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Bloody Desire por Gaara_Uchiha

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Notas del fanfic:

Este one-shot lo hice para mi novia, ella ama el Mixian así que después de que me insistiera tanto, por fin terminé su ansiado fic con su pareja amorfa

 

Espero que les guste.

Notas del capitulo:

Bien, Lind, esto es para ti, disfrútalo~

 

Seúl, Corea del Sur, 11: 37 p.m. El cielo estaba oscuro, apenas se podían ver las pocas y brillantes estrellas que adornaban el firmamento esa noche. Una gruesa capa de neblina cubría todo a su paso, haciendo que los pocos transeúntes que rondabas por aquellas frías calles, tuviesen problemas para ver lo que la mayoría de las cosas que les rodeaban.

 

Había sido un monótono día en la aburrida vida de Cho Kyu Hyun, un joven universitario cuyas aspiraciones de un futuro no muy lejano no eran otras sino terminar su tediosa carrera de contaduría pública, trabajar en la empresa de su padre, conocer a una bonita mujer muy bien dotada y tener dos hijos, quizá tres, quienes heredarían su mal carácter y su obsesiva afición por los videojuegos.  Por esas y muchas más razones, en esa noche de domingo poco particular y para nada fuera de lo normal, el castaño alto de inexpresivas facciones en su rostro, se hallaba caminando a paso lento, casi arrastrando los pies, por la acera de esa casi deshabitada calle. Estaba de más decir que al día siguiente tendría que volver a pisar el perlado suelo de linóleo perteneciente al centro universitario al que asistía, aunque él no tuviese ninguna intensión de hacerlo, porque de igual forma, su madre se colaría a su habitación forzando la cerradura que siempre se esforzaba en mantener con llave, y le arrebataría las sábanas y edredones de encima, obligándolo sin darle tiempo siquiera de murmurar algún reproche, a presentarse en el instituto.

 

Sus pasos eran lentos en exceso, podría incluso parecer que no se esforzaba en tener coordinación a la hora de mover sus piernas una después de la otra. Mantenía sus manos escondidas en los bolsillos de la chaqueta gruesa de color café oscuro que traía puesta, su rostro estaba inclinado, miraba el suelo como si fuese lo más maravilloso y llamativo en todo el mundo, aunque para ser sinceros, no es como si podría llegar a ver algo si miraba hacia el frente porque la niebla le obstruiría la visión de todas formas.

 

Sumido en sus vagos e incoherentes pensamientos, por un momento tuvo esa extraña sensación de que alguien le observaba, sin embargo optó por la idea de no prestarle atención a aquello, no es como si en esa parte de la ciudad el crimen y vandalismo fuese algo de todos los días, no tenía nada de que preocuparse ¿Verdad?. Pero un horrible escalofrío le recorrió el cuerpo entero cuando creyó sentir un susurro en su oído. Miró hacia los lados de reojo y un suspiro salió de su boca, uno suave, que se mezcló con la espesa bruma. Continuó con su andar lento, intentando pensar en otra cosa que no fuese la absurda idea de que alguien le seguía.

 

La reacción de su cuerpo al sentir un aire caliente sobre su oreja, no fue otra que un temblor difícil de disimular. Mordió su labio inferior con algo de fuerza y con temor, giró lentamente su rostro, al igual que su cuerpo segundos después, pero no se encontró nada fuera de lo normal a sus espaldas, todo estaba tranquilo y desierto, como era costumbre a esas horas de la noche. Dejó que de su boca salieran un par de suspiros de alivio, su corazón latía con fuerza, tanta que podía escuchar su palpitación. Tragó saliva dificultosamente y llevó una de sus manos a su pecho, justo en la zona en la que debería estar ese órgano que en ese momento sentía tan acelerado. Apretó la tela de su chaqueta entre sus dedos y la palma de su mano y negó con la cabeza suave y lentamente, convenciéndose a sí mismo de que nada malo iba a pasarle.Giró su rostro aún con el miedo carcomiendo todo su ser, entonces dio un respingo y emitió un grito ahogado  debido a que, ahí frente a él, se encontraba una silueta oscura, la cual pudo divisar como masculina y alta.



— ¿Q-quién...? —Apenas pudo articular una sola palabra, sus labios temblaban y su voz había salido entrecortada. Una vez más, tragó saliva, sintiendo un nudo en su garganta y una extraña sensación en la boca de su estómago. La figura frente a él, dio un paso hacia adelante, haciendo que su pánico aumentara aún más.

 

—Cho Kyu Hyun...—La voz de ese misterioso ser le había hecho estremecerse por completo—Tú tienes algo que yo quiero...—El castaño estaba seguro de que había escuchado una risa traviesa proveniente de aquel hombre justo después de pronunciar esas palabras—Tu cuerpo...—¿Estaba delirando o acaso sus oídos no le estaban engañando? No solo creía haber escuchado mal, sino que estaba más que seguro de que el tono de voz del hombre que le hablaba se había tornado más grueso, áspero y un tanto aterrador.

 

— ¿Quién eres tú? —Se armó del valor que en ese momento carecía y preguntó aquello, entonces pudo percatarse de cómo ese cuerpo que estaba segundos antes entre las sombras, se dejaba ver, mostrando a lo que ciertamente era un hombre, uno de piel pálida y cabellos negros, quien se acercaba cada vez más Cho y este no tenía las fuerzas suficientes para retroceder y alejarse.

 

— ¿Me lo darás? —El hombre parecía no estarle prestando atención y eso le disgustaba de sobremanera, si había algo que odiara, era que le ignoraran, pero bajo esas condiciones, no sabía si estaría bien molestarse o no—Cho Kyu Hyun...—Su nombre pronunciado por aquel extraño, le causaba múltiples escalofríos, algo le decía que tenía que correr, correr lejos, huir, no sin embargo sus piernas no le respondían—Te he estado observando...—De un momento a otro, el más alto estaba a escasos centímetros de su cuerpo, que tiritaba sin cesar, sonriéndole de una forma tan siniestra que hizo al menor desear morirse ahí mismo.

 

—P-primero dime quién eres...—Kyu Hyun supo que había cometido un error, que había metido la pata en cuanto vio una curvatura torcida y un tanto macabra a su parecer, en los labios del pelinegro.  Ahora caía en cuenta de que le había dado a entender a ese sujeto que sí le daría lo que él quería.

 

—Eso no es importante, pero si tanto insistes...—El castaño tuvo que parpadear un par de veces debido a que de un momento a otro, sin que él se diera cuenta, tenía al misterioso hombre a escasos centímetros de su cuerpo—Dime Zhou Mi—El tono de su voz le pareció tan tétrico que un ligero temblor atacó su cuerpo, a lo que Zhou Mi rió.

 

—Bien... Zhou Mi, ¿Qué es lo que quieres? —La altanería era algo que desbordaba por cada uno de los poros de su cuerpo, el aludido se limitó a arquear una ceja.

 

—Creo yo que eso ya te lo he dicho... Y tú has aceptado con la condición de saber quién era... Así que...—En menos de una décima de segundo, había aprisionado una de las muñecas del más bajo, apretándola con fuerza al mismo tiempo que lo atraía hacia su cuerpo—Ahora eres mío—Su mano libre, la derecha, se paseo por el níveo cuello del joven Cho, quien se sobresaltó al sentir esos fríos dedos rozar su piel.

 

— ¿Acaso te has vuelto loco o qué? —Aunque su voz ya no sonaba entrecortada, eso no quería decir que no estuviese muriendo de miedo en ese momento, es solo que simplemente su forma de ser no le permitía quedarse callado por mucho tiempo. Ese hombre acababa de aparecer frente a él, no le conocía en lo más mínimo y este ya lo estaba reclamando como suyo ¡Había enloquecido! Eso era lo más lógico. Sin embargo, estaba tan cerca que le hacía perder la razón, y eso le asustaba de una manera inimaginable. A ese nivel de cercanía en el que podía sentir el frío aire que salía de su boca, era capaz de apreciar cada una de las facciones que poseía el rostro de aquel hombre aparentemente joven: su nariz, su boca la cual poseía rosados labios, su mentón y por supuesto, esos ojos oscuros que mostraban un extraño brillo en ellos; esas cosas que podían ser insignificantes, pero que lo habían dejado anonadado. No era necesario contestar esa pregunta, quizá la respuesta era más que obvia, solo  bastaba con mirar por un segundo el rostro del de cabellos negros. No se había percatado de que en menos de un par de minutos en los cuales el silencio reinaba, se había abstraído de todo lo que lo rodeaba, mirando únicamente el rostro del más alto, quien se mantenía con el mismo semblante y en la misma posición. Pronto su vista comenzó a nublarse y su cuerpo a debilitarse, después... todo se volvió negro.

 

Sus ojos se abrieron con pesadez y cuando logró acostumbrarse a la apenas tenue luz que alumbraba a su alrededor, se dio cuenta de dónde se encontraba: era una pequeña habitación cuyas paredes estaban teñidas de gris y blanco, se veía algo vieja y deshabitada puesto que sus paredes estaban gastadas y habían pequeñas capas de polvo en uno que otro lado. Él estaba sobre una cama. Intentó levantarse, apoyando los codos sobre el colchón, pero no contaba con que un intenso dolor de cabeza le atacara, haciéndole gruñir en forma de queja. Pasó un par de dedos por su sien y dio suaves masajes, mientras mantenía sus ojos cerrados con fuerza.

 

—Al fin despiertas—Esa frase tan típica de las películas le había echo dar un respingo, para luego rotar su vista hacia todos lados, buscando al dueño de esa voz puesto que sabía quién era, pero no lo encontraba—Aquí estoy—Casi tuvo un paro cardíaco, Zhou Mi había aparecido frente a la cama cuando dijo lo último, Kyu Hyun se llevó  la mano con la que masajeaba su sien, a su corazón. Respiraba agitado, eso le había asustado muchísimo.



— ¿En dónde estamos...? —Preguntó mirando con temor al de cabello oscuro. Estaba aturdido y no tenía idea de qué había pasado. Rápidamente miró su cuerpo, aliviándose al instante por encontrarse con que toda su ropa estaba en su sitio correspondiente.

 

—No te emociones demasiado...—El murmullo proveniente del alto le hizo verlo rápidamente, percatándose de que con la gracia de un felino, se subía a la cama, gateando hacia él hasta hacer que quedara una vez más recostado sobre el colchón—Que no durarás mucho tiempo con la ropa encima—Dijo y el castaño tragó saliva, mirando hacia los lados con la única intención de no mirar esos oscuros ojos que le observaban con tanta fijeza— ¿Nadie te ha enseñado que es de mala educación no mirar a quien te habla? —El tono que usaba para hablarle era irónico, y aunque en otras circunstancias el castaño se hubiese molestado de sobremanera, esa había sido la excepción. Tenïa miedo, demasiado, y era esa la razón por la que no había dicho nada en respuesta a la interrogativa del hombre que se encontraba sobre él. El pelinegro tomó con brusquedad el mentón del muchacho, obligándole así a que le mirara y antes de que este pudiera siquiera abrir sus labios para dejar salir de su boca alguna queja, el alto le besó. Sus ojos se abrieron de par en par, estaba asombrado, no hacía movimiento alguno, solo estaba ahí, prácticamente inerte. La siniestra del alto comenzó a deslizarse por los hombros del castaño, mientras que con la diestra seguía sujetando su barbilla. La lengua juguetona del de cabello oscuro se había escabullido hábilmente dentro de la boca contraria, recorriéndola por completo, deslizándola por su paladar y enredándose en el músculo que en aquella cavidad bucal residía. Kyuhyun no supo cuando, pero sus párpados se habían cerrado, sus ojos ahora se hallaban cerrados y él correspondía sin miramientos al demandante ósculo que el todavía desconocido había iniciado. Viendo que comenzaba a ceder, Zhou Mi se dio a sí mismo la tarea de empezar a despojar al de cabello más claro de toda la ropa que le cubría el cuerpo obstruyéndole la visión de este.

 

El tiempo no estaba siendo medido por ninguno de los dos, pero de un momento a otro, sus cuerpos se encontraron totalmente expuestos. La temperatura había aumentado considerablemente y Cho se preguntaba a sí mismo si la neblina le había dañado el cerebro, porque no tenía explicación lógica para justificar el hecho de que ahora mismo se encontraba bajo el cuerpo desnudo de un total desconocido que le besaba y tocaba a su antojo, descubriendo partes sensibles de su cuerpo que ni él mismo conocía. Los labios de Zhou se deslizaban por su cuello innumerables veces; lo besaba, lamía, chupaba y de vez en cuando, mordía. Mientras tanto, Cho no paraba de soltar jadeos y gemidos quedos que solo lograban incrementar el nivel de excitación del pelinegro. Descendió de su cuello al hueco que se formaba entre este y el hombro del chico, donde su nariz rozó aquella nívea piel, aspirando su aroma, cosa que fue un deleite para sus fosas nasales. Una lamida, una leve mordida y el castaño chilló, había sido superficial, pero igualmente le había causado dolor.

 

Decidió que no podía esperar más adentrarse en el cuerpo del joven, entonces recorrió los muslos de este con lentitud, pasó por sus pantorrillas y terminó en sus tobillos, los cuales sujetó y así terminó abriendo las piernas del castaño, teniendo una visión perfecta de esa entrada que pronto iba a penetrar. Llevó tres de sus dedos a su boca y se encargó de lubricarlos como es debido con su saliva, seguidamente los introdujo en la entrada del menor, uno por uno, con cuidado, comenzando entonces a moverlos en forma de tijeras, para después sacarlos y meterlos con lentitud. Los ojos marrones del chico se humedecieron en el acto, aquello le incomodaba, le dolía. Su labio inferior fue apresado por sus dientes superiores e inferiores, apretando esa porción de piel hasta sacar sangre. Luego de unos cuantos minutos, índice, corazón y anular fueron retirados de ahí. Los antes acuosos ojos del castaño ahora derramaban incontables lágrimas gruesas, que resbalaban por sus mejillas y se perdían tras caer sobre sus orejas y mojar su cabello. En miembro del de hebras oscuras se había adentrado en él de una sola estocada, sin ninguna advertencia ni nada parecido. No se había acostumbrado siquiera a la intromisión, pero eso al más alto no le importó en absoluto; dio inicio a una secuencia de embestidas fuertes, rápidas y certeras, que hacían que el joven gritara más por dolor que por otra cosa.

 

La habitación fue inundada por gemidos, suspiros y jadeos que eran producidos por Cho, quien ya no sentía tanto dolor pero aún así seguía incómodo. Las manos de Zhou Mi se aferraron a su cintura y haciendo uso de su fuerza, alzó el cuerpo del chico que antes se encontraba recostado en la cama. La posición ahora era distinta, el pelinegro se hallaba apoyando sus rodillas sobre el colchón mientras que el castaño estaba sobre su regazo, con sus brazos rodeándole el cuello y sus uñas clavadas en su espalda. Sus movimientos eran veloces y precisos, la melodiosa voz del menor se tornó ronca. El ritmo fue bajando poco a poco, los gemidos del muchacho se acompasaron. Sus labios fueron apresados por los del pelinegro en un beso demandante que no duró mucho puesto que el alto se separó de su boca y comenzó a recorrer su cuello como en un principio había hecho; dio un par de besos, unas cuantas lamidas y al final, justo donde se encontraba ubicada su yugular, clavó sus dientes, penetrando esa sensible piel hasta sacar grandes cantidades de sangre. Kyu Hyun emitió un grito ahogado, su vista se nubló y pronto su mente también. Parecía haber perdido el conocimiento, pero una parte de él aún seguía consciente. Podía sentir como el hombre succionaba aquel líquido carmesí que salía de ese par de orificios, también como su cuerpo comenzaba a arder a tal grado que sentía que se estaba incinerando por dentro. Sus ojos estaban abiertos pero realmente no salía nada. Quería gritar, quería llorar, pero no podía. Quizá era su impresión, pero creía que sus órganos ardían demasiado ¿Se estaba... quemando? Zhou dejó de absorber la sangre del castaño segundos después, relamió la herida con su lengua y esta comenzó a cerrarse en el acto. Los ojos de Kyu Hyun comenzaron a cerrarse lentamente, su cuerpo se desvaneció cuan muñeca de trapo sobre los fuertes brazos del de cabello oscuro. Se sumió en un profundo sueño que no duró demasiado puesto que al cabo de unos cuantos minutos, se removió entre esos brazos que le envolvían y lo aferraban a un fornido pecho. Lo primero que vio cuando abrió sus ojos, fue el abdomen de quien le sostenía, bajó su mirada y se percató de que esa persona le penetraba, entonces como una bala, todos los recuerdos volvieron a su mente. Alzó el rostro y miró fijamente los ojos del mayor, pasó sus brazos por los hombros de este y movió lentamente las caderas. Su rostro poco a poco se fue acercando al de Zhou Mi, quien mantenía en sus labios una sonrisa ladina. Sin más, en un acto algo desesperado, se apoderó de esa boca que antes le había recorrido por completo.

 

No hacían falta palabras, las embestidas violentas volvieron a hacerse presentes, sus cuerpos se movían en sincronía y los gemidos, jadeos y gruñidos comenzaron a resonar dentro de esas cuatro paredes donde un par de completos desconocidos se entregaban el uno al otro. Cho dejó los labios del alto y se dispuso a besar su cuello y parte de su hombro. Su boca descendía y ascendía por ese camino húmedo que su lengua había dejado, hasta que sin previo aviso y porque él también quería probar de esa sangre que hace unos minutos se le había antojado, hundió sus dientes en la piel del otro, haciendo el mismo proceso que este había realizado con él. Era exquisita, deliciosa, y él juraría que nunca antes su paladar había sentido algo como eso; se había convertido en su nueva fascinación. Zhou Mi, a diferencia de él, no se había inmutado demasiado ante eso, sin embargo no pudo evitar dejar escapar de su boca un ronco gemido cargado de placer.

 

—Quiero más...—Susurró el más joven sobre los labios del contrario, sus comisuras estaban bañadas en el líquido rojo intenso que había absorbido de este.

 

—Tus deseos son órdenes...—Pronunció, entonces aceleró el ritmo de las penetraciones, al mismo tiempo que el castaño sonreía y  volvía a apoderarse de su cuello, complacido de que el de cabello oscuro comenzara a hacerle caso.

 

Era un círculo vicioso, Zhou Mi arremetía contra su cuerpo, Kyu Hyun gemía y al mismo tiempo succionaba con gula aquel líquido del que se había vuelto adicto. Aquello se repetía una y otra vez, de vez en cuando el alto repetía las acciones del más bajo y dicho círculo no tuvo fin hasta que ambos cuerpos no dieron más y terminaron derramándose, uno dentro de su compañero y el otro sobre sus vientres. Sus respiraciones eran erráticas, sus pieles tenían una fina capa de sudor y sus mejillas estaban teñidas de rojo carmín. Ambos pares de ojos estaban fijos en los contrarios, sus labios estaban ligeramente curvados.

 

—Eres mío—Le pertenecía, era de él, y eso se lo había hecho saber desde que le raptó en medio de la calle y lo llevó a ese tétrico lugar. Y Kyu Hyun, bueno, él no se había opuesto a aquella afirmación. La derecha del mayor tomó la barbilla del más bajo, aproximó su rostro al del chico frente a él y plantó en sus labios un casto beso que se volvió todo lo contrario con el pasar de los segundos. El castaño enredó sus piernas en la cintura del pelinegro y soltando suspiros dentro de aquel beso, lo que apenas había terminado, volvió a empezar.


Cho Kyu Hyun era un joven común, no tenía una vida de la cual quejarse pero tampoco era como si esta le agradara por completo. No tenía exactamente algo que le motivara a seguir adelante, pero tampoco algo que no lo hiciera. Era un chico simple, sin demasiadas expectativas, viviendo una vida tranquila, sin preocupaciones, asimismo, sin emociones. Sin embargo ahora no tenía que preocuparse por eso, todo su mundo dio un giro drástico... Ahora lo que una vez llamó “vida”, le había sido arrebato fugazmente por un hombre que no conocía, pero que parecía saber muchas cosas sobre él. Ahora le pertenecía a ese individuo de tez clara, ojos oscuros que se tornaban rojizos y cabello azabache. Cho Kyu Hyun había muerto ese día... pero eso no significaba que hubiese dejado de existir... Cho Kyu Hyun ahora estaba más vivo que nunca... Figurativamente hablando, claro está.

Notas finales:

Yo sé que por aquí debe haber alguna Mixian shipper además de mi novia subnormal.

Espero sus rws~

Mi Twitter:

@ChocoGaaDeLimon

 


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