Capítulo 2
My Angel, without wings.
Pasos lentos se escuchaban por los pasillos solitarios del internado. Sasuke suspiró y bajó la mirada. Lo único que quería era llegar a su habitación, encerrarse y dormir hasta que los ojos le sangraran. Había sido un día aburrido, tedioso como lo era su rutina. Sólo quería alejarse de todo, de las casi interminables horas de clase, de las chicas fastidiosas que se le pegaban como chicle, de las estupideces que decían aquellos que lo llamaban "amigo" ¡De todo!
A medio camino, el pelinegro levantó la mirada y no pudo evitar notar la figura pelirroja que se encontraba sentada bajo la puerta de la habitación frente a la suya, con la mirada baja, y sosteniendo su cabeza con las manos como si tratara de saciar algún dolor.
El Uchiha siguió caminando hasta llegar a pararse a lado de él. Lo contempló. Sus ojos del color de la noche comenzaron a viajar por todo ese cuerpo delgado y pálido, aquellas piedras aguamarina que yacían pérdidas en la nada, los cabellos revoltosos del color de la sangre, la expresión de dolor en el rostro de Gaara... Simplemente, Sasuke no podía alejar su mirada de aquel chico.
Y de pronto, tenía clavadas aquellas pupilas aguamarina. Gaara le miraba con asco y odio, como si su sola presencia le provocara vomito.
— ¿Qué demonios estas mirando?— gruñó el pelirrojo penetrando en los ojos de Sasuke.
El azabache no contestó, hizo como si no hubiera escuchado nada y la imagen de Gaara abandonó sus ojos. Se giró y simplemente entró a su habitación, no sin antes dedicarle otra mirada antes de cerrar la puerta.
Sí, ese era Gaara, tan frío, tan reservado, tan directo, tan solo. Ese era el chico con el que Sasuke tenía que trabajar, ese era quien vivía frente a él, en las dos habitaciones más apartadas de todo el internado.
•_•
Media noche... No, dos de la mañana y el pelinegro aún no podía conseguir el sueño, se revolcaba entre las sábanas de su cama tratando de cubrir sus oídos con la almohada. Esperó por más de dos horas hasta que finalmente se hartó y se paró de la cama. Fijó su mirada sangría en la puerta de su habitación. Cansado, sin ganas, y con pasos lentos y torpes, se acercó y giró la perilla. Miró alrededor del pasillo, todo estaba oscuro. Sus pupilas se agudizaron y trataron de divisar dentro de la penumbra la puerta que se encontraba frente a él. Salió de su habitación y se acercó a la otra.
Los gritos volvieron a sonar.
Aquellos gemidos de dolor que retumbaban en sus oídos cada noche; aquella voz tan particular que se transformaba en un grito desgarrador y se colaba hasta su habitación arrebatándole el sueño que tanto luchaba por conseguir. Todo eso era emitido por una sola persona, una a la cual el Uchiha había observado desde la primera vez que apareció en su vida.
Sabaku No Gaara.
Con delicadeza, deslizó sus dedos sobre la puerta de aquella habitación hasta detenerse sobre la perilla de esta. Dudó por unos momentos... En primera ¿Qué estaba a punto de hacer? Una gota de sudor resbaló por su barbilla. ¿Acaso estaba pensando en hacer callar a Gaara? Sí, era cierto que los gritos del pelirrojo lo habían abstenido de su sueño por un largo tiempo, y que, por culpa de eso comenzó a tener bajo rendimiento en clases, pero lo que quería no era empezar una pelea a la mitad de la noche (no, ¡eso nunca!) lo que en verdad deseaba era... Mirar al pelirrojo, tan sólo eso.
Tragó saliva y se llevó la otra mano al pecho. Sintió su corazón latir a mil por hora, los nervios se lo estaban comiendo... ¡Un momento! Sasuke Uchiha... ¿Nervioso? Vaya... ¿Qué demonios pasaba con él? ¿Quién en este mundo hubiera imaginado que alguien como Sasuke estuviera nervioso al estar cerca del extraño y solitario Gaara?
Seguramente estaba perdiendo la cabeza.
Suspiró decididamente y giró la perilla con la mano aun temblándole. El sonido rechinante de la puerta se le hizo casi eterno, y temió por un segundo que el pelirrojo despertara. Así que se limitó a no abrirla por completo y sólo asomar sus ojos oscuros dentro del cuarto.
Los abrió por completo y atrapó su labio inferior entre sus dientes.
Ahí estaba Gaara.
Ejerció más presión sobre sus labios en el momento en el que Gaara gritó de nueva cuenta. La garganta del pelirrojo parecía desgarrarse con cada grito que soltaba. Esos párpados negros trataban de cerrarse más de lo necesario, tanto así, que parecían quebrarse en el intento. Y con cada aullido de dolor, la espalda de Gaara se arqueaba en un ángulo imposible, escurriéndole el sudor por su incolora piel.
— ¡Shukaku!
"Shukaku" ese nombre soltado en gritos guturales quedó grabado en la mente del azabache... ¿Qué demonios era "Shukaku"? ¿Quién era "Shukaku"? ¿Por qué Gaara gritaba eso?
Era extraño, Sasuke no podía quitarle los ojos de encima. Sentía un dolor punzante en su pecho cada vez que miraba a Gaara retorcerse de esa forma, como si algo tratara de atacarlo. Le dolía verlo así. Y pronto sintió la necesidad de correr y atrapar al pelirrojo entre sus brazos, de decirle que todo estaba
bien mientras acariciaba sus hebras rojizas y aferraba su pálido cuerpo contra el de él. ¡Y no entendía la razón por la cual quería hacer eso! Él era Sasuke Uchiha, el chico frío que no se preocupaba por nada ni por nadie... ¿Por qué de un momento a otro quería proteger a Gaara? Repito, seguramente estaba perdiendo la cabeza, ¡Ese pequeño cuerpecito pálido le hacía perder la cabeza!
Y entonces lo comprendió, Gaara era hermoso, como un ángel caído del cielo, un ángel al que le cortaron sus alas y le obligaron a vivir un infierno en vida. Era injusto en todo el sentido de la palabra. Sasuke quería demostrarle que no tenía que ser así, pero no encontraba la forma correcta de hacerlo. ¡Diablos! ¡Ni siquiera él mismo sabía en lo que estaba pensando! Acaso... ¿Se había enamorado de Gaara?
De pronto el pelirrojo cesó sus bruscos movimientos. Se quedó dormido (por así decirlo). Por fin, sus párpados se relajaron y los latidos de su corazón comenzaron a nivelarse. Inhalaba y exhalaba quedamente mientras se acomodaba entre las sabanas.
Sasuke sonrió para sus adentros y contempló el pequeño cuerpo de su pelirrojo descansando tranquilamente. Después de algunos minutos cerró cuidadosamente la puerta y regresó a su propia habitación.
•_•
Trató de reprimirlo, pero el vergonzoso gemido se escapó de sus labios, seguido de otros más. Su mano aumentó la velocidad del sube y baja mientras él mantenía la imagen de su ángel en su mente.
—Gaara...— gimió mientras arrugaba la nariz, cerraba los ojos y se mordía con fuerza el labio inferior.
No podía soportarlo más. Aferró su mano libre a las sabanas de su cama con fuerza. El éxtasis estaba llegando a su punto máximo, no faltaba mucho para que...
—Ga- Gaara... ¡Ahhg!— el más sensual de los gemidos subió por su garganta mientras derramaba su semilla en su mano, manchando parte de la cama.
Se levantó y miró el semen derramado sobre las sabanas y sus manos. No lo podía creer. No podía creer que el causante de tanto placer fuera aquel chico...
Nunca supo cuándo, ni como, pero Gaara se había adueñado de su corazón, se había convertido en su ángel.
Y haría todo lo posible por conquistarlo. ¡Costara lo que costara!
Limpió el lechoso líquido y se dirigió a la ducha. Dejó el agua caliente recorrerle todo el cuerpo mientras mantenía la mirada perdida. Quería verlo ya. No podía esperar a que llegara la clase de Kakashi-sensei para poder volver a ver aquellos ojos aguamarina tan profundos y misteriosos.
Quería estar alado de su ángel...
Y haría todo lo posible por conquistarlo... Ya lo había dicho, ¿no?
No sé cuándo, ni como, pero te prometo, mi ángel, que te sacaré una sonrisa, te robaré el corazón... Te lo prometo…