El trasporte se movía de un modo insoportable, lo cual estaba llevando a Adriano de a poco a un estado de absoluta irritación, además del hecho de que los buenos niños del Quinto Loteo decidieron que el mundo debería escuchar su música.
El pertenecía al Sexto Loteo, un barrio de enormes chalets y grandes caserones que sin embargo había conocido mejores épocas. Este pequeño bario estaba rodeado de un espeso bosque de pinos, que estaba conectado con una serie de asentamientos pobres por un camino de tierra destruido. El final de estas casas pobres de la clase trabajadora estaba claramente delimitado por el asfalto que empezaba bruscamente en la esquina de la calle 26 y a partir de allí se llegaba a La Villa, a partir de la cual era fácil acceder al Centro, que consistía en nada mas y nada menos que en la parte de Santa Rosa que se le mostraba a los turistas, llena de pintorescos negocios con objetos artesanales y vendedores que vestían ropa gaucha así no hubieran tocado un caballo o un pollo vivo en toda su existencia.
Adriano contemplaba estos paisajes tan distintos mientras iba camino a la escuela, los últimos días de su ultimo año de escuela. Rebuscando en sus bolsillos encontró unos auriculares que había armado juntando partes viejas de otros auriculares y no le quedo mas remedio que ponérselos antes de asfixiar a alguno de los djs de turno. Después de varios minutos tratando de sintonizar con los cables encintados llego a un punto donde escuchaba de manera decente y se quedo quieto en su asiento viendo por la ventanilla como los comerciantes daban inicio a la temporada de verano.
Santa Rosa vivía del turismo, por lo tanto los meses de verano eran vitales para todos los habitantes que se esmeraban en preparar casas y negocios de forma tal que los visitantes se sintieran como verdaderos hombres y mujeres de campo. Sin ir mas lejos el padre de Adriano estaba arreglando la gran casa que tenían para alquiler con herraduras y cuadros de grandes domas y encuentros folklóricos al lado del fogón.
A el le repugnaban estas personitas que llegaban de la ciudad atontados por el cambio de altura ver las piedras como si fueran objetos míticos, extintos en las grandes ciudades, y a las pocas horas vestían ropa tradicional y hablaban como si hubieran criado cerdos u ovejas durante todo su insignificante vida, sin embargo hacia un esfuerzo por agradarles ya que el siguiente año esas mismas personitas irritantes pagarían su universidad.
En medio de estos enmarañados pensamientos finalmente llego hasta su escuela y fue empujado hacia abajo del transporte por una ola de adolescentes que venían detrás de el. Sin darles demasiada importancia se dejo arrastrar a otro odioso día de escuela.
Adriano tenía una inteligencia prodigiosa y era el alumno preferido de la mayoría de sus profesores que a toda costa trataban de arrastrarlo a elegir una carrera relacionada con su materia. Sin embargo a e se le había metido en la cabeza que la ingeniería informática era lo suyo y no iba a cambiar de opinión así cayeran meteoritos a causa de ello.
Finalmente entre Platón y Pitágoras, los tratados del Mercosur y la IIWW fueron pasando las horas, y nuevamente se dejo arrastrar hacia afuera del establecimiento por un grupo mayor de adolescentes excitados por la idea de tener libertad de aquel lugar aunque solo fuera por una noche.
El suceso se dio en la vuelta a casa cuando caminaba los 5 Km que lo separaban de esta y encontró en medio del camino de tierra un grupo de turistas desorientados mirando hacia el espeso monte para ver si su destino se les revelaba mágicamente. Adriano pasó a su lado divertido viendo como estos empezaban a hablar de provisiones para pasar una dura noche en las sierras de Córdoba cuando un adonis rubio se le acerco.
-Disculpame- Dijo con una sonrisa Colgate mientras se llevaba los lentes de sol hacia la parte superior de la cabeza- ¿Tenes idea de donde queda el Sexto Loteo? Es que alquilamos una casa y el gps nos esta mandando para cualquier lado.
Viendo esos enormes ojos azules y los brillitos alrededor de aquel citadino desorientado Adriano sintió como le subía la temperatura corporal hasta límites insospechados. Sin embargo hizo gala de su mascara de frialdad y con un gesto casi despreocupado señalo mas adelante en el camino.
-Tienen que seguir derecho el camino más ancho y entrar en la primera calle que dobla a la izquierda. Hay un cartel que dice Sexto Loteo pegado a un poste de luz. A poco de doblar se van a topar con un guardaganado, crúcenlo y ya verán donde se encuentra la casa que buscan.-
El adonis lo miro más radiante que antes, si es que eso era posible y se dio media vuelta a avisarle a aquel grupo de turistas perdidos, que había averiguado el camino hacia el dichoso Sexto Loteo.
Adriano siguió caminando con gesto serio y dejo al rubio y lo que parecía ser su familia organizándose para partir nuevamente. Se pregunto si acaso podría cruzar misteriosamente su camino y el de aquel hermoso ejemplar de hombre antes de tener que partir hacia la capital y la universidad.