿Estás seguro? No me importa pasarme y echar una mano.

-De verdad, Kid, tómatelo con calma. Mañana ya tendrás tiempo para venir a currar. Anda – Le dio unos golpecitos en la espalda amistosamente.

Dicho eso, Killer se levantó de la mesa donde habían comido, y se dirigió hacia la puerta del piso. Antes de salir, se giró para mirar al menor.

-Esta noche puedo pasarme por el restaurante chino y traer algo para cenar, ¿Qué te parece?

-Genial – se limitó a sonreír, recogiendo las latas vacías de cerveza.

Con un gesto de la mano, Killer se marchó a la tienda. Con un suspiro, miró agotado a todas las cosas que estaban encima de la alfombra. “Joder”, pensó, iba a pasarse toda la puta tarde colocando las cosas que estaban tiradas por el salón. Con un caminar pesado, se puso a su tarea. Kid odiaba hacer este tipo de cosas, y más ahora, en un piso nuevo, donde no sabía dónde podía poner sus pertenencias, y si cabrían todas. La ropa fue lo primero que colocó. Fácil, sólo tenía que meterlo en el armario. Pero la cosa se complicó con lo demás. Frustrado, se dirigió al baño para guardar todo lo que tenía en la bolsa de aseo en el pequeño armario que había debajo del lavabo. Gruñó cuando intentó abrir. Quiero decir que lo intentó porque las puertas estaban atascadas. De un tirón logró desencajar una de  ellas. Lo malo es que se había quedado con ella en la mano. Furioso, lanzó la puerta contra la pared del pasillo, haciéndola añicos.

Así se pasó toda la tarde, de habitación en habitación colocando. De vez en cuando se le escapaba algún insulto cuando los cajones se atascaban o se le caían las cosas, o simplemente no le cabían.

Las horas pasaron, y por fin había terminado. Se sentó derrotado sobre el sofá, mirando distraídamente al techo. Mañana empezaba la universidad. Por fin. Solo el pensarlo hacía que se le dibujara una sonrisa de satisfacción. Había estado esperando este momento, estudiar algo que realmente le gustaba. Y, si se esforzaba mucho, quién sabe, a lo mejor le daban una beca al curso siguiente, cosa que no le vendría nada mal.

Salió de su ensimismamiento cuando oyó sonar el timbre. Volvió a mirar el reloj. Las 8 y media.

-Vaya, hoy sí que ha salido pronto de la tienda.

Con paso firme se dirigió a la puerta  y la abrió. Cuál fue su sorpresa cuando vio que allí no había rastro de Killer. En su lugar, frente a él, había un chaval mucho más bajito, con el pelo negro alborotado y la cara más infantil que había visto en su vida.

-¡Hola! – El chico sonrió.

De repente cerró la puerta frente a sus narices. Kid se giró y se fue a tumbar de nuevo al sofá.

El timbre volvió a sonar. Pasó olímpicamente de él. Pero el muchacho parecía decidido a tocarle los cojones, así que se puso a llamar al timbre sin parar. Se acercó a la puerta a grandes zancadas y la abrió de golpe, furioso.

-¿POR QUÉ NO TE METES EL DEDO EN EL CULO EN VEZ DE LLAMAR AL PUTO TIMBRE?

-¡Hola! Shishishishishi –El chico se limitó a sonreír todo lo que pudo.

Kid, incrédulo, se pasó una mano por su rostro, masajeándose con los dedos la vena que se le había hinchado en cuestión de segundos. Viendo que su nuevo vecino no estaba muy dispuesto a saludarle de vuelta, volvió a hablar.

-Me llamo Luffy, soy tu vecino del 1ºF, vivo justo ahí – señaló la puerta a la izquierda en el pasillo -  ¿No es genial? – sonrió ampliamente.

-No.

El moreno le ofreció la mano para estrechársela, a lo que Kid hizo caso omiso.

-¡Estoy seguro que nos vamos a llevar muy bien!

-No lo creo.

Se creó una atmósfera incómoda entre ambos. El chico no paraba de mirarle con esa cara risueña, con esa sonrisa que parecía que se le iba a salir de la cara. ¿Acaso era tonto?

-Bueno, como veo que no quieres nada más, adiós.

-¡Espera!

Antes de que Kid pudiera cerrar la puerta, Luffy se coló dentro de su piso.

-Vaaaaaaaaaaaaya, así que vives aquí, ¿Eh? ¡Lo tienes muy bonito! ¡Shishishishi!

-Lo tengo exactamente igual que el tuyo. Todos los pisos del bloque son iguales, gilipollas.

-¿Ah, sí? – Preguntó inocentemente – Nosotros no lo tenemos asi. Tenemos las paredes de otro color, y…

Kid desconectó su cerebro un rato sólo por no oírlo. ¿Cómo podía existir alguien tan pesado en la faz de la Tierra? Parecía que no cogía las indirectas. Pero el pelirrojo haría lo que fuera necesario para que lo captara.

Mientras el chico seguía hablando, lo interrumpió cogiéndolo de la pechera. Éste se revolvió en sus brazos, pero no lo suficiente para librarse de esas manos tan fuertes. A grandes zancadas, Kid abrió la puerta que daba a la calle y lo lanzó al pasillo del exterior, estampándole contra la barandilla.

-¡Au! ¡Eso ha dolido! – se quejó el moreno, incorporándose lentamente.

Antes de que pudiera seguir replicando, Kid cerró la puerta de un golpazo. A paso apresurado, se sentó de muy mala leche sobre el sofá y encendió la tele con el mando a distancia.

Unos golpes llegaron a sus oídos. Provenían de la puerta.

-¡Espera! ¿Puedo quedarme un rato en tu casa?

No daba crédito a sus oídos. Realmente ese criajo quería que le partiera la boca. Decidió ignorarle, haciendo acopio de la poca paciencia que le quedaba.

-Es que…- se oyó un suspiro a través de la pieza de madera blanca – he perdido las llaves de mi piso, y no puedo entrar.

Tumbándose en el sofá, subió todo lo que pudo el volumen de la televisión. Vaya día de mierda que llevaba.

Una hora más tarde, una camioneta azul aparcó frente a su bloque. Killer se bajó del asiento del conductor, y subió por las escaleras, caminando por el pasillo. Iba leyendo los letreros para ver cuál era el de su amigo. Pero, justo antes de llegar, vio a lo lejos a un chico más bajito que él, de pelo negro, sentado en el suelo frente a la puerta de Kid, apoyando su espalda en la barandilla y con la cara entre las rodillas. Killer miró sorprendido al chaval, el cual alzó la cara para ver quién venía.

-Hola… - Suspiró el chico.

-Eh…hola, supongo.

Se quedaron unos segundos en silencio.

-¿Necesitas…algo?

-Bueno… - miró de refilón lo que llevaba en la mano - ¿¿Eso es comida del restaurante chino del centro?? – sus ojos estallaron en mil chiribitas.

Miró el causante del asombro en su mano durante unos instantes. Las bolsas llevaban dibujadas el logo del restaurante.

-Así es.

Llamó al timbre mientras observaba cómo el chaval bailaba emocionado en medio del pasillo. Decidió que no estaba muy cuerdo y prefirió dejarle solo otra vez en cuanto le abrieran.

Kid miró primero por la mirilla de la puerta, y abrió a continuación, aliviado de que no fuera otra vez ese chico repelente.

-Traigo la cena – el mayor sonrió.

-Killer, menos mal que has venido, ha aparecido antes un chaval que…

-¡¿LA CENA?!

Antes de que Kid se diera cuenta de nuevo, Luffy se coló esta vez entre sus piernas y se puso a corretear por el salón mientras cantaba una estúpida canción.

-OTRA VEZ TÚ. ESTA VEZ VOY A TIRARTE POR LAS ESCALERAS Y ME ASEGURARE DE QUE TE ROMPES EL CUELLO.

Killer sintió como una gotita de sudor recorrió su nuca viendo como Kid corría detrás del muchacho intentando, probablemente, darle una muerte dolorosa. Sin embargo el chaval parecía tomárselo como un juego. Suspirando, se puso en medio de los dos, deteniendo su carrera.

-¿Se puede saber qué demonios estáis haciendo?

Ambos empezaron a hablarle atropelladamente. Evidentemente, no lograba entender nada. Carraspeó un poco para que se callaran. Miró a su amigo.

-Este retrasado se me ha colado en casa con esta dos veces.

-¡Pero ya te dije que perdí las llaves de mi piso! ¡No puedo entrar! – puso un puchero que a cualquiera le habría enternecido, menos a Eustass Kid.

-ESE NO ES MI PROBLEMA –las venas de su frente volvieron a hincharse, lleno de rabia.

-¡Pero tengo hambre!

-MIRA, VOY A DARTE DE OST…

-Ya basta – el intermediario miró a Luffy - ¿Sois vecinos?

-¡Sí! – sonrió ampliamente - Me llamo Luffy – el chico alargó la mano buscando la del desconocido.

-Killer – le estrechó la mano, a lo que el moreno rió - ¿Has pensado en llamar a un cerrajero para que te abran la puerta?

-¿Eh? ¡Oh, no hace falta! ¡Estoy seguro que mi amigo volverá pronto y podré entrar! Shishishishi ~

-Entonces es una visita breve.  ¿Después de cenar te marcharas?

-¿QUE?

-¡Sí! ¡Lo prometo! – Luffy corrió hasta la mesa y cogió sitio como un rayo dándose por invitado.

-¡EH!

-Tranquilo Kid, en cuanto vuelva su compañero de piso le largas y punto. Es mejor esto, así al menos esta tranquilo, ¿no? Deberías ser más amable con tus vecinos.

-¡PERO…!

-¡Oe, chicos, que estáis haciendo! ¡Tengo hambre! – tarareó el moreno babeando.

-Vamos a cenar – Killer se acercó a la mesa y se sentó frente al chico, sacando toda la comida que había traído.

Kid, atónito, estaba plantado de pie donde le habían dejado con la palabra en la boca. Era su piso, sus normas. Entonces, ¿Qué cojones…?

-Si no te das prisa Luffy se lo va a comer todo.

-De eso nada, ¡suelta mi comida!

Kid se sentó en la mesa de muy mal humor y cogió de mala gana un paquete de cerdo agridulce. Al menos aún estaba caliente.

Aunque pudiera parecer increíble, la cena podía decirse que había sido normal. Killer no podía parar de sonreír con los funestos modales del chico sobre la mesa. Mira que los suyos y los de Kid no eran buenos, pero lo que estaba presenciando era muchísimo peor.  A parte de eso, Kid comenzó a relajarse a medida que comía. Luffy no paraba de hablar, pero dejando eso de lado, observó que era un chico bastante inocente y crédulo. Y muy valiente. Quizás, sólo quizás, Killer tenía razón y debería dar una oportunidad al chaval. Al fin y al cabo iban a verse muchas veces durante su estancia allí. La conversación entonces cambió totalmente de tema y el moreno puso a contarle todas sus anécdotas de las peleas en las que se había metido, gesticulando mucho y moviendo las manos y los brazos sin parar. Killer le observaba divertido.

-Y entonces, cogí a ese idiota y le di un puñetazo que…oh.

Un móvil empezó a sonar. Luffy sacó rápidamente del bolsillo de sus bermudas vaqueras el aparato en cuestión y descolgó.

-¡Hola Torao! Shishishishi – hizo una pausa – Lo siento, perdí las llaves… ¡Pero estoy cenando en casa del vecino nuevo! … ¡Si, vale, perdón!

Entonces el chico colgó. Antes de que les diera tiempo a preguntarle quién le había llamado, el timbre sonó. Kid y Killer se miraron. El primero se levantó de la silla y fue a abrir la puerta. Lo primero en que se fijó fueron en unos ojos grises que, descaradamente, le miraron de arriba abajo. El chico moreno que tenía delante sonrió. Tenía el pelo negro ligeramente alborotado, con patillas y una perilla que, junto con esas ojeras tan marcadas, le daban un aspecto de dejadez. En cada oreja tenía dos aros de oro, y lucía unos tatuajes que le daban un toque diferente.

-Perdón por las molestias, ¿has visto a un tornado de pelo negro por aquí?

Kid se quedó unos segundos callado, y luego sonrió. El chico que tenía en frente estaba realmente bueno. “Quizás Killer tenga razón, y llevarme bien con mis vecinos sea buena idea”.

-¡Torao! – dicho tornado corrió hacia su compañero de piso, el cual le lanzó una mirada asesina.

-Has vuelto a perder las llaves. Estoy harto de tener que hacer copias de las mías constantemente.

-Lo siento… - El chico puso un puchero que a cualquiera hubiera derretido.

Luffy salió fuera, con una cara muy larga.

-Siento los problemas que os haya podido causar, nos vamos ya…

-…Eustass Kid.

-Trafalgar Law. Pues nos vamos, ha sido un placer, Eustass-ya.

El chico moreno se giró y, junto con Luffy, se metió en su piso. Kid volvió a meterse dentro del suyo, con una sonrisa totalmente lasciva. Killer, que estaba sentado aún en la mesa, había observado el numerito y seguía comiendo sus tallarines.

-Parece que ya se han ido.

-Si – El pelirrojo se sentó al lado de su amigo.

Prefirió callarse todos los comentarios obscenos que pasaban por su cabeza sobre el vecino que acababa de conocer. Después de que el rubio terminara de cenar, recogieron un poco y se fue a su casa. Kid se metió en el dormitorio, se tiró sobre su ahora nueva cama y se puso el despertador. Ojalá Luffy perdiera constantemente las llaves, así podría ver a Trafalgar y a su bonito trasero cada vez que fuera a recogerle.  

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero que os haya gustado. Reviews? :D


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