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Primera Letania por sugar-blood

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Notas del capitulo:

Primer capitulo. Parece que les gusto la introducción y me alegra, gracias por su apoyo.

Aun no tengo días en específico para subir capítulos así que les pido paciencia.  No tengo beta y se me dificulta revisar mis propios escritos.

Sin más, les dejo con la lectura.

Cap1. - Please don't go

Oh, please don't go.
I want you so.
I can't let go.
For I lose control.

- Barcelona

 

Últimamente a Sirius Black le han llenado de grandes-inmensas- sorpresas; una de ellas fue cuando Lucius Malfoy le salvó de la muerte segura a manos de su prima Bellatrix y la segunda era no saber que reacciones causaría las noticias que tenía que dar.

*/*/*

Dumbledore lo recogió ayer por la mañana de la comodidad de Grimmauld Place y lo llevó hasta el ministerio. El director de Hogwarts le dijo que le darían un juicio justo y que tenían las todas de ganar. Todos en la orden del Fénix estuvieron más que felices, aun que le hubiera encantado que Remus lo hubiera sabido. Sin retardos fue acompañado el anciano director hacia el Ministerio. Al llegar todo estaba preparado, el juicio empezó sin retardos y Albus puso sus cartas sobre la mesa con la increíble noticia que su prima, Narcissa, había enviado unas pruebas que le ayudarían claramente. Antes de saber eso, si que se había sentido mal por cómo había terminado Narcissa, más bien fue lastima, de cómo acabara la vida de la mujer, más que nada.

Le dieron la libertar y pudo respirar feliz. Saliendo de ahí iría a por Harry para llevárselo ya mismo a Grimmauld Place. Pero antes de salir, el nuevo ministro pidió hablar a solas con él. Le dirigió una mirada a Dumbledore quien le sonrió, así que siguió al hombre a su despacho.

Rufus Scrimgeour no se fue por las ramas y lo dijo rápidamente.

Draco Malfoy estaba bajo su tutela. Narcissa había dicho en su testamento que al faltar sus padres, Draco pasaría a manos de Sirius Orión Black. Miró al ministro sin creerlo y entendió la sonrisa del viejo director, él lo sabía.

Y también pudo encajar porqué su prima lo había ayudado. Sabía que no se negaría ya que ella lo ayudó a salir libre de cargos.

El ministro lo despidió y salió de ahí encontrando en el pasillo  a Dumbledore. Le dirigió una mirada de reproche al director y este soltó una risilla.

*/*/*

Al principio pensó que vivir con su padrino era una buena idea, pero dudó un poco al notar la tensión de Sirius al caminar a la casa Black. No quería preguntar nada por ahora, esperaría a que Sirius hablara.

—Iremos primero a la madriguera, Harry, si no te molesta. — le informó el mayor.

Harry asintió. Fueron a un lugar donde se pudieran aparecer. Sirius parecía estar buscando algo, pues miraba hacia todos lados, menos hacia él. Al estar frente a la puerta de los Weasley observó que trataba de serenarse y le volteó a ver con un amago de sonrisa. Tocaron y no pasó mucho para que Molly abriera la puerta.

—Pasen por favor, todos están aquí, como lo pediste Sirius. — le informó.

—Gracias Molly. — agradeció mientras pasaban a la cálida casa.

Fueron directamente a la cocina, donde todos le recibieron, saludaron y felicitaron a Sirius. La mano derecha de su padrino se cerró en un puño y observó cómo dudaba.

Sirius pensó en todo lo que había preparado para decir, pero pareciese que sus ideas para transmitir la noticia se habían ido a dar un paseo, pues no recordaba ninguna.

Se aseguró de que todos los que transitaban la mayor parte del tiempo en Grimmauld Place estuvieran en esa junta. Dumbledore le sonrió del otro lado de la sala, los Weasley estaban ahí, Severus Snape, Nymphadora Tonks y Harry. Faltaban Remus y algunos otros pero decidió que así era suficiente.

—Sirius, ¿todo está bien?— Harry le preguntó en tono bajo.

Respiró hondo por segunda vez y prefirió hacer como que no escuchó aquella pregunta.

—Bueno tengo que notificarles algo…— dijo dubitativo. — Dumbledore ya les dijo las nuevas, supongo; mis cargos se han removidos y puedo ser libre de nuevo. — su mirada voló por el comedor de nuevo, todos sonreían por la noticia. — Aquí vamos…— suspiró. — como ya saben, los Malfoy han…muerto. Pero no todos. Draco Malfoy sigue con vida. Antes de morir Narcissa, dejó unas pruebas que facilitaron aún más el juicio y… la custodia de Draco. Aún no despierta, pero en cuanto lo haga vendrá a vivir conmigo. — Escuchó como las respiraciones se congelaron un momento.

Los ojos de Harry se abrieron al igual que las de los demás.

—Eso… eso quiere decir que…— trató de decir su ahijado.

—Que Draco estará en Grimmauld Place. — apremió Sirius nervioso.

—Pero… ¡Es un mortífago!— gritó Ron levantándose de un salto.

—Lamento destruir sus sueños señor Weasley, pero Draco no es un mortífago. — dijo Severus Snape con desdén.

—Pero no tardará en serlo… —murmuró. —Si les pasó eso a sus padres, ¡se lo merecían!— gruñó aun el pelirrojo.

— ¡Ronald!— reprendió su madre con un golpe de hombro.

A pesar de que Lucius Malfoy puso en peligro a su hija, no tenía nada en contra del Malfoy menor, él no era culpable de los errores de sus padres, después de todo.

Snape le dirigió una mirada ponzoñosa al pelirrojo que hablaba.

—Aunque le cueste creerlo señor Weasley, por el simple hecho de estar junto a Potter puede terminar igual o peor que los Malfoy. Por si no lo sabía, no solo por hacer cosas "malas" se muere la gente. — Dirigió una última mirada venenosa al pelirrojo. —El señor tenebroso quiere el cuello de Draco Malfoy y le puso precio. — pronunció por último el pocionista mirando a Sirius, esperando su respuesta.

Black le contestó la mirada alzando un poco más su barbilla. Los chicos que habían convivido más frecuentemente con Malfoy le miraron como si esperara que expresara que no se haría cargo de Malfoy y que lo mandaría lejos.

—No puedo hacer nada al respecto. El ministerio habló y no puedo darme el lujo de rechazar así nada más. Es mi sobrino después de todo. — dijo sabiamente.

Severus se sorprendió. Nunca había escuchado hablar así a Black en toda su vida. Pero trato de ocultar el asombro. No había ido a ver a su ahijado pero ganas no le faltaron, solo que siendo un espía tenía que tener cuidado, cualquier descuido y ponía la vida de Draco y la suya en peligro.

En los ojos Nymphadora Tonks apareció un brillo inexplicable. Sentía curiosidad de conocer a un pariente distinto a Sirius y aún más cercano. Su madre contaba poco del hijo de su hermana.

Dumbledore se dirigió hacia enfrente, y habló por primera vez en la noche.

—El joven Malfoy está pasando por un momento duro. Todas las bases que tenía se han desmoronado en sus ojos, literalmente. — Meditó un momento. — Solo hay que darle espacio. — miró a los más jóvenes de la orden, su mirada decía claramente "llevemos esto lo más calmado posible"

—Pobre muchacho…— susurró Molly Weasley mientras sus manos se dirigían a su rostro.

*/*/*

Despertó sobresaltado. Lo primero que vio fue un techo blanco, se levantó de golpe al no reconocer sus finos doseles que tenía en su habitación.

—Tranquilo muchacho…- escuchó una voz aterciopelada.

Draco dio un brinco al ser tocado suavemente por el hombro y sus ojos desorbitados miraron a la anciana enfermera que le sonreía suavemente.

—Has estado en coma por una semana, sabíamos que despertarías, eres muy joven después de todo. — Informó la anciana mientras empujaba suavemente a Draco de nuevo a la cama.

Su mirada regresó al techo y su mente le pasó recuerdos que pensó era mejor olvidar, pero siempre había tenido mala suerte desde que entró a Hogwarts así que sus memorias regresaron rápidas, mientras la enfermera hacía su chequeo.

—Necesito que se tome esta. — La mujer le dio de beber una poción. — Muy bien. En un momento vendrá el medimago. Descanse. — La enfermera se fue por la puerta

Odio, tristeza y desesperación. Era lo que sentía en ese momento. Coraje, coraje por ser tan débil y cobarde. Tal vez si no lo fuera sus padres estuvieran vivos aun.

Se cubrió con el dorso de su mano y se dio el lujo de sollozar. Meditó mucho al no poder descansar, y por primera vez se dio cuenta de que no era nadie, nadie sin su familia. Era un niño, un niño huérfano ahora y pensó que tal vez se merecía todo lo que le pasaba por ser un cobarde. Si su padre tan sólo hubiera obedecido las órdenes.

Y como dijo la enfermera, poco después llegó el medimago y le informó su situación. Había aterrizado al frente del ministerio y lo llevaron inmediatamente a San Mungo, su tía había alcanzado a golpearlo con un hechizo menor pero al trasladarse se complicó un poco.

Estuvo todo un día en observación y a la mañana siguiente lo pasaron a una habitación. La primer visita que recibió fue la de Rufus Scrimgeour, quien le informara de todo lo referente al asunto de su hogar y los problemas en encontrar el nuevo paradero del desgraciado cara de serpiente, la mansión había sido revisada y confiscada. Algunas preguntas incómodas también fueron planteadas y respondidas. Y antes de que pudiera preguntar sobre qué pasaría ahora que estaba solo, ya que era menor de edad, el ministro le dijo que estaba solucionado y que hoy mismo vería a su nuevo tutor legal, pero que aún no le podía decir quién sería. Le devolverían su varita cuando le dieran de alta el día siguiente.

Decidió descansar un momento pero despertó con un dolor de cabeza. No había podido pegar el ojo si no era con la asquerosa poción para dormir sin sueño. Despertaba sobresaltado con el eco del choque del cuerpo de su madre y la risa psicópata de Bellatrix.

Ahora sí que estaba perdido, pero pensó en lo que un Malfoy debería de hacer en esos casos. La resignación y la venganza pasaron por su cabeza y pensó en la grotesca sonrisa que debió tener Voldemort al ver morir a sus padres. Sus nervios se dispararon y las ganas de salir de aquel hospital crecieron. Podían golpear y humillar a un Malfoy, pero nunca, nunca meterse con la familia de uno.

La puerta se abrió, dejando ver a la enfermera que le atendía con la suave sonrisa que le caracterizaba.

—Señor Malfoy, tiene visitas. — le avisó amablemente.

La señora se acercó a la mesilla de noche donde tenía el desayuno, aún intacto y frío. La frente arrugada de la enfermera se frunció, pero no dijo nada y pasó con el carrito de las pociones para los pacientes. Le dejó las que tocaban y una extra para reponer el desayuno que sabía, el chico no comería.

La señora salió sin decir más y él se limpió las lágrimas y procedió a tomarse las pociones. Acomodó su espalda en el respaldo de la cama con un suspiro. Se tomó las tres pociones que tenía en la mesita de un trago. Al terminar la última la puerta fue tocada.

—Adelante…— contestó ausente.

Trató de reponerse. Sus ojos se pasearon un momento en la botella que sostenía en las manos y la acarició un poco viendo su reflejo.

Su mirada se dirigió hacia enfrente, solemne. Pero al ver a aquella silueta sus ojos danzaron un poco, desorbitados.

—Sev…Severus— susurró.

Sus hombros cayeron. El profesor de pociones no sabía qué hacer exactamente en esos casos, así que sólo se acercó y se sentó en la cama de Draco y lo acercó levemente por el hombro.

El pocionista sentía mucho las muertes de los Malfoy’ s. Ellos eran, por así decirlo, los más cercanos que tenía. ¡Por Merlín!, que hasta era el padrino de su único hijo. No hace mucho, Narcissa le hizo hacer un juramento inquebrantable donde prometería cuidar a su hijo. El no entendió, pero no le dio mucha importancia… hasta que pasó lo del ministerio. Voldemort lo excluyó de la junta que le siguió a la traición de Lucius Malfoy.

No había vuelto a ver al señor oscuro y hasta ahora no lo ha vuelto a llamar. Sabía que tramaba algo. Pero la pregunta sería ¿Qué?

—Tranquilo Draco. — Le dijo suavemente. — Alguien viene a hablar contigo y entrarán en unos segundos… cálmate. — Se levantó de su lugar.

Los ojos del rubio lo miraron confundido ¿Severus no era su tutor? ¿No venía a llevárselo lejos de aquí?

La puerta se abrió lentamente y apresurado limpió algunas lágrimas que tenía en el rostro.

El primero en asomarse fue el director Albus Dumbledore y no se sorprendió demasiado. Seguido entró Sirius Black, con una sonrisa nerviosa.

— ¿Qué hace este traidor aquí?— Murmuro arrastrando las palabras y llenándolas de veneno.

Sirius frunció el ceño. Su tío segundo no era como lo recordaba; ya no estaba tan demacrado y se veía un poco más decente.

—Tu madre expuso en el testamento que tu custodia pasaría a Sirius Black…— le susurró Snape.

Abrió los ojos sin creerlo. La botella en sus manos hizo un chirrido corto, la apretó un poco más y entonces respiró hondo, tocándose el pecho.

—Tu…— Sirius tosió un poco para aclarar su garganta— Tu madre me ayudó a salir. — no sabía exactamente porque lo había dicho.

Miró a los ojos de Draco. Tenían el mismo color, un planta fundido. Que podía ser cálido y frío, si se lo proponían los dueños.

—Bueno…— suspiró irónico Draco, rodando los ojos en el proceso— Si madre ayudó a un… lo que seas, a salir, tuvo sus razones, para algo has de servir. — miró al hombre a los ojos por primera vez.

Sirius se replantó la idea de mandar lejos a Draco. Pero entonces recordó cómo eran los Black- o la mayoría de sangre pura- cuando la pasaban mal, no mostraban tristeza; pero vaya que se ponían de un muy mal humor, en su tiempo, él también habría hecho algo parecido.

Ahora le tocó a Sirius suspirar resignado.

—Solo… quiero llevar todo esto, lo más calmado posible. También tengo a Harry en la casa y…—

—Potter. — Draco se mostró sorprendido.

Se pegó mentalmente. ¡Claro! Si Sirius Black era el padrino de Potter. Mierda.

—No solo el señor Potter está ahí, Draco. — le dijo Severus mirando a Dumbledore.

—Draco, sentimos lo que pasó con tus padres, pero también queremos velar ahora por ti. —habló suavemente el director, mirándole como si fuera un abuelo cariñoso. — En la casa de Sirius también sirve de sede para la orden del Fénix. — Le dijo mirándole, los ojos de Draco mostraron confusión. — es una grupo para derrotar a Voldemort. Tendrás que hacer un juramento para poder entrar. — le dijo con una pequeña sonrisa, casi imperceptible y un brillo se instaló en los ojos del anciano.

—El señor oscuro nos pidió a todos los mortífagos que en cualquier oportunidad te lleváramos ante él, venir conmigo no es una opción. —

Draco posó sus ojos en un punto indefinido del cuarto. No tenía a donde ir y en sus ideas no estaba meterse en una casa llena de leones para que lo destrozaran aún más. Ya no quería ser parte de esa guerra que ni siquiera era suya. Era de Potter y el loco de Voldemort, de nadie más. Pero parecía que estaba más enredado en aquello como una mariposa en una tela de araña y si no pensaba rápido sería comido.

—Pero que usted esté conmigo lo es. — Levantó su mirada y un destello momentáneo volvió a sus ojos.

La cara de Severus palideció un poco y escuchó el chasquido de la lengua de Sirius Black.

—Esa es una buena idea.- Respaldó el anciano director. — Podrían quedarse juntos lo que queda de las vacaciones en Grimmauld place. Así no habría problema de cualquier rencilla. — La vista del longevo hombre se dirigieron a Snape, planteándole con la mirada el hecho de que él podía controlar cualquier cosa que sucediera surgir en aquel lugar durante la estadía de Draco.

Sirius estaba un poco recio a dejar a Severus entrar en su casa. Pero antes de que terminaran las horas de visita con Draco, ya habían arreglado las cosas para trasladar a Malfoy al día siguiente  por la mañana a la residencia Black.


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